Palabras del Presidente cubano, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, en el debate general del 73º
Período de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Señora Presidenta:
Señor Secretario General
Imposible estar
aquí, hablar desde este podio en nombre de Cuba y no evocar momentos históricos
de la Asamblea General que lo son también de nuestra memoria más entrañable:
Fidel Castro, Ernesto Ché Guevara, Raúl Castro Ruz y el canciller de la
dignidad, Raúl Roa, por sólo citar los más trascendentes, trajeron hasta aquí, no
sólo la voz de nuestro pueblo, sino la de otros pueblos latinoamericanos y
caribeños, africanos, asiáticos, no alineados, con los que hemos compartido más
de medio siglo de batalla por un orden internacional justo, que aún está lejos
de alcanzarse.
Es absurdo, pero coherente con la irracionalidad de un mundo en el
que el
0,7% más rico de la población puede apropiarse del 46% de toda la riqueza,
mientras el 70% más pobre sólo accede al 2,7% de la misma; 3 460 millones de seres humanos sobreviven en la
pobreza; 821millones padecen hambre; 758 millones son analfabetos y 844
millones carecen de servicios básicos de agua potable, cifras todas, por
cierto, que elaboran y manejan habitualmente los organismos globales, pero que
al parecer aún no alcanzan a movilizar suficientemente la conciencia de la
llamada comunidad internacional.
Esas realidades señora
Presidenta, no son fruto del socialismo, como el Presidente de los Estados
Unidos afirmó ayer en esta sala. Son consecuencia del capitalismo,
especialmente del imperialismo y el neoliberalismo; del egoísmo y la exclusión que acompaña a ese sistema, y de un
paradigma económico, político, social y cultural que privilegia la acumulación
de riqueza en pocas manos a costa de la explotación y miseria de las grandes
mayorías.
El
capitalismo afianzó el colonialismo. Con él nació el fascismo, el terrorismo y
el apartheid, se extendieron las guerras y conflictos, los quebrantamientos de
la soberanía y la libre determinación de los pueblos; la represión de los
trabajadores, las minorías, los refugiados y migrantes. Es opuesto a la
solidaridad y a la participación democrática. Los
patrones de producción y consumo que le caracterizan promueven el saqueo, el
militarismo, amenazan a la paz; generan violaciones de los derechos humanos y
constituyen el mayor peligro para el equilibrio ecológico del planeta y la
sobrevivencia de los seres humanos.
Que nadie nos engañe aduciendo
que la humanidad no cuenta con recursos materiales, financieros y tecnológicos
suficientes para erradicar la pobreza, el hambre, las enfermedades preveniblesy
otros flagelos. Lo que no existe es la voluntad política de los países
industrializados, quienes tienen el deber moral, la responsabilidad histórica y
recursos abundantes para resolver los problemas globales más apremiantes.
La verdad es que al mismo tiempo que se alega insuficiencia de
fondos para cumplir los objetivos y metas de la Agenda 2030 o enfrentar el
creciente impacto del cambio climático, en el año 2017 se derrocharon
en gastos militares 1,74 billones de dólares, la cifra más alta desde el
fin de la Guerra Fría.
El cambio climático es otra realidad ineludible y una cuestión de
supervivencia para la especie humana, en particular para los Pequeños Estados
Insulares en Desarrollo. Algunos de sus efectos son ya irreversibles. La
evidencia científica indica un aumento de 1.1 grados Celsius respecto al
periodo pre-industrial, y que 9 de cada 10 personas respiran aire contaminado.
Sin embargo, Estados Unidos, uno de los principales contaminantes de
ayer y de hoy, rechaza acompañar a la comunidad internacional en el
cumplimiento del Acuerdo de París sobre cambio climático. Compromete así la vida misma de las generaciones futuras y la
supervivencia de las especies, incluida la humana.
Más aún, como
si no sobraran las amenazas sobre la humanidad y sus deslumbrantes creaciones,
es un hecho que se perpetúa y expande el hegemonismo militar y nuclear, en
detrimento de la aspiración mayoritaria de los pueblos a un desarme general y
completo, ideal que Cuba comparte y, como prueba de su compromiso con este
objetivo, el 31 de enero pasado, se convirtió en el quinto Estado en ratificar
el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares.
En esta institución que nació de la voluntad humana de superar la
destrucción dejada por una guerra terrible con el diálogo entre las naciones,
no es posible callar el peligro que se cierne sobre todos, con la exacerbación
de conflictos locales, guerras de agresión disfrazadas de “intervenciones
humanitarias”, derrocamiento por la fuerza de gobiernos soberanos, los
denominados “golpes suaves”, y la intervención en los asuntos internos de otros
Estados, formas recurrentes de actuación de algunas potencias, con los más
diversos pretextos.
La cooperación internacional
para la promoción y protección de todos los derechos humanos para todos es un
imperativo; pero su manipulación discriminatoria y selectiva con pretensiones
de dominación, viola los derechos a la paz, a la libre determinación y al
desarrollo de los pueblos.
Cuba rechaza la militarización
del espacio ultraterrestre y del ciberespacio, así como el empleo encubierto e
ilegal de las tecnologías de la información y las comunicaciones para agredir a
otros Estados.
El ejercicio del multilateralismo y el respeto pleno a los
principios y normas del Derecho Internacional para avanzar hacia un mundo
multipolar, democrático y equitativo, son requerimientos para garantizar la
convivencia pacífica, preservar la paz y seguridad internacionales, y encontrar
soluciones duraderas a los problemas sistémicos.
Contra esa lógica, el uso de la amenaza y de la fuerza, el
unilateralismo, las presiones, represalias y sanciones, que caracterizan de
modo cada vez más frecuente la conducta y la retórica del gobierno
estadounidense y su uso abusivo del veto en el Consejo de Seguridad, para
imponer su agenda política, plantean enormes desafíos y amenazas dentro de las
propias Naciones Unidas.
¿Por
qué no acabamos de concretar el prometido fortalecimiento de la Asamblea
General como principal órgano de deliberación, decisión y representación? No debe retardarse ni impedirse la reforma del Consejo de
Seguridad, urgida de ajustarse a los tiempos, democratizando su composición y
métodos de trabajo.
Hoy venimos a reiterar lo que el Comandante en Jefe de la
Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, dijo en ocasión del quincuagésimo
aniversario de la ONU y que resume la más noble aspiración de la mayoría de la
Humanidad. Cito: “Queremos un mundo sin hegemonismos,
sin armas nucleares, sin intervencionismos, sin racismo, sin odios nacionales
ni religiosos, sin ultrajes a la soberanía de ningún país, con respeto a la
independencia y a la libre determinación de los pueblos, sin modelos
universales que no consideran para nada las tradiciones y la cultura de todos
los componentes de la humanidad, sin crueles bloqueos que matan a hombres,
mujeres y niños, jóvenes y ancianos, como bombas atómicas silenciosas”.
Han pasado ya más de 20 años de esa demanda y ninguno de aquellos
males ha tenido cura, más bien han empeorado. Tenemos todo el derecho a
preguntar por qué. Y el deber de insistir en la búsqueda de soluciones
efectivas y justas.
Señora
Presidenta:
“Nuestra América” es hoy escenario de persistentes amenazas,
incompatibles con la “Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz”,
firmada en La Habana por los Jefes de Estado y Gobierno, en 2014, en ocasión de
la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
La actual administración
estadounidense ha proclamado la vigencia de la Doctrina Monroe y en un nuevo
despliegue de su política imperial en la región, ataca con especial saña a
Venezuela.
En ese amenazador contexto, queremos reiterar nuestro absoluto
respaldo a la Revolución Bolivariana y chavista, a la unión cívico-militar del
pueblo venezolano y a su gobierno legítimo y democrático, conducido por el
presidente constitucional Nicolás Maduro Moros.Rechazamos
los intentos de intervención y las sanciones contra Venezuela, que buscan
asfixiarla económicamente y dañar a las familias venezolanas. Repudiamos los
llamados a aislar a esa nación soberana que no hace daño a nadie.
Rechazamos igualmente los
intentos de desestabilizar al gobierno de Nicaragua, un país de paz y donde se han conseguido notables avances
sociales, económicos y de seguridad ciudadana en favor de su pueblo.
Denunciamos el encarcelamiento
con fines políticos del ex Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, y la decisión
de impedir al pueblo votar y elegir a la Presidencia al líder más popular de
Brasil.
Nos
solidarizamos con las naciones del Caribe que solicitan legítima reparación por
las horrorosas secuelas de la esclavitud así como el trato justo, especial y
diferenciado que merecen.
Reafirmamos
nuestro compromiso histórico con la libre determinación y la independencia del
hermano pueblo de Puerto Rico.
Apoyamos el legítimo reclamo de
soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas, Sandwich del Sur y Georgia del
Sur.
Reiteramos el apoyo irrestricto a una solución amplia, justa y
duradera para el conflicto israelo-palestino, sobre la base de la
creación de dos Estados, que permita al pueblo palestino ejercer el derecho a
la libre determinación y a disponer de un Estado independiente y soberano en
las fronteras anteriores a 1967, con Jerusalén Oriental como su capital. Rechazamos la
acción unilateral de Estados Unidos de establecer su representación diplomática
en la ciudad de Jerusalén, lo que agudiza aún más las tensiones en la
región. Condenamos la barbarie de las fuerzas israelíes contra la población
civil en Gaza.
Reafirmamos nuestra invariable solidaridad con el pueblo saharaui; y el apoyo a la búsqueda de una respuesta definitiva a la
cuestión del Sahara Occidental, que le permita el ejercicio del derecho a la
autodeterminación y a vivir en paz en su territorio.
Apoyamos la búsqueda de una solución pacífica y negociada a
la situación impuesta a Siria, sin injerencia externa y con
pleno respeto a su soberanía e integridad territorial. Rechazamos cualquier
intervención directa o indirecta, que se lleve a cabo sin el acuerdo de las
autoridades legítimas de ese país.
La continuada expansión de la OTAN hacia las fronteras con Rusia
provoca serios peligros, agravados por la imposición de sanciones
arbitrarias, que rechazamos.
Demandamos el cumplimiento del denominado Acuerdo Nuclear con la
República Islámica de Irán.
Damos la bienvenida al proceso de acercamiento y diálogo
intercoreano, que constituye la vía para el logro de una paz duradera, la
reconciliación y la estabilidad de la Península Coreana. Al propio tiempo,
condenamos enérgicamente la imposición de sanciones unilaterales e injustas
contra la República Popular Democrática de Corea y la injerencia externa en los
asuntos coreanos.
Las violaciones de las reglas del comercio internacional y las
medidas punitivas contra China, también contra la Unión Europea y otros países
tendrán dañinas consecuencias, en especial para los Estados en desarrollo.
Abogamos por el diálogo y la concertación, gracias a lo cual podemos informar hoy que el Acuerdo de Diálogo
Político y Cooperación entre la Unión Europea y Cuba ha entrado
provisionalmente en vigor y constituye una buena base para desarrollar los
provechosos vínculos entre las Partes.
Señora Presidenta:
El gobierno de los Estados
Unidos mantiene hacia Cuba una retórica agresiva y una política dirigida a
subvertir el sistema político, económico, social y cultural de mi país.
Contrario a los intereses de ambos pueblos y cediendo a las
presiones de sectores minoritarios, el gobierno de Estados Unidos se ha
dedicado a fabricar artificial-mente, con falsos pretextos, escenarios de
tensión y hostilidad que a nadie benefician.
Ello contrasta con el hecho de que mantenemos relaciones
diplomáticas formales y programas de cooperación mutuamente beneficiosos, en un
grupo limitado de áreas.
Entre nuestros pueblos disfrutamos de vínculos históricos y
culturales cada vez más cercanos, con expresiones en las artes, el deporte, las
ciencias, el medio ambiente, entre otros. Las potencialidades para una relación
comercial fluida son conocidas y un entendimiento genuino y respetuoso
beneficiaría los intereses de toda la región.
Sin embargo, el elemento esencial y definitorio de la relación
bilateral sigue siendo el bloqueo, que pretende estrangular la economía cubana,
con el propósito de generar penuria y alterar el orden constitucional. Se trata
de una política cruel, que castiga a las familias cubanas y a toda la Nación.
Consiste en el sistema de sanciones económicas más abarcador y
prolongado que se haya aplicado jamás contra país alguno. Ha constituido y
sigue siendo un obstáculo fundamental al desarrollo del país y a la realización
de las aspiraciones de progreso y bienestar de varias generaciones de cubanos.
Como se ha dicho por tantos años en este mismo escenario, el
bloqueo daña gravemente también, por su agresiva aplicación extraterritorial,
la soberanía y los intereses de todos los países.
En nombre del pueblo cubano,
agradezco a esta Asamblea General por su rechazo casi unánime al bloqueo
económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos contra mi país.
Pero la
actuación del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba va más lejos. Incluye
programas públicos y encubiertos de grosera intromisión en nuestros asuntos
internos, fin para el cual utiliza decenas de millones de dólares que son
oficialmente aprobados en su presupuesto, en violación de las normas y
principios sobre los que descansa esta Organización y en particular, de la
soberanía de Cuba como nación independiente.
Cuba mantiene la disposición de
desarrollar una relación respetuosa y civilizada con el gobierno de los Estados
Unidos, sobre la base de la igualdad soberana y el respeto mutuo. Esa es la
voluntad del pueblo cubano y sabemos que se trata de una aspiración compartida
por la mayoría de los ciudadanos estadounidenses y, particularmente,por los
cubanos que residen en ese país.
Seguiremos
reclamando sin descanso, el fin del cruel bloqueo económico, comercial
y financiero, la devolución del territorio ilegalmente ocupado por la Base
Naval norteamericana en Guantánamo y la compensación justa a nuestro pueblo por
los miles de muertos y mutilados y por el daño económico y material ocasionado
en tantos años de agresión.
Cuba siempre estará dispuesta a
dialogar y a cooperar desde el respeto y el trato entre iguales. Nunca
realizaremos concesiones que afecten la soberanía e independencia nacional, no
negociaremos nuestros principios, ni aceptaremos condicionamientos.
A pesar del bloqueo, la
hostilidad y las acciones que ejecuta Estados Unidos para imponer un cambio de
régimen en Cuba, ¡aquí está la Revolución Cubana, viva y pujante, fiel a sus
principios!
Señora
Presidenta:
El cambio generacional en nuestro gobierno no debe ilusionar a los
adversarios de la Revolución. Somos la continuidad, no la ruptura. Cuba ha
proseguido dando pasos para perfeccionar su modelo de desarrollo económico y
social, con el objetivo de construir una Nación soberana, independiente,
socialista, democrática, próspera y sostenible. Ese es el camino que escogimos
libremente.
El pueblo cubano jamás regresará al pasado oprobioso del que se
liberó con los mayores sacrificios, durante 150 años de lucha por la
independencia y la dignidad plena. Por decisión de la abrumadora mayoría de las
cubanas y los cubanos, daremos continuidad a la obra emprendida casi 60 años
atrás.
Con esa convicción, comenzamos un proceso de reforma de la Constitución,
ejercicio genuinamente participativo y democrático, mediante discusión popular
del proyecto que se aprobará finalmente en referendo. Tengo la convicción de
que no habrá cambios en nuestros objetivos estratégicos y que el carácter
irrevocable del socialismo será ratificado.
Los principios de nuestra política exterior permanecerán
inalterables. Como expresara el Primer Secretario de nuestro Partido, Raúl
Castro Ruz, en su intervención en ocasión del 70 Aniversario de la Organización
de las Naciones Unidas, y cito: “podrá contar siempre la comunidad
internacional con la sincera voz de Cuba frente a la injusticia, la
desigualdad, el subdesarrollo, la discriminaciónylamanipulación; y por el
establecimiento de un orden internacional más justo y equitativo, en cuyo
centro se ubique, realmente, el ser humano, su dignidad y bienestar”.
La Cuba en nombre de la cual
hablo hoy es orgullosa continuadora de esa política independiente, soberana,
fraternal y solidaria con los pobres de la tierra, productores de toda la riqueza del planeta, aunque el injusto
orden global los castigue con la miseria, en nombre de palabras como
democracia, libertad y derechos humanos, que los poderosos en la realidad han
vaciado de contenido.
Ha sido emocionante hablar en
la misma tribuna donde 58 años atrás Fidel expresó verdades tan poderosas que
todavía nos estremecen frente a los representantes de las más de 190 naciones
que, rechazando chantajes y presiones, cada año llenan la pizarra de votaciones
de dignos símbolos verdes de aprobación a nuestra demanda de fin del bloqueo.
Me despido con la esperanza de
que las nobles aspiraciones de la mayoría de la Humanidad terminen por
realizarse antes de que nuevas generaciones vengan a ocupar este podio
reclamando lo mismo que hoy reclamamos nosotros y ayer reclamaron nuestros
históricos predecesores.
Muchas gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario