Yésika  Mora Hernández es una niña cubana que lleva cinco años y casi 
cuatro meses inmóvil, acoplada a un equipo de ventilación mecánica; y a 
pesar de su estado, cada miércoles, una maestra hace magia y la conduce 
por mundo del aprendizaje.
Tomado de Trabajadores.
Por Orestes Ramos Lorenz.
A los siete meses de nacida Yésika  Mora Hernández comenzó a vivir 
en un cubículo especialmente habilitado del Hospital Pediátrico 
Provincial José Martí, en Sancti Spíritus; este 12 de febrero cumplirá 
los seis años; nunca ha abandonado el centro de salud desde entonces; su
 padecimiento, atrofia muscular espinal, en su grado más severo, no se 
lo permite.  La niña permanece acostada, respira con ayuda de un equipo 
de ventilación pulmonar por un tubo insertado a través de la tráquea. 
La institución médica y en especial el equipo de la Unidad de 
Cuidados Intensivos Progresivos donde se encuentra, le prodigan los más 
exquisitos cuidados, así ha sido desde el primer día que llegó allí, 
hace  cinco años y casi cuatro meses.
Por lo que refieren, la entrega del quehacer médico no es posible 
reflejarla en toda su dimensión, la niña es parte de ellos; los 
cumpleaños son celebrados con esplendor por todos en el hospital. Cuando
 un médico regresa de misión siempre hay un regalo para Yésika.
La niña no puede hablar como consecuencia de la respiración asistida,
 pero desde septiembre podría ser el único caso en Cuba y tal vez en el 
mundo con la enfermedad de Werdnig-Hoffman tipo 1 que reciba clases, de 
preescolar en correspondencia con sus limitaciones, en esa propia sala 
donde se ha creado un ambiente infantil por el personal médico y la 
familia; “aunque se violen las normas hospitalarias”, como refiere el 
doctor Francisco Felipe Martín, Frank como es conocido, jefe de la 
unidad asistencial.
"Ella tiene una afectación neuromuscular (de origen genético), pero 
su nivel intelectual es normal; por interés del Hospital, un equipo de 
pedagogos elaboró un programa docente específico para ella, explica el 
especialista.
Desde que la niña comenzó a recibir clases no ha presentado 
infecciones respiratorias como era recurrente en otros momentos, aun 
cuando no hay un estudio que vincule ambos acontecimientos.
“El bienestar del paciente influye sobre su sistema inmunológico, se 
ve alegre, no podemos afirmar científicamente que sea como consecuencia 
de las clases, pero es evidente la mejoría de su estado de ánimo”, 
afirma.
Maestra ambulante
A María del Carmen Caballero García, maestra de la enseñanza 
especial, le ha correspondido iniciar a Yésika en el aprendizaje 
escolar; ella comparte las clases ambulatorias con su esposo Rafael 
Herrera, quien ahora se desempeña en los hogares de otros niños 
limitados físico-motores que no pueden asistir a la escuela, ambos 
pertenecen al claustro de la Escuela Cheché Alfonso.
 Aunque Yésika es el caso más connotado por sus características, no 
es el único que recibe clases en el Hospital Pediátrico espirituano; 
cada día de la semana María del Carmen lo dedica a un área de la 
institución médica teniendo en cuenta el número de alumnos ingresados y 
su estadía.
“Cuando hay un niño hospitalizado converso con la familia, voy a la 
escuela a donde pertenece, me comunico con la maestra y ella me dice los
 contenidos que necesita se le den al niño según el tiempo que lleva 
faltando, cuando son de otro municipio me dirijo a la escuela Bernardo 
Arias (la más cercana) para confrontar el programa y los contenidos.
“En los demás casos, cuando el maestro va a la casa, se habilita un 
espacio allí y se hace un “aula” que no se toca, con todos los 
atributos, escudo, bandera, para que sienta como si estuviera en una 
institución docente; así se realiza en toda la provincia, refiere. 
Por la diversidad de situaciones resulta una tarea ardua y de 
constante creatividad, pero a la vez constituye un estímulo para la 
maestra que cuenta con una experiencia de 37 años en la enseñanza 
especial y además tiene que compartir su tiempo entre la institución, 
las labores del hogar, los nietos y estar hasta altas horas de la noche 
preparándose para lo que le espera al siguiente día.
“Me mantiene alerta, no sé lo que me voy a encontrar en cada momento,
 me obliga a investigar, relacionarme con muchas personas, interactuar 
con los padres; lo agradecen como su fuera un favor, aun cuando les 
explicamos que es nuestro deber; también me ha permitido crear nuevas 
amistades, conocer gente y cosas que no hubiera sido posible de otro 
modo, afirma satisfecha María del Carmen.
Yésica en lo más profundo
Yésica en lo más profundo
“Yo lo llamo la esperanza en la mirada; en mi comunicación con ella 
todo es a través de la mirada, todo lo manifiesta con la mirada, le 
señalo un color y asiente o rechaza abriendo o cerrando los ojos; es 
posible gracias a un entrenamiento a través del tiempo que le ha 
propiciado la familia y el colectivo de cuidados intensivos del Hospital
 que tienen obsesión con esa niña…
“Comencé en septiembre a darle clases; la inteligencia es normal, 
aunque ella no mueve ni un músculo, los ojitos son lo único que indican 
movilidad; los conocimientos de ubicación arriba-abajo, 
derecha-izquierda, asentir o negar para identificar colores, círculo, 
triángulo, todo lo realiza con la vista, aun no me he adentrado en la 
diferenciación del cuadrado y el rectángulo, porque podría resultarle 
muy difícil.
“Para el aprendizaje de la letra “ele” le confeccioné una muñeca de 
trapo, vestida con uniforme escolar igual que ella, la nombré Lola, se 
ha convertido en su compañera inseparable y durante las clases es un 
personaje más, su compañera de aula; Yésika, identifica a Martí, a 
Fidel…
Cuando visitamos el hospital se encontraba acompañada por la abuela 
materna, Aida Alonso (la madre rendía un examen de contabilidad y 
finanzas); refiere que desde que está recibiendo clases la niña se ve 
distinta, “cuando vio a la maestra por el cristal su carita se iluminó, 
quiere que se quede…
Llegó la Profe
Para la institución médica María del Carmen constituye un fuerte 
apoyo al igual que para las familias y los niños ingresados, es como un 
regreso a un mundo del cual se distancian y que añoran.
“A pesar de estar hospitalizados, se crea una expectativa enorme, mi 
aparición los saca del medio, de la inyección, de la enfermera; el niño 
cuando está en la escuela a veces quiere estar enfermo para no asistir, 
quedarse en el hogar en sus juegos, pero cuando está enfermo quiere la 
escuela, estar con sus compañeros; es muy gratificante ver las caritas 
cuando uno llega a la sala.
Una frase ha quedado grabada para María del Carmen que sintetiza el 
agradecimiento familiar, en ocasión de la Jornada del Educador la mamá 
de Yésika, Yairé Hernández Alonso, le trasmitió una felicitación que 
concluía: gracias por existir.
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