lunes, 21 de enero de 2013

BOLIVAR EN MARTI


Tomado del blog ¡Ay, Vecino!
Por 

En la Feria Internacional del Libro de La Habana, 2006 presentamos el libro “Bolívar en Martí” en versión de historieta debido a la autoría de mi hijo Francisco Blanco Hernández y yo, con el mismo nombre apellido.
 
La premura por entregar los materiales a la imprenta provocó errores en su factura que pasaron inadvertidos para la mayoría, pero los autores no quedamos satisfechos, solicitando una nueva edición corregida, lo que no se ha podido materializar por razones ajenas a nuestra voluntad.
 
En estos días, al acercarnos al 160º. Aniversario del Nacimiento de nuestro Apóstol José Martí, pensamos que sería oportuno reproducir parte de la selección que hicimos del verbo martiano como apoyatura a las ilustraciones para fundir en un abrazo el legado de ambos próceres.
 
Las sobrecogedoras noticias sobre la salud del Comandante Hugo Rafael Chavéz Frías, que entristecen a cubanos, venezolanos, latinoamericanos y personas de buena voluntad en el mundo entero, nos motivan a recordar esos vínculos, hoy más necesarios que nunca. El mejor homenaje a héroes de la estatura de Bolívar, Martí, Chávez y Fidel es unirnos en la veneración de sus luchas y seguir sus ejemplos.
 
He aquí algunos pensamientos martianos que sirvieron de hilo conductor a la puesta en el papel y sus respectivas ilustraciones:
 
…Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba adonde estaba la estatua de Bolívar. Y cuentan que el viajero, sólo con los árboles altos y olorosos de la plaza, lloraba frente a la estatua… 
 
Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía. En América no se podía ser honrado, ni pensar, ni hablar (…) Un hombre solo no vale nunca más que un pueblo entero, pero hay hombres que no se cansan cuando su pueblo se cansa, y que se deciden a la guerra antes que los pueblos, porque no tienen que consultar a nadie más que a sí mismos (…) A los sietemesinos solo les falta el valor; los que no tienen fe en su tierra son hombres de siete meses, porque les falta el valor a ellos se los niegan a los demás…
 
 
Lo habían derrotado los españoles; lo habían echado del país. Él se fue a una isla, a ver su tierra de cerca, a pensar en su tierra (… ) Es la hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes (…) Unos cabalgan por el llano y caen al choque enemigo como luces que se apagan  en el montón de sus monturas... Otros, diente al diente nadan con la bandera a flor de agua por el río crecido…Otros, como selva que echa a andar vienen costilla a costilla con las cabezas… Otros trepan un volcán y les clavan en el belfo encendido la bandera libertadora…
 
Pero ninguno es más bello que un hombre de frente montuosa, de mirada que le ha comido el rostro, de capa que le aletea sobre el potro volador, de busto inmóvil en la lluvia de fuego o la tormenta, de espada a cuya luz vienen cinco naciones-(…) Un negro generoso lo ayudó cuando ya no lo quería ayudar nadie. Volvió un día a pelear con trescientos héroes, con trescientos libertadores.
 
 
Los generales peleaban a su lado con valor sobrenatural. Era un ejército de jóvenes. Jamás se peleó tanto, ni se peleó mejor en un mundo por la libertad (…) Más bello que nunca fue en Junín, envuelto entre las sombras de la noche, mientras que en plácido silencio se astillaban contra el brazo triunfante de América, las últimas armas españolas…
 
Pasó el páramo y revolvió los montes, fue regando de repúblicas la artesa de los Andes y cuando detuvo la carrera, porque la revolución Argentina oponía su traba colectiva y democrática al ímpetu boliviano, catorce generales españoles, acurrucados en el cerro de Ayacucho, se desceñían la espada de España (…) Otro peligro corre acaso Nuestra América que   no le viene de sí, sino de la diferencia de orígenes, métodos o intereses entre los dos factores continentales (…) y es la hora próxima en que se le acerque demandando relaciones íntimas un pueblo emprendedor y pujante que le conoce y desdeña (…) ¡Oh, no! En calma no se puede hablar de aquel que no vivió jamás en ella: ¡De Bolívar se puede habar con una montaña por tribuna, entre relámpagos y rayos, con un manojo de pueblos libres en el puño y la tiranía descabellada a sus pies… 
 
¡Pero así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado en la roca de crear, con el indio al lado y el haz de banderas a sus pies (…) y así está él calzadas las botas de campaña, porque lo que no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy, porque Bolívar tiene que hacer en América todavía…
 
Quien tenga patria, que la honre; y quien no tenga patria que la conquiste; estos son los únicos homenajes dignos de Bolívar (…) Hagamos por sobre la mar, a sangre y cariño, lo que por el fondo de mar hace la cordillera del fuego andino. ¡Los flojos respeten, los grandes adelante! ¡Ésta es tarea de grandes! (...) Así, de hijo en hijo, mientras América viva, el eco de su nombre resonará en lo más viril y honrado de nuestras entrañas…
 
 

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