Tomado de Moncada Grupos de lectores en el mundo.
Por Dr. Esteban Morales.
UNEAC
En realidad lo que
hoy llamamos contrarrevolución cubana, murió al nacer. Estados Unidos, como
siempre ha hecho, frustró también toda posibilidad de que la contrarrevolución,
que a partir de 1959 se organizaba, pudiese lograr ningún grado de
legitimidad.[1]
La contrarrevolución
también puede ser legítima, en la medida en que se proyecta y sea teorizada
sobre el fundamento real de la existencia de clases desplazadas del poder,
que luchan por reinstalarse nuevamente en este.
Es que los procesos
revolucionarios, también legítimos, mucho más porque se sustentan en el
avance, pueden retroceder, ser derrotados, revertidos y hasta suicidarse
(como lamentablemente ocurrió con la Revolución Granadina). La revolución
puede ser reversible, indicando así que no existían en realidad condiciones para
su triunfo definitivo.
Pero la llamada
contrarrevolución cubana actual, no es legítima, ni lo será nunca. Primero,
porque los que trataron de organizarla, no tenían fundamentos históricos, sino
solo intereses personales. Y por razones meramente personales se puede
asesinar, armar revueltas, corromper procesos, pero nunca crear verdaderas
organizaciones, plataformas de lucha, ni articular movimientos políticos
contestatarios del poder de la revolución y articular una plataforma política
coherente, una estrategia, un discurso, a menos de que la propia revolución
se deslegitime.
Pero los problemas de
la ilegitimidad de la llamada contrarrevolución cubana actual comenzaron mucho
antes de 1959. Veamos lo que pretendemos decir.
La revolución cubana
derrotó en 1959 una dictadura sangrienta, la de Fulgencio Batista, que
representó el último eslabón del poder de una contrarrevolución, que había
triunfado entre 1898 y 1902, liderada por Estados Unidos y secundada por las
fuerzas anexionistas y plattistas que incluso, habían formado parte, algunas de
ellas, del propio movimiento independentista contra
España.
La revolución para
entonces, era la martiana, que buscaba una república “con todos y para el bien
de todos” , la cual fue momentáneamente derrotada por una clase que comenzó
paulatinamente a penetrar los poderes civil y militar de la lucha
independentista, envió sus representantes a combatir contra España, para no
quedar al margen y finalmente se alió con Estados Unidos, para sacar adelante su
proyecto de república, que no era la martiana, sino la aliada de Estados Unidos,
la del protectorado primero y la neocolonia
después.
No quiere decir, que
algunos miembros de esta misma burguesía no estuviesen en desacuerdo con lo que
ocurría en la república surgida a partir de 1902, pero no fueron capaces de
evitarlo, ni tampoco hicieron gran oposición, sino que se aprovecharon de ella.
Solo las masas populares organizadas y líderes esclarecidos, patriotas
verdaderos, mantuvieron vivas las llamas de la lucha por la verdadera
independencia.
Existían sin lugar a
dudas dos proyectos en pugna; el martiano, que combatía por la independencia
contra España, pero observaba con preocupación las apetencias de Estados Unidos
sobre la Isla, por lo que pretendía cumplir con el doble propósito de una
Cuba libre de España, pero al mismo tiempo independiente de Estados Unidos.
El otro proyecto, era
el de aquellos que hasta luchaban contra España por lograr la independencia de
esta, pero no confiaban en que Cuba pudiese darse a sí misma una república
independiente, sin la tutela de Estados Unidos. En parte también, porque muchos
de ellos, les temían al peso que las masas populares y desposeídas tenían dentro
de las fuerzas que combatían contra España, en la etapa final de la contienda
independentista del periodo 1895-1898.
La parte más poderosa
de la burguesía cubana, como clase, en realidad, nunca fue independentista y
mucho menos revolucionaria, era demasiado dependiente de España o de Estados
Unidos en último caso. Por lo cual este ultimo volvió a tomar el mando de la
acción contrarrevolucionaria, a partir del triunfo revolucionario de 1959,
incluso antes, para ayudar a los desplazados por la revolución a reinstalarse
en el poder. Tratando por todos los medios de hacer aparecer la actividad
contrarrevolucionaria interna como una contienda civil. Deslegitimando así a las
fuerzas de la revolución. Cuestión esta que coincidía con los intentos de
Estados Unidos de recuperar a Cuba y con los intereses de la burguesía
desplazada, la cual siempre se había conformado con hacerle la segunda al poder
norteamericano en la Isla.[2]
Por eso, los que ahora
denominamos “contrarrevolucionarios cubanos”, no son ni siquiera eso. Sino
simples mercenarios al servicio de una potencia extranjera; armados,
entrenados, educados y financiados por Estados Unidos, para tratar de derrocar
al poder revolucionario en Cuba y así recuperar sus bienes y privilegios, que
es lo único que les interesa. Por lo que el patriotismo de estos últimos, cabe
en el bolsillo más pequeño de cualquier prenda de vestir.
Por eso no tienen
plataforma política propia, ni discurso que convenza a nadie, ni moral,
prestigio, ni verdaderos líderes. Son solo un grupo de corsarios al servicio de
Estados Unidos, que lo mismo van por dinero a Centroamérica, que al África o
que contratan mercenarios desempleados para que vengan a poner bombas en los
hoteles turísticos de Cuba. Fuera de la plataforma que les ofrece la política
norteamericana contra Cuba, pero sobre todo, al margen del dinero que reciben,
no son nadie, no existen más allá de su nostalgia por retornar a la Cuba de
los años cincuenta.
En resumen, estos que
ahora llamamos contrarrevolucionarios, son herederos de la contrarrevolución
que triunfó en Cuba a partir de 1898, liderada por Estados Unidos y secundada
por los sectores anexionistas de la burguesía criolla, los reformistas, aliados
de la burguesía imperialista norteamericana y de los sectores políticos que, en
los Estados Unidos, deseaban para Cuba un protectorado, o una neocolonia y no
una república independiente.
Sin embargo, aunque el
proyecto martiano no triunfó entonces, el mismo hizo contribuciones, que fueron
determinantes para la continuidad de la lucha por la verdadera independencia.
Por cuanto José Martí lideró una tercera guerra, organizada y apoyada
masivamente, de tal modo que esta resulto fundacional para la identidad
nacional cubana; la cultura política independentista y para sembrar las
semillas del antiimperialismo, evitando así la anexión de la Isla a Estados
Unidos.[3]
Por ello, la
dialéctica revolución-contrarrevolución no es nada nuevo en la historia de
Cuba. La contrarrevolución ya triunfó en Cuba por varios años; y siempre bajo
el mismo liderazgo (Estados Unidos) secundada por las mismas fuerzas políticas:
los plattistas, reformistas y anexionistas de
siempre.
Los cubanos de la Isla
no necesitan entonces saber que ocurriría en Cuba si triunfara una
contrarrevolución, lo saben. Pues lo vivieron.
Por lo cual, toda la
reacción del pueblo cubano ante los intentos de Estados Unidos ahora por retomar
el control de la Isla, se despliega sobre un solo telón de fondo, de que todos
los cubanos de la Isla conocen como Estados Unidos administraría una
contrarrevolución triunfante en Cuba.
De esta historia
sintéticamente contada, provienen las razones de la condescendencia del
ejecutivo norteamericano con la mafia criminal, que ha liderado la
contrarrevolución contra Cuba.
No estaba el gobierno
norteamericano negociando con un enemigo, el caso de Elián González, sino con
su histórico aliado estratégico, que se les había ido de las manos.
Es que resulta
necesario conocer bien que, la mafia anticubana de Miami, no es una simple pieza
táctico-funcional de la política norteamericana hacia Cuba. Es mucho más que
eso. Es parte de una estrategia integral de un proyecto político contra Cuba a
bien largo plazo.
Aun y cuando esta
mafia, tuviese que ver limitado su perfil de participación en una primera etapa
por reconquistar a Cuba, de todos modos no podría prescindirse de ella en la
siguiente etapa.
Los
cubanos-americanos, constituyen para la política norteamericana algo así como la
"Cuba alternativa",[4] al decir de Luís
Ortega, "La patria portátil", que no tiene sino como objetivo, después de
derrocar el poder revolucionario en Cuba, asegurarse de que esta no se les
vuelva a escapar de las garras.
De lo contrario, ¿cómo
imaginar que diez administraciones norteamericanas, por más de cincuenta
años, hayan invertido tanto dinero y recursos para tratar de desestabilizar a
Cuba y “clonarla” del otro lado del Estrecho de La
Florida?
Esa ha sido una
estrategia de tan largo plazo, como la de la "fruta madura " de J. Quincy
Adams. Se trata de la variante por medio de la cual Cuba llegaría a ser
finalmente norteamericana.
Aunque es nuestra
opinión, que el verdadero papel que la política norteamericana le tiene asignado
a los cubano-americanos en su estrategia anticubana, es el de segundones,
simples administradores. Por lo que no pueden hacerse ilusiones al respecto. Lo
demás son simples circunstancias coyunturales. Por eso las administraciones no
quieren ni pueden prescindir de ellos.
De aquí, en su
momento, el interés desmedido de la administración Clinton por convencer a los
secuestradores de Elián González, de que entregasen al niño, sin tener que
verse el gobierno obligado a utilizar la fuerza. Se trataba de hacer todo lo
posible por darles a entender a la mafia cubanoamericana, que, con su
tozudez, estaban afectando algo más estratégico en las relaciones entre los
grupos contrarrevolucionarios y la administración
norteamericana.
Por eso demoro tanto
en aparecer la voluntad por parte de la administración de solucionar el
problema del niño afectando a su aliado. Dándole un golpe que lo anulase como
posible pieza de su política hacia Cuba.
La administración
ejecutó finalmente la decisión sobre el niño, por lo que ello representaba, en
medio de una opinión pública interna casi totalmente adversa a continuar
esperando y de una opinión internacional muy crítica. También, porque la
decisión preliminar del tribunal de Atlanta, con el niño en manos de la mafia
miamense, auguraba dificultades y complicaciones mayores hacia el futuro
inmediato.
Pero la dilatación del
proceso, tanto por parte de la administración como de la mafia, llevaba
implícito la esperanza de que Juan Miguel González cediese ante la realidad, de
que si se quedaba en los Estados Unidos podría tener al niño y mucho más.
Pensamos que todos eran partidarios de ese tipo de solución, que solo la
firmeza revolucionaria del padre de Elián pudo
conjurar.
Por lo que todo ello,
no fue más que un ejemplo de que las administraciones estadounidenses han
utilizado a la mafia contrarrevolucionaria contra Cuba y continuarán
utilizándola. El grado en que lo continúen haciendo puede que llegue a ser algo
no solo producto de su voluntad política, sino también de cómo se desarrolle
hacia el futuro el debate de la política hacia Cuba.
La Habana, Mayo 12 del
2012.
[1] Desde antes
del triunfo revolucionario de 1959, ya el entonces presidente Eisenhower hacia
todo lo posible por evitar la toma del poder político por parte de la fuerzas
revolucionaras lideradas por Fidel. Como ello fue imposible, entonces la
actividad de los planes contrarrevolucionarios fraguados, organizados y
financiados desde Estados Unidos, se concentraron entonces en evitara
toda costa que las fuerzas revolucionarias se consolidaran en el poder. Todo lo
cual tuvo lugar siempre bajo el liderazgo de las administraciones
norteamericanas hasta hoy.
[2] Para ampliar ver: Esteban Morales. Cuba- Estados Unidos: Las esencias de una confrontación histórica. Revista Universidad de La Habana, No. 260. La Habana, Cuba, pp.150-167.
[3] Creo que es importante esclarecer, que la anexión, tal y como era vista en esa época, no tiene ya vigencia. .Se trataba entonces de que Cuba llegara a ser una estrella más en la constelación de estrellas de la bandera norteamericana. Pero, ¿ podríamos imaginar hoy, que la extrema derecha que lidera la política hacia Cuba nos conceda, según ellos, el” honor” y el “privilegio” de ser un estado más de la Federación con todos sus derechos y deberes? Luego la anexión de que se habla, no iría más allá de devolver a Cuba al área de influencia de Estados Unidos nuevamente.
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