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martes, 31 de marzo de 2020

¿Ese es el sueño americano? ¡Sola vaya!

Donald Trump anuncia nuevas medidas sobre prevención de Covid-19_Foto de Alexander Drago_Reuters
Por Gustavo de la Torre Morales

La situación global frente a la pandemia del COVID-19 se hace cada vez más tensa. No sólo porque los contagios, que crecen más; sino por la realidad de indefensión que se sufre en diferentes latitudes, producto de las desigualdades dadas por el sistema político-económico neoliberal imperante.

Cuba, que lleva ya casi 60 años enfrentándose a una constante política de hostilidades impuesta por las administraciones de EEUU, ha demostrado una vez más al mundo que la Revolución cubana dispone de todos sus recursos para los derechos del pueblo; pero también es capaz de compartir con el resto de los pueblos toda la humanidad que le caracteriza.

El Presidente de EEUU, Donald Trump, no distingue de prioridades ni posee un ápice de humanismo. En vez de sumarse el esfuerzo de contrarrestar la propagación de la pandemia y cooperar, recrudece mucho más el bloqueo económico contra Cuba. Incluso, dispone de sanciones económicas contra otros pueblos. Su absurda actitud llega hasta el acusar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y a su gobierno de narcotraficantes; cuando la realidad está en su cómplice colombiano, de donde sí sale toda la mayor producción de droga del continente y que se comercializa dentro de EEUU.

Mientras Cuba pone a disposición su mayor riqueza, el recurso humano, y los conocimientos adquiridos en los más de 50 años de solidaridad desplegada por todo el mundo; EEUU mantiene su campaña de agresiones e incentiva a otros gobiernos a rechazar la ayuda solidaria de Cuba, sin importar las muertes que eso conlleve.

Aunque la situación actual ha obligado al presidente Trump a destinar presupuestos para contrarrestar el avance del coronavirus y medidas de seguridad; hay una mayor enfermedad que tiene contaminada a ese país: su sistema político.

El presupuesto destinado sólo cubre la realización de los test, pero no sufraga los gastos de tratamiento para aquellas personas que estén en dificultades económicas. Según estudio de Keiser Family Foundation, el tratamiento cuesta unos 9 700 dólares y si el caso requiere de cuidados especializados, entonces la factura supera los 20 mil dólares.

La  espeluznante realidad en EEUU muestra que hay más de 27 millones de personas sin seguro médico; además de poco más de 11 millones de indocumentados. A la cifra anterior, habría que identificar la cifra de los cientos de miles de personas que duermen en las calles a falta de un hogar (por ende, también sin posibilidades económicas para ser tratados_ siendo la población más vulnerable al contagio y la muerte).

El ver más claro el punto real el desamparo existente en ese país, el estado de Nevada se tomó tanto al dedillo las medidas de seguridad en referencia a la distancia entre personas, que hasta dibujó rayas en el suelo, para que los homeless durmieran con la distancia segura, EN LA CALLE.

Llama la atención, que en la “tierra de la libertad”, en la “tierra de la democracia”, los grandes empresarios, apoyados por los conservadores más cercanos a la Casa Blanca, hacen presión para que se vuelva al trabajo, sin importar las consecuencias que eso traería consigo; ya que ellos llaman al contagio “un riesgo”.

Solamente hay que escuchar al vicegobernador de Texas, el republicano Dan Patrick, que en entrevista a FOX adopta como excusa: “No sacrifiquemos el país… No puedes dejar que los epidemiólogos gobiernen un país de más 320 millones de habitantes". No faltan otros agoreros de desgracias, que con su “preocupación” intentan hacer el papel de psicólogos sociales, como el caso de Jenny Beth Martin, del grupo Patriotas del Tea Party, quien profetizó que debido a la recesión económica, “la gente puede acabar sufriendo un infarto, suicidándose o consumiendo drogas. Hay muchas consecuencias no previstas cuando la gente sufre un percance económico".

Para mayor crudeza, después que el doctor Anthony Fauci comunicara a la CNN que muy seguramente la cifra de infectados superaría los 100 mil en EEUU, el mismísimo presidente Donald Trump, como si hiciese una profecía cercana a la santísima condolencia divina, mientras exponía el paquete de medidas este pasado domingo 29, expresó: “si nos quedamos en los 100 mil muertos habremos hecho un buen trabajo”.

Si esa es la esperanza que trasmite el presidente del país de la “libertad”, si esa es la democracia y el respeto a los derechos humanos que tanto cacarean, pues sólo quedaría decir que será una muerte segura para todos esos desafortunados.

Como el magnate Trump no lo hará, entonces sí habría que recurrir a la tan alabada frase ¡Qué Dios salve a América!... pero a esa América pobre y desamparada, como también a esa cuyos países están gobernados por ineptos, sumisos al imperio, sin ningún ápice de humanismo (Jair Bolsonaro, Mauricio Macri, Jeanine Añez, Lenin Moreno). Los mismos que expulsaron a los médicos cubanos y blasfeman de su profesionalidad, en vil servilismo al imperialismo yanqui, pero también para volver a dejar en el desamparo a las capaz pobres de los pueblos de Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador

Si este es el tan cacareado “sueño americano”… ¡Sola vaya! NO LO QUIERO.


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