lunes, 15 de julio de 2013

El Congreso de quienes nos ven, nos escuchan y leen


Tomado de Granma.
Por Oscar Sánchez Serra.



No intervine en el Congreso; ese era el espacio de delegados y miembros del Comité Nacional, elegidos desde la base para representar a sus colegas. Por eso, desde mi condición de invitado, preferí este ejercicio de la profesión para compartir lo que allí sucedió con el sujeto de la cita, de cada edición de los periódicos o emisiones de la radio y la TV: el pueblo.

Y justamente fue el receptor de los mensajes, convertido hoy también en el emisor más importante, como lo demostró en esa escena la experiencia del sitio web Cubadebate, el eje de los análisis de este fin de semana en el Palacio de Convenciones, cuando nos preguntábamos qué periodismo necesita hoy la Revolución y el socialismo que construimos o al cuestionarnos nuestra propia credibilidad, categoría que solo otorga quienes nos ven, leen o escuchan.

Al trabajar para ustedes, es bueno comentarles que no hubo autocomplacencia en las intervenciones, fue lo mejor. Si bien fueron expresadas las carencias que en el orden de aseguramiento lastran el impacto de la prensa, las esencias pasaron por reconocer, como dijo Pepe, el José Alejandro Rodríguez del Acuse de recibo de Juventud Rebelde, que el periodista es un constructor del socialismo y, en esa enorme responsabilidad, tenemos aún inconformidades y deudas.

O como dijo la joven Amelia Duarte, jefa de Cultura de este diario, levantemos ese socialismo compartiendo con las experiencias de los que tienen más años y con las ganas de hacerlo que tenemos nosotros, sin repetir los mismos errores.

Nos exigimos contar las historias que a diario escribe este pueblo, darles espacio en nuestros medios a los protagonistas, entiéndase al obrero, al pintor de brocha gorda de la Calzada de 10 de Octubre, del que habló la Doctora Zenaida Costales, del deportista o el artista, encorchetados en nuestros espacios periodísticos en un récord o en la nota alta de un concierto, sin verlo en toda su humanidad de carne y hueso.

También nos demandamos llevar a la sociedad las transformaciones que esta vive al latir la actualización del modelo económico que desarrollamos, para lo cual es indispensable la preparación y la autopreparación, porque en ello va la credibilidad no solo de la prensa, sino de la propia Revolución. Y no es que no seamos creíbles, solo que tenemos que responder a la confianza que ese pueblo lector, televidente o radioyente siempre nos ha tenido.

Requerimos construir nuestra propia agenda mediática; de no esperar a que venga de arriba o de la mediación externa. Nos autoexigimos dejar el papel de unidades ejecutantes, por el de pensantes, además.

Precisamos de la fuente el reconocimiento del papel de la prensa, no para que nos haga el trabajo o solo realice el mero acto de darnos información, sino por la importancia que tiene para que esa información le llegue al pueblo, con lo cual cumplimos el derecho de este refrendado en el artículo 53 de nuestra Constitución.

Fue un fin de semana de pasiones por la verdad, un Congreso de la unidad, entre los periodistas que supimos compartir lo que hacemos para legarnos las mejores prácticas; y entre la prensa y el Partido, sí, porque no nos concebimos sin él, en tanto prensa en Revolución.

Allí llevamos al decano de siempre de nuestra facultad, a Julito (García Luis), quien nos entregó su Revolución, Periodismo, Socialismo, La prensa y los periodistas cubanos ante el siglo XXI, su testamento profesional, que nos lo hace eterno, porque en esa obra están las soluciones a las exigencias que nos continuamos planteando, ahora desde otro momento y otras perspectivas.

Nos lanzamos al debate del periodismo desde la altura de la ciencia, con dos profusas investigaciones de la Máster Rosa Miriam Elizalde y el Doctor Raúl Garcés, y desde ellas fueron brotando las experiencias, causas y consecuencias, de las insuficiencias que nos señalamos.

Y salió el tema de que llevamos discutiendo los mismos asuntos en cada Congreso, sin resolverse, y que la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) debería dejar claras sus líneas de trabajo presentadas ante el plenario. En nuestra opinión, la organización se realiza en los medios, y es allí, con los actores de la política informativa, directivos y periodistas, donde encontraremos las respuestas, que no pueden salir ni de un Congreso y mucho menos desde un ejecutivo.

Raúl dijo el pasado domingo 7 de julio "hay que vivir en programa para no vivir improvisando". En un paralelo con esa frase, podíamos situar en el trabajo de la prensa "vivamos en permanente Congreso"; debemos decirnos lo que nos dijimos este fin de semana, lo mismo en la redacción que en los consejos editoriales, y las soluciones aparecerán más temprano. Las responsabilidades las tenemos nosotros.

Poco más de una hora y quince minutos nos habló, en este IX Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba, el miembro del Buró Político y Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros Miguel Díaz-Canel Bermúdez. No hizo un simple acto de orientación con una agenda llena de indicaciones; nos ayudó a ver cómo es importante volver sobre los mismos temas, porque los momentos son diferentes, en plena consonancia con el concepto de Fidel de que "Revolución es sentido del momento histórico".

 

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