Por Angélica Paredes López
Vietnam impresiona. El proceso de Renovación o “Doi Moi” que se
implementa en ese país desde el año 1986 ha permitido reconstruir un territorio
devastado por la guerra y convertirlo en una de las economías más sólidas del
sudeste asiático, que exhibe además significativos logros en cuanto al
desarrollo humano.
Pero no son sus altos edificios, ni los avances tecnológicos, ni el
constante tráfico en la ciudad de Hanoi, lo que más deslumbra a un visitante
que viaje a esa parte del mundo procedente de esta pequeña Isla del Caribe.
Para la delegación de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) que
intercambió recientemente con los colegas de la Asociación de Periodistas de
Vietnam, lo que más hondo caló durante una semana en tierra vietnamita fue la
amistad permanente de ese pueblo hacia Cuba, un sentimiento de hermandad que
muy bien han sabido trasmitir a las más nuevas generaciones.
Y aunque cinco días es muy poco tiempo para conocer a una nación, fue
suficiente para comprender el infinito amor y la gratitud que sienten los
vietnamitas por la Revolución cubana. La histórica frase pronunciada por el
Comandante Fidel Castro: "Por Vietnam estamos dispuestos a dar hasta
nuestra propia sangre”; no ha sido borrada de la conciencia popular como
expresión de la genuina solidaridad que sigue guiando a las relaciones entre
los dos pueblos.
Porque también Vietnam, tendió su mano amiga y colaboró con Cuba, en los
momentos más difíciles para una pequeña isla que quedó bloqueada y
prácticamente aislada en el mundo.
Laboriosidad, tenacidad, eficacia administrativa, competitividad son
conceptos claves para garantizar la eficiencia económica de un país donde
ciertamente, la economía nacional progresa en la inmensa mayoría de los
sectores, entre los que destacan la agricultura, la industria y los servicios.
En las últimas dos décadas, el Producto Interno Bruto (PIB) de Vietnam
ha crecido como promedio un 7,0 por ciento anual. Calculando comparativamente
con respecto a 1986, la economía se ha multiplicado más de 3,5 veces y el PIB
per cápita ha aumentado más de 3,2 veces.
El gobierno nacional y su Partido Comunista, entre otros vitales temas,
han llamado a seguir implementando las políticas de garantía de bienestar
social, la creación de empleos, la disminución sostenible de la pobreza, el
desarrollo de la educación y el fomento de la protección medioambiental.
Esa es la Renovación, iniciada hace casi treinta años, que promueve ante
todo, un cambio de la mentalidad económica, una transformación positiva del
modelo de desarrollo y de mecanismos de gestión económica.
En Vietnam, cohabitan en armonía las experiencias de administración
estatal, los negocios privados, las cooperativas, y empresas que operan con
capital mixto o están divididas en acciones, donde el Estado tiene alguna
participación.
La Renovación implementada desde 1986 condujo al país a una economía de
mercado con orientación socialista, que los vietnamitas defienden como modelo
económico. En Vietnam habitan alrededor de 90 millones de personas; y de esa
población, el setenta por ciento reside en el campo. Así que la producción
agrícola se estimula, no hay tierras ociosas, cualquier espacio es
aprovechable.
Y si bien es cierto que la producción de arroz y café son estratégicas
para la exportación del país, se potencian otros renglones como la industria y
el turismo, que crece considerablemente. Muchos dudaron que un país pobre,
azotado por las guerras y un bloqueo económico, se sobrepusiera con tanta
velocidad a todos los obstáculos y construyera su destino con rumbo propio.
El socialismo se mantiene, pero para los vietnamitas, es necesario
renovarlo constantemente, tal y como se ha formulado desde 1986, por sucesivos
congresos del Partido Comunista, organización que fundó Ho Chi Minh.
Los vietnamitas no han perdido la esencia de su personalidad, son
disciplinados, trabajadores, persistentes, amables y educados, con una
generosidad que se desborda al sonreír al amigo y abrir las puertas al
visitante.
Y aunque las legendarias imágenes de bicicletas y sombreros cónicos por
la ciudad, ya no son muy usuales ante la avalancha descomunal de motocicletas
por las calles de Hanoi; sus costumbres milenarias perduran y se transfieren a
los más jóvenes, porque preservar la heroica historia de resistencia de la
nación es prioridad para sus líderes y su pueblo.
Vietnam está consciente de sus desafíos, de los retos para seguir
avanzando en la construcción de una sociedad cada vez más próspera y
sostenible, donde la pobreza sea apenas un mal recuerdo del pasado.
En cuanto a los cubanos, los sentimientos son especiales. Vietnam, no
olvida; Cuba, tampoco. Son dos naciones muy distantes geográficamente, pero
unidas por sólidos lazos de hermandad mucho más representativos que los kilómetros
que nos separan.
La lejanía no es un problema para que Vietnam y Cuba estén cerca. Como
expresaba Ho Chi Minh: “Entre Cuba y Vietnam hay tanta distancia que cuando uno
duerme el otro está despierto. (…) Es decir, que nuestros países geográficamente
son antípodas, pero hay una identificación completa en lo moral".
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