Por Nazanín Armanian
Big Stick o “Gran Garrote” es el nombre puesto por el presidente Roosevelt a la incipiente política imperialista de EEUU para América Latina: lo había sacado del dicho africano que reza “habla suavemente y lleva un gran garrote, así llegarás lejos“. La propia experiencia de Washington en las últimas décadas y en todo el planeta ha mostrado cuán erróneo es este concejo.
Mientras los venezolanólogos nos informan sobre las causas internas de la actual crisis de este país, el interés mostrado por las potencias mundiales (quienes ignoran la gravísima situación humanitaria de Sudán, Yemen o Congo) indica que existen razones complementarias. Que Donald Trump y sus aliados se preocupen por las libertades en Venezuela mientras tienen magníficas relaciones con el reino del terror saudí revela la estafa de sus “valores democráticos”. EEUU y Europa consideran enemigos a aquellos estados que resistan a sus pretensiones colonizadoras. Si la verdad siempre es la primera víctimade todas las guerras, ¿cuál es la de Venezuela?
Las “razones” de EEUU
- Recursos naturales: Venezuela posee la reserva de oro más grande del mundo, además de diamantes, hierro, cobre, aluminio, la bauxita, coltán, uranio, gas; un patrimonio natural extraordinario y también mucha agua dulce, aunque la joya de su corona es el petróleo: Venezuela es el dueño del 24% de las reservas de la OPEP, unos 301.000 millones de barriles, por encima de Arabia Saudí que posee el 21%. Decía el general nazi Adolf Galland que el principal motivo de la derrota de su país en la Segunda Guerra Mundial fue no tener gasolina para sus aviones: la toma de Stalingrado tenía el objetivo de acceder al petróleo de Azerbaiyán (hoy socio de Israel y la OTAN). Los aliados ganaron, entre otros motivos, porque tenían petróleo. Hoy, EEUU busca esta materia desesperadamente: la producción ha ido disminuyéndose hasta 115.000 barriles por día en las reservas de Texas, Oklahoma o Dakota.
Venezuela ya intentó en 1960 salvar su industria del expolio de las “Siete Hermanas” angloestadounidenses que dominaban el mundo del Oro Negro, fundando la OPEP. Hoy, produce 1.245.000 barriles al día (en 2000 fueron 3,4 millones) de los que 600.000 son enviados a EEUU.
- La presencia de China y Rusia: El destituido secretario de Estado Rex Tillerson afirmaba en el febrero del 2018 que respaldaría un golpe militar en Venezuela, mostrando su preocupación por los “excesivos lazos económicos de la región con China”, país que es el mayor acreedor de Venezuela, le siguen EEUU y Gran Bretaña. Los bancos chinos han prestado más dinero a los países latinoamericanos que el Banco Mundial. Beijing planea invertir, por ejemplo, 40.000 millones de dólares en la conexión férrea bioceánica Atlántico-Pacífico (al que Brasil de Bolsonaro se ha opuesto). También ha firmado unos 700 acuerdos de cooperación por el valor de 70.000 millones de dólares en materias de petrolera, minera, alta tecnología (para los satélites Venesat-1), entre otras; le ha otorgado 65.000 millones de dólares en concepto de préstamos, a cambio de recibir petróleo. La empresa petro-química estatal china Sinopec planea invertir 14.000 millones de dólares en el gran yacimiento de la Faja Petrolífera del Orinoco, en cooperación con la rusa Rosneft, la italiana Eni y la española Repsol.
Rusia también tiene acuerdos de cooperación militar, cultural (con Rusia Today en castellano al frente) y económica con Venezuela. Con una inversión de 17.000 milllones de dólares desde 1999, ha negociado con Caracas un préstamo de 6.000 millones de dólares, para empezar a pagarlo a partir del 2023, a la vez que ha condonado 2.000 millones de dólares de la deuda de Venezuela a cambio de fortalecer la presencia de Rosneft en el mercado del país, aunque, maniobras como la de los bombarderos rusos ‘cisnes blancos’ en diciembre del 2018 en el mar Caribe con Venezuela no estaba en la línea de los intereses de los trabajadores venezolanos.
El golpe de estado contra la presidenta de Brasil Dilma Rousseff, el encarcelamiento de Lula y la toma del poder por el ultraderechista Bolsonaro -que no oculta su cruzada contra la izquierda -, sin duda tiene mucho que ver con que Brasil fuese una de las letras de BRICS, la alianza geoeconómica de las cinco economías emergentes más importantes del mundo dirigidas por China y Rusia, n favor de la cooperación Sur-Sur.
Tanto Beijing como Moscú eran conscientes de la crisis política del país cuando firmaron los acuerdos a largo plazo con Venezuela: su relación es estratégica. Rosneft, que produce el 8% del petróleo de este país, en 2017 firmó con Caracas un acuerdo explotación del gas de Trinidad para 30 años.
- Fracasos en Oriente Próximo y el regreso a América: a pesar de las devastadoras agresiones militares de EEUU y sus aliados, destruir la vida de cerca de 100 millones de personas en Oriente Próximo, -otra región empapada de petróleo-, y hundir las economías de los invasores, Washington no ha podido controlar Irak, Afganistán, Yemen, Libia, Sudan o Siria debido a la presencia contundente de otros actores como mundiales y regionales en los mismos escenarios. Recuperar América Latina es la misión de la Doctrina Monroe: América para EEUU, aplastando las fuerzas de izquierda y progresista que tomaron el poder en Ecuador, Venezuela, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Brasil y Méjico, vía operaciones encubiertas, sanciones económicas y amenazas militares. Incluso la “elección” de un Papa latinoamericano para el Vaticano (teniendo en cuenta que América Latina concentra el 40% de los católicos del mundo) debe ser interpretada en el mismo sentido del uso de la religión en Oriente Próximo y Europa del Este por EEUU: Durante la Guerra Fría elevaron al puesto del Papa al cardenal polaco y el férreo anticomunista Karol Wojtyła en el Vaticano para respaldar a Lech Wałęsa y su sindicato derechista-católica en Polonia, y de paso perseguir la Teología Cristiana de Liberación: el asesinato de decenas de monjas y clérigos mientras la extrema derecha religiosa lanzaba operaciones como el “Plan Banzer” formaban parte de aquel plan.
- Acabar con el proyecto de integración económica del MERCOSUR.
- Desmantelar el Petrocaribe, la iniciativa de Venezuela lanzada en 2005 para suministrar 100.000 barriles de petróleo diarios a los países de la región en condiciones de pago preferencial. La singularidad de la política petrolífera de Trump es que además de querer hacerse con las reservas de otras naciones pretende dominar el mercado de energía.
- Debilitar el Tratado de Comercio de los Pueblos, ALBA, alternativa al tratado de libre comercio de ALCA promovido por EEUU.
- Evitar más golpes al petrodólar: Venezuela ya comercializa su petróleo en yuan, rublo, euro y también la rupia de la India. La desdolarización del comercio mundial debilita la hegemonía financiera de EEUU.
- La necesidad de Trump de tener “su guerra”: todos los presidentes de EEUU deben tener al menos una, y Donald ha pensado que los riesgos de invadir Venezuela son menores que a Corea del Norte, Irán o Siria. Hoy, por primera vez Trump no está solo: El Partido Demócrata, Europa y gran parte de los regímenes de Sudamérica están con él. Trump no ha entrado en la historia por “su muro”, ¿lo hará por Venezuela?
- La presión del lobby proisraelí en América Latina contra la presencia de Irán. La CIA advertía de la “penetración de Irán en Latinoamérica” como si hubiese allanado su propiedad privada. La extraña relación entre la teocracia islamista de Irán y la república de Venezuela está basada en el pragmatismo, al menos por parte de Teherán. De hecho, cuando Obama firmó el acuerdo nuclear con Irán dicha relación se disminuyó en favor de Europa, Chinas, Rusia ( y Caracas descubrió a Teyyeb Erdogan de Turquía). Con la reimposición de los castigos a Irán desde en 2018, un sector de la república Islámica vuelve a mirar al país bolivariano, e incluso anuncia el envío de barcos de guerra en las aguas del “país hermano” (que tampoco ayuda al pueblo venezolano). La CIA -y también la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela- acusan a Nicolas Maduro enviar el uranio a Irán, acoger a los miembros del “grupo terrorista” el Hizbolá libanés y a la “Fuerza Quds” para entrenar a las guerrillas de la región: de este modo podrán vincular al presidente de Venezuela con el “terrorismo internacional”, enviándole al Guantánamo, como sueña Bolton.
Medidas de EEUU
Fabricar líderes “de oposición”: Según Wikileaks, entidades estadounidenses como National Endowment for Democracy (NED) o USAID (que controla Afganistán), la CIA, y el Instituto Albert Einstein, reciclaron la organización anticomunista yugoslavo Otpor, creada en 2003 para desestabilizar al gobierno de Sloben Milosevic, con el fin de planificar un “Regime change” en Caracas. Para ello contactaron con el hoy el autoproclamado presidente de Venezuela Juan Guaidó. La prensa de EEUU ya habla abiertamente del complot de Trump-Guaidó tejido de forma secreta. La Casa Blanca ha designado a Elliot Abrams, uno de los patrocinadores del terrorismo de los Escuadrones de Muerte en Centroamérica, para organizar la “transición democrática” en Venezuela.
Estrangular la economía venezolana bajando el precio del petróleo. Eso hundió la industria petrolera venezolana, que además padece la “enfermedad holandesa” propia de las economías “rentistas”. La fórmula del “petróleo por préstamo” ha reducido los ingresos de divisas de Venezuela, que en parte han sido destinadas en los últimos años en sacar a millones de personas de la pobreza. China ha financiado parte de los programas sociales de Venezuela para viviendas sociales, hospitales, escuelas, etc. Al pacto Trump- Suad (conseguido gracias al asesinato de Khashogie) para bajar el precio del petróleo se unió Rusia, aumentando su producción, a pesar de la fuerte oposición de Irán, Irak y Venezuela. Irán es otra de las víctimas de esta política, aunque, paradójicamente, si hay sanciones contra el petróleo venezolano, Trump no tendrá otro remedio que renovar la exclusión de ocho países, entre ellos China e India, de las sanciones al petróleo iraní. Otro beneficiario del aumento de la demanda del Oro Negro será Rusia que desde el 2015 por primera vez en la era pos- soviética consiguió producir 10,74 millones de barriles por día, convirtiéndose en el primer productor mundial.
Suspender líneas de crédito (de compañías como BlackRoak y Goldman Such), impedir que Caracas acceda a la renta de su petróleo para enviárselas a la oposición derechista, privando al gobierno venezolano de unos 11.000 millones de dólares: habrá más hambre y más pobreza: una vez que lleguen los “salvadores”, los medios dejarán de mostrarnos las calamidades que sufre el pueblo.
Preparar una invasión militar delegada (proxy): consciente de que la ONU no autorizará una intervención militar en Venezuela, Trump ha encargado a Colombia, Brasil y Perú preparar a sus tropas. En noviembre del 2017 dichos países junto con EEUU y otros 22 estados como observadores realizaron la maniobra militar “AmazonLog 17” en el suelo de Brasil, mirando a Venezuela. En Siria Obama delegó la misión de allanar el camino de sus tropas al Estado Islámico. En mayo del 2001, EEUU promovió La Operación Balboa, asignado a España la organización del simulacro militar de una invasión a Venezuela desde Colombia y Panamá. Así es: El Estado Profundo ignora a Trump y su intención de que EEUU dejase de ser “la policía del mundo”.
¿Es posible que los socios europeos de EEUU prefieran que Trump se entretenga en Venezuela y se olvide de Irán (¡aunque allí estarán Israel y Arabia Saudí para recordárselo!)
El fallo del plan Trump – Bolton
La codicia enturbia la mente: tienen diseñados como 1) derrocar a Maduro, 2) declarar Guaidó presidente interino y 4) llevarse los recursos de Venezuela. ¡Falta el 3): cómo aplastarán la resistencia de millones de venezolanos!
Tampoco lo consideraron en Irak, donde los invasores no han sacado todo el provecho que querían de la ocupación: Por un lado, tiene que cohabitar con Irán, y por otro, ver cómo las compañías chinas y rusas ganan la oferta por el petróleo iraquí. Los chinos compran casi la mitad de la producción petrolera iraquí: 1,5 millones de barriles por día. En Venezuela también se vislumbran años de inestabilidad.
Hace tiempo que la guerra ha dejado de ser “el último recurso para resolver el conflicto entre los estados” para convertirse en un suculento negocio. Ahora habría que esperar “incidentes de bandera falsa” con el fin de “justificar” ante la opinión pública una intervención agresiva de EEUU.
Aún estamos a tiempo para impedir una nueva guerra esta vez contra el pueblo venezolano.
*Licenciada en Ciencias Políticas, ha trabajado en la UNED como tutora de Ciencias políticas. Docente, traductora y escritora de 15 libros.
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