sábado, 6 de septiembre de 2014

La muerte se llama Posada Carriles

Giustino Di Celmo, padre del joven italiano Fabio Di Celmo que perdió la vida en un atentado terrorista contra el habanero Hotel Copacabana…
Giustino Di Celmo, padre del joven italiano Fabio Di Celmo que perdió la vida victima del terrorismo contra Cuba.

"Ningún dolor puede ser más grande que la muerte de un hijo."


Tomado de Santa Mambisa.
Por

En horas del mediodía del 4 de septiembre de 1997, el mercenario de origen salvadore­ño, Ernesto Cruz León, escondido en un ba­ño del hotel Copacabana, activaba una potente bom­ba, de acuerdo con el plan trazado por el connotado terrorista Luis Posada Carriles, quien tiempo después confesaría a un periodista: “Raúl (sic) Cruz León fue contratado por una persona que trabaja para mí, nunca tuve contacto con él, cumplió su acometido por di­nero”.
Fabio
Fabio Di Celmo
Fabio Di Celmo, un joven turista italiano, acababa de llegar al Copacabana, donde se había citado con Enrico y Francesca, dos amigos de infancia que concluían su estancia en Cuba y regresaban a Europa. Los huéspedes comenzaban a invadir los salones del hotel, en el lobby bar se oía un pequeño pero creciente murmullo. Cruz León deslizó el mecanismo criminal dentro de uno de los ceni­ceros.

Tras abandonar el Copacabana, el terrorista prosiguió su macabra misión. Hizo escala en el Chateau-Miramar, donde repitió la operación. En el Neptuno-Tritón, se sentó en uno de los sofás del vestíbulo. Frente a él un adolescente y una niña se acomodaban en unos asientos. Cruz León deslizó la bomba en el piso, detrás del espaldar, pero al incorporar­se, percibió la mirada escrutadora del suspicaz adolescente. Abandonó el hotel con mal disimulada prisa, abordó un taxi y pidió que lo llevaran al restaurante Floridita.

SU NOMBRE ES MUERTE

Luis Faustino Posada Carriles nació en Cien­fuegos, el 15 de febrero de 1928. Entre 1960 y 1961, se involucró en actividades contrarrevolucionarias. Tal vez en esos días contacta con la CIA. Abandonó el país el 25 de febre­ro de 1961. Aunque ingresó en la Brigada 2506 que en menos de 66 horas fue hecha ji­rones en Girón, no desembarcó con ella. De 1967 a 1973, en Venezuela, torturó y asesinó a ciudadanos de ese país como oficial de contrainsurgencia con el apodo de Comisario Basilio.

En octubre de 1976, organizó junto con su compinche Orlando Bosch la voladura del avión cubano en Barbados con 73 pasajeros a bordo, entre ellos un grupo de jóvenes esgrimistas. “El golpe más efectivo que se haya realizado contra Castro”, le calificó Posada, sonriente y satisfecho, ante un periodista. En­cau­sado por este hecho en Venezuela, se fugó de una cárcel de máxima seguridad, con la complicidad de funcionarios del desgobierno de turno, el 18 de agosto de 1985. Desde entonces es un prófugo de la justicia venezolana, que le reclama además por otros crímenes. Estados Unidos se niega a su extradición.

DUERMO COMO UN BEBÉ

Desde el taxi Cruz León oyó el estallido de las tres bombas. Cuando el chofer, para supuestamente tranquilizarlo, especulaba: “Están dinamitando unas rocas por ahí cerca para construir otro hotel”, sonrió.

En el Neptuno-Tritón, el adolescente sus­picaz comunicó sus sospechas a los empleados del hotel. Se dio la alarma y desalojaron el local. Minutos después estalló la carga explosiva. Solo se reportaron pérdidas materiales, pero la descripción minuciosa del adolescente y la niña permitieron hacer el retrato hablado del terrorista, lo que luego facilitó su detención.

En las otras dos instalaciones turísticas se reportan once heridos, algunos de gravedad, y un fallecido: Fabio Di Celmo.

A resguardo de la justicia, protegido por la CIA y sectores influyentes en Wahington, Posada ofrecía entrevistas a periódicos y canales televisivos. “Cualquier hecho dentro del te­rritorio cubano en contra del régimen de La Habana, me responsabilizo totalmente”, de­claró. Al The New York Times dijo: “Es triste de que alguien haya muerto, ese italiano estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado”. Confesó no tener remordimientos por tantas víctimas sobre su conciencia: “Duermo como un bebé”.

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