martes, 23 de junio de 2015

Más guerra que paz ¿otra vez?

Tomado de CubaDebate.
Por Elsa Claro.

Dicen que la terquedad es corrosiva e inútil si carece de un adecuado rumbo. Y como el acimut de la Casa Blanca, parece mal orientado, le puede salir el tiro por ya se sabe dónde.

Hablando de balas y sus portadores, la i-lógica occidental al uso, coloca en inmerecida inmediatez un plan de enviar armamento pesado para entre 3 y 5 mil efectivos que piensan establecer en unos 6 países miembros del Pacto de Varsovia en otros tiempos.

De tal modo, Polonia –no faltaba más-, Bulgaria -¿quién lo diría?- Rumanía, Lituania, Letonia y Estonia, estarán en el ojo de cualquier tormenta, aunque no la provoquen. Del proyecto hizo referencia The New York Times, en cuyas páginas se emitieron criterios de altos militares estadounidenses quienes, con pragmatismo excesivo, aseguraron que tener en suelo este-europeo tanques y otros dispositivos bélicos, puede que bombarderos de última generación también, es más barato que moverlos cada vez que exista una muy requeté-hipotética amenaza rusa.

La tesis es bastante macarrónica pero plantea que el país al cual están cercando desde hace varios años, es “culpable” de que el Pentágono continúe la expansión de sus arsenales, muy bien asistido por antiguos socios (Gran Bretaña) o nuevos amigos (los ex). Y para amedrentar a Moscú, se rompen de modo unilateral diferentes tratos, como el ocurrido con una parte del acta Rusia-OTAN, (1997) con el convenio de no emplazar tropas ni recursos de combate de forma permanente en las fronteras de los dos lados.

Y entonces se quejan de que el Kremlin disponga defenderse. “Si equipo militar pesado norteamericano aparece en los países de Europa del Este y los Bálticos, ése será el paso más agresivo dado por el Pentágono y la OTAN desde la Guerra Fría”, dijo el general Yuri Yakúbov, añadiendo que “A Rusia no le quedará más opción que incrementar sus fuerzas y recursos en el frente estratégico occidental”. Con cauto optimismo, la cancillería rusa, a su vez, dio a conocer la esperanza de que “la razón prevalecerá y la situación en Europa no degenere en un nuevo enfrentamiento militar” de arriesgados resultados.

Ocurre, además, que “El abandono del acuerdo de defensa antimisiles empuja a una nueva carrera armamentista”, según sentenció recién Vladímir Putin, anotando que se arriesga de modo inútil la seguridad mundial, cuando en lugar de confrontaciones es posible fomentar vínculos constructivos. Pero las estrategias y aspiraciones geopolíticas de Washington, van hacia otro rumbo. Los castigos económicos que acaban de ratificar los del pacto comunitario, así lo proyectan, pese a su nulidad.

Justo en referencia a las manifiestas hostilidades económicas o militares procedentes de EE.UU., acaba de decir Vladimir Putin que “El problema consiste en que a nosotros siempre nos intentan imponer sus criterios y sus decisiones sin tener en cuenta la visión que tenemos de nuestros propios intereses” (…) “Permítanos determinar nuestros intereses y necesidades, basándonos en nuestra propia historia, en nuestra cultura”, enfatizó el jefe de estado en San Petersburgo.

Aludió Putin a que esos castigos han dañado a Rusia, desde luego, pero no la abatieron. Lo indica que el país no dejó de crecer, menos que en años anteriores o a lo planeado, es cierto, pero el reporte de que aumentaron las exportaciones en 7 millones de dólares, que el sistema bancario financiero se mantenga estable y el desempleo no haya crecido, son síntomas de que se está remontando el impasse.

En similar sentido se expresó el ministro de Finanzas, Anton Siluanov, cuando dio certidumbre de que la etapa de mayor complejidad se acerca a su término con este primer semestre, pues hacia fines de año e inicios del 2016, será patente el crecimiento estable de nuevo. Los indicadores de inflación, la demanda interna en el consumo y la recuperación monetaria así lo sugieren.

En declaraciones realizadas en Kazajistán semanas atrás, el premier Dimitri Medvedev, corroboraba otro tanto: “En términos económicos, todas las sanciones que se nos han impuesto nos han inspirado para cooperar de manera más activa con los países asiáticos”. Esa orientación comercial rusa hacia mercados del área Asia-Pacífico y la intensificación de los vínculos con los BRICS, le aporta garantías a Moscú.

“Ahí está el 60 % del Producto Interior Bruto mundial”, recordó Medvedev en otro momento, recalcando algo repetido por Putin este viernes 19, en el Foro económico internacional de San Petersburgo, cuando hizo referencia, además, a la Unión Económica Euroasiática y es que, con todo, Rusia abre sus puertas, pero no las cierra ni al viejo, ni al nuevo mundo.

Entre los casos de esa voluntad, está la ampliación del gasoducto Nord Stream (para el gas ruso destinado a Alemania a través del mar Báltico) extensión que atrae a empresas occidentales del ramo, según comunicado emitido en la antigua ciudad bañada por el río Neva, donde ante un amplio auditorio de académicos, empresarios y dirigentes políticos, Putin se mostró confiado en la reorientación de la economía, la buscada suficiencia en renglones donde se dependía de la importación y otros objetivos.

Para alcanzarlos se ofrecen estímulos a los agentes económicos nativos, se comienza a trabajar en el perfeccionamiento de la eficacia en esferas productivas y tecnológicas, sin maltrato al ecosistema.

Tienen apariencia de buen signo estos planes. Es una verdadera pena que se desvíen recursos y esfuerzo hacia inquietudes innecesarias como las que tendrán que definir los miembros de la OTAN este mismo junio, en una cercana reunión. Otra, entre tantas dedicadas a Grecia y a la insolidaridad de la UE con Atenas.

Y resulta muy posible que cuanto puede y debería ahorrarse, también sea dilapidado, infructuosamente.

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