Muy curioso que desde
el gobierno de EE.UU. no se haga apología sobre la caravana de emigrantes que
proviene de Honduras y sí se incendie con odio y rechazo.
Por muchos años, el
Gobierno de EEUU y sus lacayos, con el apoyo de los grandes medios de
(des)información, ha atacado a Cuba por su emigración. "¡Huyen del
Castro-comunismo!" Se puede encontrar como slogan entre sus líneas editoriales;
aunque no faltaron los incentivos para generar oleadas de salidas ilegales,
otorgando premios si éstas se realizaban por medios violentos.
Igualmente, se ha “condenado” la emigración
venezolana que tras la violencia generada por la derecha de ese país, bajo
asesoramiento de la CIA y mandato de EEU.U., salió del país buscando lugares
más seguros. Sin embargo, nunca se ha hablado de los cientos de miles de
colombianos que huyeron de su país para refugiarse en la hermana Venezuela
Bolivariana.
La propaganda
anticubana y antivenezolana es un negocio fructífero y muy conveniente para
tratar de denigrar, tanto la Revolución cubana como la Revolución Bolivariana.
Pero hay otros casos de
emigrantes que la prensa o gobiernos del llamado primer mundo no desean.
De Oriente Medio y
África se desplazan millones de personas, producto de la hambruna, la miseria,
la violencia allí generada por guerras imperialistas o conflictos internos
convenientemente generados por dictaduras o presencia militar extranjera. El Mediterráneo
se ha vuelto un páramo de arenas movedizas que engulle ya más de 15 mil
muertes, que se hayan podido cuantificar desde 2013 al 2017. Como promedio,
mueren diez personas por día, tratando de cruzar el Mediterráneo.
Los millones de desplazados
de Oriente Medio y África Subsahariana no merecen artículos; porque por el
momento no amenazan la “culta Europa” ni la América del Norte. Ellos no existen
como una urgencia para el Primer mundo, sino que son carne de cañón para los
negocios de tráficos de personas, la prostitución, el narcotráfico u otros
negocios convenientes; incluyendo algunas ONG’s que ven la “ayuda humanitaria”
como un negocio para sacar tajadas.
Sin embargo, el peligro
inminente está en la caravana que en estos días atraviesa México en dirección
de EE.UU. y que procede de Honduras, aunque a su paso se han sumado otras
nacionalidades de la región.
Pero esta caravana no genera
negocio posible, porque al Tío Sam no le interesa; más bien busca incentivar el
miedo, el odio y el rechazo. Esta caravana tendrá como "bienvenida a la
tierra de la libertad” los alambres de púas y los cañones prestos a disparar.
Desde finales del siglo
XIX, los EE.UU ha intervenido de muchas maneras en la vida de América Latina;
pero principalmente para mantener a la región como su patio trasero y fuente de
recursos naturales. Han explotado, robado y expoliado de derechos a los pueblos
de la región. Sin contar, que los han sometido a una constante avalancha de
manipulaciones mediáticas, con el objetivo de mantenerlos obnubilados, como
mansos corderos que faciliten la presencia y acción de las trasnacionales
yanquis.
Los EE.UU han
facilitado la implementación de dictaduras por medio de golpes de Estado,
intervenciones militares, creación de mecanismos de represión y, también, por
el asesinato selectivo de líderes políticos y sociales. Todo esto, propiciado
por mecanismos regionales y nacionales que generen una permanente crisis económica
en la región, la cual sea generadora de irregularidades sociales por medio del vandalismo,
con sus consecuentes actividades ilícitas. Estos flagelos son las fuentes de
contradicciones internas en las estructuras estatales, que se ven despojadas de
mecanismos legales efectivos, y que a su vez dejan grietas a que órganos de
represión desarticulen las estructuras sociales que luchan por detener la
degeneración económica, política y social de sus países o la región.
La prensa capitalista
ayuda con sus editoriales a crear estados de opinión, tanto dentro como fuera
de América Latina; donde se acepte como algo real la “igualdad de posibilidades”,
así como percibir las inversiones de empresas imperialistas como la posibilidad
de “creación de empleos”, sin importar que se tomen a los sudamericanos como
mano de obra barata y el suelo de sus países como fuentes de recursos naturales.
La prensa acompaña a fortificar la ideología del despojo como un hecho natural
de “oportunidades”, pero a su vez, condiciona al rechazo rotundo hacia los que
provienen de países que han sido despojados y sean vistos sin derecho a buscar
la prosperidad, precisamente, en aquellos países que se han estado aprovechando
del expolio y la explotación.
EE.UU y Europa siempre
ha dado refugio a esos emigrantes que huyen de la justicia de los pueblos: torturadores
y asesinos que también le sirvieron al imperialismo. Pero rechaza a los
hambrientos y necesitados que huyen de dictaduras o guerras, ambas impuestas
por los intereses de potencias económicas.
Siempre habrá
una emigración, minoritaria, convenientemente servil a los intereses
imperialistas, que recibirán privilegios; mientras habrá otra, compuesta por millones
de niñas, niños, mujeres y hombres que serán condenados a sufrir o, que de
plantar desafíos, será recibida con muros reforzados con púas y cañones.
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