Nuestro pueblo recuerda los años más difíciles del
periodo especial y la brutal escalada yanqui para destruir la Revolución cubana
en los años 90. En momentos en que estallaban los artefactos explosivos en 1997
en los hoteles y nuestras autoridades frustraban nuevos complots de asesinato
contra la vida de Fidel Castro durante sus visitas oficiales a países extranjeros,
un nuevo programa de desestabilización contra Cuba saldría a la luz con el
espaldarazo de la recién promulgada Ley Helms Burton de 1996.
A lo largo de estos 22 años el denominado “Programa Cuba” de la USAID ha sido uno de los pilares de la subversión anticubana y financista principal de la contrarrevolución y la nueva estrategia sediciosa de estos tiempos, con una asignación total que sobrepasa ya los 300 millones USD.
Este programa sedicioso emergió con fuerza a lo largo
del país entre los años 1998 y 1999 con asignaciones mayores a los seis
millones USD. Cuba denunció ante el mundo la ejecución de más de 325
operaciones ilegales de abastecimiento de dinero en efectivo a los grupos
mercenarios así como una variedad de recursos técnicos en medios de impresión
digital, cómputo y telecomunicaciones, equipos de fax y videos, alimentos
y literatura contrarrevolucionaria, lo que expresaba una poderosa ofensiva
dirigida a tratar de elevar el nivel de las acciones contrarrevolucionarias al
interior del país.
Distintas voces de intelectuales y
analistas políticos coinciden en que la USAID emergió en esos años como el
principal financiero para la “desestabilización” de cualquier nación
ambicionada por los intereses yanquis.
Una nueva estructura interna de la USAID en el año
2000, como agencia del Departamento de Estado yanqui, reorganizó nuevas
oficinas de trabajo, como “Democracia y Gobernabilidad”, “Conflictos”,
“Iniciativas hacia una transición”, que potenciaron su capacidad
operacional y brindó nuevas posibilidades a la CIA para sus acciones
encubiertas, acorde a todo un gigantesco movimiento expansivo del imperio
contra la izquierda y los movimientos populares en el mundo.
En el año 2000 se produjeron visitas privadas de altos
funcionarios estadounidenses como David Mutchler, entonces principal asesor
para Cuba de la USAID y John Brademas, alto funcionario de la National
Endowment for Democracy (NED). Sus visitas evaluaban el terreno operativo y
coordinaban con los principales cabecillas contrarrevolucionarios y el amplio
dispositivo de apoyo de la Sección de Intereses Norteamericanos (SINA) y su
estación local de la CIA en la Habana.
Semejante injerencia sería denunciada
por nuestras autoridades en los actos masivos y mesas redondas de la TV cubana.
Entre 2001 y 2002 viajaron a Cuba un grupo de
emisarios de ONGs y otras organizaciones contrarrevolucionarias radicadas en
Miami muy comprometidas tradicionalmente con el imperio. La mayoría ingresó
como falsos turistas para “abastecer materialmente”· a los
grupúsculos internos.
Solo en 2001, se produjeron en el
terreno más de 200 entregas personales de dinero a cabecillas
contrarrevolucionarias, calculadas en más de 100 000 dólares.
Desde 2001 tuvieron presencia en algunas ciudades
cubanas nuevos actos provocativos de grupos mercenarios de una naturaleza muy
peculiar, identificados como activistas de «lucha no violenta», instigados
por algunos grupúsculos que contaban con la anuencia y el apoyo de funcionarios
de la SINA. Estas acciones agresivas dentro de Cuba, aunque aisladas y
sin participación popular, se identificaban en la jerga del medio
contrarrevolucionario como “actos de contenido simbólico”, los que asumieron
nombres como “vigilias, marchas, planes de ayunos, conferencias de prensa y
clases de desobediencia civil.”
Muchas de estas provocaciones se planificaban en
casas particulares de miembros de grupúsculos, en la vía pública o aprovechando
actividades religiosas masivas en la calles o en los templos, que nada tenían
que ver con dicha provocación contrarrevolucionaria. El enemigo los llamó actos
de «persuasión y protesta», como las describía Gene Sharp[1] en
su literatura.
El dinero de la USAID brindó cobertura a los
grupúsculos para provocaciones ilegales de un abierto desafío a la Revolución e
incitar al desorden público, atraer a la prensa extranjera y mostrar aquel
teatro como un show mediático en vivo para los medios internacionales, en
especial La Florida, que se encargaría de amplificarlo y manipularlo.
No eran acciones espontáneas.
Habían sido inspiradas y cuidadosamente organizadas
por la mafia de Miami, asesoradas por Gene Sharp, director del Albert Einstein
Institute, los que brindaron entrenamiento a cabecillas contrarrevolucionarios
en esa ciudad.
Más tarde se introdujeron subrepticiamente en Cuba los
libros de Sharp, enmascarados como publicaciones de carácter deportivo y
religioso, las que se utilizaron como material de estudio en las denominadas
“clases de desobediencia civil”, entre algunos grupos mercenarios. Eran los
primeros atisbos en Latinoamérica de nuevas concepciones de guerra no
convencional, al intentar reeditar en las calles algunos de los 198 métodos de
“protesta y persuasión” declarados en la doctrina del centro
norteamericano Albert Einstein Institute, que poco después se
repetirían en actos turbulentos en ciudades como Ucrania y Georgia y más tarde
durante la denominada “Primavera Árabe”.
Entre los años fiscales 2001 y 2006, la
USAID asignó contra Cuba 61 millones de USD a unos 142 proyectos y
actividades. Estos cuantiosos fondos continuaban sufragando
púbicamente la “quintacolumna” contrarrevolucionaria interna. La USAID alentó
la entrada ilegal a Cuba de miles de radios portátiles de onda corta para
alentar la audición de la mal llamada Radio Martí.
Solo en el año 2005, la SINA reconoció públicamente
haber distribuido internamente 4900 de estos pequeños receptores, decenas de
equipos de video, medios computarizados, miles de discos compactos, más de 100
mil libros y un millón de panfletos y literatura de carácter
contrarrevolucionaria, recibidos en su valija diplomática.
Un informe oficial reconoció que el
volumen de importaciones de la SINA entre 2000 y 2005 se
incrementó en un 200% en comparación a períodos precedentes,
llegando a la cifra de unas 70,5 toneladas de carga.
El Plan Bush en 2004 brindó una especial prioridad al
incremento de nuevos grupos mercenarios, a los que envió computadoras laptops,
celulares, radios de onda corta, medios de comunicación vía satélite, equipos
de fax, impresoras y otros medios técnicos de propaganda. En estrecha relación
con esta ofensiva contrarrevolucionaria, los planes 2004 y 2006 del
gobierno de George W Bush, apretaban aún más las clavijas del bloqueo económico
y financiero, como lo harían más tarde con igual o mayor saña sus sucesores
Barack Obama y Donald Trump.
Aquellas maniobras sediciosas formaban parte de un
nuevo programa subversivo que se adentraba también en Latinoamérica.
No debe sorprendernos el crecimiento
entre 2000-2006 de proyectos de la USAID, que ascendieron a
unos 2000 millones USD para Venezuela, Bolivia, Ecuador y
Nicaragua.
El imperio y sus aliados mercenarios en Venezuela
promovieron un golpe de estado en abril de 2002. Esto se correspondía con la
ofensiva restauradora de la derecha neoliberal que se proyectaba abiertamente
por el imperialismo en América Latina.
Sus servicios de inteligencia reaccionaron con
prontitud a esta estrategia creando en agosto 2006 una “Mission
Manager” para Cuba y Venezuela, como parte de los seis temas y países
de máxima prioridad de la comunidad de inteligencia norteamericana para “integrar
y analizar toda la información sobre Cuba y Venezuela obtenida por la Comunidad
de Inteligencia, identificar y cubrir las dudas sobre inteligencia, y
asegurarse de implementar estrategias, entre otras funciones […] los
formuladores de política están cada vez más concentrados en los retos que
representan Cuba y Venezuela para la política exterior americana […] el
Director de la Misión para Cuba y Venezuela será responsable de asegurarse que
los formuladores de política puedan acceder a gran cantidad de información de
inteligencia para poder tomar decisiones….”.
Actualmente, los gobernantes estadounidenses no hacen
mención a tan poderoso dispositivo operacional contra Cuba y Venezuela, pero la
intensidad de su política de hostilidad contra estas dos naciones revela que
son sometidas al más riguroso accionar de la CIA y demás agencias de espionaje,
en la búsqueda de nuevas variantes agresivas.
En cuanto a Cuba, cualquier información les resulta
útil; ya sean negociaciones de suministros de petróleo, transporte marítimo,
nuevos contratos o acciones económicas o financieras con el extranjero que
puedan ser saboteadas y así contribuir a la asfixia del país y la
desestabilización interna.
Promover
una «Primavera cubana»
Una creciente asignación de 316 proyectos
del Programa Cuba entre los años 2007 y 2013 alcanzó la cifra
de 120.639.795 USD. Estados Unidos habló por primera vez
de promover una “Primavera Cubana”, al estilo de los sucesos
que tenían lugar en el Medio Oriente.
Sucesivas operaciones encubiertas contra
Cuba en el área de las telecomunicaciones saldrían a la luz pública en esos
años, dando lugar a escándalos internacionales.
El estadounidense Allan Gross, sub-contratista de la
USAID, arribó a Cuba en marzo de 2009, e introdujo ilegalmente medios de
telecomunicaciones para crear y entrenar redes internas independientes y
promover acciones desestabilizadoras, que permitieran difundir una imagen de caos
social y político en el país [2],
lo que quedó demostrado ante los tribunales cubanos.
En esta misma línea de acción fue denunciado
públicamente poco después por las autoridades cubanas el nuevo proyecto
subversivo “ZunZuneo”, subvencionado también con la USAID con
similar expectativa futura de provocar internamente una «Primavera
cubana».
Con el tiempo conocimos que el proyecto
“ZunZuneo” o “ZZ” fue diseñado especialmente para Cuba, con
participación directa de varias ONGs extranjeras.
Su objetivo era establecer, sin ser detectada, lo que
llamaron una “plataforma de comunicación horizontal” entre
grupos de usuarios de celulares en Cuba, capaz de movilizarlos en una coyuntura
apropiada, aprovechando su ingenuidad política, a favor de los intereses
subversivos de EEUU. La operación de la USAID se desarrolló bajo un estricto
protocolo de seguridad tecnológica para lograr lo que denominaron “mantenerse
por debajo del radar” con el fin de evadir los controles de la
empresa CUBACEL.
La operación “Zunzuneo” promovió a modo de
disfraz una red social de mensajería sobre intereses y temáticas cercanas a los
jóvenes cubanos, para disponer de una base de datos de miles de participantes,
creándose condiciones futuras, para el hipotético envío de mensajes a los
grupos de usuarios convocando a acciones públicas de desestabilización interna.
Tras el fracaso de “ZunZuneo”, la
Radio y TV Martí anunciaron en 2013 la operación «Piramideo».
El propósito era también crear una red social de
«amigos», mediante la manipulación y la mentira, con fondos secretos
provenientes de la USAID y estructurar una nueva plataforma subversiva de
mensajería contra Cuba. Al año siguiente se pondría al descubierto el programa
“Commotion”, pagado también por el gobierno de Estados Unidos, que
proyectaba establecer ilegalmente una amplia conexión inalámbrica WIFI dentro
de Cuba, con iguales fines subversivos.
Estas millonarias operaciones de un poderoso basamento
tecnológico, perseguían incidir sobre miles de jóvenes a través de una
atracción gradual cercana a sus intereses, crear la simiente de pequeños grupos
organizados y contribuir en lo posible a su influencia y futura manipulación.
Pocos años después, los programas USAID aprobados para Venezuela y Nicaragua en
2017 desarrollarían contra estos países plataformas tecnológicas muy similares
a Zunzuneo y Piramideo. [3]
El peligro del Programa Cuba de la USAID
se cierne actualmente sobre nuestra nación.
Ideólogos norteamericanos, como Thomas Carothers [4],
ha declarado que el impacto político de los programas de la USAID dirigidos a
nuestro país es a largo plazo, pues están diseñados para «sembrar
en Cuba los fundamentos de una transición y no pueden medirse en fase de
«implementación» […] muchos de los resultados importantes de los programas de
Democracia son psicológicos, morales, subjetivos, indirectos y retardados en el
tiempo […]».
Entre 1997 y 2018, el
Programa Cuba de la USAID aprobó unos 900 proyectos y
actividades de un amplio carácter subversivo y contrarrevolucionario.
Solo en estos últimos cinco años la cantidad de
programas ascendió a más de 500, lo que evidencia un crecimiento
exponencial, resultado de la enorme ofensiva subversiva a que es sometido
nuestro país por las últimas administraciones yanquis. Obviamente, estos
proyectos subversivos no fluyen abiertamente sobre Cuba. La USAID y la NED
utilizan vías alternas enmascaradas ante la respuesta de las autoridades
cubanas.
Algunas ONGs extranjeras subvencionadas ocultan estos
vínculos utilizando visas turísticas para penetrar al país, buscan la cobertura
de organismos internacionales, licencias humanitarias, se incorporan a iniciativas
solidarias con Cuba, o tratan de infiltrar a sus agentes en proyectos
económicos o culturales desde el extranjero mediante el vínculo que mantienen
con instituciones cubanas.
La naturaleza
subversiva de los programas de la USAID
Los programas USAID-NED contra Cuba y América Latina
utilizan un léxico engañoso al ser presentados con etiquetas como “Educación
Cívica», «Estado de Derecho», «Ideas y valores democráticos», «Derechos
Humanos», «Libertad de información», «Libertad de asociación», «Fortalecimiento
de Organizaciones No gubernamentales (ONGs)», «Sociedad civil» «Procesos
Políticos», entre otras. Sus contenidos están relacionados con la
problemática política ideológica de la población, en especial los jóvenes y el
fortalecimiento de su liderazgo en todas las esferas, incluidas la comunidad de
base y los barrios más humildes.
Todas las propuestas de estos programas,
sin excepción, están dirigidas a instigar a subvertir ideas y valores negativos
e instigar la actividad contrarrevolucionaria interna en la juventud y su
comunidad.
Los programas con la etiqueta Derechos Humanos canalizaron desde
octubre de 2017 una cifra superior a los cinco
millones USD, para el sostenimiento de los grupúsculos
contrarrevolucionarios, mantener el monitoreo interno ante las falsas «violaciones
de Derechos Humanos» y la documentación del expediente anticubano que
es enviado sistemáticamente a instituciones y países que integran la Comisión
de Derechos Humanos en la ONU o cuyos datos falsos o manipulados forman parte
de los informes o declaraciones que rinde el gobierno estadounidense contra
Cuba.
Los programas USAID dirigidos a la
denominada “educación cívica” aportan desde octubre 2017 unos
3 millones USD.
Según su texto, el peso fundamental de estos programas
descansa en la actividad de propaganda, la formación de un “liderazgo
juvenil interno” y los intentos de acciones subversivas en barrios y
comunidades. Otros refieren la organización de talleres sobre “democracia,
transición y derechos humanos” entre los grupúsculos mercenarios;
promocionar la participación ciudadana en debates públicos de “libre expresión”
y publicación de boletines informativos contrarrevolucionarios.
Estos proyectos sugieren fomentar “una cultura cívica”
que apoye las instituciones y los procesos democráticos, la participación
activa en la vida política y las virtudes cívicas como la tolerancia, el
pluralismo, el compromiso, la confianza y el respeto de los derechos
individuales, incluida la igualdad de género. Expresan también en sus contenidos
tratar de identificar líderes de grupos “nacientes” y en
sectores marginales; invitación a jóvenes líderes para intercambios
internacionales; desarrollar programas de desarrollo como activismo juvenil,
habilidades de comunicación, uso de internet y redes sociales. Proyectan
también un trabajo dirigido a los cuentapropistas en el medio comunitario.
El mensaje de estos programas sugiere el
fomento masivo de « una cultura cívica», que inspire
tendencias políticas con un abierto carácter contestatario y contrarrevolucionario.
Los programas USAID sobre «Valores e ideas
democráticas» promueven también la incitación contrarrevolucionaria sobre
hombres y mujeres jóvenes para convertirlos en supuestos «agentes
de cambio», «capacitación y entrenamiento de líderes
», organizar «concursos de ensayos críticos contra la
Revolución», entre otros proyectos subversivos más diversos desde
octubre de 2016, cuyos aportes estimados ascendieron a unos 1.300.000
USD. Muchas de estas asignaciones se quedan en el extranjero, sobre todo en
eventos organizados en EEUU y otros países.
Los programas con la etiqueta «Libertad
de información» promovieron entre 2014 y 2017 unos 39
programas con un monto de 6.797.562 USD. La NED aportó
igualmente otros 2 millones USD.
La prioridad principal continuó siendo el
abastecimiento de la llamada «prensa independiente», incluidos sus medios de
colaboración y difusión en el extranjero. Los programas impulsaron eventos o
talleres dentro o fuera del país para el entrenamiento y la capacitación de
reporteros y miembros de grupúsculos mercenarios; financiar boletines
informativos o la entrega de medios técnicos digitales; ampliar el contacto de
estos grupos con la red, facilitar el uso del correo electrónico y brindar
apoyo logístico a la programación radial enemiga contra Cuba desde la Florida.
El peligro de
una baja percepción de riesgo
Algunas personas son escépticas ante la peligrosidad
potencial de estos programas encubiertos. Algunos “emisarios” extranjeros
que visitaron el país en estos trajines sediciosos con el disfraz de ONGs
humanitarias y asignaciones “enmascaradas” de la USAID, expresaron haber
ingresado como falsos turistas, convirtiéndose en un barrio o dentro de un
grupo de jóvenes estudiantes o artistas, en una especie de misionero de nuevo
tipo, fingiendo una acción humanitaria, como las que realizan dentro de Cuba
otras personas y ONGs honestas y de una definida conducta humanitaria.
Existen algunos antecedentes de ofrecimientos
realizados por emisarios pagados por la USAID a vecinos en un barrio para
financiar privadamente proyectos independientes de rehabilitación de viviendas
en muy mal estado, creación de bibliotecas y salas de video, ayuda económica
para cuentapropistas, entrega de computadores y celulares, propuesta de becas
en el exterior o la organización de talleres de jóvenes en temas humanitarios
tan diversos como el SIDA, la orientación sexual, el género, los
derechos humanos, por citar algunos ejemplos.
El propósito perseguido, según estos “emisarios”, era
reunir a los beneficiarios y debatir sobre cómo solucionar sus problemas
o los de la comunidad mediante el desarrollo social privado “no
asistido” por el gobierno cubano. Fomentar paulatinamente el
distanciamiento progresivo del proceso revolucionario y convertirlos en
“agentes de cambio”.
Los nuevos
desafíos
Los programas subversivos de la USAID y la NED contra
Cuba no cesaron en el último año fiscal 2018 – 2019.
Según sus documentos oficiales se
calculan en más de 70 proyectos contrarrevolucionarios promovidos dentro y
fuera del país con una asignación superior a los 14 millones USD.
Recientemente, la USAID anunció su más reciente
programa denominado “Apoyo a los derechos humanos de los
trabajadores médicos cubanos”, que se relaciona con una nueva
patraña dirigida contra los cooperantes internacionalistas cubanos.
Un extenso documento de unas 26 cuartillas elaborado
por la USAID, fundamenta una decisión del Dpto. de Estado del pasado mes de
junio de 2019, al haber “colocado a Cuba” en el nivel 3 de Trata de Personas,
entre otras razones, “por no tomar medidas «para abordar el trabajo
forzoso en el extranjero del programa de la misión médica y “no criminalizar”
todas las formas de trabajo forzado o tráfico sexual en la isla […] “El
régimen cubano explota a sus profesionales médicos, maestros y otros
trabajadores, utilizándolos para comprar apoyo financiero y político
internacional y mantener a flote su economía en dificultades, mientras se
embolsa la mayoría de los salarios de estos trabajadores y los somete a una
vida pobre sin condiciones (…)»
Sin embargo, el llamamiento de la USAID a otras ONGs o
personas para “investigar, recopilar y analizar sistemáticamente
información” sobre estas supuestas violaciones, se refiere no solo a
los trabajadores de la salud, sino a todo el personal cubano “exportado
al extranjero”. Podría entenderse que incluye también a maestros,
instructores de deportes y cualquier otro cooperante. La información a que
aspiran recopilar de sus espías e informantes incluye también “los
efectos de estas prácticas en la isla”, por lo que su carga contrarrevolucionaria
pretende incidir también internamente sobre estos sectores.
Según estos documentos, la nueva
operación aprobará de uno a tres acuerdos de cooperación por un periodo de
hasta tres años, con un monto de hasta 3 millones USD por cada acuerdo, lo que
la sitúa en uno de los programas más cotizados de la USAID actualmente.
Este programa sedicioso abarcará presumiblemente
numerosos países en los que existe una presencia de cooperantes cubanos.
El propósito es financiar un enorme dispositivo
de ONGs, equipos de contratistas, subcontratistas, beneficiados y cuadros
experimentados en actos subversivos para la dirección de grupos de trabajo
con “5 y 10 años “de experiencia en el terreno, “[…] trabajando
en países cerrados, entornos no seguros, con experiencia en Cuba e
implementando actividades similares, administrando programas de desarrollo, con
experiencia en programas de democracia; excelencia profesional demostrada,
liderazgo comprobado y habilidades de gestión.”.[…] a los que se convoca a un
trabajo serio, con posibilidades creativas […] a proponer
enfoques innovadores pero realistas […] explicar los posibles desafíos y cómo
planea superar estos desafíos y aborde los riesgos inherentes en la
implementación de un programa que promueve los derechos humanos en el contexto
cubano […]”.
Según este documento, el nuevo programa de la USAID
prevé actividades de preparación y entrenamiento del personal seleccionado para
recibir este “financiamiento”, gastos de logística, medios a introducir
en Cuba, movimiento aéreo y terrestre de los contratistas, viajes y
organización de eventos en terceros países, alquiler de oficinas, actividades
de control y finanzas, entre otras tareas organizativas y de dirección para
estas personas y grupos beneficiados.
En la práctica, aspiran a organizar pequeños “Grupos
de Tarea” de espías y provocadores como parte de una operación
subversiva, bajo el control directo de las oficinas en la USAID y las embajadas
norteamericanas en terceros países, en estrecha vinculación con la CIA y otros
Servicios Especiales yanquis.
Estos dispositivos, bajo cobertura de la
USAID, costearán sucias campañas propagandísticas y cualquier provocación o
amenaza contra los cooperantes cubanos, incluida la mezquina incitación al
abandono de misiones.
La nueva maniobra intervencionista de la USAID se
dirige a tratar de lesionar los acuerdos de cooperación internacional, como en
Brasil, Bolivia, Ecuador, presionando la salida de los cubanos y dañar la
imagen de la labor internacionalista en materia de salud y educación que
constituyen todo un reto frente a la arrogancia yanqui y un ejemplo de
solidaridad y altruismo con América Latina y el mundo.
¡Qué equivocado el enemigo si piensa
que la resistencia del pueblo cubano puede quebrarse mediante estos proyectos turbulentos
a los que nos someten!
Serán nuestros más jóvenes hijos, asediados hoy por
los cantos de sirena que aspira a seducirlos, los que llevarán adelante, como
lo hicieron sus padres y abuelos, los sueños de Martí y Fidel, en la nación
próspera e independiente del futuro que construirán, sin lugar a dudas.
[1] Director
del Albert Einstein Institute, creado en 1983 en Boston, Ma, EE.UU
[2]«
[…] La Usaid pretendía crear condiciones para la difusión por esta vía de
informaciones distorsionadas sobre la realidad cubana, sin que pudiera ser
detectada la fuente de desinformación por los órganos competentes del estado,
teniendo como objetivos primarios incidir sobre determinados sectores de la
sociedad, como los religiosos, los jóvenes, los negros y estratos que ellos
consideran marginales para desacreditar al gobierno revolucionario y asi
suscitar el descontento que facilitarían las condiciones para la promoción de
acciones de desobediencia civil o disturbios que le permitieran difundir una
imagen de caos social y político en el país […]» – Sentencia 2 de
2011 – Tribunal Provincial La Habana- Sala de los Delitos contra la seguridad
del Estado.
[3] El
título del programa USAID 2017 para Venezuela se denominó “Comunicaciones
estratégicas, Cohesivo II” con una asignación de 300 mil
dólares USD. Nota
del autor.
[4] Miembro de Carnegie Endowmend for International Peace, uno de los más renombrados académicos en el tema «promoción de la Democracia», que constituye el objetivo estratégico central de los programas de la USAID en todo el mundo.
_____________________________________________________________
Por Arthur González
Construida por la CIA
desde 1960, la contrarrevolución en Cuba no tiene seguidores en el pueblo,
aunque poderosas campañas de prensa ahora los transformen en “disidentes” que
se auto proclaman “independiente”.
El
amplio financiamiento que asigna anualmente el gobierno de Estados Unidos, les
permitiera decir y hacer lo que deseen.
Desde
que inició el programa de la USAID para Cuba en 1995 bajo la administración
Clinton, los millones de dólares que se destinan para sostener a esos
“disidentes”, incluyen la formación de los llamados “periodistas
independientes”
Además
se les orienta lo que deben escribir y enviar para los medios de prensa
occidentales, situación denunciada públicamente por algunos que lograron
engañar a los yanquis, como los agentes de la Seguridad del Estado cubano,
Néstor Baguer Sánchez-Galarraga y Carlos Serpa.
Al
iniciar esa dirección de trabajo subversivo, los periodistas “independientes”
recibieron instrucciones de crear la Asociación de Periodistas
Independientes de Cuba, primera organización de prensa estrechamente
relacionada a la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana,
encabezada por Yndamiro Restano Díaz y Hubert Jerez Mariño.
Más
tarde construyeron otros grupúsculos con fines similares, como fue el Buró
de Prensa Independiente de Cuba, Agencia Cuba Press y Agencia
Habana Press, todos financiados por Estados Unidos.
El
objetivo perseguido es propiciar en Europa y América Latina mayor difusión de
las noticias de la contrarrevolución.
Así
surgen Diario de Cuba, CubaNet y otras organizaciones para amplificar las
mentiras contra la Revolución, a través de esa guerra psicológica que pretende
que el mundo se las crea, pues según los ideólogos yanquis:
“LA GUERRA PSICOLÓGICA ES LA LUCHA POR GANAR LAS
MENTES Y LAS VOLUNTADES DE LOS HOMBRES SIN QUE ESTOS SE DEN CUENTAN”.
Por
esa razón se afirma que la USAID nació como fuente principal de financiamiento
para la “desestabilización”, de cualquier nación ambicionada por los intereses
de EEUU.
Esa
agencia del Departamento de Estado, en el año 2000 reorganizó sus oficinas
y aprobaron algunas nuevas como son:
DEMOCRACIA Y GOBERNABILIDAD, CONFLICTOS, E INICIATIVAS
HACIA UNA TRANSICIÓN, ELEVANDO SU CAPACIDAD OPERACIONAL, AL ABRIR NUEVAS
POSIBILIDADES PARA QUE LA CIA PUDIERA EJECUTAR SUS ACCIONES ENCUBIERTAS CONTRA
LA IZQUIERDA Y MOVIMIENTOS POPULARES EN EL MUNDO.
Es
por tal motivo, ese mismo año David Mutchler, principal asesor para Cuba de la
USAID y John Brademas, alto funcionario de la National Endowment for Democracy
(NED), visitaron La Habana para evaluar en el terreno la verdadera situación
interna, apoyados por varios oficiales, bajo el manto diplomático, de la
entonces Sección de Intereses Norteamericanos (SINA).
A
partir de ese momento más dinero entró a la Isla para cumplimentar los nuevos
planes subversivos.
Solo
en 2001 se ejecutaron más de 200 entregas personales de dinero a cabecillas
contrarrevolucionarias, por un monto cercano a los 100 mil dólares, quienes
realizaron algunos actos provocativos instigados por funcionarios de la SINA y
ampliamente divulgados por la llamada prensa “independiente”.
Entre
los años fiscales 2001 y 2006 la USAID asignó a Cuba 61 millones de dólares,
para sustentar 142 proyectos y actividades contrarrevolucionarias.
Soñando
con una “Primavera Cubana”, entre los años 2007 y 2013 la
asignación alcanzó la cifra de120 millones 639 mil 795 dólares, según sus
datos oficiales, para la realización de 316 proyectos contemplados en el
Programa Cuba.
El
ideólogo Thomas Carothers, declaró que
“EL IMPACTO POLÍTICO DE LOS PROGRAMAS DE LA USAID
DIRIGIDOS A LA ISLA, ES A LARGO PLAZO Y ESTÁN DISEÑADOS PARA SEMBRAR EN CUBA
LOS FUNDAMENTOS DE UNA TRANSICIÓN.
[…] MUCHOS DE LOS RESULTADOS IMPORTANTES DE LOS
PROGRAMAS DE DEMOCRACIA SON PSICOLÓGICOS, MORALES, SUBJETIVOS, INDIRECTOS Y
RETARDADOS EN EL TIEMPO”.
Durante
la administración de Ronald Reagan, el 18 de noviembre de 1983 el Congreso
aprobó una ley, que dio lugar al nacimiento de la National Endowment for
Democracy, NED, con un presupuesto inicial de 31.3 millones de dólares,
reducido ese mismo año a la cifra de 18 millones, por considerarse que su
actividad en ese período aún sería limitada.
Dichos
fondos estaban insertados en la ley presupuestaria del Departamento de Estado,
por tanto, quien recibe asignaciones para sus actividades se convierte en un
ente oficial del gobierno yanqui, muy alejado del término “independiente”.
La
NED es un proyecto diseñado para las acciones secretas de la CIA,
específicamente en las denominadas Operaciones de Acción Política, algo que
reafirmó Allen Weinstein, historiador y primer presidente de la NED, al
declarar en 1991 con total descaro: “Mucho de lo que hoy hacemos, hace 25
años ya lo hacía la CIA de manera encubierta”.
Entre
sus propósitos, la NED intenta penetrar y captar cuadros dentro de la sociedad
civil en otros países, a través de grupos locales; además, desarrollan
programas para el “fortalecimiento” de la sociedad civil, organizan talleres de
“liderazgo juvenil comunitario”, “educación civil” y actividades para “promover
la democracia”, todos con un fuerte respaldo en dólares.
Los
programas para Cuba son ejemplo de esos objetivos, entre ellos las becas en
entidades norteamericanas para la formación de “Líderes Juveniles”, lanzadas
por primera vez en 2009, junto a cursos impartidos dentro de su misión
diplomática en La Habana; 2015 otro de la organización World Learning Inc.;
2017 uno para “promover el desarrollo profesional juvenil y fortalecer la
sociedad civil cubana”; en 2019 para “Líderes cubanos emergentes”, que
buscaba posibilitar que los participantes obtuvieran recursos profesionales
para promover la “democracia y los derechos humanos” en la isla.
La
organización Líderes Sociales abrió el 03.12.2020 su quinta convocatoria para
15 becas a jóvenes profesionales cubanos, con vistas a promover el “liderazgo
juvenil y fortalecer a la sociedad civil cubana”.
La
NED ofrece también dinero para múltiples programas subversivos contra la
Revolución cubana, entre ellos:
1. Plataforma Internacional de Derechos Humanos en Cuba,
con 85,000 usd. Construyendo ciudadanía democrática en Cuba con 55.241 usd.
Libertad de expresión del artista independiente cubano con 95.000usd. Promover
el cine independiente en Cuba con 55,000 usd. Educar a los activistas juveniles
cubanos sobre la democracia y las habilidades de liderazgo con 99.993usd.
2. Asistencia legal a la sociedad civil cubana con 24.000usd. Observatorio Cubano de Derechos Humanos con 125.000usd. Promover Informes
Comunitarios en Cuba con 140.000usd. Originar el debate público sobre una
transición democrática en Cuba con 67.980 usd. Promover ideas democráticas y
participación ciudadana con 5.055 usd. Promover el pensamiento independiente en
Cuba 20.272usd y 61.517usd asignados a dos organizaciones encargadas de la
tarea.
3. Diario de Cuba con 220.000usd. Promover la libertad
de prensa en Cuba con 23.470usd. CubaNet News con 225.000usd.
Apoyando el periodismo independiente en Cuba con 109.833usd y 60.000usd,
distribuidos en dos organizaciones.
Los
programas subversivos de la USAID y la NED contra Cuba contemplan en el último
año fiscal 2018–2019, no menos de 70 proyectos contrarrevolucionarios,
financiados con más de 14 millones de usd.
La
USAID en octubre de 2017 entregó para sus programas de “Derechos
Humanos”, una cifra superior a los 5 millones usd y para los dirigidos a
la “educación cívica” unos 3 millones usd.
“Valores
e ideas democráticas” 1.300.000usd. Los programas con la etiqueta “Libertad de
información”, entre 2014 y 2017 promovieron 39 programas con un monto de 6.797.562usd.
Quienes
se vanaglorian de ser “independientes”, que desmientan el pago que reciben por
sus actos y las instrucciones precisas del mismo gobierno de Estados Unidos,
prueba de sus ataduras a la más repugnante política injerencista, de quien no
ha podido derrocar en 62 años a una Revolución popular.
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