Por Rafael González Morales
A finales de enero el Jefe del Comando Sur, Almirante Craig S. Faller, compareció ante el Comité de Servicios Armados del Senado para presentar su informe sobre la posición de la estructura militar que dirige. En esencia, tuvo que explicar cómo aprecian el entorno estratégico en América Latina y el Caribe, los principales desafíos que enfrentan, los resultados que han alcanzado y cómo actuarán en el corto plazo.
Este tipo de documentos públicos elaborados anualmente por los Comandos del Pentágono, tanto en su enfoque como en sus propósitos, son esencialmente políticos. Por esta razón, cuando se analiza este texto debe tenerse en cuenta que tiene la intención de trasladar mensajes y posiciones a diferentes públicos. En esta oportunidad, el informe comienza con una evaluación de lo que denominan «el entorno estratégico». Según el Comando Sur, el Hemisferio Occidental es un «espacio crítico en la competencia global» provocada por China y Rusia. En este contexto, se hace referencia a que uno de los objetivos de la Estrategia de Defensa Nacional es mantener un balance de poder favorable en la región.
Por lo tanto, desde el inicio de la presentación del Almirante Faller se establece que el enfoque predominante en la apreciación del Pentágono sobre Nuestra América parte de la lógica geopolítica y, en especial, de la intensa disputa en múltiples frentes estratégicos que se manifiesta con Beijing y Moscú. En ese sentido, en el segmento titulado «tendencias preocupantes» afirman que el gobierno chino cuenta con 29 programas de intercambio gubernamental en América Latina y el Caribe, así como continúan expandiendo las ofertas de educación militar, donaciones de equipamiento y financiamiento de proyectos de infraestructura. En el caso de Rusia, señalan que «una vez más proyecta su poder en nuestro vecindario», despliega su buque de guerra nuclear más avanzado y envía barcos de investigación con capacidad para monitorear cables y conexiones que se encuentran debajo del mar.
En este acápite, el informe hace mención a que ambas potencias son consideradas «actores maliciosos» que forman parte de lo que denominan «círculo vicioso de amenazas» que de manera deliberada supuestamente erosionan la estabilidad y la seguridad regional. En este sentido, en el documento se reconocen como otros desafíos principales a: las organizaciones criminales transnacionales, las organizaciones extremistas violentas, la emigración ilegal, el tráfico ilícito de drogas y lo que califican como corrupción gubernamental.
En el segmento titulado «tendencias positivas» destacan lo que denominan como protestas en Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Honduras y Perú como ejemplos de ejercicio de los derechos democráticos y de manera manipulada realiza un reconocimiento a Brasil, Bolivia y Ecuador por la suspensión de la colaboración médica con Cuba. Sobre este último aspecto, el texto del informe como muestra de la alineación del Comando Sur con el Departamento de Estado afirma que algunos «funcionarios cubanos fueron acusados de instigar las manifestaciones». En comparación con los informes presentados por la jefatura del Comando Sur en el 2017, 2018 y 2019, esta versión tiene una fuerte carga de politización con alusiones que se corresponden más con la retórica anticubana tradicional.
En el acápite titulado «amenazas a nuestro vecindario: actores estatales maliciosos» además de China y Rusia también incorporan a Irán, Cuba y Venezuela, lo que constituye un calificativo muy peligroso al considerar estas naciones, de manera manipulada y por motivaciones esencialmente políticas, como una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos. En el caso de Teherán, plantean que «la nación persa ha exportado el terrorismo a nuestra región» manteniendo redes y recaudando dinero a través de Hezbollah.
Con relación a Cuba, se emplea un lenguaje cargado de odio en el que se califica al país como un «exportador de ideología maliciosa» y un «factor principal de inestabilidad regional». Se menciona que la Isla apoya con personal de inteligencia al gobierno de Nicolás Maduro, recopila información contra los Estados Unidos y busca debilitar las iniciativas de Washington en la región. Como culminación de esta visión anticubana, se hace eco de la campaña mediática contra el personal médico cubano que realiza labores en nuestra región. Sobre Venezuela, afirma que constituye una de las «amenazas más directas a la paz y la seguridad en el Hemisferio». Además, resalta que a partir del apoyo de Rusia, China, Irán y Cuba, el gobierno venezolano se ha convertido en un refugio seguro para traficantes de drogas.
Con respecto al modo de actuación para enfrentar estas supuestas amenazas, el Jefe del Comando Sur enfatizó que la premisa debe ser: «tenemos que estar en el terreno para competir, cuando estamos en el terreno nuestro impacto es positivo y perdurable». Al respecto, insistió en la rotación sistemática de equipos limitados de las fuerzas de operaciones especiales y oficiales de los diferentes componentes de las fuerzas armadas estadounidenses. Identificó como una de las prioridades las múltiples operaciones y ejercicios militares que realizan anualmente en el área con otros países y precisó la importancia del buque-hospital USNS COMFORT que está concebido para prestar asistencia médica por parte de personal militar de Estados Unidos en varios países de la región.
En este acápite y durante el debate sobre el informe con los senadores, el jefe del Comando Sur insistió que una de las direcciones de trabajo principales sería ampliar el impacto del programa militar internacional de educación y entrenamiento para las fuerzas militares, de seguridad y líderes civiles de América Latina y el Caribe. Por lo tanto, en la visión estratégica del Pentágono hacia nuestra área geográfica el adoctrinamiento y la influencia ideológica hacia el sector militar constituye uno de los instrumentos claves para consolidar su dominación.
Continúan apostando a que la formación en escuelas militares estadounidenses constituye una herramienta insustituible en su afán por mantener lo que consideran como su traspatio con plena subordinación a sus intereses. En este caso, la reciente experiencia en Bolivia constituye un ejemplo muy ilustrativo debido a que seis de los golpistas fueron educados y entrenados militarmente en Estados Unidos. Pero como contrapartida en el caso de Venezuela, se ha demostrado su gran fiasco al no poder quebrar una Fuerza Armada Nacional Bolivariana comprometida políticamente con su proceso revolucionario.
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