El diario 'The Independent' ha publicado testimonios 
relativos a la intervención del Reino Unido en Irak: diferentes 
políticos británicos parece que quieren obstaculizar la difusión de la 
investigación sobre la guerra. Las pesquisas, que arrancaron hace más de
 cinco años, podrían sacar a la luz detalles inconvenientes para algunos
 de los actores importantes de la palestra internacional. 
En marzo de 2003 George W. Bush era el 
presidente de EE. UU. y Tony Blair el primer ministro de Reino Unido, su
 principal aliado internacional. Minutos antes del comienzo de la 
invasión de Irak, que se produjo dos años después del atentado contra 
las torres gemelas de Nueva York, ambos líderes mantuvieron una 
conversación telefónica que todavía permanece en secreto.
El contenido de esa conversación es apenas una pequeña parte de la 
tonelada de documentos que conforman el llamado 'Informe Chilcot': la 
investigación independiente que el Reino Unido inició en el año 2009 
para determinar cómo su Gobierno se involucró en la campaña bélica 
estadounidense.
Raza Kazim, de la Comunidad Islámica de los Derechos Humanos, indica 
que EE.UU., Reino Unido y otras partes interesadas se han encargado de 
retrasar su publicación. "Evidentemente tienen cosas que ocultar. Está 
claro que hay preocupación por lo que podría pasar respecto a lo que 
Bush o Blair hicieran o acordaran", afirma.
Luego de varios aplazamientos, se esperaba que el reporte pudiera ser
 publicado este año. Sin embargo, hubo nuevos retrasos. Algunos medios 
informaron que EE.UU. está bloqueando nuevos
 documentos cruciales de la investigación que estarían vinculados a 
conversaciones sobre Irak que Bush y Blair mantuvieron en 2002 en el 
rancho del entonces jefe de la Casa Blanca. Según la excusa oficial, su 
divulgación pondría en riesgo la seguridad nacional.
Los expertos sostienen que tanto estos retrasos en la divulgación 
como las negativas del Departamento de Estado estadounidense a comentar 
la existencia del informe se basan sobre todo en el impacto político que
 podría provocar no solo en los países implicados, sino también a nivel 
internacional.
A John Chilcot, director de la investigación, se dirigieron los 
familiares de soldados británicos muertos en la invasión a Irak para 
exigirle que la publicación del informe no se retrasase más allá de 
diciembre. En caso contrario, apelarán a tribunales internacionales.
Robert Valencia, escritor y analista político, sostiene que este 
reporte responderá a cuestiones relacionadas con los abusos de los 
derechos humanos durante la invasión de Irak y a preguntas como por qué 
se fabricó la idea de que había armas de destrucción masiva en Irak o 
por qué tanto EE.UU. como Reino Unido invadieron un país como Irak 
"cuando la guerra del terror debería de estar enfocada en Afganistán".
A día de hoy se sabe que las armas de destrucción masiva, que públicamente fueron el argumento para la invasión, nunca existieron.
 Pero hay razones para pensar que muchas otras verdades sobre el 
accionar y las intenciones de dos de las mayores potencias occidentales 
en ese conflicto permanecen ocultas detrás de este informe. Verdades 
que, tarde o temprano, tendrán que salir a la luz. 
No hay comentarios:
Publicar un comentario