miércoles, 7 de julio de 2010

No me llames terrorista, que se te ve le plumero

El régimen capitalista mundial no admite disidencia alguna. No caben huelgas de hambre, de sed o lanzarse al suicidio lento, voluntario e involuntario mientras la miseria mata a miles de seres humanos
Por Carlos Tena.
El neo franquismo que padece este trozo de Europa, es hermano siamés del neo fascismo que sufre el pueblo italiano, primo carnal de una ocupación yanqui (con bendición a lo mariscal Petain, pero sin Resistencia) en la Francia de Sarkozy, cuñado del thatcherismo en la Gran Bretaña, made in David Cameron (Blair era, como Brown, un falso laborista), todos ellos calcados de ese régimen llamado bushismo, defendido a bombazo limpio y asesinato indiscriminado, impuesto y puesto en marcha tras el derribo de las Torres Gemelas (por cierto, sigo sin creerme nada de las explicaciones oficiales sobre este asunto), entre el jolgorio y la hipocresía periodística de Falsimedia, para que el Gran Hermano monopolice, como ahora en Irán, si Alá no lo remedia (que creo no está por la labor, porque los dioses suelen estar del lado de las bestias del averno), todo el petróleo que la madre naturaleza ha ido acumulando en sus tripas desde hace millones de años. Todo, por el oro negro es la sentencia que reza y anima en los cuarteles de Obama.

Cualquier ser humano, al que se le ocurra disentir de las formas tan cariñosas y pacíficas que demuestra este régimen, con galas de sistema partidista, vestimenta sufragista y violencia pública, no tendrá otra salida que comerse la uñas, joderse y tragar con lo que venga; o protestar con aire simpático, sabiendo que Damocles ha colocado espadas en el cielo, escondidas entre nubarrones y arco iris, para que tengamos la sensación de que una de ellas caerá impepinablemente sobre aquel o aquella que se atreviera a ir más lejos. O sea, a pedir explicaciones al poder político.

El neo franquismo a la Borbónica, como el neoliberalismo de carnaval policíaco que azota el orbe, que no es sino capitalismo aún más torpe, violento, burdo y descarado que en el siglo pasado (Díaz Ferrán es en España uno de sus alumnos más aventajados, mientras el mexicano Carlos Slim es el primero de la clase, a nivel global), ha dictado sus leyes desde que se supo la hecatombe económica que iba a golpear a más de cinco mil millones de personas.

Pero pocos dudan respecto a que la crisis la han provocado únicamente mil familias, cien nombres, que llenan las páginas de la revista Forbes, aunque la opinión pública (que no es tal, sino constatar que una enorme parcela de la sociedad piensa que “ya vendrán las lluvias”, “cada perro, que se lama su cipote”, “¿y qué coño vamos a hacer, sino tragar?”) se caracteriza por una indiferencia supina, que los profesionales del periodismo oficial, público y privado, aprovechan para cumplir las órdenes emanadas desde “arriba... España”, azuzando a esos millones de indecisos, tratando de convencerles de que las vacas flacas son nuestras, y de paso a condenar el coraje y el derecho inalienable de los trabajadores del Metro de Madrid a organizar su huelga, cuando es palmario que no hacen otra cosa que defender su Convenio Colectivo, sus derechos, protegiéndose de Esperanza Aguirre, franquista hasta la médula y mecenas económica de “disidentes” cubanos, que a su vez ejercen, dentro y fuera del territorio nacional, como agentes de quienes apoyan el terror contra la democracia cubana, llámense Luís Posada Carriles, Orlando Bosch, Pedro García Remón o Santiago Álvarez Magriñán, (demócratas, diría Rubalcaba) con cientos de inocentes asesinados a sus espaldas.

El régimen capitalista mundial no admite disidencia alguna. No caben huelgas de hambre, de sed o lanzarse al suicidio lento, voluntario e involuntario, mientras la miseria mata diariamente a decenas de miles de seres humanos, sin otra posibilidad de supervivencia o compasión que esa oscura limosna llamada caridad, que contrasta con la luminosa medicina cubana, repartida generosa y heroicamente en los países más pobres, para defender la vida de los condenados por Israel y USA, copatrocinadores de ese nuevo orden mundial, al que trató de contener, sin éxito, un socialismo fatigado tras un cuarto de siglo de convulsiones varias, al que 70 años después del triunfo del proletariado, no pudo salvar ni los congresos, ni las Internacionales comunistas, ni los pensadores marxistas más preclaros, de los problemas y errores enormes acumulados en esas décadas, de carácter, económico, político, y cultural, surgidos tras la II Guerra Mundial, cuando el Eje del Bien (qué sarcasmos tiene la historia) decidió el reparto del mundo en dos sectores antagónicos.

Anulado el enemigo, Europa oriental y la Madre Rusia aceptan el chantaje capitalista, como primera solución a las imprevisiones de toda clase que caracterizaron a la democracia socialista. Veinte años después, una nueva generación de jóvenes húngaros, polacos, estonios, checos, rusos, albaneses, croatas o rumanos, comienzan a saborear las mieles de un triunfo, que ya no es tal. La pobreza es aún mayor que en los años 80, aunque han surgido millonarios, estrellas de la TV, policías que golpean sin tino a quien protesta, y políticos corruptos. Las rebajas sociales han sido impuestas a golpe de decreto, imitando a su hermano mayor en los USA, donde la reforma sanitaria sigue siendo la gran falacia del mentiroso Barak, como la retirada de Iraq o la pacificación de Afganistán, el reconocimiento del estado palestino o la autodeterminación del Sahara.

En esta situación, Naciones Unidas, organización prisionera de las decisiones del presidente de un solo país, no puede, no quiere o no sabe hacer otra cosa, que clamar en el desierto de los sordos y prepotentes, dictando resoluciones sobre el bloqueo contra Cuba o la aplicación de una ley que permita a Puerto Rico decidir libremente su futuro, mientras su Consejo de Seguridad, como un testigo mudo, permanece impotente ante la futura destrucción de Irán, los asesinatos del gobierno sionista, perpetrados ante las cámaras de medio mundo; la invasión militar de Costa Rica (¿para qué quieren ejército teniendo a Washington?), la de Haití, vigilando supermercados para que ningún mendigo se llevase algo a la boca, sin pagar un centavo; la implantación de bases militares yanquis en la Colombia del narcotraficante Uribe y su socio, el no menos criminal Juan Manuel Santos; el golpe de estado en Honduras, las cárceles secretas de la CIA, las torturas a presos sin procesos judiciales en Guantánamo (jamás denunciadas por Pedro Almodóvar o Ana Belén), en fin, mudo ante un panorama tétrico, que millones de ciudadanos no nos cansamos de denunciar, porque creemos que la democracia es el ejercicio del poder político de toda la sociedad, de los pueblos del mundo y no de esas sectas mafiosas llamadas Banco Mundial, G-20, FMI, G-8 o Grupo Bilderberg.

La estrategia mundial contra los disidentes del capitalismo, contra las decenas de huelguistas de hambre, que ahora mismo no reciben tratamiento sanitario, ni publicidad en el primer mundo, contra los millones de personas que exigimos el cumplimiento de los derechos humanos (antes que los empresariales y de partido, que no son tal, sino robos flagrantes del tesoro público), es obligar a las fuerzas de seguridad a tildarnos de chusma “antisistema”, amigos de los “terroristas”, tipos “radicales”, gentuza “antimilitaristas”, mientras que quienes apoyan las masacres, las invasiones, los bombardeos, quienes callan ante los asesinatos de niños, mujeres o ancianos, quienes aplauden la violencia policial, quienes ocultan las torturas, el espionaje, la violación de la intimidad, la vigilancia en las esquinas, las leyes ilícitas, las constituciones que no se cumplen, eso son los Demócratas de Toda la Vida.

Pero no todo está perdido. Es un orgullo que un Aznar o un Ares, una Díez o una Aguirre, un Velasco o una Murillo te llamen terrorista. Eso es señal de que eres todo, menos eso, así que ánimo que no hay mal que dure cien años.

Carlos Tena en Kaos en la Red

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