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sábado, 25 de mayo de 2019

El imperialismo y su prensa capitalista: Fake News (I Parte)

Por Gustavo de la Torre Morales


Llama la atención que la administración de Donald Trump se mantenga dentro de una oleada de escándalos, donde algunos de ellos le han forzado a llevar cambios drásticos en su círculo más próximo. Entre otros de los fenómenos que lo señalan como incompetente para a política internacional.


Ha incorporado a su gabinete a personajes con amplio historial injerencista en los asuntos internacionales, de extrema derecha y amplio carácter intervencionista, cuyas metas se apoyan en cadenas de mentiras y falsedades. Entre estos personajes están Marco Rubio, Eliot Abraham, Mike Pompeo, John Bolton, entre otros menos radicales; sin olvidar que su anterior portavoz ante la Asamblea General de la ONU, Nikki Haley, dimitió en una atmósfera enrarecida, además del tácito rechazo que ha provocado su labor “diplomática” en la ONU. Aunque los expertos en relaciones internacionales han expuesto que la sustitución de Nikki por la inexperta Heather Nauert (presentadora de Fox News, el canal favorito del presidente) ha sido otro mal paso.

Desde las fatídicas palabras de Obama en entrevista a VOX: “tenemos que torcer el brazo a países que no harían lo que necesitamos que hagan”; la administración de Trump lo lleva más bien a acometer a fracturas de huesos irreparables, por una continua puesta en marcha de agresiones contra diversos países en diversas latitudes, sin tomar en consideración las consecuencias políticas. Esto pone en entre dicho, una vez más, la diplomacia del gobierno de EE.UU. y va creando una creciente involución en el papel que ese país desea jugar en el mundo.

Trump se esfuerza en la construcción de un muro en la frontera con México e imponer medidas coercitivas para frenar la inmigración latinoamericana, incluyendo la separación de padres e hijos que llegan a cruzar la frontera, encarcelándolos en condiciones inhumanas y provocando más de una víctima mortal.

Las constantes tensiones con China en el campo económico, las crecientes amenazas y sanciones contra Corea del Norte, la salida del acuerdo nuclear con Irán para “favorecer” un clima tenso y al límite bélico, el cambio de su embajada a Jerusalen en abierta complicidad al genocidio que Israel comete contra Palestina, su directa participación en la guerra contra Siria y desacuerdos con Rusia en la posición de cada uno de ellos en esta contienda, el retiro de la Embajada estadounidense de La Habana, el apoyo propagandístico a la colonización de Yemen por Arabia Saudita. A todo esto, también están las crecientes agresiones contra países latinoamericanos que han decidido forjarse un camino propio (Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua) y el apoyo al reforzamiento de la derecha de la región, con el objetivo de recobrar su “patio trasero”.

Lo más llamativo de la actual administración es que fue precisamente Trump el que inició la campaña contra las Fakes News, pero ha sido él mismo el que lleva un alto record de mentiras. El diario The Washington Post declaró que en los primeros días de mandato, el presidente Trump declaraba una media de 5 mentiras por día, pero que en los últimos meses las superó a 23 diarias; es decir, en todo lo que llevaba de mandato, Trump ha hecho más de 10.000 declaraciones «falsas o engañosas».

Fue sorpresa para el mundo las revelaciones públicas que hizo Julian Assange en 2009 a través de su web Wikileaks. Pero se debe tener presente que los grandes medios devoran la verdad, pero se alimentan con la manipulación. En el 2010, los diarios The New York Times, The Guardian, Der Spiegel, Le Monde y El País se beneficiaron con la información cedida por Assange, donde puso al descubierto los crímenes del imperialismo en sus guerras en Oriente Medio o los truculentos negocios de empresas tapaderas que se beneficiaban con la guerra y las operaciones subversivas en otros países. Sin embargo, muy a pesar de las impactantes imágenes de vídeo del asesinato cometido desde un helicóptero militar estadounidense contra civiles en Irak y los miles de documentos militares sobre Afganistán, como de tantas otras operaciones contra otros países en otras latitudes, en esa gran prensa nunca faltaron los matices para dejar claro en el guión editorial imperialista exigió que el acto de Assange fuese declarado como “traición”. Después de tantos años de empeños de condenarlo, fue entregado a la jauría. La prensa ya no habla de los crímenes del imperialismo, sino que ponen el foco en las “causas” que le imputan.

Lo más curioso es que la prensa capitalista, aun conociendo muy bien la política intervencionista de EEUU y el proceder injerencista de sus mandatarios, siguen canalizando por sus medios determinados estados de opinión que excusan el comportamiento beligerante, agresivo y hegemónico de EEUU; como de igual manera siguen sin denunciar la barbarie israelí o saudita, mientras ponen todos sus instrumentos en diabolizar a otros pueblos que luchan por su soberanía o se resisten a no ser pisoteados (a no dejarse torcer el brazo) por los intereses imperialistas de EEUU y Europa.

Aquellos países que deciden construir su porvenir por medio de un camino propio, que ofrecen políticas con alternativas sociales más justas, promueven la cooperación bajo principios de respeto mutuo y levantan instrumentos de integración y de paz, le llaman dictaduras, terroristas o ejes del mal; pero a los que crean conflictos políticos entre países, promueven guerras, comenten masacres, financian organizaciones verdaderamente terroristas y se enriquecen con el expolio de los recursos ajenos y la industria armamentista, la prensa capitalista les llama gobiernos democráticos.

¿Muy irónico, verdad?

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