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lunes, 5 de noviembre de 2018

Una emigración con privilegios y otra será recibida con púas y cañones.


Por Gustavo de la Torre Morales

Muy curioso que desde el gobierno de EE.UU. no se haga apología sobre la caravana de emigrantes que proviene de Honduras y sí se incendie con odio y rechazo.

Por muchos años, el Gobierno de EEUU y sus lacayos, con el apoyo de los grandes medios de (des)información, ha atacado a Cuba por su emigración. "¡Huyen del Castro-comunismo!" Se puede encontrar como slogan entre sus líneas editoriales; aunque no faltaron los incentivos para generar oleadas de salidas ilegales, otorgando premios si éstas se realizaban por medios violentos.
La Ley de Ajuste Cubano, engendro adoptado en 1966, y su variable Pies Secos-Pies Mojados, que estuvo en vigor desde vigor desde 1995 hasta su derogación el 12 de enero de 2017,  fueron empujones a premiar con Ayudas económicas, residencia y Trabajo para los cubanos que llegaban en balsas, secuestrando embarcaciones o aeronaves o a través . Pero eso sí, solamente para aquellos cubanos que llegaran por vías ilícitas a EE.UU.

Igualmente, se ha “condenado” la emigración venezolana que tras la violencia generada por la derecha de ese país, bajo asesoramiento de la CIA y mandato de EEU.U., salió del país buscando lugares más seguros. Sin embargo, nunca se ha hablado de los cientos de miles de colombianos que huyeron de su país para refugiarse en la hermana Venezuela Bolivariana.

La propaganda anticubana y antivenezolana es un negocio fructífero y muy conveniente para tratar de denigrar, tanto la Revolución cubana como la Revolución Bolivariana.

Pero hay otros casos de emigrantes que la prensa o gobiernos del llamado primer mundo no desean.

De Oriente Medio y África se desplazan millones de personas, producto de la hambruna, la miseria, la violencia allí generada por guerras imperialistas o conflictos internos convenientemente generados por dictaduras o presencia militar extranjera. El Mediterráneo se ha vuelto un páramo de arenas movedizas que engulle ya más de 15 mil muertes, que se hayan podido cuantificar desde 2013 al 2017. Como promedio, mueren diez personas por día, tratando de cruzar el Mediterráneo.

Los millones de desplazados de Oriente Medio y África Subsahariana no merecen artículos; porque por el momento no amenazan la “culta Europa” ni la América del Norte. Ellos no existen como una urgencia para el Primer mundo, sino que son carne de cañón para los negocios de tráficos de personas, la prostitución, el narcotráfico u otros negocios convenientes; incluyendo algunas ONG’s que ven la “ayuda humanitaria” como un negocio para sacar tajadas.

Sin embargo, el peligro inminente está en la caravana que en estos días atraviesa México en dirección de EE.UU. y que procede de Honduras, aunque a su paso se han sumado otras nacionalidades de la región.

Pero esta caravana no genera negocio posible, porque al Tío Sam no le interesa; más bien busca incentivar el miedo, el odio y el rechazo. Esta caravana tendrá como "bienvenida a la tierra de la libertad” los alambres de púas y los cañones prestos a disparar.

Desde finales del siglo XIX, los EE.UU ha intervenido de muchas maneras en la vida de América Latina; pero principalmente para mantener a la región como su patio trasero y fuente de recursos naturales. Han explotado, robado y expoliado de derechos a los pueblos de la región. Sin contar, que los han sometido a una constante avalancha de manipulaciones mediáticas, con el objetivo de mantenerlos obnubilados, como mansos corderos que faciliten la presencia y acción de las trasnacionales yanquis.

Los EE.UU han facilitado la implementación de dictaduras por medio de golpes de Estado, intervenciones militares, creación de mecanismos de represión y, también, por el asesinato selectivo de líderes políticos y sociales. Todo esto, propiciado por mecanismos regionales y nacionales que generen una permanente crisis económica en la región, la cual sea generadora de irregularidades sociales por medio del vandalismo, con sus consecuentes actividades ilícitas. Estos flagelos son las fuentes de contradicciones internas en las estructuras estatales, que se ven despojadas de mecanismos legales efectivos, y que a su vez dejan grietas a que órganos de represión desarticulen las estructuras sociales que luchan por detener la degeneración económica, política y social de sus países o la región.

La prensa capitalista ayuda con sus editoriales a crear estados de opinión, tanto dentro como fuera de América Latina; donde se acepte como algo real la “igualdad de posibilidades”, así como percibir las inversiones de empresas imperialistas como la posibilidad de “creación de empleos”, sin importar que se tomen a los sudamericanos como mano de obra barata y el suelo de sus países como fuentes de recursos naturales. La prensa acompaña a fortificar la ideología del despojo como un hecho natural de “oportunidades”, pero a su vez, condiciona al rechazo rotundo hacia los que provienen de países que han sido despojados y sean vistos sin derecho a buscar la prosperidad, precisamente, en aquellos países que se han estado aprovechando del expolio y la explotación.

EE.UU y Europa siempre ha dado refugio a esos emigrantes que huyen de la justicia de los pueblos: torturadores y asesinos que también le sirvieron al imperialismo. Pero rechaza a los hambrientos y necesitados que huyen de dictaduras o guerras, ambas impuestas por los intereses de potencias económicas.

Siempre habrá una emigración, minoritaria, convenientemente servil a los intereses imperialistas, que recibirán privilegios; mientras habrá otra, compuesta por millones de niñas, niños, mujeres y hombres que serán condenados a sufrir o, que de plantar desafíos, será recibida con muros reforzados con púas y cañones.

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