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domingo, 24 de julio de 2011

El 26 de julio.

Hoy en día, hablar del 26 de julio de 1953 es platicar, además de los acontecimientos ocurridos en los cuarteles “Moncada” y “Carlos Manuel de Céspedes”, también de la heroica revolución rebelde que se levantó en la Sierra Maestra y se llevó hasta los mismos llanos de toda Cuba; es trasmitir la emancipadora luz del ideario martiano que sigue siendo una guía continua; es comprender la bravura de un pueblo con alta convicción independentista y de lucha por el derecho al respeto de la soberanía que goza.

Es nunca olvidar a todos aquellos muchísimos héroes que cayeron en combate y de tantos otros quienes siguen deponiendo todo de sí para salvar las conquistas alcanzadas; es nunca romper el ineludible principio para alcanzar toda victoria: la UNIDAD.

Hoy en día, hablar del 26 de julio es sostener y desarrollar la cultura sobre el peldaño culto de toda su manifestación autóctona, clásica y sincrética; es seguir cultivando con la educación sin distinción discriminatoria sobre nadie; es enriquecer el servicio de salud con batallones de médicos en cada casa o rincón del territorio y el planeta.

Es continuar creando otros miles de programas sociales nuevos para el beneficio de todos por igual; es sentir el honor del valor de la mujer y su necesario e importante papel para construir toda obra revolucionaria; es abrirle paso a la aguerrida juventud arrolladora que ocupa su espacio dentro del proceso socialista; es respetar el derecho de la libre participación de la sociedad entera en debates, análisis y discusiones que conlleven a la constante actualización del sistema económico y político.

Hoy en día, hablar del 26 de julio es hablar de rectificar errores y seguir combatiendo para erradicar males internos que aún existen; es enorgullecerse de la histórica solidaridad internacionalista que promueve el pueblo cubano.

Es denunciar que cinco valerosos cubanos se encuentran en cárceles norteamericanas bajo una acusación infame y por el simple hecho de salvar a la Patria de los verdaderos terroristas.

Hoy en día, hablar del 26 de julio es ver como un pueblo entero se moviliza, en un dos por tres, festejando en una marcha con su mar de banderas cualquier efemérides de la historia o denunciando las sucias maniobras del imperialismo y sus secuaces.

Es comprobar que la cultura política de un pueblo libre se basta para bajarle los sumos a los apátridas que buscan limosnas en la SINA y que no encajan dentro de la sociedad.

Hoy en día, hablar del 26 de julio es interiorizar todo cuanto abarca la palabra Revolución sin que pierda su dulce ajiaco de cubana.

Pero para mantener la síntesis de todo este conjunto sin quebrantar las fibras que lo componen, al hablarse del 26 de julio hay que hablar de la integridad, el tesón, la combatividad, la modestia, la honestidad, el compañerismo y el ejemplo de conducta que en todo momento expuso el indiscutible líder de la Revolución cubana, quien supo sumar en sí toda la sabiduría de nuestra historia, levantando la bandera de la estrella solitaria como estandarte por sobre los pueblos del mundo para sostener un faro guía en la lucha por la independencia y el antiimperialismo.

Por todo esto, podemos decir que el 26 de julio se convirtió de un hecho, en un movimiento, en la lucha del pueblo, en una Revolución, en la batalla de ideas y el férreo sostenimiento de principios esenciales dentro del proceso de construcción social socialista; pero también se convirtió en el significado de un indiscutible líder: Comandante Fidel Castro Ruz.


“Hay hombres solares y volcánicos; miran como el águila, deslumbran como el astro, sienten como sentirían las entrañas de la Tierra, los senos de los mares y la inmensidad continental.”
José Martí

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