martes, 6 de noviembre de 2012

En Cuba no se “va a representar a ningún interés particular, sino de la sociedad".



Las elecciones presidenciales que se llevan a cabo en este año 2012 en Estados Unidos han robado toda la atención pública internacional, presentando este proceso como un hecho “histórico” que “define” el futuro. La prensa grande, dentro y fuera de ese país, subvalora las primordiales necesidades de la población norteamericana y resto del planeta para centrar mirilla en todo posible cotilleo de estas elecciones, los cuales en muchas ocasiones van condicionados por jugosas sumas.

Algo que de ninguna manera puede faltar en la sartén son los constantes ataques contra la Revolución cubana, tanto por los diferentes medios al servicio del mayor imperio del planeta: Estados Unidos; como por esos lacayos prestando sus servicios a toda la maquiavélica estructura de gobernación de ese poderoso país, por una pequeñísima cuota monetaria.

Uno de los aspectos muy polemizados y usan como argumento de confrontación contra Cuba, es el proceso electoral que el sistema socialista de la Isla desarrolla. El Tema sale a relucir otra vez por las recientes elecciones desarrolladas en este pasado mes de octubre en todos los barrios cubanos para elegir a los candidatos a los cuerpos de gobernación en los 168 Municipios existentes en la nación.

El ataque se basa en la simple acentuación de no ser el pueblo el actor principal para la elección del presidente del país. Aunque hurgando en los sistemas electorales de ambos países (Cuba y Estados Unidos), esta tesis muy anticubana que tanto se manosea, donde sí encaja perfectamente, y de manera contradictoria, es en la encasillada opinión imperialista de lo que una “democracia” debe ser.

La tesis fundamental del capitalismo norteamericano (expandido posteriormente a Europa) sobre democracia, establece que el pluripartidismo es un sinónimo de “libertad” y, por tanto, de posibilidad democrática representada a través de determinados candidatos con membresía en grupos políticos. Entonces, esto establece como condición obligada, que la participación en el proceso electoral, se hace, primero, a través de la membresía a un determinado grupo político y, segundo, de adentrarse en una batalla de pujas políticas por los diferentes escaños de gobernación.

Lo anterior ya admite, de antemano, los serios impedimentos que se desprenden para la participación ciudadana en los procesos electorales de ese país, tanto como electores como candidatos, poniendo en duda cualquier consideración de “paradigma” como ejercicio democrático. Mucho más, si yendo en retroceso en la historia de ese país, se descubre un sistema político norteamericano diseñado para que los poderes del Estado se encuentren, en todo momento, en manos de la clase burguesa dominante, y sin choque con posibles impedimentos levantados por las demandas de las masas.

Entonces, deberíamos volver a pensar en la pregunta básica del tema ¿Es o no el pueblo norteamericano quien elige al presidente? Por supuesto que no. Primero que todo, no es el pueblo norteamericano quien elige a los candidatos aspirantes a la silla presidencial, sino los partidos políticos son los que posibilitan la presentación de los mismos. Se debe tener en cuenta que la mayor cantidad de la población de ese país no está afiliada a grupo político alguno.

Los aspirantes con las posibilidades de verse respaldados financieramente, dan a conocer a las autoridades su candidatura y procuran la nominación por parte de un partido. Los cabildos o lobbies (también conocidos como grupos de presión), a través de los Comités de Acción Política (PAC), son los encargados de movilizar las mayores fuerzas hacia el candidato que mejor represente sus intereses en los diferentes niveles gubernamentales y el Congreso. Ejemplos de PAC se pueden ver en sindicatos, empresas petroleras, transportación, farmacéuticas, constructoras, aseguradoras, grupos étnicos, eléctricas y telefonía, etc. De esta manera, los candidatos no están para representar al pueblo, sino a los negocios y empresas. Mucho más a los y las megas.
La famosa Fundación Nacional Cubano-Americana forma en sí un grupo de presión, la cual busca el o los candidatos que mejor defiendan posturas hostiles hacia Cuba.

Después de la convención de los partidos, donde ya los partidos se deciden por sus candidatos, vienen las campañas electorales en sus diferentes facetas, conllevando gastos inalcanzables para cualquier persona con una economía modesta y se destine realmente a representar las masas populares más necesitadas. Los altísimos gastos por conceptos publicitarios; asesoramiento legal, imagen, etc. y toda la amplia gama de parafernalia que se necesita, deja sin posibilidades a quienes se encuentren sin respaldo financiero. Por tanto, los cargos electivos son para los ricos o quienes sean financiados por éstos, lo cual los obliga a servirles en sus intereses elitistas de clase.

Los fondos de campaña recaudados por los candidatos presidenciales Barack Obama y Mitt Romney equivalen a la cobertura de salud de más de 234.109 estadounidenses en 2010 o a pagar el Medicare* para casi 700.000 estadounidenses en un año. Fuente: OECD, 2010.

Pero el pollo del arroz con pollo muy vilipendiado contra Cuba, verdaderamente hace mella en el proceso electoral norteamericano, ya que el presidente no es elegido directamente por los votos populares; sino por los votos emitidos del famoso Colegio Electoral, conformado por los miembros que aporta cada Estado del país, en correspondencia con su densidad demográfica (exceptuando Maine y Nebraska). El candidato ganador contabiliza a su favor todos los votos emitidos en los Estados donde triunfe; aunque dichos compromisarios del Colegio Electoral no están obligados a votar por el ganador de su territorio. ¡Contraproducente para llamarse democrático!

El Colegio Electoral está formado por 538 miembros (la suma de los 100 senadores, los 435 representantes y los tres delegados del Distrito Federal), de los cuales hay que obtener 270 votos para ser presidente (sería el 50% +1 voto; denominada: mayoría “absoluta”).

El Colegio Electoral fue un instrumento creado a raíz del rechazo de James Medison (1787) al voto directo; de esta forma beneficiaba a los sureños blancos del sur de la federación.

Este truculento kafkianismo de la llamada “democracia” norteamericana ha conllevado en varias ocasiones que no haya subido a la presidencia el candidato con mayor cantidad de votos populares: ejemplos son los casos de John Quincy Adams Vs Andrew Jackson (1824), Tilden Smith Vs Rutherford Hayes (1876), Grover Cleveland Vs Benjamin Harrison (1888), Ross Perot consiguió 20 millones de votos populares en 1992 y 7,8 millones de votos populares en 1996 pero ninguno de la Comisión Electoral en ambas ocasiones, o el caso Al Gore Vs Bush (2000); este último caso muy matizado por fuertes críticas de fraudes.

¿Se ha logrado un sistema que llegue a satisfacer las demandas democráticas tan ansiadas por el pueblo norteamericano? ¡Seguro que no! La baja participación de la población en las votaciones y el abstencionismo es muestra de las insatisfacciones existentes. Por tanto no es tan democrático como lo desean vender y publicitar.

Es tristemente bochornoso que la población norteamericana sea llamada a unas votaciones por candidatos impuestos en grotescas, opulentas y fachendosas campañas electorales; que los medios de prensa saturen con descarada inclinación hacia predeterminado candidato porque se ha permitido derrochar sumas millonarias en dichos medios; que los candidatos irrespeten a la población con promesas sabidamente inalcanzables porque no pueden representar a las masas populares, que se omita burdamente a otros candidatos propuestos por otros partidos menos favorecidos económicamente (siendo una batalla electoral bipartidista, Republicano y Demócrata, desde 1856) para que al final las votaciones populares en los diferentes Estados sean simplemente para ganar puestos en una Comisión Electoral y sean dichos compromisarios de la Comisión quienes decidan con sus votos quién es el presidente del país, coincida o no con la votación mayoritaria de la población.

La conclusión es el engaño al que están sometidos por culpa de un proceso que se vuelve un negocio en sí.

Sin embargo, tanto que pululan estos candidatos de representar al pueblo, pero ni Obama ni Romney depusieron suma alguna de sus millonarias recaudaciones para cubrir las necesidades de los afectados por el huracán Sandy. Mucho más importante era hacer justa presencia en las zonas afectadas, palabrear esperanzadores discursillos, solicitar que sean otros quienes ofrezcan donaciones y seguir malgastando en el trote por los Estados indecisos e intentar ganar sus votos en la contienda electoral.

¿Cómo es posible que alguien que dice representar al pueblo y aspira dirigirlo, no sea capaz de poner en función de éste la fortuna acaparada para una simple batalla campal propagandística?

Por tanto, un análisis a las reglas de cada proceso deja claro el evidente objetivo des-informativo que juegan las campañas de propaganda contra la Revolución cubana.

Es estas campañas des-informativas y de tergiversación de la realidad de la Isla, se encuentra presente la archi-mercenaria y bloguera, financiada por la USAID y Grupo PRISA, Yoani Sánchez. En una de sus entradas en el blog se afana en burdo alarde por el breve 9,3% de boletas en blanco (4,9%) y nulas (4,4%) existente en las votaciones cubanas. Incluso, claramente se descuelga a favor de la tesis imperialista, cuando comenta que “esa masa inconforme” superaba la militancia del Partido Comunista de Cuba.

Pero en Cuba, los candidatos no son propuestos ni elegidos por el Partido Comunista, ni éste forma parte del Comité Electoral que dirige los procesos electorales. Como tampoco ningún candidato está amparado por Comités de Presión o lobbies empresariales. "Es un concepto diferente: ningún delegado que vaya a la Asamblea va a representar a ningún interés particular, sino de la sociedad"; así lo califica Rubén Pérez, secretario de la Comisión Electoral Nacional.

Lo fundamental, y muy convenientemente los “mass medias” y los alternativos al servicio del imperialismo mantienen en silencio, es que desde la creación de la Ley Electoral cubana (1976), en cada proceso electoral en la Isla bajo la Revolución, se ha tenido una participación mayor del 90% del total de los electores; muy a pesar de las campañas de descrédito que han querido sembrar los diferentes gobiernos norteamericanos y sus lacayos contra Cuba.

Una vez más, en este 21 de octubre del presente año, se han visto pioneros (niños en uniformes escolares) custodiando las urnas de los más de 29 mil 500 colegios para la jornada. Un total de 7 880 000 electores participaron, para un total del 94,21% del total de los electores registrados, y donde se eligieron 13 mil 127 delegados, de ellos el 33,53% del sexo femenino. Una segunda vuelta llevada a cabo este domingo pasado, día 28 de octubre, participaron 895 mil ciudadanos, para un 88,31% del total registrado.

Y otra de las cosas que callan a ex profeso, es que Cuba también estuvo gravemente afectada por el huracán Sandy; pero los recursos financieros de los que dispone el país fueron puestos para resolver las necesidades de la población. No fueron puestos a favor de ningún Partido o candidato electoral.

Cuba demuestra otra vez que el fetiche del “multipartidismo” no es más que una excusa de capas enriquecidas para seguir sacando beneficios.


Una espina que duele en las costillas imperialistas es la unidad del pueblo de Cuba. El acérrimo enemigo de Cuba sabe que romper esta armónica UNIDAD del pueblo cubano con su historia y su Revolución es romper con las conquistas sociales, con la independencia alcanzada en 1959 y toda la justicia social que tanto sacrificio ha costado en todos estos años. El pueblo de Cuba también está consciente de ello y por eso sigue apostando por más Revolución.

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