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domingo, 19 de septiembre de 2010

De lo dicho a la interpretación va un gran trecho.

Por Gustavo de la Torre Morales
 
Las críticas realizadas a Fidel Castro en estos 50 años van, en un inicio, por lo largo de sus discursos que realmente se llevaban horas, hasta el ridículo de hacerle hincapié a lo literal de una frase de respuesta y que ésta dejaba claro lo incompatible del contexto de la equivocada pregunta.


Claro está, una cosa es lo que se dice y otra es lo que se interpreta, como un proceso natural didáctico entre las individualidades de un vocero y un “receptor”; pero también el mismo lleva implícito los objetivos e “intereses” que se tengan por cada parte, respectivamente.


¿Pesa más una frase malinterpretada que la posición firme expuesta en toda una larga enciclopedia de discursos y reflexiones? Para el caso Fidel Castro cualquier cosa es válida si con ello sirve para lograr una desacreditación a la válida praxis de su ideario.



Carmelo Mesa-Lago en su artículo de opinión publicado, este 18 de septiembre, en La Vanguardia, diario editado en Barcelona para toda España, y titulado “Descifrando al Comandante” (1), lleva la misma carga manipuladora de la que se ha hecho eco la prensa capitalista, la cual explotó abruptamente vaticinando especulaciones sin un reparo ni meditación. Con la diferencia que con este caso en particular, a mi me ha parecido el estar leyendo uno de los tantos pacotilleros chismes de la alta sociedad que se dicen por los programas del corazón y no una valoración seria sobre el pronunciamiento expuesto por el ex-dirigente de Cuba.


La pregunta del periodista Jeffrey Goldberg alude a la validez de exportación del “modelo cubano”; primero como si el sistema social de la Isla fuese un esquema acabado y segundo como si ostentara una “validez exportable” para encajarlo a la fuerza en otros lugares. Dos aberrantes conclusiones que Fidel descartó con su respuesta; pero que el alucinado entrevistador no vio esa luz y prefirió la aclaración de su “experta” acompañante, en vez de adquirirla del propio entrevistado. Por consiguiente, ¿Quién crea más confusión en este mundo de imperiales paranoias anticubanas?


Como se ha dado a entender cientos de veces, el sistema cubano es un proceso social que se va ajustando al contexto del momento y a las necesidades del país, precisando detalles para su fortalecimiento y rectificando los naturales errores de todo proceso que busca su mejor curso; pero sin que en ello se puedan perder sus principios en cada uno de los pasos por los que opta.


El sistema social cubano no es perfecto y nunca se ha pretendido darlo a conocer de esta manera. El mismo consta de sus propios errores, pero también de sus oportunas correcciones; más ajustables o menos, siempre dependiendo también del contexto nacional e internacional; así como de las incidencia de la guerra de sofocación que le impone los gobiernos de los Estados Unidos con la continuidad y recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero (el mismo que muchos politólogos y cubanólogos_ al servicio del enemigo de la Revolución_ intentan reducir al término embargo).


De todas formas, reitero que un proceso, de origen etimológico processus (progresión), es el conjunto de fases de un fenómeno, lo cual no indica en ningún caso una moldura rígida a la cual hay que ajustarse por estructura y tiempo fijos; sino que consta de etapas sucesivas donde se admiten los cambios necesarios, como el caso de Cuba con su sistema social y que ha sido expresado por el propio Fidel en su concepto de Revolución, dado el 1 de mayo de 2001: “Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; …”(2)


Por tanto; ¿Quién dijo que la Revolución cubana se exportaba o se exporta? Si otros países del área han decidido labrarse su propio camino, sin dependencias forzadas ni el visto bueno de la prepotencia foránea o de unos pocos acaudalados internos, no es sinónimo de cubanización; pero si es indicio del despertar de esos pueblos y del rechazo rotundo al acabado sistema del capitalismo. Cada pueblo hace su propio proceso, tomando en cuenta sus características particulares.


Sin embargo, el capitalismo si ha sido una camiseta de fuerza exportada a otros países, donde algunos se les compra con promesas de ayudas, pero que se convierten en un reducto fértil donde exprimir recursos naturales y satisfacer las ansias de las metrópolis (que aún se sostiene en las mentalidades del llamado primer mundo).


Las mismas monomanías asumidas por la prensa internacional es la que demuestra una vez más Mesa-Lago, sumando otro artículo a su compendio contra los logros sociales de Cuba, simplemente para proponer un alza a la privatización como solución enajenante que sólo conduce a las inevitables crisis económicas generadas por el capitalismo. Sin embargo, voluntariamente omite que esos logros de Cuba se lograron después de 1959, muy a pesar de que Fulgencio Batista huyera con los fondos bancarios del país y enfrentado una intransigente política hostil proveniente de Estados Unidos, golpeando cada día.


A este “ilustrado” catedrático no le han bastado las aclaraciones del líder cubano, sigue estancado, y por eso continua en su artículo con un ataque de otros giros; que si nacionalizó a Jruschov como presidente de Rusia y no de la URSS y demás simplicidades.


Carmelo, para haber nacido en Cuba y vivido bien la época de los 60 (ya que había logrado para la fecha su licenciatura, una diplomatura, una maestría y un doctorado, mayoritariamente en los Estados Unidos) olvidó los peligros que cercaron a Cuba en los momentos que condujeron a la crisis de los misiles, en 1962.


Con sólo los mínimos conocimientos de historia, como supone saber de derecho y economía este catedrático para haber tenido suficiente paja para llenar sus 73 libros y cientos de artículos publicado, debería recordar que los gobiernos de Estados Unidos han asestado centenas de duros golpes militares en casi todos los rincones del planeta (contando hasta el humillante lanzamiento de dos bombas nucleares en Japón, ordenados por el presidente Harry S. Truman) y que se han tomado el prepotente privilegio de imponerse por el poderío militar y sin consideraciones humanas con otros pueblos; entonces, ¿cómo Cuba se iba a permitir dejarles dar otro primer golpe, después de la experiencia vivida con la invasión por playa Girón?


No se da cuenta este “instruido” de Mesa-Lago que para aquellos momentos era necesario compensar las fuerzas tan desequilibradas existentes entre Estados Unidos y Cuba; mucho más con la constante política de agresión proveniente de ese gobierno. Aun con los misiles en Cuba, lo más importante no era atacar a los Estados Unidos, sino que esa administración comprendiera que también podían recibir mientras Cuba se defendía.


Hoy en día la población norteamericana puede hacer una apreciable valoración, mucho más después de haber vivido el lamentable ataque del 11 de septiembre de 2001, el cual se llevó sólo unos miles de inocentes vidas frente a los 200 mil que se llevó a la muerte las bombas Little Boy (Hiroshima) y Fat Man (Nagasaki). Las declaraciones del presidente norteamericano Truman fueron: “Ahora estamos preparados para arrasar más rápida y completamente toda la fuerza productiva japonesa que se encuentre en cualquier ciudad. Vamos a destruir sus muelles, sus fábricas y sus comunicaciones”. (3)

¿No se daba cuenta que esas destrucciones también implicaba la eliminación física de niños, mujeres, hombres y ancianos inocentes? Sin embargo, Trumann no dio tregua en sus declaraciones: “Si no aceptan nuestras condiciones pueden esperar una lluvia de destrucción desde el aire como la que nunca se ha visto en esta tierra”. (3)


Y para mayor hipocresía, terminaba su magistral prepotencia con lo siguiente: “Daré más consideraciones y más recomendaciones al Congreso (norteamericano) de cómo el poder atómico puede convertirse en una poderosa influencia para el mantenimiento de la paz mundial”. (3)


¿Quién le daba tal derecho a los Estados Unidos para imponer con amenazas esa tal paz mundial? ¿A cuál paz se refería, a la que determinaran sus dictados como potencia imperial? ¿Las muertes que han ocasionado el hambre y la insalubridad, producto de las guerras gestadas por el imperialismo es la manera de justificar esa susodicha paz?


Es real que ya no se han lanzado más artefactos de este tipo desde agosto de 1945; pero la proliferación y mantenimiento de estas armas aún continúan existiendo en el mundo y en manos como las de los propios Estados Unidos e Israel, lo cual aún constituye un peligro para la humanidad.

Pero evidentemente no es tan importante si con ello se demuestra el poderío del imperio; de la misma manera que lo hacen los Goldberg y los Mesa-Lago mientras tuercen la realidad de las palabras de Fidel Castro.


A mi raciocinio, claro está, el saber lo que se sabe hoy_ usando una parte de lo dicho por Fidel_ no debería valer la pena tanto sufrimiento y sangre humana para que unos pocos mantengan el dominio del mundo. ¿Logrará tal consciencia Mesa-Lago y los que le secundan o preferirán también tergiversar mis palabras?


(1) http://www.lavanguardia.es/lv24h/20100918/54005121938.html
(2) Discurso pronunciado el 1º de mayo del 2001. Granma, 2 de mayo de 2001, p.4.
(3)
http://everything2.com/node/748837

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