viernes, 12 de junio de 2015

La Guerra No Convencional de EE.UU. contra Cuba (III y IV Partes Final)




Tomado de Cuba Defensa.
Por José Ramón Rodríguez Ruiz / 06-05-2015 
Aplastado el intento de fortalecer un movimiento de resistencia o guerrilla que fuera capaz de derrocar al gobierno revolucionario, las formas y métodos de agresión subversiva contra Cuba por parte de EE.UU. evolucionaron y se diversificaron. En lo adelante, habiendo comprendido que no existían en la Isla condiciones propicias para el éxito de una campaña de Guerra No Convencional (GNC), sucesivas administraciones yanquis, independientemente de su discurso político y en grado variable, han dedicado sus esfuerzos a intentar crear en nuestro país un escenario más propicio para sus intereses.
La GNC contra Cuba, luego del fin de las bandas armadas, no alcanzaría más su objetivo de articular una resistencia violenta o guerrilla, que pudiera recibir el apoyo directo de EE.UU. No obstante, el aliento a la contrarrevolución interna, con el objetivo de conducirla a tal fin y las acciones tendentes a crear las condiciones favorables para ello, van a caracterizar la política yanqui hacia Cuba a partir de la década de los setenta.
Ya desde 1960 (1) existían planes de agresión radioelectrónica contra la Isla, que fueron reforzados bajo la administración Reagan en 1982, con la creación de lo que luego sería la Oficina de Transmisiones hacia Cuba, responsable de las mal llamadas Radio y TV Martí.
La agresión radial y televisiva contra nuestro país, que el Comandante en Jefe ha caracterizado como “una loca y fracasada aventura” (2), se inscriben en lo que la doctrina de la GNC define como Actividades de Información, dirigidas a “influir en las emociones de una audiencia determinada” (3), con el fin de subvertir su ideología. Aunque la doctrina la sitúa como un esfuerzo organizado por una probable resistencia, a falta de esta, contra Cuba se ha realizado como política del Gobierno de EE.UU., a través de sus instituciones y con el dinero del contribuyente estadounidense.
La guerra económica contra Cuba tampoco puede aislarse de la estrategia de agresión no convencional. El bloqueo económico, comercial y financiero contra la Isla debemos situarlo como parte de los esfuerzos que pueden ser de carácter político, diplomático, informacionales, militares y económicos, mediante los cuales EE.UU. ejerce su poderío nacional en función de sus objetivos estratégicos.
Como sabemos, la GNC persigue explotar las vulnerabilidades del adversario y en el caso de Cuba, la economía ha sido objeto de ataque permanente, a fin de erosionar las bases de nuestra construcción socialista, presentando como única alternativa el retorno al capitalismo. El bloqueo puede considerarse el esfuerzo de GNC de más larga data en esta triste historia de agresiones subversivas.
Las décadas de los setenta, ochenta y noventa del pasado siglo, tienen otro signo que las identifica y que tampoco se desvincula de la GNC como forma de agresión. Para “preparar el ambiente” en Cuba, EE.UU. ha promovido, autorizado o no ha impedido, acciones de sabotaje, piratería, guerra biológica, atentados, secuestros, etcétera.
La doctrina de la GNC define el sabotaje como “el acto dirigido a dañar, interferir u obstruir las defensas nacionales de un país, dañando o destruyendo de forma voluntaria materiales de guerra o defensivos, recursos, bienes, incluidos recursos humanos y naturales” (4). Desde la voladura del vapor La Coubre , pasando por la agresión biológica al sector agrícola o contra la población misma, hasta las bombas en los hoteles en los años 90, los sabotajes han sido una herramienta no convencional frecuente en la guerra contra Cuba. El capítulo más triste de esa etapa: la explosión de un avión civil cubano en pleno vuelo, con 73 víctimas mortales, el 6 de octubre de 1976. El autor confeso de ese crimen vive libre en las calles de Miami.
El derrumbe del campo socialista y el recrudecimiento del bloqueo exacerbaron en EE.UU. efímeras esperanzas de que la Revolución no resistiera tales embates. El incentivo a la contrarrevolución y la inestabilidad interna en Cuba también recibió en esta etapa otra vuelta de tuerca, mientras las carencias económicas generaban en el pueblo descontento y dificultades en escala sin precedentes.
El objetivo de todo ello fue señalado por Fidel en su alocución al pueblo, a raíz de los sucesos del 5 de agosto de 1994. Fidel señaló: “Ellos, naturalmente, quieren que se produzcan escenas sangrientas, quieren que haya una balacera, que haya muertos, para utilizarlos como instrumento de propaganda, en primer lugar; como instrumento de subversión, y, finalmente, como instrumento de intervención en nuestro país. La estrategia imperialista es crear una situación, crear el máximo de descontento dentro de nuestro país, dividir a la población, crear las condiciones más difíciles posibles y conducir a nuestro país a un conflicto, a un baño de sangre. ¡Sueñan con eso, añoran eso!” (5)
Es este el contexto en que surge la Ley Helms-Burton, aprobada el 12 de marzo de 1996, utilizando como pretexto fundamental el derribo de las avionetas de la organización contrarrevolucionaria Hermanos al Rescate y que tenía entre sus objetivos esenciales el “apoyo para una Transición Democrática en Cuba”.
Desde el punto de vista político, la llamada Ley de la libertad cubana y solidaridad democrática pretendía aumentar el clima de hostilidad en la política de EE.UU. hacia Cuba, para forzar la destrucción de la Revolución y desde el punto de vista económico, intimidar por todos los medios posibles a los empresarios extranjeros, para tratar de evitar las inversiones y el comercio internacional con Cuba. (6)
El fracaso de este y otros engendros anteriores como la Ley Torricelli (23 de octubre de 1992), no ha significado el fin de la agresión de EE.UU. contra Cuba ni la renuncia a uno de sus métodos fundamentales: La Guerra No Convencional.
Las causas de los fracasos permanecen invariables: no hay en Cuba condiciones para el funcionamiento de estas estrategias. Medio siglo de agresiones directas han probado su ineficacia para crearlas y es seguramente esa la causa de que asistamos hoy al momento histórico del cambio de método, anunciado por la administración Obama en su “nuevo rumbo para Cuba” el 17 de diciembre de 2014. ¿Quedará en el pasado la Guerra No Convencional?
Referencias.
1. El 17 de marzo de 1960, el presidente Eisenhower aprobó un plan presentado por la CIA para, entre otras cosas, crear una estación de radio de onda media que transmitiera propaganda sucia hacia Cuba, daba inicio a la larga y activa historia de la agresión radioelectrónica de EE.UU.
2. Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, presidente de la República de Cuba, en el acto central por el Aniversario 52 de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en el teatro Karl Marx, el 26 de julio de 2005.
3. Publicación de Técnicas del Ejército ATP 3-05.1 “Guerra No Convencional”, Escuela y Centro de Guerra Especial del Ejército de EE.UU. John F. Kennedy, Septiembre de 2013. Ver en http://www.cubadefensa.cu/sites/default/files/atp_3-05.1_gnc_esp.pdf
4. Ibídem.
5. Comparecencia del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz ante la televisión cubana y las ondas internacionales de Radio Habana Cuba, efectuada el día 5 de agosto de 1994. (Versiones taquigráficas-Consejo de Estado)
6. Enciclopedia Colaborativa Cubana Ecured, consultada el 20 de marzo de 2015.
Enlaces de interés


¿Quedará en el pasado la Guerra No Convencional (GNC) contra Cuba?
La interrogante planteada en nuestro anterior artículo, debe ser abordada partiendo de un contexto general.
Para el gobierno de EE.UU., la GNC es en la actualidad más relevante que nunca. Su historia, que se remonta hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, observó en el último quinquenio un violento realce, convirtiéndose en un comodín de la baraja imperialista, especialmente luego de la Primavera Árabe, cuyos ecos aún resuenan en Siria y cuyo influjo de derrocar gobiernos avanzó hacia Europa impactando naciones como Ucrania, y cruzó el Atlántico para intentar similares métodos contra la hermana República Bolivariana de Venezuela.
Nada de eso fue casual. Para EE.UU., la GNC es una “herramienta político-militar de utilidad estratégica, que bajo ciertas circunstancias, puede proveer la única opción factible para el alcance de los objetivos del gobierno, cualesquiera que estos sean, para influir, coaccionar, interrumpir o derrocar a un gobierno o autoridad gobernante; moldear actitudes o influenciar el comportamiento de poblaciones relevantes […] aplicando de forma directa o indirecta el poderío nacional de EEUU” (1).
Su elevado nivel de riesgo político y su carácter mayormente encubierto la definen como una operación especial, generalmente invisible para sus víctimas, al menos, en sus primeras fases.
Según la doctrina de EE.UU. sobre la GNC, la primera fase de una campaña de este tipo, denominada Preparación, comienza probablemente después de “años de Preparación del Ambiente Operacional que pueden crear las condiciones para una rápida transición desde una etapa de creación de condiciones (shaping en la terminología estadounidense) a la primera fase oficial de la campaña de GNC” (2).
Durante esta “preparación”, la participación de EE.UU. puede no ser notable, ni tener influencia negativa alguna en sus relaciones con el “país objetivo.
Las acciones dirigidas a preparar el ambiente para una campaña decisiva de GNC incluyen esfuerzos que también implican altos niveles de involucramiento de las agencias e instituciones del gobierno estadounidense, coherentes con el tipo de interacciones que el imperialismo sostiene con las naciones del Tercer Mundo.
En el caso del escenario bilateral actual entre Cuba y EE.UU., es notable que, aun después del 17 de diciembre de 2014, subsisten esfuerzos considerables en virtud de “preparar el ambiente” para tal fin, pues como sus propios ejecutores señalan: “estas actividades normalmente preceden, a veces en años, las operaciones que deben apoyar” (3).
Evidencias de esos esfuerzos, constituyen la persistencia de la agresión mediante distintas plataformas comunicacionales, entre las que sobresalen la televisión satelital, la Internet y la telefonía celular, que como ya hemos mencionado, cumplen lo que en la doctrina de la GNC se denomina Actividades de Información. Las intenciones de “incrementar el acceso de Cuba a las comunicaciones y su capacidad para comunicarse de manera libre” (4) pudieran servir al fin anterior, en caso de persistir en este tipo de métodos.
Son evidencias también el reconocimiento, por parte del gobierno de EE.UU., de una supuesta “sociedad civil cubana”, algunos de cuyos “representantes” pudimos ver en la reciente Cumbre de las Américas en Panamá, a codo con terroristas cuya culpabilidad en varios de los tristes hechos que hemos relatado en esta serie de trabajos está más que probada. Mientras EE.UU. pague y aliente a personas para intentar subvertir el orden interno en Cuba, la GNC no quedará en el pasado.
“Fortalecer a la sociedad civil cubana”; “empoderar al naciente sector privado cubano […] para así mejorar su nivel de vida y obtener una mayor independencia económica del estado”, son solo algunas de las líneas de la nueva política y parecieran objetivos nobles pero, como dijera el Maestro: lo esencial en política es lo que no se ve.
Como ha expresado el General de Ejército Raúl Castro Ruz: “nadie podría soñar que la nueva política que se anuncia acepte la existencia de una Revolución socialista a noventa millas de la Florida” (5), lo cual nos permite no olvidar la existencia –o mejor dicho– la insistencia en un fin, pero ¿cuál será el método?
Queda claro que lo hecho hasta ahora ha formado parte de un “enfoque fallido”. Así lo han reconocido. Para lograr el mismo resultado deben emplearse “nuevos” métodos, quizás análogos a aquellos que pedía el señor Dulles en 1960 y que citamos en la primera parte de este trabajo.
En la última década los métodos para derrocar gobiernos se han perfeccionado al punto de que la ocurrencia de efímeras “revoluciones”, ocultan eficientemente las manos que han movido los hilos detrás del escenario y las que luego recogen los frutos de la nueva situación creada.
A tono con lo expresado por la mayoría de los líderes de Nuestra América en el más reciente cónclave regional, los pueblos al sur del río Bravo debemos prestar especial atención a las lecciones de la historia. Ese ha sido el objetivo de las ideas expuestas en estos trabajos.
Creemos en la posibilidad de que las agresiones encubiertas y las conspiraciones puedan quedar en el pasado, pero no tardaremos en identificarlas y denunciarlas mientras se insista en avanzar por esos caminos, históricamente condenados al fracaso.
La conclusión de esta serie de trabajos nos fue sugerida por un comentario de una compañera lectora a una de las primeras partes, donde se empleó la palabra “amistad” para definir el actual momento histórico de las relaciones entre Cuba y EE.UU.
No creemos que sea imposible la amistad entre los pueblos de nuestros dos países, ni hemos sido nosotros quienes la hemos impedido, pero para que ello suceda muchas cosas deben quedar en el pasado y entre ellas, las actividades subversivas y encubiertas que desde el triunfo mismo de la Revolución, han formado parte de la GNC de EE.UU. contra Cuba.
Referencias:
1. Publicación de Técnicas del Ejército 3-05.1 “Guerra No Convencional”, Escuela y Centro de Guerra Especial del Ejército de EE.UU. “John F. Kennedy”, Septiembre de 2013. Ver en http://www.cubadefensa.cu/sites/default/files/atp_3-05.1_gnc_esp.pdf
2. Ibídem.
3. Ibídem.
4. Ver documento “Un nuevo rumbo para Cuba” en https://www.whitehouse.gov/issues/foreign-policy/cuba-política
5. Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, en la III Cumbre de la Celac, Costa Rica, 28 de enero de 2015.

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