jueves, 29 de septiembre de 2016

Cuba, un pueblo que no se pone de rodillas

Tomado de Pensar Américas
Por Ángel Bravo

Si existe un país cuyo pueblo está impregnado de dignidad, coraje y solidaridad ese pueblo es el cubano. Esos valores no fueron forjados por la dictadura de Fulgencio Batista; ésta se dedicó a exhibir el saqueo, la mafia, la corrupción y el entreguismo; el país fue rematado a los monopolios extranjeros. Si hay algo que puede presumir el capitalismo, por su propia naturaleza, es la explotación, la sumisión y el egoísmo.

Desde 1959 la Revolución se preocupó por crear mujeres y hombres nuevos, y el prototipo de esa aspiración fue Ernesto Che Guevara, quien siempre predicó más con los hechos que con las palabras. Por eso el 18 de octubre de 1967 en la velada solemne por su caída en combate, Fidel Castro hizo un llamado a que las futuras generaciones se inspiraran en el ejemplo del Guerrillero Heroico. Desde 1968 en las aulas de Cuba los niños y adolescentes repiten el lema "Pioneros por el Comunismo ¡Seremos como el Che!". Expresando así el anhelo de “ser combativos, estudiosos, honrados, disciplinados, laboriosos, buenos compañeros, defensores de la Patria, y solidarios con los pueblos del mundo.” Ese fue el Che, hombre lleno de cualidades morales y todo un ejemplo a imitar. Cuando los informes revelan que Cuba tiene hoy más de cincuenta mil colaboradores de la salud en 67 países (sin mencionar los colaboradores en otras áreas), entonces puede entenderse la naturaleza de esa revolución socialista.

Pero Cuba no solo sufre el criminal bloqueo económico, comercial y financiero, sino que también resiste una guerra mediática afanada en ocultar y tergiversar los logros socialistas en educación, salud, deporte, seguridad, artes, protección ambiental, entre otras esferas. A Cuba le puede faltar muchas cosas materiales, pero le sobra decoro, coraje y amor propio (el que no se ama a sí mismo no puede amar a los demás).

En pleno “Periodo Especial”, muchos de los que visitaban la Isla llegaban buscando encontrar los “fracasos” de la Revolución, para luego publicitarlos; tomaban nota de los edificios con la pintura deteriorada, la falta de carros de último modelo, la ausencia de consumismo, cero exposiciones de modas, etc. De lo que nunca se enteraban, y tampoco a la Revolución le interesaba propagarlo (“que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”), era que estaban en un país caracterizado por ser solidarios hasta las últimas consecuencias.

En Cuba puede faltar lo que en otros países (capitalistas) se derrocha, pero éstos carecen de lo que a Cuba (socialista) le sobra: dignidad y valentía. ¿Cuántos países pueden decir que han cumplido alguna misión internacionalista en defensa de otros pueblos contra el dominio de alguna potencia?

Fue en los años difíciles de los noventa, que Fidel más que otras veces, recorría los barrios para alentar a su pueblo a no claudicar ante el acecho imperialista. En varias ocasiones apeló a recordarles cómo había sido tratado Cuba antes por el Imperio, y lo que Cuba había logrado ser ahora: “Antes como ustedes saben al cubano, los yanquis los despreciaban. ¿Podemos decir que hoy nos desprecian? Podemos decir que nos odian, pero nos respetan. Y yo diría más: podemos decir que nos odian, que les da rabia, y no todos; cuando hablo de yanquis estoy hablando de los gobiernos de ese país, no del pueblo, que muchos de cuyos componentes tienen una actitud amistosa hacia Cuba. Pueden odiarnos, pero al mismo tiempo tienen que admirarnos, porque están acostumbrados a ver que mucha gente se le pone de rodillas. Y no toleran, no resisten, sufren mucho cuando ven que hay un pueblo que no se pone de rodillas. Y ese pueblo somos nosotros, ese pueblo son ustedes”. ¿Habrá en el mundo otro dirigente y otro pueblo que pueda expresar una realidad semejante a esta? Cuba ya lleva 57 años de Revolución y por la Casa Blanca van pasando distintos gobiernos de los Estados Unidos, cada uno de ellos avergonzados y sufriendo, por no haber podido derrotar a Cuba; porque se toparon con una Revolución verdadera, porque se encontraron con un pueblo que decidió ponerse de pie.

Característico en Fidel, un gran maestro de la parábola, en una entrevista logró expresar muy bien cómo se recordará a Cuba socialista en la historia: “Al final la gente tendrá que reconocer que fuimos firmes, que defendimos nuestras convicciones, defendimos nuestra independencia y quisimos hacer justicia, que fuimos rebeldes. Y si a David se le recuerda porque luchó contra Goliat, a los cubanos, que constituyen un David mucho más pequeño, contra un Goliat mucho más grande, se le tendrá que recordar por lo menos tanto como se le recordó a David”.

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