| Agustín Díaz Cartaya. Foto: Raúl Pupo/ Juventud Rebelde | 
Por Vladimir Pérez Casal
Un himno es un canto o texto narrativo
 que expresa sentimientos elevados de alegría y celebración; en tanto 
las marchas cantan las victorias militares. En un principio los himnos 
fueron una composición coral, para después perpetuarse como género de 
poesía latina en la Edad Media y además, fueron la representación 
musical o literaria de un acontecimiento que produce la necesidad de 
plasmarlo en música o texto para perpetuarlo.
El marchar hacia un ideal de paz, prosperidad y libertad, con la 
convicción del triunfo, aún cuando solo se comienza, son sentimientos lo
 suficientemente alegres y elevados como para que el himno o “Marcha del
 26 de Julio”, de Agustín Díaz Cartaya (25 de septiembre de 1929), esté 
al lado de sus pares más rancios como lo son el de Déborah, la profetisa
 que cantó la acción de gracias al Dios hebreo en el 2710 a.n.e. o el 
Gran himno a Atón, compuesto por el faraón Akenatón entre 1353 y 1336 
a.n.e., entre otros.
“Dos marchas epopéyicas”, Editora Política, La Habana, 1999, 24 págs,
 de Mario Lazo et al, es un folleto que trata acerca de la historia de 
la composición y la primera grabación de las marchas o himnos “del 26 de
 julio” y la conocida como “De pie América Latina”, ambas compuestas por
 Cartaya, también asaltante al cuartel de Bayamo, el 26 de julio de 
1953, acción que, junto al asalto al cuartel Moncada, cumple por estos 
días 61 años de realizada.
La historia pudo haber comenzado antes, pero fue en la finca Santa 
Elena, en Los Palos, donde después de una práctica de tiro Fidel le dijo
 a Cartaya: “Thompson, hace falta que hagas un himno para el Movimiento 
¿Tú crees que puedas tenerlo en tres días?”.
Según cuenta el compositor, era la primera vez que dejaba de sentirse
 tratado como un marginal, era la primera vez que no se sentía 
discriminado por su color de piel o por su escolaridad, era la primera 
vez que se le daba la oportunidad de luchar, además de que era la 
primera vez que le pedían algo que tendría con los años importancia 
histórica, esto último lo presintió desde que se lo dijo el jefe del 
naciente movimiento insurreccional; y como eran tantas primeras veces, 
escribió la primera versión de la “Marcha de la Libertad”, el nombre que
 tuvo el himno al inicio, en tres días.
El 24 de julio de 1953, en casa de Mercedes Valdés de Oro[i],
 en San Celestino y Campo, Marianao; Fidel escuchó la marcha por primera
 vez, le gustó, y la conversación entonces versó sobre la partida 
inminente hacia la acción y los obstáculos que podrían surgir en el 
viaje.
El 25 de julio, en la posada “Gran Casino” de Bayamo, donde los 
asaltantes al cuartel “Carlos Manuel de Céspedes” estaban reunidos y 
Fidel, tras ultimar detalles sobre el inminente asalto, le preguntó a 
Cartaya por la marcha y por su estado de ánimo.
Después vendría el combate, el fracaso de la acción armada, la 
escapatoria hacia La Habana, el regreso a Marianao, la noticia de la 
captura de Fidel, la incertidumbre, los nombres de tantos compañeros 
muertos y asesinados, su presentación a los policías diciendo que él 
había sido un asaltante, las torturas, los golpes, el juicio y la 
cárcel. La nota de Fidel se la llevó Melba[ii]
 allí, y en ella le pedía que cambiara algunas frases en el himno donde 
se destacara la sangre derramada por los combatientes, y entonces cambió
 la tercera estrofa de lo que se conoce ahora como la “Marcha del 26 de 
Julio”[iii].
“Dos marchas…” tiene de valor que los acontecimientos están narrados 
de primera mano por sus actores, Mario Lazo Pérez, Agustín Díaz Cartaya,
 Carlos Faxas Valerino y Gilberto Aldanás Gutiérrez, sucintamente, dejan
 el testimonio de la acción vivida sin pensar que el libro es, desde los
 orígenes de la humanidad, una de las formas de preservar y transmitir 
cultura, es decir: creencias y conocimientos, en toda la dimensión 
espacio-temporal, y los autores truncan, por lo escueto del texto, el 
proceso de codificar, almacenar y recuperar del pasado el momento que 
solo ellos vivieron y nos cuentan, y esa es tal vez la sed que deja al 
lector este folleto, el saber más detalles de toda esa historia.
Conocido es que los participantes en los hechos del Moncada y Bayamo,
 presos en la Isla de Pinos, le espetaron a Fulgencio Batista el himno 
en su cara y la rabieta de los militares fue tanta que Fidel y Raúl 
salieron para otra celda, aislados y a Cartaya le dieron tantos golpes 
que aún los recuerda; pero para el autor de estos himnos ha sido esto 
motivo de orgullo siempre, como también lo es que el pueblo identifique 
al Comandante en Jefe con las notas musicales de la “Marcha…”.
El autor de la “Marcha…”, es un joven con más de ocho décadas de 
vida, poeta también, al que espero no le compilen y publiquen sus versos
 póstumamente sino mientras otros se lo puedan comentar, de quien me 
precio de ser amigo y con quien he tenido el gusto de leer a 4 ojos, 
porque su vista no lo acompaña mucho ya, desde Horacio, pasando por 
Píndaro y la historia de Temístocles, hasta los innumerables tomos 
escritos por Daniel Florencio O’Leary, el general irlandés que en 1831se
 dedicó a recopilar y ordenar su archivo, y redactó bajo el título de 
“Memorias del general O´Leary” sus recuerdos sobre el Libertador, de 
quien fuera ayudante.
Justifico estas líneas a propósito del folleto “Dos marchas….”, como 
un homenaje no solo al himno que nos ha acompañado, sino también a los 
combatientes de la gesta de julio de 1953, a quienes cayeron en las 
acciones o fueron asesinados posteriormente o ya no están vivos; y al 
pueblo de Cuba, que tiene y tendrá presente la sangre derramada de sus 
hijos; un homenaje a nuestras penas y sufrimientos, a la unidad, que es 
lo primero; a la convicción de triunfar, eso es lo que hemos de hacer, 
como nos dice el himno; arriesgando, decididos, por esa causa hasta la 
vida.
[i]
 Madre del combatiente Hugo Camejo Valdés (1918-1953), asesinado por 
soldados de la dictadura el 27 de julio en el cuartel Carlos Manuel de 
Céspedes de Bayamo.
[ii] Melba Hernández del Rey (1921-2014), combatiente que junto a Haydée Santamaría Cuadrado (1923-1980), participó en la acción.
[iii]La “Marcha del 26 de Julio” tuvo tres cambios en su texto de la versión prístina a la que conocemos ahora.
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