El 30 de abril, el Departamento de Estado de los 
Estados Unidos publicó su Informe por Países sobre Terrorismo 
correspondiente al año 2013, que reiteró la absurda designación de Cuba 
como “Estado Patrocinador del Terrorismo”, por trigésima segunda 
ocasión.
Sin embargo, al Departamento de Estado no le queda otra opción que 
reconocer en su propio informe que en el 2013, “el Gobierno de Cuba 
apoyó y auspició negociaciones entre las FARC y el Gobierno de Colombia 
con el objetivo de lograr un acuerdo de paz entre ambas partes”; que “no
 hay información de que el gobierno cubano haya suministrado armamento o
 dado entrenamiento paramilitar a grupos terroristas”; y que “miembros 
de ETA residentes en Cuba fueron reubicados con la cooperación del 
gobierno español”.
Pero aún así, consideraciones de carácter político y la necesidad de 
justificar a toda costa el bloqueo, fracasado y unánimemente rechazado 
por la comunidad internacional, se imponen a la racionalidad una vez 
más.
Como único pretexto para apoyar esta calumniosa acusación contra 
Cuba, el Departamento de Estado alude a la presencia en nuestro país de 
“fugitivos” de la justicia estadounidense, ninguno de los cuales, vale 
aclarar, ha sido acusado de terrorismo. A algunos de estos ciudadanos se
 les concedió asilo legítimamente, mientras que otros que cometieron 
delitos en los Estados Unidos, fueron debidamente juzgados y 
sancionados, y decidieron residir en Cuba tras el cumplimiento de sus 
sentencias.
El Gobierno de Cuba ratifica que el territorio nacional nunca ha sido
 utilizado ni se usará para acoger a terroristas de ningún origen, ni 
para organizar, financiar o perpetrar actos de terrorismo contra ningún 
país del mundo, incluyendo los Estados Unidos. De igual forma, rechaza y
 condena inequívocamente todo acto de terrorismo, en cualquier lugar, 
circunstancia y cualesquiera que sean las motivaciones que se aleguen.
Es el Gobierno de los Estados Unidos el que emplea el terrorismo de 
Estado como un arma contra países que se oponen a su dominación, utiliza
 métodos repudiables como la tortura y emplea tecnología militar 
avanzada, incluidos los aviones no tripulados, para ejecutar 
extrajudicialmente a supuestos terroristas, incluso ciudadanos 
estadounidenses, y han causado además numerosas muertes de inocentes 
entre la población civil.
Cuba es uno de esos países que, por defender su independencia y 
dignidad, sufrió durante décadas las consecuencias de actos terroristas,
 organizados, financiados y ejecutados desde el territorio de los 
Estados Unidos, con un saldo de 3 478 muertos y 2 099 discapacitados.
Cuba, América Latina, el Caribe y el mundo jamás olvidarán que es el 
Gobierno de los Estados Unidos el que sigue dando refugio a terroristas 
de origen cubano, como Luis Posada Carriles, autor intelectual del 
primer atentado terrorista contra la aviación civil en el Hemisferio 
Occidental, que provocó la explosión en pleno vuelo, frente a las costas
 de Barbados, de un avión de Cubana de Aviación, el 6 de octubre de 1976
 y el fallecimiento de sus 73 pasajeros. Paradójicamente, mantiene en 
prolongada e injusta prisión a los luchadores contra el terrorismo, 
Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, por delitos que no
 cometieron.
El Ministerio de Relaciones Exteriores rechaza enérgicamente la 
manipulación de un tema tan sensible como el terrorismo internacional 
para convertirlo en instrumento de la política contra Cuba y demanda que
 se excluya definitivamente a nuestro país de esta lista espuria, 
unilateral y arbitraria que es una afrenta al pueblo cubano y 
desacredita al propio Gobierno de los Estados Unidos.
La Habana, 30 de abril de 2014

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