| Título en el The Guardia: Primer Ministro español niega hablar de los fondos ilegales; pero admite un pésimo manejo acerca del escándalo. Después de meses de evasión, Mariano Rajoy dice a los parlamentarios que su error fue en apoyar a su ex-tesorero puesto en prisión. | 
“Camino a una dictadura”, “amenaza a la democracia”, “problemática”, “autoritaria”,
 estos son los términos que han aparecido en la prensa internacional, en
 relación al anteproyecto de Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana
 (conocida como ‘ley mordaza’) que el Consejo de Ministros aprobó hace 
unas semanas. Una nueva normativa que ha despertado el recelo de 
columnistas del diario británico The Guardian o del alemán Die Tageszeitung (TAZ), de cuya polémica generada se han hecho eco varios rotativos europeos y que recoge Brais Benítez en lamarea.com.
En el Reino Unido, The Guardian con el 
titular “De Québec a España, las leyes contra la protesta amenazan 
verdadera democracia”, una información firmada por Richard Seymour 
asegura que “el choque entre la austeridad neoliberal y la democracia 
popular” ha producido una crisis de “ingobernabilidad” 
en las autoridades. “La reorganización de los estados en una dirección 
autoritaria es parte de un proyecto a largo plazo para detener la 
democracia manteniendo un mínimo de legitimidad democrática, de eso es 
lo que van las leyes antiprotesta”, mantenía el rotativo británico, que 
calificaba la reforma legal en España como “un ataque a la democracia”.
“No se trata sólo de un elemento más de disuasión de las protestas, 
sino que tiene un efecto de domesticación a largo plazo para este tipo 
de manifestaciones”, señalaba el artículo. The Guardian 
repasaba las modificaciones legales en varios países y extraía una 
tajante conclusión: en aquellos donde ha habido recortes y retrocesos en
 derechos y libertades, los gobiernos han endurecido las leyes para 
evitar que los ciudadanos protesten.
El columnista señalaba, además, la diferencia del trato policial 
entre las protestas convocadas por organismos “oficiales”, como podrían 
ser los sindicatos, y las manifestaciones protagonizadas por ciudadanos 
que no están bajo ningún ente de este tipo. “Al tratar con las protestas
 más grandes en representación de entes ‘oficiales’, la policía tiende a
 preferir enfoques consensuados y negociados, y tienden a tener una 
mayor distancia física sobre las personas”, indicaba el artículo. “Por 
el contrario, los pequeños grupos de manifestantes que representan 
coaliciones sociales independientes son más propensos a ser considerados
 extremistas , terroristas o incluso –suspiro teatral– anarquistas, y 
por lo tanto sujetos a la policía militarizada, la vigilancia directa y 
la coerción física, con la invocación de la ley ‘antiterrorista’ u otras
 leyes represivas”.
“Te deja sin palabras”
El diario cooperativo alemán Die Tageszeitung publicó un artículo con el titular “Camino a la dictadura”. En su columna, el corresponsal del TAZ
 en España, Reiner Wandler, criticaba las limitaciones legales de la 
protesta afirmando que el hecho de que a las “víctimas de la política de
 estabilidad europea y los que protestan” se las amenace con multas 
“deja sin palabras”.
“En Madrid no sólo se debe prevenir la protesta social, sino también 
erradicar la pobreza mediante multas. Quien duerme en la calle puede 
esperar multas de hasta 750 euros. Y si se queja, puede conllevar 30.000
 euros adicionales por insultar o amenazar a la policía”, denunciaba el 
artículo, publicado antes de que el Ejecutivo español rebajara algunas 
de las sanciones que preveía inicialmente el borrador.
“En España, claro, no se ha llevado a cabo un golpe de Estado, y el 
Parlamento todavía está allí, pero ya no defiende más los derechos 
civiles”, concluía.
“Una ley contra los indignados”
También el semanario alemán Der Spiegel se hacía eco de la reforma legal y recogía las declaraciones de la portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Ada Colau, quien denunciaba el “autoritarismo máximo” que supone la norma. También las del director de Greenpeace en España, Mario Rodríguez:
 “Esta es la nueva arma del Gobierno para intimidar a los desobedientes,
 a los ‘niños malos’”. “La ley se dirige contra el movimiento de los 
indignados”, aseguraba Der Spiegel, a la vez que destacaba que “sólo las dictaduras negarían a sus ciudadanos el derecho a manifestarse”.
En Italia, Il Giornale informó de que 
“indignarse en España saldrá caro”, y destacó como “muy discutible” la 
confección de un “registro de infractores” que prevé la reforma legal, 
“con nombres y apellidos de los autores, y la fecha y el lugar del 
evento”. En una información firmada por Giuliana De Vivo, se hacía eco 
de la “polémica” suscitada por el anteproyecto de ley y constataba que, 
“si estuviera en vigor en Italia, aligeraría gran parte de la cuenta 
bancaria de algunos de los participantes en manifestaciones”.
En este sentido recordaba el “provocador beso” de una manifestante a 
un policía antidisturbios durante una protesta contra la construcción de
 una línea de tren de alta velocidad en la ciudad de Susa: “Según lo 
declarado por la protagonista, ‘no era un mensaje por la paz, sino que 
quería ridiculizar a la policía’”. Así que, insinuaba el artículo, con 
la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana en vigor, en España este 
acto podría llegar a sancionarse con hasta 1.000 euros por “vejar o 
injuriar a los agentes de las fuerzas de seguridad”, una sanción que 
inicialmente se preveía como grave, con multas de hasta 30.000 euros.
Una reforma “altamente problemática”
El Consejo de Europa también manifestó sus reparos a la reforma legal del Gobierno. El comisario europeo de Derechos Humanos, Nils Muiznieks, afirmó en Bruselas que el borrador presentado por el Ministerio del Interior es “altamente problemático”,
 y planteó sus dudas acerca de la necesidad de mantener estas 
“restricciones en una sociedad democrática, sin interferir demasiado en 
la libertad de reunión“.
Muiznieks se mostró “seriamente preocupado” por el impacto que pueda 
tener la ley sobre los derechos fundamentales y declaró que espera que 
el Ejecutivo “no vaya más allá” en la limitación de la protesta porque 
la ciudadanía tiene derecho a expresar “el desacuerdo con las medidas de
 un Gobierno”.
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