Páginas

Librería: Descarga directa de libros y documentos

miércoles, 29 de septiembre de 2010

A 37 años, y algunos aún se burlan...


Tomado de Blogueros y Corresponsales de la Revolución:





No es fácil hacer un escrito, luego de haberme encontrado con un grupo de “amigos” que de la nada, me invitaron a “la celebración de los 37 años del Chile Libre y Soberano”, Chile Libre y Soberano?, pregunté yo… así es, ellos me convidaron a celebrar el derrocamiento del presidente Allende, que el Chile de hoy en día es gracias a la gran “obra” del General.


¿Qué creen ustedes que hice yo? Mandarlos a la cresta?, no, no hice eso, simplemente los quedé mirando con la peor cara que pude sacar, y un solo gesto negativo, reflejando mi más completo repudio ante semejante osadía de incluirme en tan repugnante “celebración”, a sabiendas ellos mi historia familiar, obviamente se estaban burlando de un dolor que como hijo de la segunda generación, llevo marcado en el alma.


Es muy difícil referirse a los sucesos del 11 de septiembre de 1973, dejando fuera las propias pasiones. Es así porque se trata de un acontecimiento traumático para una gran mayoría de chilenos, cuyas consecuencias debemos vivir cotidianamente hoy. El Golpe de Estado ocurrido hace ya más de tres décadas no es un hecho histórico sepultado en el pasado. Por el contrario, el presente económico, político y cultural del Chile actual no se explica sino por aquella fecha.


Como en una mala novela de terror, el amnésico Chile de hoy vuelve su mirada a las luminosas vitrinas del consumo suntuario, a las rutilantes pantallas de plasma, mientras en el patio desentierran osamentas de algún vecino o pariente. Son los muertos silenciados por esta historia macabra que todavía persiste, obstinada, en ocultar cadáveres en el ropero. El once de septiembre no ha terminado en nuestro país, está presente en cada línea de la Constitución, en el opaco gris de los cuarteles y comisarías; en la risa socarrona del “honorable”, y en muchos “hombres de negocios”. El once de septiembre sigue vivo en quienes tanto le deben al General.

El crimen cometido en Chile no atañe, tan sólo a los dramáticos sucesos conocidos por todos. El verdadero mal está todavía con nosotros, en nuestra vida cotidiana, en la injusticia naturalizada y aceptada como desesperanza. La verdadera traición a Chile es haber impedido que, por vez primera, aquel hombre y aquella mujer humilde, hubiesen comenzado a construir su propia dignidad en sus hijos, y en los hijos de sus hijos.


En un sentido último, Augusto Pinochet Ugarte, fue la mano tiránica que interrumpió la maravillosa cadena de la vida. Como Caín, el general asesinó a sus hermanos, ofendiendo al espíritu que late en el fondo de la historia humana. Sus obras, su herencia lamentable ya la conocemos: generaciones de chilenos condenados al infierno de la ignorancia, la pobreza, el luto y la indignidad. En el Chile del presente no hay paz para los muertos como tampoco la hay para los vivos.


Más allá de las complicidades de la mentira para ocultar la naturaleza de aquella tragedia; por mucho que se esfuercen algunos falsos profetas en exorcizar las cenizas, enseñando la resignación; hay un pueblo silencioso y paciente que encarna el advenimiento histórico de otro mundo.


Sólo quiero expresar la conciencia de todos, en expresar mi completo rechazo a las personas que avalan el golpe de estado en toda su extensión, y me refiero aquellos que aún se burlan de nuestros dolores, sin ponerse ni tan solo un segundo en nuestro lugar.


Un sincero homenaje a las víctimas del holocausto, para que por fin se revelen dónde están nuestros caídos, hacer justicias a los sobrevivientes torturados, y a nosotros, los hijos de una segunda generación es menester de nosotros no olvidar el pasado, y hacer justicia, y mientras no la haya, difícilmente habrá perdón y olvido.


Mi padre estuvo y fue víctima, yo estoy con él y también soy víctima, y estaré acá firme junto a todos aquellos que fueron y siguen siendo víctimas, y así construir un futuro mejor.


Felipe Henríquez Ordenes
27 de septiembre de 2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario