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| La congresista cubanoamericana Ileana Ros y su fardo de la mafia miamense usando a María Luisa Tamayo en sus comparsas contra Cuba. | 
Por Por Edmundo García
Ayer viernes el programa “La tarde se mueve” transmitió 
en Miami el discurso de Raúl Castro el 
26 de julio en Guantánamo. No un fragmento 
manipulado, no un “resumen” tendencioso de los que suele hacer la prensa 
parcializada de esta ciudad, sino el discurso en su integridad. Después le pedí 
a la audiencia que dijera si creía o no que ya era tiempo de que Estados 
Unidos aceptara la reiterada propuesta 
de Cuba de conversar en igualdad de condiciones, como acababan 
de escuchar en palabras del presidente cubano.  
Pude tomar un total de 17 llamadas. De ellas 12 fueron 
a favor de la propuesta de Raúl para iniciar conversaciones, como incluso había 
prometido el presidente Obama cuando se estrenaba en política 
latinoamericana en la reunión de Puerto España, cosa que en 
cuanto a Cuba no ha cumplido. Hubo 1 llamada en contra de que esto se produjese; 
y otras 4 llamadas que hicieron comentarios generales no vinculados directamente 
al tema. Dichos audios están disponibles en la página de “La noche se mueve” (www.lanochesemueve.us)  y de “Progreso 
semanal” (www.progreso-semanal.com). Sobre la 
posibilidad de aceptación del ofrecimiento de Cuba un oyente dijo que hacía 
falta un segundo término para que el presidente Obama pudiera conducirse con 
menos presión; otro agregó que le parecía normal que la interacción se 
produjera, porque desde hace tiempo altos funcionarios norteamericanos cuando 
salen de sus cargos se han expresado con respeto sobre Cuba y considerado a su 
gobierno como serio en los tratos. Incluyendo al presidente 
Carter, que está a favor de la normalización de relaciones. 
Otro participante en el programa dijo que las relaciones eran algo que 
beneficiaba a los dos pueblos y que todo lo que tenga esa consecuencia debiera 
apoyarse.    
El oyente discrepante, a pesar de ser ofensivo en su 
participación, me dio la oportunidad de recordar que si la negativa al diálogo 
entre gobiernos se sustenta en la controversial expropiación sin compensación a 
ciudadanos norteamericanos a principios de la revolución, no se puede olvidar 
que fue el mismo gobierno de Estados Unidos quien no quiso aceptarlo porque en 
su opinión ello entrañaba un reconocimiento al naciente gobierno revolucionario 
cubano. A diferencia de esta posición norteamericana, ciudadanos y empresas de 
otros países fueron expropiados y compensados, y hoy las cuentas están claras y 
saldadas.  
Aunque para ser justos, habría que tomar en cuenta todo 
el daño que Estados Unidos ha causado con su política a la economía y al pueblo 
cubano por más de cincuenta años, y que hasta ahora no ha tenido compensación. 
Por eso lo mejor es llegar a la mesa sin poner exigencias previas, como 
imprudentemente hizo el secretario de Estado adjunto para Asuntos Públicos 
Mike Hammer cuando opinó sobre la oferta del presidente cubano. 
Sin prejuicios se puede hablar de todo: de las compensaciones, de la liberación 
de algún prisionero del interés de Estados Unidos, de los llamados derechos 
humanos, de la llamada libertad de prensa, etc.  
El discurso fue claro. Se dijo en buen cubano que la 
mesa estaba servida para tratar todos los temas. Incluyendo el financiamiento 
por Estados Unidos de esos pequeños grupos que aceptan dinero para hacer lo que llaman oposición y que es uno 
de los grandes problemas para el entendimiento entre los dos 
países.  
Un ejemplo de que Estados Unidos sigue alentando la 
injerencia contra la soberanía cubana es la participación de algunas 
instituciones norteamericanas en una reunión celebrada recientemente en el 
Capitolio, sede del Congreso Federal, bajo el propósito declarado de que en Cuba 
halla un estallido social. ¿Qué pensaría Estados Unidos si Cuba promoviera en La 
Habana reuniones con ciudadanos norteamericanos para cambiar este país? El 
pasado jueves 2 de agosto sesionó en Washington DC un foro con el título de 
“Movimientos democráticos bajo el totalitarismo”, donde no se hizo otra cosa que 
gastar el dinero del contribuyente para  difamar a los dirigentes y al pueblo 
cubano.  
Entre los promotores de esa reunión estuvo el auto 
titulado Directorio Democrático Cubano de 
Miami, que recientemente ha sido denunciado por Cuba por estar 
vinculado a actividades precisamente antidemocráticas al querer empañar la visita de Su Santidad Benedicto XVI a la 
isla. Se trata del mismo Directorio que usó la lamentable muerte de un 
prisionero cubano para hacer campaña contra Cuba, y terminó trayendo y abandonando a su familia en Miami.  
Estuvo además en esa reunión la National Endowment for Democracy, 
representada por su presidente Carl Gershman, y el Instituto Republicano Internacional, 
reconocidos como promotores de la contrarrevolución interna; incluso sobre este 
último, el IRI, la televisión nacional de Cuba confirmó sus relaciones con los extranjeros involucrados en un accidente de 
auto en la isla donde fallecieron dos ciudadanos cubanos. En el evento 
también estuvieron Petr Gandalovic, embajador checo en Estados Unidos; András 
Bácsi-Nagy, encargado de negocios de la Embajada de Hungría en Washington DC y 
asistieron o enviaron su apoyo públicamente los senadores Marco Rubio y Bob Menendez, 
así como los congresistas Ileana Ros-Lehtinen, David Rivera, Mario 
Diaz-Balart y Albio Sires. Además, no podía faltar una 
representación de la pandilla extremista miamense con Silvia 
Iriondo, Janisset Rivero y Darsi 
Ferrer, la nueva adquisición; entre otros.   
El objetivo de esta comparsa no era construir a un 
futuro democrático como dicen, sino todo lo contrario: quieren restaurar un 
pasado en el cual ellos fueron derrocados. El discurso central estuvo a cargo 
del ex congresista Lincoln Diaz-Balart. El orador no pudo ser 
más retrógrado y propuso como modelo para los anticubanos de hoy viejos 
proyectos de su padre, ex ministro de Fulgencio Batista, quien fundó desde el 
extranjero una organización contrarrevolucionaria llamada La Rosa Blanca que el 
propio Lincoln preside y en cuya representación habló.  
Pero hay más. Lincoln Diaz-Balart dijo que el político 
Victor Anfuso, viejo congresista norteamericano Demócrata por New York, amigo de 
su padre, introdujo en 1962 una resolución pidiendo que Estados Unidos 
reconociera formalmente a un gobierno de Cuba en el exilio. Lincoln acepta en su 
discurso que la idea le parece muy lógica, por lo que no es descabellado 
preguntar: ¿Es que quiere Lincoln Diaz-Balart convertirse en el futuro 
presidente fuera de Cuba reconocido por Estados Unidos? ¿Alternaría ese cargo 
con el de abogado y representante de los intereses de los magnates que quieren 
generalizar el juego en Miami?  
Cualquiera puede comprender que reuniones como esta, 
alentadas y financiadas por instituciones y autoridades norteamericanas, no 
benefician la normalización de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Para 
no hablar de la protección a terroristas de origen cubano en el sur de la 
Florida y de otras modalidades supuestamente pacíficas que buscan el 
derrocamiento de la revolución cubana por otros medios.  
Aunque cada día aparece por ahí una nueva campaña, una 
conferencia, una organización, una carta, una marcha, declarando que va a llevar 
una supuesta democracia a Cuba, no quiero terminar este artículo sin hablarles 
de la reciente recogida de firmas en internet para respaldar unos cuantos 
párrafos demagógicos y faltos de realismo titulados “Llamamiento urgente por una 
Cuba mejor y posible”. Son las mismas tesis de siempre, firmadas por las 
personas de siempre: Carlos Alberto Montaner (con pronósticos que 
le cuentan generales y ministros que no existen), Carlos Saladrigas (de cuyas contradicciones ya 
les hablé y que se repiten ahora), Juan Antonio Blanco (que 
de funcionario comunista ha pasado a ser experto en contrarrevolución), y otros. 
No acaban de escribir un proyecto y ya están escribiendo otro; solo para 
sentirse reconocidos, solo para difamar y crear malos ambientes que desvíen la 
atención del proceso de cambios que se desarrolla en la isla. Reuniones y 
papeles como estos acaban siempre en el basurero de la historia porque parten de 
la ignorancia de la Cuba real, de su gente y su dirección. Cuba tiene algunos 
problemas que cada día trabaja por solucionar, es cierto, pero Cuba no está en 
guerra civil, ni en la miseria, ni asolada por epidemias o hambre, como suponen 
y en el fondo desean estos falsos demócratas.  
Para que 
no se me quede nada en el tintero, les quiero alertar que esta semana el senador 
Marco Rubio dijo a la cadena hispana Telemundo que ya está hablado con 
Mitt Romney que si él gana las elecciones los viajes a Cuba y los 
contactos entre los familiares serían severamente restringidos.

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