miércoles, 27 de julio de 2016

CONTRA FIDEL NI EN UN JUEGO DE PELOTA

Imagen tomada del blog El Viejo Topo

Tomado de La Jiribilla
Fuente original: Granma
Por Pedro de la Hoz

"Yo no estoy contra Fidel ni en un juego de pelota". La conocida frase del Comandante Camilo Cienfuegos, que simboliza su lealtad hacia el líder de la Revolución y, por extensión, hacia el carácter de las profundas transformaciones que comenzaban a operarse en la sociedad cubana, fue dicha en la noche del viernes 24 de julio de 1959.

Sobre la grama del Estadio del Cerro, después rebautizado como Latinoamericano, se enfrentaban dos novenas: Barbudos versus Policía Nacional Revolucionaria.

La iniciativa formaba parte del programa de apoyo a la implementación de la Ley de Reforma Agraria, firmada en La Plata el 17 de mayo de aquel año.

Se requerían fondos para facilitar los recursos necesarios que permitirían potenciar las producciones agropecuarias de los nuevos y legítimos dueños de la tierra, campesinos y aparceros que hasta entonces habían sido explotados y marginados por terratenientes foráneos y domésticos. La recaudación de las entradas nutrirían los fondos de la Reforma Agraria.

Por esos días, La Habana acogía a cerca de medio millón de hombres y mujeres de tierra adentro, procedentes de los más remotos parajes de la Isla, convocados a la gigantesca conmemoración del asalto al Moncada, por primera vez en la Cuba liberada.

El poeta Roberto Fernández Retamar, en una crónica nacida al calor de aquellas jornadas, recordaba cómo "a partir del Primero de Enero comenzó el país a verse mutuamente sus dos caras, y de modo especial la desacostumbrada Habana que vio esas barbazas vegetales crecidas en las lomas".

En medio de la efervescencia épica dominante, el anuncio del partido de béisbol generó grandes expectativas, más aún cuando por el elenco de los Barbudos lanzaría Fidel, mientras que por la Policía lo haría Camilo.

Pero cuando salieron al terreno, los aficionados advirtieron que Fidel y Camilo no solo militaban en el mismo equipo, sino que formarían la batería (lanzador y receptor, respectivamente) de los Barbudos.

No era la primera vez que el público los veía de tal modo. El 14 de abril de aquel 1959, ambos habían inaugurado el campeonato de béisbol de la Liga Internacional, Fidel como lanzador y Camilo como receptor. Ese día Fidel, entrevistado por los medios que dieron cobertura al evento, había declarado: "Estamos trabajando para desarrollar el deporte en toda la República, para que de esa cantera surjan jugadores que nos hagan potentes en todos los deportes''.
El juego del 24 de julio, más bien simbólico, se extendió a dos entradas. Fidel ponchó al primer bateador y, en general, hizo gala de un apreciable control. Camilo recibió todo lo que tiró el Comandante en Jefe. Esa mañana había entrenado duramente para estar en forma.

Más de 33 000 personas asistieron al encuentro. Quedaban atrás las marcas de concurrencia al coloso del Cerro: las 29 917 que presenciaron el primero de agosto de 1955 el choque internacional entre los Cubans y el Colombus, y las 32 619 del juego entre Habana y Almendares del 15 de febrero de 1951.

La prensa recogió declaraciones de Fidel: "Estos muchachos tomaron en serio este juego. Se me pusieron a esperar que la pasara por ahí (refiriéndose al home). Pero con la ayuda de Maestri todo se resolvió".

Amado Maestri fungió como árbitro principal. Fidel le dio la mano antes de comenzar el encuentro. Más que cortesía era el reconocimiento a un hombre de honor que poco tiempo atrás había enfrentado con rectitud y valentía a las hordas batistianas ávidas por reprimir a los estudiantes universitarios que se lanzaron al terreno del Estadio para denunciar a la tiranía.

Al retirarse al banco, la prensa acosó a Camilo. "¿Qué sucedió? ¿Usted no iba a lanzar por la Policía?" El Héroe de Yaguajay respondió firme y radiante: "Yo no estoy contra Fidel ni en un juego de pelota".

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