jueves, 5 de abril de 2012

La disidencia: sin opinión propia y haciéndole el juego al enemigo de Cuba.


“La tiranía ha sido derrocada (…).
No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil. Quizás en lo adelante todo sea más difícil.”
Fidel Castro

La Revolución cubana logró su triunfo con el sacrificio de más de un siglo de luchas: la insurreccional, con un ejército de hombres que no distinguían el color de la piel para cabalgar juntos en la manigua con el machete en la mano; y la rebelde, inmersos entre el clandestinaje de la ciudad y la maleza del campo, contra un ejército apertrechado y asesorado desde Estados Unidos, teniendo como cuna de batallas a la Sierra Maestra.

Enero de 1959 significó un giro en lo económico, en lo político, en lo social y en lo cultural, contundentemente esperado por los cubanos en ansias de libertad. Duras han sido estas cinco décadas para el pueblo cubano; para alcanzar, desarrollar y mantener las conquistas logradas entre tantos obstáculos impuestos por el enemigo de la Revolución socialista cubana.

La lucha por la independencia nacional no fue solamente contra un ejército tiránico, sino también contra toda una maquinaria movida por hilos directos desde los intereses imperiales del gobierno de los Estados Unidos y la participación de otros gobiernos lacayos de América Latina, que se plegaron a las directivas del imperio.

Uno de los ejemplos de “servidores” al gobierno de los Estados Unidos fue Rafael Leónidas Trujillo, dictador dominicano, alma gemela de Fulgencio Batista, quien prestó gran interés al derrocamiento de la Revolución cubana, con el objetivo de que ésta no fuera incentivo para revueltas en su país, involucrándose en un complot para llevar a cabo una invasión a Cuba con mercenarios (Operación Pluto), la cual, por suerte, fue tirada por tierra gracias al trabajo de la seguridad cubana y la inteligencia de Fidel Castro, destruyendo todos los planes conspirativos de Trujillo, los batistianos en el exilio, los traidores dentro de la Isla y la propia CIA.

Otro de los ejemplos fue Anastasio Somoza García, dictador nicaragüense que prestó su territorio para el asentamiento de bases militares con el objetivo de entrenar a los mercenarios que posteriormente se aventuraron en la invasión por Playa Girón (fallida intentona por la valiente y decidida respuesta de un pueblo a defender su soberanía e independencia). Incluso, este señor se atrevió, con gran desfachatez, a solicitarles a los mercenarios, como trofeo de guerra, "un pelo de la barba de Fidel".

El expediente de agresiones abierto contra Cuba no sólo contaba con las incursiones de invasión mencionadas, sino que se adosó con nuevas intentonas y estratagemas más complejas, como la aprobada por Kennedy el 30 de noviembre de 1961, denominada “Proyecto Cuba” u “Operación Mangosta”, la cual consistía en actividades subversivas, atentados a objetivos económicos del país, propaganda “anticastrista” y la creación y financiamiento de diferentes organizaciones contrarrevolucionarias dentro y fuera de las fronteras cubanas (llegando a sumar casi 300 de éstas que no agrupaban más de una docena de miembros en cada una), para dar la sensación publicitaria de que el pueblo cubano se “estaba rebelando contra el propio gobierno de Castro”.

Dentro del listado de organizaciones financiadas, dirigidas y amparadas por la CIA y el gobierno de los Estados Unidos se encuentran: CORU, Alpha 66, Omega 7, RECE, Movimiento Nacionalista Cubano, Movimiento Insurreccional de Recuperación Revolucionaria, Movimiento Demócrata Cristiano, Consejo Revolucionario Cubano, Poder Cubano y Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), entre muchas otras.

Además, aparecieron otras acciones dentro de la amalgama de maquinaciones, como la “Operación 40” o el proyecto que Richard Bissell instruyó a William King Harvey (quien comandó operaciones contra Cuba): “ZR/Rifle”; el mismo era un plan de la CIA definido como “un amplio espectro de acciones para eliminar la efectividad de líderes extranjeros, con el asesinato como la acción más extrema”, según se lee en el Informe del Comité Church sobre los complots de la CIA (1975). El líder Fidel Castro fue uno de esos objetivos a eliminar, que hasta la fecha suman más de 600 intentonas de asesinatos contra su vida. Se creían que la eliminación física del líder era la vía más eficaz de acabar con la Revolución cubana, ya que entendían que él era el único con la capacidad de mantener aglutinados y unidos al pueblo y las instituciones revolucionarias del gobierno cubano.

La explosión del buque francés La Coubre, el incendio en los “Almacenes Ultras” o la tienda “Encanto”, los atentados a los centrales de caña y sus cosechas, las incursiones aéreas con ametrallamiento a la población (como la que llevó a cabo el traidor Pedro Luis Díaz Lans en La Habana en octubre de 1959), el lanzamiento de octavillas contrarrevolucionarias desde el aire, ataques piratas a poblados costeros, atentados contra las embarcaciones pesqueras o el asedio a dirigentes del Estado, fueron algunos métodos “humanistas” que ha tenido que enfrentar la Revolución por parte de toda la red terrorista amparada y financiada desde Estados Unidos.

Sin embargo, el vandalismo de estas organizaciones comandadas por la CIA tomaron sus andadas de terrorismo “Por los caminos del mundo”, según denominación que adoptaron para seguir asediando al proceso político-social cubano: bombas en embajadas e instalaciones cubanas en el exterior, secuestros a embarcaciones pesqueras que laboraban en aguas internacionales, el secuestro a embarcaciones mercantes cubanas por parte de las fuerzas navales norteamericanas, amenazas de secuestro a personal diplomático en la ONU y otras delegaciones en el exterior, envío de cartas explosivas y puesta de artefactos explosivos en vehículos diplomáticos, entre otros tipos de acciones más. Entre las sedes diplomáticas afectadas con ataques están las de España, Perú, Canadá, México, Jamaica, Francia y Argentina.

El asesinato se encontraba como parte del fanático menú anticubano. Ejemplos de éstos se pueden citar a Félix García, diplomático cubano que fue baleado en New York; a Carlos Muñiz Varela, joven dirigente de la Brigada Antonio Maceo, en 1979; Artañan Díaz, acompañante del Cónsul cubano en Mérida (1976) y la desaparición física de 73 pasajeros de un avión comercial de cubana, 1976; de los cuales, todos estos crímenes aún están impunes.

Hasta los mafiosos de EUA estuvieron en contubernio con Batista, Trujillo y grupos contrarrevolucionarios; donde estos últimos pidieron a Meyer Lansky (reconocido mafioso) su intervención en la solución de la eliminación de Fidel; tarea para la cual fue enviado el gánster Richard Caín bajo las órdenes del capo de Chicago: Sam Giancana. Aunque como ya se sabe, fracasaron.

Los objetivos reales del imperialismo se pusieron de manifiesto en los documentos desclasificados con referencia al Plan de Benjamin Herry (que circuló en los años 60, debido a los rumores que llegaron al gobierno norteamericano de un posible derrocamiento del gobierno revolucionario de La Habana por acciones de organizaciones “anticomunistas” cubanas). Dicho documento apareció en el “Landsdale memorándum, Subject: US Contigency Plan 2. Cuba”, el cual enunciaba: “Los Estados Unidos apoyarán y sostendrán la rebelión en Cuba con todos los recursos, incluyendo el uso de la fuerza militar para garantizar la sustitución del régimen comunista por un nuevo gobierno adecuado para los Estados Unidos (…).

“Todavía no conocíamos bien sus procedimientos; todavía no sabíamos lo que era la Agencia Central de Inteligencia del gobierno de los Estados Unidos; todavía no habíamos tenido la oportunidad de ir comprobando, día a día, sus actividades criminales contra nuestro pueblo y nuestra Revolución”
Fidel Castro

Por tanto, era necesario acabar de una u otra forma con la Revolución cubana. Pero los preparativos para todas estas operaciones necesitaban anclajes que les permitiera manipular la opinión pública, creando con mentiras y tergiversaciones “las adecuadas excusas” para buscar la aceptación de la “imperiosa obligación” de derrocar al gobierno de la Isla porque había adoptado el “nefasto camino del comunismo”.

La puesta en marcha de campañas propagandísticas anticubanas y tergiversadoras de la realidad sobre los cambios que se comenzaban a dar en el incipiente proceso social cubano fue el instrumento perfecto para justificar toda acción de vandalismo contra la Isla. Para esto, se apoyaron en diferentes medios “informativos” radicados en diferentes países de la región, que dirigieron sus trasmisiones al mundo y hacia la Isla para confundir, principalmente a la población cubana, mintiendo sobre las verdaderas intensiones de la Revolución.

“Gracias” a las infortunadas patrañas puestas a rodar a través de estos medios y la contrarrevolución interna de la Isla, se intimidó a las familias cubanas sobre la presunta pérdida de la “Patria Potestad” sobre los hijos y se puso en práctica la llamada “Operación Peter Pan”, llevada a cabo por la CIA en contubernio con la jerarquía católica de la Isla; donde más de 15 mil niños se enviaron a EUA, de los cuales muchos nunca más se llegaron a reunir nuevamente con sus padres, sufriendo en muchos casos los maltratos y vejaciones de los centros de acogida en suelo del llamado “país de la libertad”.

En las propias palabra de Fidel se desenmascaró las intensiones imperiales: “Los imperialistas cortaron los viajes totalmente y ni los padres podían irse, ni lo hijos regresar, esa fue la política de los Estados Unidos, que por una parte promueve las salidas clandestinas, y por otra estimula las acciones contrarrevolucionarias por parte de los cientos de miles de personas que se habían quedado en Cuba con los pasaportes listos. No somos nosotros los que nos oponemos a que los que se quieran marchar, se marchen, sino los imperialistas (…)

Las medidas extremistas adoptadas por los gobiernos norteamericanos en referencia al manejo del “problema migratorio” siempre fueron aparejos de manipulación, utilizado para intentar desacreditar a los dirigentes y a la Revolución, dando a entender a la opinión pública internacional de que era el gobierno de La Habana el que anteponía trabas; sin embargo, callaban burdamente que eran parte de las operaciones utilizadas para manipular las noticias de la emigración cubana. La Ley de Ajuste Cubano (aprobada en 1966) es otro claro ejemplo, la cual ha conducido a delincuentes e individuos de bajo talaje a realizar secuestros de embarcaciones y aeronaves, poniendo en peligro vidas humanas, para alcanzar finalmente como objetivo ser recibidos como “héroes” en territorio norteamericano y por las autoridades de ese país, amparándose en la modalidad que Clinton le dio a esta ley y que se le denominó: pies secos-pies mojados, que ha conllevado el coste de un alto por ciento de vidas humanas ahogadas o desaparecidas innecesariamente. Aunque, convenientemente, los mass media nunca han hablado de las desigualdades y discriminaciones que esta ley provoca.

La manipulación de la información y tergiversación de la realidad cubana es procreada en laboratorios como la Human Right, American Watch, Freedom House, National Endowment for Democracy, Reporteros Sin Fronteras o Stratfor, sin contar con todo el aparato de proliferación de subterfugios basificado en Miami: la Radio y Televisión que mancillan el nombre de José Martí.

Medios de diversos países se prestan a las campañas de difamaciones sobre la Revolución, sus conquistas sociales y sus dirigentes; entre ellos se pueden encontrar los casos españoles de El País, ABC de Sevilla, La Vanguardia, TV Española, La Sexta, Intereconomía o Telecinco; BBC Mundo o The Guardian, de Inglaterra; The New York Times, La CNN, Forbes o El Nuevo Herald, de Estados Unidos; Al-Jazeera, de Quatar; entre otros tantos.

La manipulación de diversos temas, como persecución religiosa, emigración cubana, libertad de expresión, derechos humanos, homofobia y tantos otros son cultivados, alimentados y proyectados según los intereses imperialistas. El objetivo es influir en actitudes, conductas, opiniones, emociones, razonamientos o motivaciones, las cuales conlleven a crear un rechazo hacia el proceso social de la Revolución cubana.

Las sucesivas derrotas sufridas por el imperialismo en sus intentos por derrocar la Revolución o denigrar a sus dirigentes, han replanteado la estrategia de proporcionarle a la contrarrevolución interna un papel más “activo” en las campañas orientadas desde Estados Unidos y los círculos de presión del exilio. La intensión es llevar a la opinión internacional un inexistente “descontento de la población cubana con respecto al gobierno socialista”.

Para esto han entrado a jugar un papel importante algunas embajadas extranjeras radicadas en La Habana, orquestadas desde la Oficina de Intereses de Estados Unidos en la Isla (USINT, según siglas en inglés; pero mayormente conocida como SINA). Desde donde, fundamentalmente, le llega el financiamiento, orientaciones y asesoramiento tecnológico a la disidencia interna; la cual, reconocido por sus patrocinadores y publicado por Wikileaks, no tiene ninguna fuerza ni arraigo en la población cubana, por no “ser un conjunto coherente”, ni poseer una agenda o línea de trabajo definida que se identifique con la sociedad cubana; por eso “tienen poca resonancia en los cubanos de a pie” y “no ofrecen una alternativa política al gobierno de Cuba”, lo cual los ubica en que “no son ampliamente reconocidos en Cuba fuera del cuerpo diplomático y los periodistas” extranjeros.

Aun así, se siguen destinando cuantiosos fondos a través de empresas tapaderas. Fondos que son entregados a través de los funcionarios de la SINA, rebajados por el imperialismo a ser usados como puros correos, para mantener el trabajo subversivo de la disidencia interna: “Las Damas de Blanco”, Elizardo Sánchez (El Camaján), Jorge Luis García Pérez (Antúnez), Gorki Águila, Guillermo Fariñas, Orlando Luís Pardo, Reinaldo Escobar o la contradictoria Yoani Sánchez, entre otros más.

¿Por qué la disidencia no se gana la gracia del pueblo cubano? Es simple: no responden a las necesidades reales del pueblo que dicen defender, responden sólo a los dictados e intereses foráneos y todos sus actos son producto del interés de recibir una contribución monetaria por los mismos y por los “futuros” beneficios que puedan derivarse en caso de un posible cambio hacia el capitalismo en Cuba. Además, los argumentos que todos ellos mascullan son parte del mismo archi-iterativo discursillo escrito a 90 millas al norte de la Isla; lo cual demuestra cada día que la disidencia no tiene criterio propio y le hace el juego al enemigo de Cuba.

Para desgracia de este minúsculo fardo de oportunistas, los órganos de seguridad cubana los han podido penetrar y desenmascarar públicamente.

Con estos grupúsculos es que la CIA intenta realizar el trabajo de subversión, desinformación y divisionismo en la sociedad cubana y, además, intentan acoger la simpatía de la opinión internacional, que los grandes monopolios mediáticos manipulan a través de sus medios.

La disidencia actual es heredera de muchos de los personeros del mercenarismo, apoyados por Estados Unidos y que sirvieron de “asesores” en diferentes cuerpo represivos de policías en Latinoamérica, integrantes de ejércitos en las diversas guerras emprendidas por el imperialismo en otras latitudes o altísimos empresarios dentro de la industria de la droga y el tráfico de armas (recordemos Watergate, Irán-Contras, etc.).

Sin embargo, muy a pesar de los favorecidos premios internacionales otorgados a algunos de estos fariseos de la disidencia, sustentados por grandes medios y prestados organismos internacionales, siguen siendo un ente sin vínculo con la realidad que vive Cuba. Lo que sí se puede señalar, son los estrechos vínculos sostenidos con la mafia de Miami; incluso, con dudas pero involuntariamente, reflejando los mismos deseos barbáricos como los declarados por uno de sus portadores, el contrarrevolucionario Agustín Tamargo, “una licencia de tres días para matar a los comunistas de la Isla”. Algo muy similar dejó a entrever la afamada Yoani Sánchez en su blog, en 2009: “esperando, con el palo o la navaja bajo la cama para un día poder usarlos. …Hay tantos aguardando por un posible caos que les dé el tiempo necesario para la venganza , que desearía no haber nacido en esta época, donde sólo se puede ser víctima o victimario, donde tantos añoran la noche de los cuchillos largos.

Por tanto, el no ser victima presupone que no eres comunista; entonces te conviertes en victimario, lo mismo sería convertirse en un asesino con la disposición de hacer uso de la ansiada licencia para disponer de la vida de otros. Sin términos medios, o eres asesinado por sostener los principios ideológicos de la Revolución o te conviertes por obligación en homicida. Hay que reconocer que esta filosofía se parece mucho a la sostenida por Adolf Hitler: o eres ario para sobrevivir como raza pura o eres judío que terminas en las cámaras de gas; también la que lleva a cabo el imperialismo, que sólo acepta países subordinados a sus mandatos o de lo contrario, los enlista como “terroristas”, les aplica sanciones extraterritoriales o les monta una guerra de rapiña en nombre de la “libertad y la democracia”.

Otra de las perlas que se les escapa a estos “diplomáticos” de la política imperial son las “alternativas” que manejan para los cambios en Cuba, como las mencionadas por Reinaldo Escobar: “Revuelta popular”, "Invasión extranjera”, “Golpe de Estado” o “un profundo cambio desde dentro, según modelo español”. Aunque en su oscuro y anquilosado cerebro sabe que la primera alternativa no ocurrirá por el fuerte engranaje existente entre Pueblo-Revolución-Estado Socialista. Por tanto, escuda su desfase en no dejar un posible descarte que “se produzca una combinación de las mismas”. Para ser un “digno” encasillado del servilismo, pone entre las alternativas una muy ansiada por muchos personajes de la mafia Miamense o de quienes han integrado o forman parte, hoy día, de los gobiernos de Estados Unidos: la invasión militar. También reclamada por el bloguero cubano residente en Barcelona, Ernesto Hernández Busto (Pájaro Tieso), quien reclama “justicia” para Cuba, irónicamente apoyado en los hombros del ex-presidente George W. Bush.

Pero el desacierto de Escobar no llega al límite, siempre deja espacio para más. ¿Alternativa al estilo Modelo Español? ¿Cuál estilo? ¿El de Franco? ¿Al estilo de un partido eufemísticamente llamado “socialista”, el cual ha conllevado a que muchos indecisos hayan olvidado la historia de la derecha popular franquista-falangista o aquellos confundidos, y les dieron la victoria con el voto al partido de Aznar? ¿Al estilo de medidas capitalistas adoptadas en el Estado español, las cuales han dado al traste con el surgimiento de una inmensa marea de indignados, por vivir la violación constante de sus derechos y ver favorecidos a sus bancarios explotadores? ¿Al estilo que pone como “democrático” que la única alternativa válida está en el poder político dual de los partidos mayoritarios y que es un fiel reflejo de lo que se vive en Estados Unidos entre Republicanos y Demócratas?

En realidad no desean ningún estilo, es simplemente seguirle el juego al imperialismo; porque saben que la Revolución está firme; teniendo claro eso, saben que su negocio está montado: ellos difaman y tergiversan de Cuba y la “Yuma” paga los contratos. Están claros que si la Revolución se viene abajo, se les acabaría el chanchullito de su kiosko blogueril de disidencia.

“Roma paga a los traidores, pero los desprecia.”

Además sugiero:


Leer: John Ellison: “Psy War on Cuba. The Desclassified History of US Anti-Castro Propaganda. Ocean Press, 1999.
Disidencia en Cuba: http://www.radiocubana.cu/index.php/disidencia-y-campana-mediatica-contra-cuba

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