En los últimos 10 años, Cuba ha dado un salto importante en el acceso a Internet. Según el estudio independiente Informe Digital 2020, es del 63% de la población.
“Internet es ampliamente accesible en Cuba: ¿por qué EEUU insiste en que no lo es?”, es la pregunta que se hace el periodista Reese Erlich en un trabajo reciente para el medio Truthout.
Erlich considera viciado y obsoleto el último informe de la Freedom House, que asegura que Cuba es “uno de los entornos menos conectados y más represivos del mundo para las tecnologías de la comunicación”.
El reportaje afirma que, desde Cuba, se puede acceder a medios como El Nuevo Herald de Miami. Y que solo 36 sitios web, correspondientes a grupos financiados por la Casa Blanca, tienen algún tipo de restricción.
En contraste, son cientos los bloqueados, en la Isla, por el gobierno de EEUU: desde las compras por Amazon a las aplicaciones bancarias o informáticas, incluidas sus actualizaciones.
En paralelo, el Grupo de Tarea de Internet para Cuba, financiado por la Casa Blanca, promociona todo tipo de campañas de rumores, fake new y otros elementos de desestabilización, dirigidas, a través de las redes sociales, a la población de la Isla.
El reportaje deja claro que el aún caro e insuficiente acceso a Internet en Cuba, lejos de ser producto de una política de La Habana, se debe a la falta de recursos. Es decir, al bloqueo de EEUU.
Pero seguiremos leyendo titulares como el de The Washington Post, de hace unos días: “El gobierno cubano pasó de negarle internet a sus ciudadanos a enriquecerse con él”. Y es que la maquinaria de la desinformación sigue negando la realidad. O distorsionándola para justificar años de mentiras.
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