jueves, 8 de septiembre de 2016

Presupuesto de #EEUU: Dinero para dominar


Tomado de Revista Verde Olivo
Edición impresa, pág 46
Por Jorge E. Autié González
A fines de noviembre de 2015 el mundo atravesaba por momentos sumamente convulsos. Los gobiernos europeos estaban enfrascados en lidiar con la marea de emigrantes sirios y norafricanos que espantados por las guerras, se abalanzaban a diario hacia sus costas y fronteras terrestres, hasta alcanzar el mismísimo canal de la Mancha. Odio y xenofobia cabalgaron de nuevo.
Los sangrientos ataques terroristas en París habían ensombrecido el espíritu alegre de la “ciudad luz” y la sumieron en un virtual estado de sitio, marcado por toques de queda, allanamientos y esporádicos tiroteos. El sobresalto también alcanzó a otras capitales europeas, que rápidamente encendieron sus alarmas.
Durante ese caos, ocurrió un hecho que los medios informativos a nivel mundial apenas comentaron: el presidente Barack H. Obama firmó la ley que autoriza los gastos del Departamento de Defensa para el año fiscal 2016, que comenzó a correr el 1 de octubre de 2015, y se extenderá hasta el 30 de septiembre de 2016. ¿Cuánto? Una menudencia: poco más de 600 mil millones de dólares.
Interioridades del presupuesto militar de EE.UU.
El asunto no tendría mayor relevancia si no fuera por las cifras involucradas, los propósitos de tanto dinero y la turbia batalla legal que genera cada año la aprobación del presupuesto militar de EE.UU., donde militares, empresarios, políticos y politiqueros se enfrascan por sacar la mayor tajada.
Lo que en EE.UU. se llama presupuesto de Defensa comprende dos partidas fundamentales: Presupuesto Base y Operaciones de Contingencia en el Exterior.
La primera cubre el financiamiento de las fuerzas y los medios de los distintos servicios armados (Ejército, Marina, Infantería de Marina y Fuerza Aérea), sus instalaciones permanentes, los suministros y sus operaciones cotidianas.
 En función de ello, consta de varias subcategorías, entre las que destacan la destinada a sufragar los pagos al personal militar y civil. La de Investigación y Desarrollo, como explica su nombre, está dedicada a modernizar y obtener nuevas tecnologías y procedimientos que permitan adquirir ventajas e incrementar las capacidades de las Fuerzas Armadas de EE.UU. (FFAA).
Se incluye también la de Adquisiciones, que agrupa los fondos que se destinan a dotar a las FFAA de nuevos medios y material de combate.
Esta es la partida que posibilita adquirir, los sistemas de armamento que ya pasaron la fase de investigación y desarrollo, y se ha aprobado su adquisición, después de pasar las pruebas correspondientes. Importante asimismo es la destinada a las Operaciones y Mantenimiento que entre otros aspectos, cubre las actividades que diariamente realizan las fuerzas armadas estadounidenses de patrullaje y defensa del territorio.
Por su parte, la destinada a las Operaciones de Contingencia en el Exterior, acapara el dinero que EE.UU. dedica a cubrir sus gastos en operaciones militares en curso o para hacer frente a crisis internacionales donde se pongan en juego sus intereses. Aquí también pueden incluirse fondos para reponer material destruido o dañado durante las acciones combativas.
 En la ley de gastos del Pentágono para 2016 el Presupuesto Base aumenta por primera vez en relación con los últimos cuatro años. Según esa entidad, se busca recuperar la capacidad combativa de las FFAA, afectada por las guerras que inició ese país con la invasión a Afganistán e Irak, que lejos de terminar se han ampliado a un tercero: Siria. Para las operaciones en el exterior se destinan unos sesenta mil millones de dólares.
Avatares de una ley
Uno de los signos distintivos de la administración Obama ha sido la dificultad para poner en práctica su agenda de gobierno, ante la oposición del cuerpo legislativo estadounidense. La puja entre la Casa Blanca dominada por un presidente demócrata y negro, y un Congreso dominado por el partido Republicano, retrasaron la aprobación del proyecto de ley contentivo del presupuesto de Defensa.
Una primera versión fue presentada a la firma del presidente Obama en octubre, pero recibió el veto por respuesta. En aquel momento la Casa Blanca justificó ese paso alegando que el Congreso proponía crear una cuenta separada para financiar guerras y, sobre todo, por los límites que imponía a sus facultades para cerrar los campamentos de prisioneros en la base naval que ese país mantiene ilegalmente en Guantánamo. Ambas cuestiones fueron pilares de su campaña para las elecciones de 2008, y la segunda, el objeto de su primera orden ejecutiva, aún por cumplir.
El veto creó tensiones, pues durante más de medio siglo los gobernantes estadounidenses han firmado cada año el proyecto de ley que autoriza los gastos del Departamento de Defensa. No obstante, cabe tener en cuenta que privar de sus ingresos a los “hombres y mujeres en uniforme” —término que suelen emplear la prensa y los políticos para referirse al personal de las fuerzas armadas, implica un riesgo político que ninguno de los ocupantes de la Casa Blanca ha estado dispuesto a correr.
El proyecto regresó entonces al Congreso, que produjo una nueva versión, 5 mil millones inferior a la propuesta anterior, pero mantuvo la prohibición de que el Presidente emplee dinero público para transferir a EE.UU. los detenidos que tiene en su Base Naval de Guantánamo. Sin embargo, esta vez el proyecto contó con la aprobación de más de dos tercios de los legisladores, lo que dejó al mandatario sin otra opción que firmarlo, y con ello, convertirlo en ley.
Aspectos sobresalientes del Presupuesto Militar para 2016
 Ceñido por los límites impuestos por el Congreso para contener el crecimiento del déficit fiscal estadounidense, el presupuesto aprobado para 2016 se centra en mantener en curso los programas existentes, más que en promover el desarrollo de otros nuevos, según el Departamento de Defensa. Sin embargo, esta afirmación parece cuestionable si se tiene en cuenta. El impulso que recibirá la producción del Caza de Ataque Conjunto F-35, del cual se adquirirán casi setenta. Con un costo estimado hasta el momento en unos cuatrocientos mil millones de dólares, este apunta a ser el programa de armamento más caro en toda la historia de EE.UU. Para tener una idea de lo que representa, basta decir que esta cantidad es superior al Producto Interno Bruto de países como Austria, Chile o Noruega.
 Además del F-35 los programas de adquisición más importantes son el del nuevo Bombardero de Largo Alcance de la Fuerza Aérea, y el de los submarinos clase Virginia.
 El del nuevo Bombardero de Largo Alcance, rodeado de un gran secretismo, ha estado pivoteando durante años entre el Pentágono y el Congreso de EE.UU. Northrop Grumman una de las empresas gigantes del Complejo Militar Industrial obtendrían ganancias superiores a los 550 mil millones de dólares por la construcción de entre ochenta y cien de estos aviones, previstos para comenzar a entrar en servicio en 2020.
Entre las cualidades de este bombardero destaca que al igual que los actuales B-2 sería de la llamada tecnología “invisible”, o lo que es más correcto, con cualidades que dificultan su detección por la defensa antiaérea. A ello se suma su versatilidad, pues además de lanzar bombas y cohetes, este nuevo avión podrá cumplir simultáneamente misiones de exploración de imágenes y radioelectrónica, y de lucha radioelectrónica. De esta forma se reduciría la cantidad de aviones de aseguramiento necesarios para penetrar una región protegida por una defensa antiaérea fuerte y evaluar los efectos de los golpes.
Además tendrá la opción de ser tripulado o no. El tiempo y las condiciones reales dirán verdaderamente de qué es capaz. Sin subestimar las cualidades avanzadas que de seguro tendrá, es bien conocida la táctica del Complejo Militar Industrial de exagerar las supuestas cualidades de algún armamento para impulsar las ventas, y de paso, infundir el miedo en los contrarios.
En cuanto a los medios terrestres uno de los programas más beneficiados, es el Vehículo Táctico Ligero Conjunto (JLTV), destinado a reemplazar a una porción de los 280 000 Hummer en servicio. Del 2018 al 2022 el Departamento de Defensa prevé adquirir 17 000 de estos vehículos a otro de los gigantes del Complejo Militar Industrial, Oshkosh Defense, cantidad que para 2040 pudiera ascender a 55 000. Los Hummer, que entraron en servicio en 1985 y llegaron a contar con 11 versiones, fueron severamente castigados por los artefactos explosivos durante la guerra en Irak, incluso en sus variantes blindadas.
El nuevo vehículo combina la movilidad de los Hummer y, sobre todo, la protección de los MRAP (Vehículos Protegidos contra Minas y Emboscadas). Tiene dos variantes fundamentales: la primera, (Vehículo Táctico de Combate), tiene cuatro puertas y capacidad para transportar igual número de pasajeros y 1 590 kg. La segunda, (Vehículo de Apoyo de Combate), lleva dos pasajeros y 2 300 kg. Ambas versiones pueden ser transportadas por helicópteros pesados CH-47 y CH-53K. La primera unidad equipada con este tipo de medios estará lista en 2018.
 Por su parte, el presupuesto de las Fuerzas de Operaciones Especiales no sufre cambios importantes, y la Marina se beneficiará con la adquisición de dos nuevos submarinos de la clase Virginia.
 Para “poner la tapa al pomo”, el último presupuesto incrementa los fondos para mejorar y reparar el arsenal nuclear estadounidense, ejemplo de lo cual es la modernización de la bomba nuclear B-61-12. Esta puede ser lanzada por cazas tácticos, incluye un mecanismo guiado que incrementa su precisión. Tal cualidad posibilita su empleo contra obras ingenieras soterradas, como los silos de cohetes balísticos intercontinentales.
Rusia calificó esta decisión como una “provocación”. Su protesta está bien fundamentada, pues dicho paso no tiene otro propósito que el de amenazarla y tratar de empujarla a una nueva carrera armamentista en el área de las armas nucleares, como la que se le impuso a la URSS en la década del ochenta del siglo pasado. La idea de Occidente entonces era desgastar al país que lideraba el campo socialista, lo que en última instancia consiguió.
 El presupuesto para el año fiscal 2016 incluye, asimismo, unos trescientos millones de dólares en ayuda militar para Ucrania, país que aspira a ingresar en la OTAN, a contrapelo de Rusia. También, se ordena al Departamento de Defensa desarrollar una estrategia para contener lo que califica los “intentos rusos de Guerra No Convencional”. Como reza un viejo refrán: El burro diciéndole orejón al conejo.

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