Pero el águila imperial, como ave de rapiña al fin, mira más allá de sus territorios y comienza a promulgar su consigna: “América para los americanos”, aunque hurgando más en la esencia de esta máxima, más bien se debe rectificar: “América para los norteamericanos”.
Por lo tanto, se pudiera decir que los nobles ideales libertarios de los padres de la independencia en América del Norte se convirtieron en una gran mentira, pues se trastocaron con la avaricia y el ansia de conquistas de la metrópoli que los subyugaba. Entonces, no perdieron tiempo para sumergirse en una carrera expansionista, robando terrenos a países vecinos como México, comprando otros territorios a otras metrópolis asentadas en el continente (como España, Francia, la propia Inglaterra y Rusia para el caso de Alaska en 1867) y, sin dejar de mencionar, también conllevó el arrase de poblaciones aborígenes enteras hasta reducir la minoría restante al humillante escalón de la sumisión.
La Carta de Independencia está manchada de sangre con los siglos y en vez de libertades se propaga el rechazo a lo diferente, la exacerbación del odio y el empleo de la fuerza sobre lo que salga de la política de los dictados del gobierno norteamericano. Producto de la política anexionista norteamericana y con las intervenciones llevadas a cabo en Hawai, Puerto Rico, Cuba, Filipinas, Guam, Samoa y Panamá, el célebre escritor y humorista norteamericano Samuel Langhorne Clemens, más conocido por el seudónimo de Mark Twain, escribió consternado: "Que se pinte de negro las franjas blancas y que se agreguen las tibias y la calavera en lugar de las estrellas a la bandera de Estados Unidos". Esto es una caracterización muy elocuente de la piratería de los gobiernos de esta nación.
Teniendo en cuenta el desarrollo, el imperio requirió de nuevas formas de dominación que no implique necesariamente la anexión e instauración de una administración con gobernantes norteamericanos; para eso comenzó lo que se denominó la neo-colonización con la exportación de monopolios y transnacionales que acopiaran la economía del país clave, robando los recursos naturales a bajos costos, utilizando mano de obra barata y vendiendo el producto final con altísimos cánones; la concesión de créditos con intereses que conduzcan irremisiblemente al eterno endeudamiento (imponiendo así el dólar yanqui como moneda de referencia) y favoreciendo a elementos servilistas de la alta burguesía para los puestos presidenciales, los cuales respondan en todo momentos a los mandatos del imperio. En un segundo paso está la creación de acuerdos que conlleven al establecimiento de bases militares, las cuales propicien el estatus de sumisión y/o sirvan para la rápida intervención en el país o el área y así imponer el miedo como máquina de chantaje; crear coaliciones de empresas tapaderas que sirvan para la desestabilización o la creación de conflictos que respondan a los beneficios imperialistas; y por último, y no la menos aplicada, está la intervención militar directa y abierta bajo excusas y pretextos enmascarados en la desinformación y la manipulación de la opinión pública norteamericana e internacional.
Hambre, pobreza, humillación, vicio y muerte han sido los resultados de todo lo que toca el imperialismo yanqui.
La América Central y Sur han sido base de nefastas dictaduras apoyadas y financiadas por los gobiernos norteamericanos, donde aparecieron los golpes de estado y las escuelas de asesoramiento militar por oficiales del ejército yanqui. La Escuela de las Américas, eternamente repudiada, ejemplo irrefutable que engendró criminales, es base de formación de militares expertos en la tortura, el asesinato y las desapariciones (antes enclavada en América del Sur y después trasladada a Fort Benning, Georgia, EUA).
Las guerras promovidas por los intereses imperiales han llevado la carencia de humanismo hasta el punto de usar sustancias químicas y radioactivas, con efectos en las poblaciones y los cultivos por muchos años.
Hoy en día, casi cada rincón del mundo tiene “bajo contrato” una base militar norteamericana que pone en peligro la vida de millones de personas. Son 865 instalaciones militares en más de 40 países, distribuidas en América central y Sur, Europa, Asia-Central, Asía-Pacífico-Oceanía y África, sin contar las instaladas en Israel, Qatar, Kirquizistán, Uzbequistán y Turquía.
Todas, antros de ignominias, abusos, torturas y violaciones de derechos humanos que llevan el amparo de la fuerza.
Además, para la satisfacción lucrativa de la carrera armamentista y las ansias de dominio global, el águila imperial empuja a la creación de conflictos entre países cuando se ponen en peligro los intereses imperialistas. Ejemplo cercano está el que se sustenta entre las dos Coreas, solo por el hecho de hacer cambiar de opinión a Japón sobre la permanencia de la base militar del Cuerpo de Marines en territorio de Okinawa; aún cuando se sabe con certeza que el hundimiento de la nave surcoreana Cheonan fue provocada por seals norteamericanos.
Pero también tenemos la inminente guerra que el gobierno norteamericano está sellando entre Israel e Irán, simplemente para hacer que este último cumpla con los caprichos del imperio.
Ellos intentando ahogar a Irán para que no produzca pacíficamente uranio al 20 por ciento como combustible nuclear, expresado en todos los foros por parte de Mahmud Ahmadinejad y comprobado por observadores de la ONU que han declarado no encontrar violaciones en el programa iraní; pero tanto Estados Unidos como Israel son potencias en la tenencia de armas nucleares que ponen al mundo al borde del descalabro_ ¡Vaya tremenda hipocresía!
EUA con tanto derroche de exigencia y marketing sobre la libertad para el mundo y sin embargo arrastra al mundo al peor de los abismos. Por la política empleada en el siglo pasado y el presente llegará a ser: “El mundo bajo dominio norteamericano”.
La larga lista de intervenciones militares se hace extensa. Cuba ha sido blanco de varias intervenciones norteamericanas (1898, 1906, 1912, 1917 y 1961). La intervención de ese país en el conflicto hispano-cubano (1898), se llevó a cabo bajo la mentira de ayudar al pueblo de la Isla, pero sólo condujo a la instalación de un gobierno administrativo que impuso una enmienda en la Constitución del país, la cual daba voto abierto a Estados Unidos para realizar cualquier intervención de creerlo necesario; también propició la usurpación de parte del territorio de Guantánamo para instalar una base naval. Así mismo, tanto en el año 1902 como en el resto de las intervenciones realizadas, actuaron con despótica injerencia al manipular las elecciones cubanas a su conveniencia. Igualmente el “buen” vecino del norte apoyó el cuartelazo de Fulgencio Batista en enero de 1934 y el golpe de estado en marzo de 1952, siendo éste un asesino sin escrúpulo que terminó huyendo de Cuba con los fondos del país.
Pero Cuba aun hoy en día se encuentra en la agenda de agresiones del gobierno norteamericano, el cual no sólo ha financiado a terroristas para cometer actos de sabotaje a instalaciones económicas dentro de la Isla y diplomáticas en el exterior.
José Martí, dejó bien claro, con su antiimperialismo, la necesidad de no permitir la anexión de Cuba al imperio y el combatir. En aquella época el apóstol de la Revolución, en declaración a The Manufacturer criticaba duramente a los cubanos indignos que pedían la anexión de Cuba a Estados Unidos: "Ningún cubano que tenga en algo su decoro puede ver su país unido a otro... Los que han peleado en la guerra, y han aprendido en los destierros... Los que han levantado con el trabajo de sus manos un hogar virtuoso... los científicos y comerciantes, los ingenieros, los maestros y abogados, los periodistas y poetas no desean la anexión de Cuba por los EEUU, pero desconfían de los elementos funestos que, como gusanos en la sangre, han comenzado su obra de destrucción..."
Este legado les sirve de igual saco a los disidentes internos y externos que hoy en día se venden a los mandatos del imperialismo, dejándose mangonear por las campanadas del señor “Dinero-Dólar/Euro”.
El compañero Fidel Castro, en sus últimas reflexiones, nos ha dado una clara visión de lo que se desencadenará en el mundo producto del desequilibrio mental que cunde en los poderosos del gobierno norteamericano, con Obama a la cabeza.
Pero también la vieja y evolucionada Europa será responsable del cercano desastre por plegarse y prestarse al juego imperialista.
LAS INTERVENCIONES NORTEAMERICANAS EN AMÉRICA LATINA. Javier Peña.
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