viernes, 8 de marzo de 2013

La propaganda no pasa de moda: Goebbels, Carromero y The Washington Post

joseph_goebbels

Tomado de La Pupila Insomne.
Por Pedro Pablo Gómez.


Como se ha denunciado ya en algunos blogs, ”The Washington Post  parece ser el medio elegido para cambiar el testimonio del español Ángel Carromero, en relación con el lamentable accidente ocurrido en julio de 2012, en la oriental provincia cubana de Granma, y que provocara la muerte de dos cubanos, entre ellos la de Oswaldo Payá Sardiñas”.
Ante la falta de resonancia de la insistente propaganda sobre este tema de los sitios de la contrarrevolución vinculados a la política norteamericana contra Cuba se ha recurrido a un medio de prensa estadounidense para renovar una campaña contra la Isla, protagonizada por un personaje como Carromero, totalmente desacreditado ante el público español, de cara a foros internacionales como el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
El periódico “liberal” norteamericano parece basarse en los manuales de propaganda de principal teórico de estos temas en el nazi-fascismo, Joseph Goebbels y aplicar en sus mentiras contra Cuba algunos de los cínicos “principios” planteados por éste:
  • Principio de la vulgarización. –Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida.- Las masas tienen gran facilidad para olvidar.
  • Principio de la orquestación. La propaganda debe limitarse a un grupo pequeño de ideas y repetirlas constantemente, desde diversas perspectivas.
  • Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda, el público ya esté interesado en otra cosa.
  • Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de diversas fuentes.
  • Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al enemigo.
  • Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales.
Basta leer lo que está sucediendo ahora mismo con este casito en algunos medios de prensa para ver qué bien se aplican los propagandistas contra Cuba, ocultando verdades y repitiendo mentiras, a las reglas de su maestro alemán.

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