lunes, 1 de agosto de 2016

Realidades sobre la USAID


Tomado de Pensar en Cuba
Por Luis Daniel Carreras Martorell Manuel A. González.

En 1961, el presidente John F. Kennedy transformó el Proyecto de Asistencia Exterior en ley. Mediante decreto presidencial creó la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) la cual, desde ese momento, ha sido el principal órgano de EE.UU. en brindar asistencia a países que se recuperan de un desastre, tratan de salir de la pobreza y se involucran en reformas democráticas.

«La ayuda a otros países es una valiosa herramienta de política exterior en términos de promover los intereses económicos y de seguridad nacional de EE.UU.». [1] John F. Kennedy


En 1961, el presidente John F. Kennedy transformó el Proyecto de Asistencia Exterior en ley. Mediante decreto presidencial creó la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) la cual, desde ese momento, ha sido el principal órgano de EE.UU. en brindar asistencia a países que se recuperan de un desastre, tratan de salir de la pobreza y se involucran en reformas democráticas.

Su creación fue un esfuerzo por centralizar la cooperación económica dirigida especialmente a zonas estratégicas del mundo subdesarrollado donde disputaban la influencia de las ideas de izquierda. Desde su fundación, sirvió de cobertura a operaciones de la CIA. Un ejemplo tempranero se refiere a misiones aéreas secretas en Laos entre 1955 y 1974.

Según el académico estadounidense William M. Leary, profesor de historia de la Universidad de Georgia, esta fue «la operación paramilitar más grande que jamás la CIA haya llevado a cabo y mediante la cual fueron capaces de dirigir fuerzas nativas del Reino de Laos que lucharon contra unidades de Vietnam del Norte, manteniéndolas a raya por 13 años».

En 1966 Theodore (Ted) Shackley [2] fue nombrado jefe de la guerra secreta de la CIA en Laos, ocasión en la que reclutó al connotado asesino David Sánchez Morales para hacerse cargo de «PAKSE», una base de operaciones clandestinas centrada en acciones políticas y paramilitares. En 1969 Sánchez Morales se movió a Vietnam donde trabajó oficialmente para la USAID como funcionario a cargo del desarrollo comunitario.

Estas acciones fueron parte del énfasis de contrarrestar la expansión «comunista», especialmente la influencia de la República Popular China. El esfuerzo rápidamente se convirtió en un gran programa de asistencia basado en la contrainsurgencia –asociado a ideas de desarrollo económico y democrático en Vietnam– vigente hasta la derrota de EE.UU. en 1975.

América Latina fue escenario para uno de los primeros programas llevados a cabo por la USAID –la Alianza para el Progreso– un primer gran intento por aislar a la Revolución cubana, estigmatizarla y minimizar la influencia que de ella pudiera emanar a favor de un auge de movimientos de liberación nacional. Este proyecto se convirtió en la base de los programas de la USAID para América Latina durante la década de los 60, no destinados al fomento y administración de fondos para el desarrollo económico, sino a la brutal represión de la ideología de izquierda y soberanía nacional.

En 1971 la USAID trabajaba de conjunto con la CIA en proyectos de asistencia exterior especialmente en lo relativo al adiestramiento de fuerzas que por décadas sembraron el terror, particularmente en el contexto de los movimientos progresistas de América Latina.

En la página 218 del documento desclasificado de la CIA «Las joyas de la familia», hay una alusión de Sydney Gottlieb [3] –Jefe de su División de Servicios Técnicos (TSD)– donde especifica que le proporcionó instructores a la USAID para un Curso de Investigaciones Técnicas (Contra Terror). [4]

En un anexo de este memorando, se especifican los servicios prestados, que en el caso de la USAID se trataron de asesoramiento, en un tipo de actividad de entrenamiento tan secreta que se tomó la decisión de mutilar el contenido completo de dos párrafos que la explicaban.

Esta es una prueba significativa de cómo el gobierno de EE.UU. ha utilizado la cobertura de la USAID para conducir actividades en otros países, cuestionadas por los propios estadounidenses.

En la página 600 de «Las joyas de la familia» hay un memorando de 3 páginas dirigido al subdirector de la CIA para Operaciones, escrito el 27 de marzo de 1973 por su jefe de contrainteligencia, James Angleton, en relación con un curso de adiestramiento CIA/USAID.

La traducción del título sería: «Curso Conjunto CIA/USAID # 7 sobre Investigaciones (Técnicas) sobre terrorismo (idioma inglés). Proyecto del Equipo de Contrainteligencia [mutilado]».

Se especifica que se trata de «un plan conjunto de la CIA con la USAID consistente en un programa de entrenamiento para personal de seguridad y de la policía de otros países».

Una parte del entrenamiento, entre el 2 y el 27 de abril de 1973, se llevaría a cabo en la Academia de Policía Internacional ubicada en Washington DC. Esta fase se relaciona a la preparación profesional de los cursantes en aspectos tales como técnicas investigativas, recolección y preservación de evidencias, recopilación de información, expedientes, confección de informes, obtención de información sobre grupos y actividades terroristas así como otras actividades hostiles actualmente identificables en los respectivos países de procedencia de los cursantes. Se incluye un intercambio de dos días con el Escuadrón de Bombas del Departamento de Policía del Condado de Dade en Florida.

La segunda fase del entrenamiento sería llevada a cabo por la CIA entre el 30 de abril y el 25 de mayo de 1973 [5] y se especifica que los técnicos del TSD se presentarán con un manto ante los cursantes.[6]

El objetivo es la preparación práctica real de los cursantes para enfrentar incidentes de explosiones que se conozca o se sospeche ser una actividad terrorista.

El entrenamiento incluiría darle conocimiento básico a los cursantes en:

Uso de técnicas incendiarias y de demolición militar y comercial en la manera en que pudieran utilizarse en operaciones terroristas y sabotaje industrial.

Materiales disponibles comercialmente y técnicas caseras de laboratorio que se pueden usar para manufacturar explosivos y dispositivos incendiarios por terroristas y saboteadores.

Estudios de situación operativa y planes operativos que tienen que emplear los saboteadores y terroristas para desarrollar sus operaciones.

Identificación y fabricación de «caza bobos». Medidas de protección.

Ejercicios prácticos individualizados para detectar y desactivar artefactos explosivos e incendiarios.

Ejercicios prácticos consistentes en investigar incidentes con explosivos con vistas a recolectar y preservar evidencias de fuerza legal.

El memorando deja en claro que la Academia de Policía Internacional [7] es parte de la USAID.

Esta evidencia complementa y profundiza la anterior. La USAID queda involucrada en esquemas y prácticas que en esencia responden a la lucha contra los movimientos de izquierda, utilizando no solo la actividad en general de propaganda, ya de por sí violatoria de la soberanía de los países víctimas, sino procedimientos encubiertos que han contribuido a la violencia y la muerte de miles de personas en los países victimarios.

En 1971, la CIA organizó un intento de asesinato contra nuestro Comandante en Jefe, aprovechando un viaje a Chile. La Agencia encargó la ejecución de este proyecto criminal a un viejo socio, Antonio Veciana, quien trabajaba entonces en Bolivia como funcionario de la USAID.

Entre las páginas más oscuras de la historia de la USAID en América Latina, se encuentra el caso del oficial del FBI Dan Anthony Mitrione, instructor estadounidense en técnicas de tortura.

Mitrione arribó a Uruguay en 1969 –en calidad de jefe de la Oficina de Seguridad Pública de la USAID en Montevideo– para adiestrar a las fuerzas represivas del régimen derechista de Jorge Pacheco Areco, en el contexto de un programa secreto de destrucción de las fuerzas de izquierda en toda América Latina, actividad que aparece documentada en informes desclasificados de la CIA, redactados en el año 1973 por el entonces jefe del staff de contrainteligencia de la Agencia, James Jesús Anglenton. [8]

La USAID y Cuba: una agresión permanente.

En 1995 el presidente estadounidense William Clinton instrumentó el primer paquete de ayuda de la USAID para Cuba con el propósito de promover una «transición democrática». Se amparó en la autoridad de la «Ley de Democracia en Cuba» de 1992, la cual autorizaba a EE.UU. a canalizar recursos a través de ONGs para el apoyo a individuos y organizaciones con el fin de suscitar cambios democráticos no violentos.

El instrumento para tal acto de subversión: la USAID.

En 2002, Adolfo Franco, entonces director para América Latina de la USAID, declaró en audiencia ante el Congreso haber suministrado desde 1997 más de 20 millones de dólares a universidades y ONGs en EE.UU. –para implementar la sección 109 de la Ley Helms-Burton– traducidos en el envío de más de un millón de libros, boletines, videos y otros materiales informativos para activistas de derechos humanos, periodistas independientes y organizaciones no gubernamentales.

El 16 de abril de 2003, Karen Harbert, Sub Administradora Adjunta de La USAID para América Latina y el Caribe, testificó ante una audiencia del pleno de la Comisión sobre Cuba en el Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes de EE.UU. Abogó por que la USAID acrecentara sus esfuerzos para promover una transición rápida y pacífica a la democracia en Cuba.

El Plan Bush de 2002, fortalecido en 2006, constituyó también un espaldarazo al régimen de actividades subversivas acometido por la USAID. En su Capítulo 1 «Acelerando la transición en Cuba», se recomendó adoptar un fuerte programa de asistencia de EE.UU. para fortalecer la sociedad civil cubana.

La Comisión Presidencial para la Asistencia a una Cuba Libre [9] recomendó al gobierno de EE.UU. disponer de 29 millones de dólares adicionales para el Programa Cuba, para uso de la USAID con vistas a:

1. Brindar fondos adicionales a ONGs dispuestas a trabajar en apoyo a actividades de grupos de derechos humanos con el objetivo de financiar un incremento en el flujo de información acerca de las «transiciones», incluyendo las transmisiones de Radio y TV Martí.

2. Apoyar a ONGs involucradas en la asistencia médica, específicamente en la compra y distribución de medicinas, las cuales pueden ser distribuidas a personal médico y de la salud que esté desempleado. Las medicinas sin receta médica, las vitaminas y productos similares pueden ser distribuidos a disidentes y organizaciones de los DDHH para que estos los hagan llegar a sus comunidades de residencia.

3. Trabajar con países aliados dispuestos a apoyar la creación de un fondo internacional para la protección y desarrollo de la sociedad civil. Este fondo sería utilizado para entrenar y financiar a voluntarios de diversas nacionalidades que viajarían a Cuba por varias semanas para ofrecer asistencia técnica y logística a bibliotecas independientes, organizaciones profesionales, caritativas, periodistas, educadores, enfermeras y médicos que trabajan de forma independiente.

4. Financiar iniciativas para ofrecer programas educacionales a familiares de «opositores políticos», lo cual incluye el establecimiento por parte de la OEA de un programa universitario de becas para niños de los «disidentes cubanos» que estudiarían en universidades latinoamericanas.

5. Financiar programas para apoyar los esfuerzos de las mujeres cubanas para construir la «democracia». Tales programas entrenarían, desarrollarían y organizarían grupos femeninos con el concurso de ONGs de terceros países con experiencia en este tema. Los tópicos principales que pudieran abordar dichos programas serían: educación, seguridad de la familia, salud y turismo sexual.

6. Financiar programas para desarrollar grupúsculos en la comunidad afro-cubana. Los programas pueden involucrar a líderes de ONGs de la comunidad afro-norteamericana y de países africanos, quienes formarían en sus respectivas naciones grupos de trabajo sobre Cuba. En esta recomendación se plantea también financiar transmisiones dirigidas a cubrir las necesidades de la comunidad afro-cubana.

7. Financiar programas para captar jóvenes cubanos «desafectos», para permitirles un mayor accionar civil y político en apoyo a la democracia y los DDHH. Como parte de estos programas visitarían Cuba organizaciones juveniles de Europa Central y Oriental, especialmente de Polonia, República Checa, Albania, Serbia, entre otros.

8. Financiar programas de entrenamiento de ONGs para promover la construcción de la democracia y la sociedad civil por métodos pacíficos.

El 15 de enero de 2004 la USAID difundió una hoja informativa sobre el Programa Cuba, cuya meta era favorecer una transición rápida y pacífica a la democracia.

Para cumplir ese objetivo, la USAID dijo que el programa hasta ese momento había comprometido un total de 26 millones de dólares en donaciones a 28 ONGs para establecer solidaridad con los activistas en derechos humanos, dar una voz a periodistas independientes, establecer ONGs cubanas independientes, y hacer un plan para la transición a la democracia por medio de donaciones a universidades y ONGs.

Durante los 9 años previos, la USAID había suministrado aproximadamente 34 millones de dólares a unas 28 universidades estadounidenses y ONGs.

El Programa Cuba de la USAID estuvo representado en los cinco grupos de la Comisión Presidencial para la Asistencia a una Cuba Libre y contribuyó en la confección del informe final dado a la publicidad en mayo de 2004.

En septiembre de 2007 se llevó a cabo una auditoria al Programa Cuba de la USAID que reportó que, hasta esa fecha, se habían llevado a cabo alrededor de 40 proyectos, por un monto de 64 millones de dólares asignados a 30 ONGs.

Los fondos totales para el año fiscal 2008 se proyectaron en 45,7 millones y fueron finalmente adjudicados a través de la USAID y al Departamento de Estado.

En 2008, la USAID aprobó continuar el Programa Cuba del Instituto Nacional Demócrata (NDI), y le asignó un presupuesto ascendente a 250 mil dólares, que en parte se dirigió a maniobras con la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales (FLAMUR), para tratar de potenciar el supuesto poder de convocatoria de la organización.

El 31 de enero de 2008 la USAID había lanzado una convocatoria para el financiamiento de programas subversivos contra Cuba a la que destinó 20 millones de dólares.

Desde sus inicios, la USAID ha sido un instrumento gubernamental de EE.UU. que le ha servido entre otras funciones para legalizar la utilización de fondos con propósitos ilícitos, burlando de esa manera a las instituciones y pueblo estadounidenses en el ejercicio de fomentar causas de oscura moral y al margen de la más elemental decencia en las relaciones internacionales.

Ha sido un instrumento valioso en el apoyo al espionaje y las operaciones encubiertas de diversas agencias de inteligencia de EE.UU., especialmente la CIA, en la dirección de potenciar los intereses hegemónicos de la política exterior de ese país.

En el contexto del mundo unipolar que resultó de la descomposición del Sistema Socialista Mundial y la URSS, la USAID fue fortalecida como punta de lanza en la línea subversiva que de manera abierta y descarada se ha venido aplicando durante los últimos años contra la Revolución cubana.

La filosofía moral de las acciones de la USAID son inaceptables porque socavan la soberanía del país desde el mismo momento en que su efecto inmediato y a mediano y largo plazo es el de tratar de inducir agresivamente cambios políticos e ideológicos internos, en desafío a nuestra constitución y nuestras leyes, que no le incumben a potencia extranjera alguna.

La utilización de otras organizaciones para viabilizar sus políticas, convierte a estas y a sus emisarios, en mercenarios de la USAID, y por tanto, del gobierno de EE.UU., convirtiéndose por ende en violadores de nuestra legalidad socialista y responsables ante el sistema judicial cubano, de las consecuencias de sus acciones.

[1] Idea principal promovida por el presidente de EE.UU. John F. Kennedy al abogar a favor de la ley que al final condujo a la fundación de la USAID.
[2] Jefe de la estación JM Wave durante la Operación Mangosta.
[3] Se está aludiendo a Sydney Gottlieb, Director del programa MK Ultra de la CIA enfocado en la utilización ilegal de varios tipos de drogas sobre seres humanos para modificar su conducta y la producción de venenos y otras armas sofisticadas para el asesinato de personas, especialmente líderes extranjeros. Estuvo directamente involucrado en la preparación de venenos para asesinar al Comandante en Jefe.
[4] Se mutilan dos párrafos completos donde se detallaban los contenidos específicos suministrados a la USAID.
[5] El lugar específico está mutilado.
[6] El manto específico está mutilado.
[7] Estructura a través de la cual se mantienen los contactos con los egresados de los cursos.
[8] Ver página 599 del documento desclasificado de la CIA «Las joyas de la familia», en particular el memorando de 3 páginas dirigido al Sub Director de la CIA para Operaciones, escrito el 27 de marzo de 1973 por James Angleton, Jefe del Equipo de Contrainteligencia de la CIA.
[9] La USAID forma parte de esta comisión.

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