sábado, 29 de agosto de 2015

Lo que no olvidamos. (De la I a la III partes).

Calle Bernaza_1959


Tomado del blog Las Torres de Marcos
Por Marcos Torres @Marcostropero
He decidido comenzar un ciclo de artículos bajo el título “Lo que no olvidamos” relacionados a los monopolios comerciales y financieros en Cuba antes del triunfo revolucionario teniendo en cuenta las opiniones de algunos que suelen “vivir del cuento”, pero no del popular y conocido humorista cubano Luis Silva en su encarnación del personaje costumbrista y burlesco Pánfilo, sino del cuento de la triquiñuela y la desidia apátrida que los caracteriza, y que ahora les ha dado por manifestar en ciertos tonos no tan elocuentes, que la actualización del modelo económico cubano y las relaciones entre Cuba y los EEUU.
Aquellos, en sus renovadas engañifas (y por supuesto orientadas desde el más allá de 90 millas), persisten en manifestar que el modelo socialista no sirve, que no funciona, que hay que cambiarlo por otro más “democrático” o más “justo” económicamente, y hay quiénes hasta hablan de “modelos socialdemócratas” al estilo noruego o de algunos países de Europa, donde el “libre mercado” (el mismo que puso a Grecia y España en una posición incómoda, sexualmente hablando) prime en las relaciones entre los hombres, obviando en toda su magnitud la historia y la idiosincrasia de un pueblo mambí por excelencia.
Por esa razón me dispongo a informar más que nada, sobre los monopolios norteamericanos que penetraron y hacían gala de su hegemonía en nuestro país dictando a diestra y siniestra, los designios de nuestra economía, sociedad y política, en pos de los intereses del “gigante de las siete leguas”.
Hoy le corresponde el turno a la industria jabonera, de detergentes y perfumería, para comenzar desde mis modestos esfuerzos y empleando las armas de mi trinchera, a abrirle paulatinamente los ojos y las mentes a los que, escépticos, desconfían de la actualización de nuestro modelo económico tildándolo de corrupto, y centran sus “esperanzas” en las relaciones con los gringos, esperanzas que de hecho no son económicas sino esencialmente políticas.
La producción y el comercio del jabón fue dominada, en la Cuba de finales del siglo XIX y principios del XX hasta la década del 30 por dos empresas (y familias) de nacionalidad “cubana”: Sabatés y Crusellas (entrecomillado por la ascendencia española de estas empresas) quiénes llevaron la producción en ese tiempo a niveles industriales y fomentaron un mercado en nuestro país con materia prima importada directamente de los EEUU, haciéndose la competencia en el mercado.
Las características que primaron en las empresas fue la denominada “empresa de clan familiar” donde los hijos, sobrinos, esposas, cuñados y algunos amigos devenían en socios y directivos de las empresas en un inicio comanditarias, y posteriormente sociedades anónimas a partir de los aciertos y desaciertos comerciales de los mismos hasta principios de la década del 30 del pasado siglo, donde los tentáculos de la economía norteamericana, luego de sobrevivir a la crisis del 29 y bajo “boom” económico posterior a esta, dos empresas norteamericanas, la Colgate – Palmolive y la Procter & Gamble, que dominaban el mercado de jabonería, cosméticos y artículos de limpieza en los EEUU decidieron iniciar sus actividades en Cuba e irrumpir en la economía nacional.
Ambas empresas aprovecharon el descalabro económico que trajeron consigo los tratados firmados con el gobierno norteamericano para la economía cubana, donde ya a partir de 1925, la situación era de inminente quiebra para los propietarios familiares de las empresas Sabatés y Crusellas, a los que no les quedó más remedio que pactar tratos realmente deshonrosos para su pecunio e historia en el ramo.
Primera en pactar fue la empresa Crusellas y Cía. con Colgate Palmolive Peet Co. en 1929 cediendo la primera todas las propiedades a su par, quiénes en poco tiempo se adueñarían no sólo de la producción jabonera de la empresa, sino además de la empresa nacional de Perfumería, perteneciente a esta familia, mediante argucias y triquiñuelas legales que violaban un principio orientador del derecho: la buena fé.
Inmediatamente Colgate Palmolive Peet Co. se da a la tarea de solventar a la naciente empresa de jabonería y perfumería, situación que pone a Sabatés en una situación más difícil en medio de la crisis, quién al ver la inyección de capital extranjero en su competidos tradicional en el ambiente nacional e impedido ya de competir por sus propios medios contra el monopolio norteamericano, decide pactar un ominoso trato con Procter & Gamble, quién adquiriera en su totalidad, las acciones de la nueva empresa que a la sazón se llamó Sabatés S.A.
Con el nacimiento de los detergentes sintéticos, nació en Cuba entonces una nueva forma en la competencia entre estos colosos de la jabonería, y se comenzaron a fabricar en Cuba por ambas empresas los siguientes detergentes: “Ace”, “Dreft” y “Lavasol” (por la Procter & Gamble); “Fab” y “Vel” (de Colgate-Palmolive. ¡Ahora entiendo porqué los viejos en Cuba le dicen “fá” al detergente! ¡Lo que son las cosas!).
Pero… ehh… bueno… Uds saben que llegó el Comandante y… literalmente… mandó a parar.
No obstante Procter y Colgate ya tenían planes para dejar al frente del negocio a sus consabidos lacayos nacionales que como fantasmas en la isla del monopolio yanquee.
Hoy la familia Crusellas tiene radicado en Miami su empresa Crusellas y Compañía, y de Sabatés, bueno de esa no se sabe mucho. Sólo se habla en la red de cierto personaje adinerado nombrado Félix Sabatés que al parecer está emparentado con las personas que arriba se describen.
Por cierto estos rabian (todavía) y sangran por la herida (más todavía) por haber sido (dicen que) “despojados” de sus propiedades (propiedades que ya no eran de ellos como se ha demostrado anteriormente) convirtiéndose en afanosos activistas de la oxiurera miamense. Lógico. Dícense “prominentes activistas del exilio” cuando no pasan de ser tontos en busca de lo que el pueblo tomó por derecho en 1959.
Acá voy con el segundo artículo de la serie y ahora le toca el turno a la “Esso Standard Oil” el monopolio petrolero norteamericano radicado en New Jersey, uno de los líderes del mercado de este producto y sus derivados por casi la totalidad del pasado siglo.
Esso, como toda empresa capitalista, basaba sus proyecciones económicas y sus actividades financieras en la posible ganancia o plusvalía que generarían sus ingresos a partir de la venta de sus producciones, después de deducir impuestos y otros costos menores, lo que tendría que representar una ganancia sustancial para evitar pérdidas o al menos estancamientos financieros.
Hasta ahí estamos de acuerdo… pero… si revisamos las estadísticas y los documentos que obran en archivo sobre las predicciones financieras, y los “supermanuales mágicos” de la Esso Standard Oil en la isla, nos daríamos cuenta que la planificación de la economía de la empresa fue un completo desastre, afianzando la idea de que en el capitalismo la idea de la planificación es simplemente absurda, si tenemos en cuenta que se basan en patrones de consumo dictados por un mercado de “obsolescencias” y no de necesidades reales. Ya otras veces se ha dicho que las empresas no venden productos a los consumidores sino compradores a sus propios anunciantes.
Los métodos de predicción de precios y volúmenes de ventas de la compañía en Cuba no fueron, sinceramente, los mejores, partiendo de que las bases de predicción para los años anteriores al triunfo de la Revolución Cubana, fueron tan enclenques que para los años subsiguientes, basados en esos mismos métodos, las predicciones no fueron ni tan siquiera razonables.
Muchos pudieran preguntarse si Cuba era un caso especial por la situación política que se vivía en ese tiempo y por la lucha revolucionaria que se libraba en las montañas, pero es que los resultados de las predicciones en otras naciones donde la Esso depositaba (delicada y a la vez salvajemente) sus “pulpinos” tentáculos, no eran para nada halagüeñas. Habían casos como los de Nicaragua, Honduras y República Dominicana donde la desviación era considerablemente mayor a la de Cuba, para el caso de la predicción de precios y volúmenes de ventas.
Entonces Cuba no era un caso para nada especial como quisieron hacer ver en su momento los directivos de la Esso. Simplemente era una muestra más de la incapacidad del capitalismo para predecir y planificar su economía con certeza, debiendo recurrir a argucias comerciales, políticas y financieras para sostenerse en el mercado.
Pero lo que “realmente NO olvidamos” es que la Esso era la que suministraba (luego de un mentiroso y “amañadito” contrato donde los jefazos del ejército y la fuerza aérea de Batista se llevaban “lo suyo”) el combustible de aviación para los aviones T-33 de la de aquel entonces, que luego serían los encargados de bombardear y ametrallar a los campesinos en las montañas del oriente cubano, bajo el pretexto de la lucha contra los rebeldes.
En fin, que por carambola, la Esso Standard Oil tenía las manos manchadas de la sangre cubana, ya que los productos en el capitalismo tienen que realizarse (o sea consumirse), y en este caso, los aviones de la represión batistiana sabían bien como “realizar” esa máxima.
Hasta que… bueno… Uds. saben… “llegó el Comandante y mandó a parar”.
CCE
Le toca hoy a la Compañía Cubana de Electricidad (en lo sucesivo CCE), que no sólo se encargaba de la electricidad en el país sino también de otros servicios públicos. Es por eso que es necesario abrir la diatriba haciendo la necesaria historia de la penetración del monopolio extranjero desde los mismísimos comienzos de los antecesores más cercanos de la misma.
Sin querer emular a la Biblia (por lo de: “al principio todo era oscuridad”; jijijijijijiji), debemos empezar por referirnos, en materia de servicios en Cuba, al alumbrado público el que en un inicio se comenzó a desarrollar por allá por el año de 1884 en La Habana donde el gobierno español autorizaba y concedía privilegios para la creación de la Compañía Española de Alumbrado de Gas por un comerciante de Nueva Orleáns y un grupo de españoles notorios, los que inmediatamente se dispusieron a construir un gasómetro en Tallapiedra. Luego en 1878, y ya finalizada la guerra de los 10 años, el capital norteamericano comenzó a invertir en el sector especialmente en La Habana, siendo creada 1879 la Havana Gas Light Company, organizada en Nueva York, pero no fue hasta el 1890 donde se fusionó realmente, al menos en la capital, las empresas que operaban solo con gas en el alumbrado público bajo la égida de la Spanish American Light & Power Co., Consolidated.
Hasta ahí con el gas en el alumbrado público, pero es que en 1886 en Cuba se empezó a alumbrar ciertas partes de la Habana con lámparas de arco, y para el 1889 se construía en Cárdenas la primera planta generadora de energía eléctrica, comenzándose así una nueva era en el historia de los servicios públicos de la Isla. Para la Spanish American, esto implicó un reordenamiento en sus actividades, ya que se necesitaba entonces suplir las pérdidas del sector público, a través de la extensión del consumo en los hogares.
Las triquiñuelas capitalistas siempre han estado a la orden del día en lo que a obtención de plusvalía se refiere, por tanto “dejaron” operar a la empresa anterior, hasta el 26 de marzo de 1912, fecha en la que se crea la Havana Electric Railway, Light and Power Co., bajo las leyes de Nueva Jersey la que se fusiona meses más tarde, con la Spanish American, centralizándose así los servicios de gas, electricidad, tranvías, agua y hielo en la capital del país, la que absorbería, años más tarde a la Havana Central Railroad y los Ferrocarriles Unidos de la Habana y Almacenes de Regla, para ir cerrando el círculo al menos en la capital.
Con la provincia de Las Villas fue algo distinto, ya que allí imperaba dominio de un grupo independiente dirigido por Laureano Falla, Gerardo Machado (¡¿cómo?!), Niclás Castaño y Orestes Ferrera, que a través de varias compañías habían logrado controlar todas las plantas de la Región, a través del Grupo Falla-Machado.
Y aquí es dónde empieza a jugar el capital extranjero con más fuerza, sobretodo después de concluida la Primera Guerra Mundial, donde la Electric Bond and Share, adquirió varias propiedades eléctricas en América Latina, para lo cual se creó la subsidiaria de la anterior denominada American & Foreign Power Co., Inc, organizada el 19 de diciembre de 1923 bajo legislación de Maine, EEUU.
Fue entonces que la American & Foreign Power Co., Inc. comenzó a realizar adquisiciones en la Isla y terminó por adquirirlo todo (¡absolutamente todo!) en este sector, creándose así el 31 de diciembre de 1924, la Compañía Cubana de Electricidad Inc., pero se encontraron con un “pequeño problemita” la legislación al respecto no se había modificado o actualizado aún después de la independencia de España, problema que fuera resuelto por el entreguismo al capital extranjero que imperaba en la época. Al respecto en el informe anual de 1924 de la empresa, reza lo siguiente:
“La situación fue llevada ante la Asamblea Nacional por los propios cubanos y esta institución hizo los cambios necesarios en las viejas legislaciones españolas para facilitar la construcción de líneas de transmisión en la Isla. Bajo estas nuevas leyes la expansión de su subsidiaria en Cuba esta ahora avanzando rápidamente”.
Este monopolio se esforzó siempre por influir en las decisiones políticas de la Isla, es por eso que la Bond and Share, apoyó, y finalmente “puso” (literalmente) en el poder a Gerardo Machado, el que demostrara a la postre, ser un fiel perrito, el que impuso un régimen dictatorial y represivo. La CCE lo recompensó con creces por su “sumisa sodomia política”: lo hizo vicepresidente de la compañía.
Sin embargo no obtuvieron los resultados esperados al no tener en cuenta un factor importante en este sector: los obreros. Estos crearon el 1º de septiembre de 1933, ya bajo Grau y después de que este firmara un decreto ley que ordenaba la rebaja de la tarifa de electricidad en un 45 % (esto no fue obra de Grau, fue obra de un patriota probado y de “pantalones holgados”: Antonio Guiteras Holmes), se creó la Federación Sindical de Plantas Eléctricas, Gas y Agua que le hicieran la guerra al monopolio, los que apoyados por Guiteras intervinieran la compañía a favor de la clase obrera el 14 de enero de 1934 y luego de una huelga. (Esto fue lo que le costó la vida a Guiteras, no ya la huelga, ni la intervención a la empresa en sí: sino su intransigencia frente al imperialismo; el atreverse a señalar con el dedo acusador a un enemigo poderoso: a los EEUU). Tan sólo 4 días después Fulgencio Batista y Zaldívar (conspirando con el consorcio eléctrico), daba un golpe de estado, colocando en el poder a Carlos Mendieta como presidente, lo que significara para la CCE, el restablecimiento de todas sus propiedades y status.
Luego pasó la Segunda Guerra Mundial y entre la zozobra y la angustia económica sufrida en esos años, para 1947 el crecimiento económico de la CCE fue sencillamente vertiginoso, a diferencia de otros países de América Latina que mostraban reducciones en los niveles de inversión en gastos públicos, situación que pudiera explicarse con una simple pregunta: ¿cuántas empresas eléctricas operaban en Cuba en ese entonces? Respuesta: sólo una, la CCE.
Esta expansión de los servicios eléctricos en Cuba se sucedió bajo lo que los monopolios denominan “clima favorable para la inversión” (entiéndase: “métele sin susto, que el gobierno es nuestro”) bajo el mandato de Prío Socarrás y después del segundo golpe de estado de Batista en 1952, fueron eliminados todos los obstáculos para el desarrollo del capital extranjero. Tal es así, que organismos oficiales del estado creados para promover el desarrollo económico del país, se dedicaron por el contrario, a financiar la expansión, como en el caso de la Esso Standard Oil (de la que hablamos en el artículo anterior de esta misma serie) y de la CCE para lo cual se emitieron valores por el monto de $41 000 000.
Esto hizo que los indicadores de la empresa monopolista crecieran vertiginosamente tanto en inversión como en resultados concretos, aunque… ehhh… sólo los salarios decrecieron en un 2 % (¿qué les dice esto?).
No obstante el sabio pueblo cubano intuía los estragos que causaba la CCE a la economía nacional y a donde iban a parar las ganancias, por eso cuando se realizaban encuestas respondían que no les gustaba la gestión de la CCE por que era “una empresa extranjera” y fue entonces que a alguien allí se le ocurrió la “brillante idea de comenzar a vender bonos de la empresa al capital cubano, para limpiar su imagen frente al pueblo bajo la falsa idea de ser una empresa de capital mixto, y además para garantizar aún más la dependencia del gobierno cubano de entonces, a sus intereses. ¡Fíjense si esto fue una farsa que el 30 de junio de 1959 se entregaron 3 600 011 acciones a 1534 personas, de las cuales la propia Foreign Power conservaba el 88 % de las acciones y 1343 nacionales disponían de sólo el cuatro por ciento de la totalidad!
Y entonces… (jejejejeje) ehh ….de nuevo… “llegó el Comandante y mandó a parar”.
Na’: que triunfó la Revolución y entre lo “primerito” que hizo fue el 19 de agosto de 1959 fue decretar una rebaja general de las tarifas, de los servicios públicos, entre ellos la electricidad, el gas y el agua (dominadas por la CCE), y en menos de un año el 6 de agosto de 1960, se decretó la nacionalización de las empresas extranjeras y culminó así la dominación de la Bond and Share sobre los destinos políticos y económicos de nuestra islita, a partir de ese momento soberana y digna por siempre.
¡AHH! ¡Y DE ESTO @KarelBecerra NO HABLA NI HABLARÁ JAMÁS!
¿SABEN POR QUÉ? PUES PORQUE AQUELLOS QUE LE PAGAN SON LOS HEREDEROS DE ESAS EMPRESAS Y ESA POLÍTICA DE DOMINACIÓN.
#Cuba #TenemosMemoria

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