Manifestación de protestas contra la represión de los Mossos de Escuadra, en Barcelona |
Con la muerte de Francisco Franco, certificada el 20 de noviembre de 1975, España se ve envuelta en el llamado período de “Transición”, donde la nueva Ley Fundamental lleva a la realización de las primeras elecciones (15 de junio de 1977) después de la “Guerra Civil” y que conllevó a la puesta en vigor de la Constitución de 1978, consagrando al país en un Estado social, democrático y de derecho. Es a partir de entonces que se cataloga como la “construcción de la democracia” en España.
Pero la “democracia” regente en la península es la impuesta con base en la coexistencia de un abismo proverbial entre el deseo popular de alcanzar sus verdaderos derechos a la vida frente al parcializado interés de poder del grupo ideológico que alcance la silla de mandato por superioridad de sufragio (por lo general con la aplicación de una política sutil de doble discurso).
Entonces, ¿Hay democracia?
La fracturación social desiguala la balanza de beneficios e impone como consecuencia una carrera de competiciones por el poder, ayudando al enfrentamiento de la sociedad por la división de clases antagónicas generado por el sistema económico capitalista y permitiendo a las de mayor capital sobreponerse a las más desfavorecidas.
La tenencia del poder económico deja espacio al establecimiento de la hegemonía y aquellos con mayores movimientos de capitales entre sus activos podrán alcanzar un predominio, empujados por un marketing propagandístico que trata al pueblo como si fuera un producto (pero lo que intentan comprar son sus mentes). Nacen las campañas publicitarias, con programas que toquen el sutil incentivo social, pero con la concurrencia de vías para no conllevar su materialización real (más promesas, pero cumplirlas ¡Nunca!).
El rápido análisis nos guía a que si los adinerados depone su capital en el beneficio de todos, pues no existirían los ricos (cada vez más ricos) ni los pobres (cada vez más pobres). Es deductivo que la clase de los grandes capitales también se asocian políticamente en una fuerza que represente sus intereses comunes, ajeno totalmente de los intereses sociales.
¿Hay algún propietario de alguna industria automotriz o siderúrgica que vele por el bienestar de sus trabajadores y coopere para que alcancen un salario justo según su jornal, o nunca desaparezcan las plazas laborales en tiempos de vacas flacas?
De seguro que no. ¡Ah! Y la filiación política de estos poderosos señores está en el bloque se aferra poder por heterogéneas vías radicales, pujando por la aprobación de leyes gubernamentales llenas de ambigüedades, con posibilidades y, principalmente, libertades de decisiones que no se vean entorpecidas por vías legales de resguardo a los trabajadores. Por eso los salarios bajan, el pago de la seguridad social se tambalea, crecen los contratos temporales, decrecen los contratos fijos, crece el desempleo (parados), los acuerdos sindicales se desvanecen y los trabajadores forzadamente aceptan un salario desmejorado por un mayor jornal, etc. ¿Se les asemeja esto en algo a la reciente Reforma Laboral tan polemizada en España?
¿Hay algún banquero que represente realmente los intereses del pueblo o sea miembro de algún movimiento social o político que desee cambiar el mundo para establecer un sistema más igualitario y justo? Si los hubiese, ¿Entonces por qué los banqueros se hacen más poderosos que el propio Estado con el dinero del pueblo?
Los bancos crecen con el manejo del dinero que circula a través de ellos (dinero del pueblo también) y han arrastrado al país a esta crisis generalizada. Después de haber sido rescatados con los fondos del Estados (los cuales deberían ser destinados a beneficios sociales) implementan medidas más cruentas conducidas a obstaculizar la aprobación de créditos y propiciando cada vez más el fácil despojo de una familia de su casa, perdiendo el hogar y los ahorros que han entregado con la hipoteca.
¿Decimos algo sobre las empresas dedicadas al ladrillo (construcción)?_ No creo que sea necesario recordar el explote de la burbuja inmobiliaria, donde afloran la falta de cumplimiento de las normas de calidad en las construcciones, el irrespeto urbanístico, la falta de previsión de las fuerzas naturales y/o violación de los naturales causes de recursos fluviales y características geográficas de las zonas donde se sitúan poblados y ciudades. Todo por el simple hecho de vender y obtener ganancias a toda costa y sin prever consecuencias o resultados.
Y espero que a nadie se le ocurra decir que la crisis es por culpa del tercer mundo, porque éste se convirtió en pobre por el despojo de recursos al cual ha estado sometido de por siglos a cuenta del llamado Primer Mundo o Desarrollados.
Por tanto, y volviendo al tema, la situación actual de desvalijo social está creado a conveniencia por el sistema capitalista, incentivando el enfrentamiento de ideologías y clases y sin ánimo de concientizar o incentivar la construcción de un mundo más justo.
Las privatizaciones de los beneficios sociales, la desregularización estatal, la revalorización especulativa de capitales, la acumulación y la explotación por extracción de plusvalías generan los desequilibrios que tiene el sistema.
La salvación a los anteriores males no está en la financiación de la deuda privada hasta el punto de hacerla legalmente pública o como variante vender la deuda en el mercado global para “salvar” la economía del país; aunque los menos listos no se den cuenta que más bien están vendiendo el país a pedazos. El resultado final que se vivencia son más impuestos, más recortes, menos libertades y más engaño. ¿Y dónde demonios quedaron las promesas de las campañas electorales de quienes han jugado con el poder de gobernar?
¿Hay realmente representación del pueblo y su participación real en la problemática del país?
El pueblo no tuvo voz ni voto en las medidas tomadas por el gobierno cuando bajaron los salarios, suprimieron ayudas sociales o congelaron pensiones. El pueblo no fue tomado en cuenta para privatizar cada vez más la educación y el servicio sanitario público. El pueblo no participó en análisis o discusión alguna sobre los vuelos secretos de la CIA sobre territorio español. El pueblo no es escuchado cuando grita la injusticia existente por la gran disparidad de salarios entre trabajadores y los políticos, como tampoco que un ciudadano tenga que cotizar 35 años para una jubilación (siempre indecente) y los diputados sólo necesitan siete años para recibirla (jugosamente); así como que los miembros del gobierno español, para cobrar la pensión máxima, sólo necesiten jurar el cargo. El pueblo no es consultado sobre las medidas necesarias contra políticos corruptos que aún deambulan impunemente en sus cargos. El pueblo queda de figurín en los deseos de los políticos o de los partidos de fuerza.
Decir que el pueblo elige es una grandísima falacia. Realmente los candidatos a los diferentes escaños al poder salen del interés de las cúpulas de los partidos, sin consenso ni participación popular.
No hay que ir muy lejos ¿En estas elecciones municipales y autonómicas del 22M, a cuál barrio fueron a preguntar sobre qué pensaban de María Dolores de Cospedal, Rita Barberá, Alberto Ruiz Gallardón, Jordi Hereu, Manuel Ángel Fernández, Belisario Camblor, Xavier Trias, Carles Puigdemont, Brénea Chaves Cuevas, Ramón Guanter Bruixola, etc, etc, etc?
Para el mayor por ciento de ellos y sus partidos el barrio o la ciudad sólo fueron escenarios de una comparsa de falsas sonrisas, insulsas promesas, pasajeras preocupaciones, abrazos tramoyistas y un libre comercio de eslóganes para terminar el ardid. Y para cerrar el puente, los medios de información intentan en cada campaña electoral comportarse como una peña mercenaria que se venden al mejor postor que aporte un dineral sólo para promover sus comerciales. El diabólico adagio que prima es que la publicidad es más importante que los problemas sociales que acongojan. La buena publicidad + soñadas promesas + palabras adecuadas en el discurso se pueden traducir en votos.
Pero además, el sistema cercena la participación publicitaria de los partidos minoritarios, limitándolos a escenarios más pequeños con escasos votos. Amén de que con la crisis existente y los problemas cruciales perennes en la ciudadanía, los partidos políticos devoran un amplio presupuesto en sus campañas; además de ser subvencionados con dinero del arca estatal; es decir, de todos los contribuyentes residentes en España, con o sin derecho al voto.
A modo de conclusión del punto, el sistema implementado en España y gran parte de Europa no es más que una copia fiel hecha por los europeos del modelo estadounidense, el cual sirve al proyecto de “dividir para reinar”.
España ha creado dos grandes fuerzas de aparentes “contraposiciones”: el Partido Popular (PP), con una línea derechista y de notorio espectro servil al imperialismo yanqui; y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), el cual ha perdido la verdadera línea socialista y aceptó que le dictaran desde la derecha (interna y de la Comunidad Europea) las normas a seguir y, por tanto, poco a poco actualmente va recogiendo su derrota en las urnas.
Conjuntamente a estos dos anteriores, aparecen de medio alcance con intereses regionales los partidos de Convergencia i Uniò (CiU) y el Partido Aragonés (PAR), quienes poseen igual ideología a pesar de usar diferentes discursos. También aparecen otros de medio y pequeño alcance como Unión Progreso y Desarrollo (UPyD), Ciutadants, etc, que no escapan de lo mismo en su resumir.
¿Qué es la democracia?
Sin embargo, según el vocablo “Democracia”, proveniente del antiguo griego (δημοκρατία) a partir de los vocablos δῆμος («demos», que puede traducirse como «pueblo») y κράτος (krátos, que puede traducirse como «poder» o «gobierno»), expone dos formas de presentarse: una donde el pueblo puede deliberar y tomar decisiones que regulan la vida social (directa) y otra donde el pueblo elige representantes que deliberen y tomen decisiones (indirecta).
Es decir, la consulta social y la participación directa o indirecta del pueblo en la solución de los problemas y el camino a seguir. No un camino zigzagueado por el ping-pong dictado de los partidos en su lucha por el poder, por los consorcios industrializados o los banqueros e inversionistas (o la patronal).
¿Las elecciones en España demuestran que hay democracia?
Creo que democracia no es dejar que unos pocos con mucho dinero en sus bolsillos sean los que decidan por los muchos que tienen poco o nada. Como tampoco el ganar unos votos de más sumergiendo al pueblo en futuristas promesas que se pierden fugazmente un día después de las elecciones.
SE PUEDE DECIR QUE SIN LA PARTICIPACIÓN DEL PUEBLO, CUALQUIER PROCESO SOCIAL NO ES DEMOCRÁTICO PORQUE ASÍ SE QUIERA LLAMAR.
Si tomáramos estas elecciones del 22M como referencia, se podría observar el amplio por ciento de abstencionismo y nulidad existentes en las votaciones. De los 34 682 112 electores solamente participó un 66.23% (22 971 350), decantando su posición por algún partido el 63.4% (21 997 832), ya que el resto e ellos (973 518, un 4.22%) que participó en las votaciones decidió dejar su voto en blanco o nulo, lo cual sería casi lo mismo que sumarse a los que se abstuvieron (11 710 762, un 33.77%).
El alto porcentaje que una vez más se muestra en la decisión de dejar votos en blanco, dejarlos nulo o de abstención no es sinónimo de democracia, sino del cansancio social a la inmensa desconfianza que siente en el sistema que vive o que lo hacen vivir. Es la resignación a ver que la política del país es un engaño bajo el uso del fraude de los desnaturalizados con verdaderos principios de justicia social… y al final el pueblo se ve en las mismas una vez más.
¿Para dónde va la “democracia” del Estado Español?
Va por el camino del constante fracaso, como mismo va el director de la orquesta: el gobierno de los Estados Unidos con su falso Nobel de presidente, marioneta de los centros de poder de ese país.
Alternativas las hay. Los pueblos deben reivindicar sus derechos por medios de sus diferentes formas de lucha (pacíficas convenientemente) como plantel de revertir el mutilado y desgastado sistema capitalista.
La huelga general de septiembre del año pasado en España, Gracia y otros países; así como y el movimiento DRY (Democracia Real Ya) que comenzó de manera aislada días atrás (con claro civismo y organización) han demostrado la posibilidad de unión y fuerza de movilización que puede tener la clase obrera y el pueblo en general para reclamar sus derechos. La intervención popular para exigir la detención del llamado “exceso de austeridad” que imponen los gobiernos con sus políticas de recortes, no es más que la muestra de insatisfacción social con el sistema.
Sin embargo, aun cuando es comprensible la animadversión existente en el movimiento DRY con cualquier identificación política, teniendo en cuenta que algunos los han querido utilizar como mercado y otros disparan ataques camuflados en el discurso; la manera más eficaz de llevar una propuesta en marcha, justa y abarcadoramente social, es con la identificación plena con una línea ideológica que responda verdaderamente a los intereses que demandan, ya que la abstención no es camino a lograr soluciones. Sí que muestra descontento, pero no resuelve problemas.
Será ilusorio si alguno de los “disgustados” del movimiento obrero o del DRY, que ejercieron el voto, piensa que votarle a partidos con línea derechista, de carácter regional o nacionalismo extremo, con proyecciones xenófobas, tolerantes con políticas de favoritismo con los grandes capitales y banqueros, o inclinados a que la austeridad del gobierno la debe pagar el pueblo, o que aplauda la hegemonía imperialista basada en agresiones hacia otros pueblos que prefieren un camino diferente, entonces estaría traicionando la causa por la que lucha su movimiento.
Sin embargo, desafortunadamente, partidos con estas tendencias son los más favorecidos en las últimas votaciones. Algo que se debería analizar y concientizar también en estos debates populares que se ejercen en las acampadas.
Todavía hay fuerzas políticas que poseen un programa verdaderamente democrático, renovador, de transformación social en beneficio de todos los sectores, en especial con las demandas de la clase obrera, con las reales necesidades de la juventud, con iniciativas para el beneficio social de diferentes sectores (discapacitados, la niñez, la maternidad, la vejez), con políticas económicas de respeto con el medio ambiente y regularizando los tratados comerciales bajo condiciones de respeto y beneficio bidireccional, con real proyección solidaria con otros pueblos y sin recortes que respondan a las demandas del capitalismo salvaje e irracional.
Es ello hay que tener en cuenta la reflexión al calor del 15-M y de los resultados electorales del miembro de EUiA y Secretario General del PCC (Cataluña), Josep Nuet, ha expresado: “Los programas comunes y mínimos que salen de Sol, Catalunya, los hipotecados, el movimiento vecinal o el sindicalismo de clase, constituyen el cuerpo básico de las demandas/acción y deben ser nuestra hoja de ruta. Hay que convertir ese plan en un plan de mayorías y no debe comportarse contradictoriamente lo que pedimos en la calle y lo que pedimos en los ayuntamientos y parlamentos.
Si repaso las demandas acordadas en la Puerta del Sol o en Plaza de Catalunya me congratulo con el 80 o 90% de ellas, ¡están en nuestros programas desde hace mucho! ¿Qué nos separa pues de ellos y ellas? ¡Sin duda las prácticas!”
El pueblo español debería mirar en otras direcciones y verá el ejemplo que emana de los otros pueblos, como los de América Latina, que sí han logrado hacer Revoluciones palpables con la voz y el trabajo mancomunado entre el pueblo y los dirigentes que ellos han elegido democráticamente por estar linealmente identificados con la búsqueda de soluciones a los problemas heredados del capitalismo. Pueblos integrados al trabajo renovador del gobierno, construyendo sociedades verdaderamente ajustadas a sus propias necesidades, basados en la constante consulta popular sobre los problemas cruciales de la sociedad; así como llevando a cabo la solidaridad desinteresada entre los pueblos del mundo.
Amén de las patrañeras mentiras que promueven los medios (capitalistas), la traición de algunos vende patrias y el constante ataque del gobierno norteamericano por disímiles vías (incluyendo el uso de gobiernos lacayos europeos), tanto el gobierno de Cuba como el de Venezuela gozan de la confianza e integración de sus pueblos y avanzan enfrentando sus dificultades en el proceso constructivo de sus respectivas Revoluciones.
Otros países se suman a la necesaria transformación: Bolivia, Ecuador y Nicaragua van haciendo sus propios caminos, despojándose paulatinamente de los residuos de la burguesía capitalista, la cual no ha resuelto ninguno de los problemas que han vivido por muchísimos años. La explotación a los campesinos y trabajadores, el robo de recursos amparados en la inversión de transnacionales foráneas, el fenómeno de la privatización de servicios sociales, el crecimiento de la deuda externa, la dependencia económica hacia organismos internacionales usados como instrumentos (FMI, BM, OMC, G8, World Economic Forum y demás que gravitan afianzando el poderío hegemónico), el analfabetismo, la insalubridad, el desempleo, la pobreza, la corrupción política y demás son engendros del sistema capitalista y consolidados por la fuerza de acciones militares por Estados Unidos, la OTAN y otros.
Hacer un mundo mejor sí es posible, crear y desarrollar una verdadera democracia en España sí es posible. Pero la unión de las fuerzas comunes del pueblo con la izquierda se hace imprescindible y necesaria: "con nosotros, IU, ICV-EUiA."
Como bien dice un periodista y comentarista cubano: “ahora saquen ustedes sus propias conclusiones”.
Represión de los Mossos de Escuadra contra los acampados en Plaza Cataluña_Fotos El País |
Nota adicional: como un mensaje nada subliminar, aquí hay una muestra más de la democracia que tanto pululan algunos para Cuba.
Gira a la derecha, pero el corazón está a la izquierda, como nosotros, compañeros, como un rojo clavel de justicia encendido.
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