miércoles, 29 de enero de 2014

La repetición de Montaner

MONTANER AGENTE CIA
Tomado de La Santa Mambisa
Por Ramón Bernal Godoy

 ¿Escribir sobre la CELAC? Vaya reto ese, no por la importancia de la cita, cual obviamente desborda mi capacidad, sino por la cantidad de articulistas, blogueros y medios que de un modo u otro se han referido a la magna cita en el transcurso de los últimos tres días.

Sin embargo, leyendo al Sr. Carlos Alberto Montaner, quien como de costumbre justifica su salario en la nómina de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) con largos y tediosos análisis de la realidad cubana que no conoce, o mejor dicho, no quiere conocer, me pregunté cómo puede tan descaradamente este hombre sobrepasar limites elementales de la verdad y la franqueza, y no me refiero a los que sobrepasó el día que se unió a deplorables terroristas (Félix Ismael Rodríguez, Posada Carriles y Orlando Bosh) en su afán de devolver Cuba a sus amos, me refiero al día que se le ocurrió escribir esa farsa titulada: “La CELAC contra la carta Democrática Interamericana”, en la que lo menos que dice es que nosotros, entiéndase usted, su vecino, yo, todos los cubanos, votamos “aterrorizados” en elecciones, vivimos golpeados, reprimidos, entre otras infamias. Dice además que cada presidente que nos visita pertenece al “Imperio de la Inmundicia Moral” y algo más hipócrita aún, llama “polvorientas dictaduras” ante la que los estados latinoamericanos “hicimos” silencio a los regímenes sanguinarios de Stroessner, Somoza o Trujillo, quienes olvida que, junto a Pinochet, pusieron en práctica la estirpe torturadora de su padre (el padre de Montaner fue un connotado criminal y torturador de la dictadura batistiana) al bañar en sangre pueblos enteros bajo el financiamiento y la protección del gobierno yanqui y su entidad reclutadora, la CIA.

Desmentir a Montaner me costaría una vida, aunque tengo que reconocer que una CELAC en Cuba me está ahorrando años de ese empeño. Nada mejor que el impacto en la visión de importantes visitantes internacionales de una estancia en tiempo real a la nación “aterrorizada”, de un paseo por sus calles y ciudades, de presenciar y hasta compartir una simbólica “marcha de las antorchas” donde jóvenes cultos hablan en público de Martí, Chávez, Fidel, de integración y deseos de construir una patria grande. Ellos, nuestros anfitriones, están conociendo de primera mano que Cuba, la CUBA real es otra bien distinta a la que Montaner conoce en su imaginario, y que para decidir el futuro de esta tierra de mambises no basta con intentar escribir frases lapidarias o lindas parrafadas desde una inmaculada oficina de cristal.

En mi intento de recordar cuan antigua es la colaboración de este agente CIA con su mando para así darles a conocer su perfil, descubrí que estas mismas mentiras, estos mismos absurdos le han sido orientados desde comienzos de los años 70 e incluso que algunos intelectuales cubanos indignados ante tanto descaro se han tomado en su momento el trabajo de “ponerle en su sitio”. Tal fue el caso de los cantautores Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, quienes en el lejano 1986 le escribieron una misiva explicándole cual es la lógica que los hacía salir y regresar a su país de origen.

La vigencia de los argumentos de Silvio y Pablo es tan grande como grande es la reiteración de las mentiras de Montaner, es por ello que me tomo el derecho de parafrasear parte del contenido de esta misiva para reiterarle a Mr. Montaner como pensamos los cubanos que decidimos vivir nuestro destino con Fidel y de este lado del muro…

Sobre el deseo de todos los cubanos de “lanzarnos al mar”:
 “Estamos orgullosos de vivir, de trabajar, de crear aquí, de discutir y pelear a los cuatro vientos para que todo se haga mejor, para nosotros mismos hacerlo mejor; nunca creyendo que tenemos la verdad absoluta en nuestras manos, porque la sencilla verdad, la nuestra, hace tiempo que la comparte la gran mayoría de nuestro pueblo”.
Sobre los que se toman el derecho de juzgarnos y se creen que desde lejos decidirán el rumbo de nuestra nación:
  “…hay que desgarrarse con toda la realidad que entraña el quehacer cotidiano de mujeres y hombres que aman y sufren, que lo hacen mal, regular o bien, que se equivocan y que son víctimas de equivocaciones, pero que no eluden el reto que implica hacer cada día mejor y siempre más humana una obra revolucionaria que indiscutiblemente es un ejemplo para América Latina”.
Sobre los que creen que damos marcha atrás, que toleraremos que los provocadores y sus amos impongan sus agendas…
 “Nadie confunda la humildad con el temor, Hemos tomado las armas, incluso las terribles, para defender, sin reparar en riesgos, lo que consideramos justo; el pueblo que edifica nuestra Revolución, la Revolución que edifica nuestro pueblo”.
Sobre los que nos acusan y dicen que vivimos en una prisión…
 “La única prisión que padecemos es la de no poder librarnos de la espantosa verdad de las guerras, la miseria, la  ignorancia y toda la injusticia que mantienen el egoísmo y la explotación en el mundo”.
Hasta aquí las citas, solo me guardo una, mí preferida, la que me atrevo a catalogar como una verdad absoluta que caracteriza a millones de cubanos que comparten mi ideología y aquellos que en toda Latinoamérica derrochan esfuerzos para hacer realidad el sueño integracionista de Bolívar y Martí, pero que al mismo tiempo constituye el elemento más claro del cual Montaner y sus lacayos seguidores no pueden presumir:
 “Nadie  nos paga para defender lo que creemos”.

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