lunes, 25 de febrero de 2013

Cuba-Estados Unidos: ¿Quién ha dicho no?

General Dwight Eisenhower
Tomado de blog AucaLatinoamericano.
Por: Nicanor León Cotayo.

Hoy se cumplen 53 años del día en que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba envió una carta a la Embajada de Washington en La Habana proponiéndole reiniciar las conversaciones sobre asuntos pendientes entre ambos.

También le informaba su decisión de nombrar una Comisión  con atribuciones al efecto, “que podría comenzar sus gestiones en Washington en la fecha en que convengan ambas partes”.

La misiva fue dirigida al encargado de Negocios ad interin de los Estados Unidos de Norteamérica, Daniel M. Braddock, el 22 de febrero de 1960, y en una de sus partes la cancillería cubana exhortaba a continuar los encuentros iniciados para ello.

Establecía una sola condición, que el desarrollo posterior de esas reuniones se supeditara a que el Gobierno o el Congreso de ese país no adoptaran “medida alguna de carácter unilateral”, que pueda perjudicar a la economía y al pueblo cubano.

La carta añadía entonces que la adhesión de Washington a ese punto de vista contribuiría al mejoramiento de las relaciones bilaterales y confirmaría el espíritu de fraternal amistad que ha ligado y liga a nuestros pueblos.

Su texto puntualizaba que, al mismo tiempo, ambos gobiernos podrían  examinar “en una atmósfera serena y con las más amplias miras”, las cuestiones que han afectado las tradicionales relaciones entre Cuba y los Estados Unidos de Norteamérica.

Una semana después, el 29 de febrero, la administración de Washington en esos tiempos, que comandaba el general Dwight Eisenhower,  respondió:

“El Gobierno de Estados Unidos no puede aceptar las condiciones de negociación expresadas en la nota de su Excelencia, al efecto de que no se tomarán medidas de carácter unilateral por parte del Gobierno de los Estados Unidos que puedan afectar la economía cubana y la de su pueblo”.

Formidable y abrumadora lección sobre la verdadera entraña de quienes, por lo general, han gobernado desde la Casa Blanca con la mentalidad de capataces de una gigantesca hacienda mundial.

La carta, que hoy arriba a sus 53 años de escrita, deja constancia histórica del brutal desprecio que siente la ultraderecha política estadounidense por un principio que invoca: el respeto al derecho ajeno es la paz.

Pero no fue la última vez, porque desde 1959, en su trato con La Habana, y hasta el presente con pocas excepciones, se han auto abrogado la facultad de actuar unilateralmente con la isla.
Así se comportaron al empezar a montar aquel año su drástico bloqueo económico contra Cuba, y también fueron unilaterales al organizar y ejecutar una invasión armada contra esta en 1961.

Después prosiguieron escalando ese inventario con transgresiones de todo tipo que se extienden hasta el presente, cuando lo esencial del bloqueo se mantiene inalterable.
Simultáneamente no se detuvieron los ofrecimientos de Cuba, como hizo en aquella misiva del  22 de febrero de 1959 para examinar y resolver  todo lo pendiente entre ambos.

En tiempos recientes lo han vuelto a manifestar en distintas tribunas públicas el presidente de Cuba, Raúl Castro Ruz, el canciller, Bruno Rodríguez Parrilla, y otros importantes dirigentes cubanos.

Hay algo muy nítido e irrebatible, Cuba jamás ha dicho no a la posibilidad de arreglar sus asuntos pendientes con Estados Unidos, siempre que ello acontezca en igualdad de condiciones.

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