Creación de los CDR frente Antiguo Palacio Presidencial_28 de Septiembre de 1960 _Foto Liborio Noval
La manera más fácil de penetrar dichos grupos revolucionarios era el uso de traidores o de delatores que buscaran “salvarse” de la barbarie de la dictadura. El delator, o más bien llamado chivato, era quien daba la más mínima incidencia que pudiera usar el cuerpo de represalia de la dictadura batistiana para masacrar a jóvenes, mujeres y hombres revolucionarios. Fulgencio Batista, el mayor criminal del pueblo cubano (sin que con esto se solape los bárbaros crímenes de Gerardo Machado), sostenía en su gobierno a verdaderos verdugos que le podían arrancar cualquier información a cualquiera, antes o después de darle segura e inhumana muerte; pero algunos preferían huir del maltrato confesando o simplemente, por miedo, se ganaban así la gracia de la policía para evitarse las represalias.
Muchos valerosos jóvenes murieron por culpa de una velación, como muchos otros prefirieron morir antes de cometerla; un ejemplo de esto último fue Abel Santamaría Cuadrado, quien valientemente soportó que le torturaran sacándole los ojos y después le quitaran la vida antes de delatar a sus compañeros de la clandestinidad que participaron en el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Después del triunfo revolucionario en enero de 1959, la respuesta del gobierno norteamericano en los primeros no se redujo solamente a la implementación de un bloqueo económico y financiero, a asustar a la población con la propaganda anticomunista o a llevar operaciones como las de Peter Pan (criminal política de separación de familias); también se dedicó a reclutar mercenarios que atentaron contra el país poniendo bombas en objetivos económicos, pero también en sociales como cines y tiendas (No olvidemos que Carlos Alberto Montaner es uno de los prófugos que participó en estas fechorías), los cuales eran planificados y financiados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
En 1960, al regreso del Primer Ministro, Fidel Castro, de haber sostenido un encuentro en las Naciones Unidas y haber hecho estremecer al imperio en su propia madriguera, el 28 de septiembre el Comandante se dirige al pueblo de Cuba desde el Antiguo Palacio Presidencial, en ciudad de La Habana, donde le dice después de haberse escuchado los estruendos de unas explosiones:
“Por cada petardito que tiran los imperialistas nosotros construimos 500 escuelas; por cada uno hacemos tres veces más cooperativas; por cada petardito nacionalizamos un central azucarero yanqui; por cada petardito nacionalizamos un banco yanqui; por cada petardito refinamos cientos de miles de barriles de petróleo; por cada petardito creamos cien escuelas en nuestros campos; por cada petardito convertimos un cuartel en escuela; por cada petardito hacemos una ley revolucionaria; por cada petardito nosotros armamos por lo menos 1 000 milicianos.
“Parece que se han creído que vienen los marines, que ya está el café colado. Vamos a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva, vamos a ver cómo se pueden mover aquí los lacayos del Imperialismo.
“Nosotros vivimos en toda la ciudad. Que todo el mundo sepa quién vive, qué hace y que relaciones tuvo con la tiranía, y a qué se dedica, con quién se junta, en qué actividades anda, porque si creen que van a poder enfrentarse con el pueblo, tremendo chasco se van a llevar, porque para que el pueblo observe, vigile, para que cuando vean que la masa del pueblo se organiza, no hay imperialista, ni lacayo del imperialismo, ni instrumento que pueda moverse.
“Están jugando con el pueblo y no saben todavía quien es el pueblo. Están jugando con el pueblo y no saben todavía la tremenda fuerza revolucionaria que hay en el pueblo”.
El sistema de vigilancia revolucionaria obtuvo el nombre de Comité de Defensa de la Revolución (CDR), el cual jugó y juega un papel preponderante en la custodia de los bienes del país y la lucha frente a la contrarrevolución vendida al imperialismo norteamericano.
El accionar revolucionario, tanto de los Rebeldes de la sierra Maestra como los movimientos de la ciudad, era un pesar con lo que lidiaron los gobiernos de turno durante la era de la República Neocolonial en Cuba (1902-1958).
La manera más fácil de penetrar dichos grupos revolucionarios era el uso de traidores o de delatores que buscaran “salvarse” de la barbarie de la dictadura. El delator, o más bien llamado chivato, era quien daba la más mínima incidencia que pudiera usar el cuerpo de represalia de la dictadura batistiana para masacrar a jóvenes, mujeres y hombres revolucionarios. Fulgencio Batista, el mayor criminal del pueblo cubano (sin que con esto se solape los bárbaros crímenes de Gerardo Machado), sostenía en su gobierno a verdaderos verdugos que le podían arrancar cualquier información a cualquiera, antes o después de darle segura e inhumana muerte; pero algunos preferían huir del maltrato confesando o simplemente, por miedo, se ganaban así la gracia de la policía para evitarse las represalias.
Muchos valerosos jóvenes murieron por culpa de una velación, como muchos otros prefirieron morir antes de cometerla; un ejemplo de esto último fue Abel Santamaría Cuadrado, quien valientemente soportó que le torturaran sacándole los ojos y después le quitaran la vida antes de delatar a sus compañeros de la clandestinidad que participaron en el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Después del triunfo revolucionario en enero de 1959, la respuesta del gobierno norteamericano en los primeros no se redujo solamente a la implementación de un bloqueo económico y financiero, a asustar a la población con la propaganda anticomunista o a llevar operaciones como las de Peter Pan (criminal política de separación de familias); también se dedicó a reclutar mercenarios que atentaron contra el país poniendo bombas en objetivos económicos, pero también en sociales como cines y tiendas (No olvidemos que Carlos Alberto Montaner es uno de los prófugos que participó en estas fechorías), los cuales eran planificados y financiados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
En 1960, al regreso del Primer Ministro, Fidel Castro, de haber sostenido un encuentro en las Naciones Unidas y haber hecho estremecer al imperio en su propia madriguera, el 28 de septiembre el Comandante se dirige al pueblo de Cuba desde el Antiguo Palacio Presidencial, en ciudad de La Habana, donde le dice después de haberse escuchado los estruendos de unas explosiones:
“Por cada petardito que tiran los imperialistas nosotros construimos 500 escuelas; por cada uno hacemos tres veces más cooperativas; por cada petardito nacionalizamos un central azucarero yanqui; por cada petardito nacionalizamos un banco yanqui; por cada petardito refinamos cientos de miles de barriles de petróleo; por cada petardito creamos cien escuelas en nuestros campos; por cada petardito convertimos un cuartel en escuela; por cada petardito hacemos una ley revolucionaria; por cada petardito nosotros armamos por lo menos 1 000 milicianos.
“Parece que se han creído que vienen los marines, que ya está el café colado. Vamos a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva, vamos a ver cómo se pueden mover aquí los lacayos del Imperialismo.
“Nosotros vivimos en toda la ciudad. Que todo el mundo sepa quién vive, qué hace y que relaciones tuvo con la tiranía, y a qué se dedica, con quién se junta, en qué actividades anda, porque si creen que van a poder enfrentarse con el pueblo, tremendo chasco se van a llevar, porque para que el pueblo observe, vigile, para que cuando vean que la masa del pueblo se organiza, no hay imperialista, ni lacayo del imperialismo, ni instrumento que pueda moverse.
“Están jugando con el pueblo y no saben todavía quien es el pueblo. Están jugando con el pueblo y no saben todavía la tremenda fuerza revolucionaria que hay en el pueblo”.
Igualmente, fueron un frente importante que ayudaría a desarticular a los elementos que pretendían servir de quinta columna a las brigadas mercenarias derrotadas en la invasión de Playa Girón. También constituyeron una gran fuerza de movilización y organización en la campaña de alfabetización y en las de vacunación.
Con la consolidación de la Revolución, los CDR pasaron a participar en nuevos frentes, como en la vigilancia y erradicación de focos de vectores de transmisión de enfermedades, la recogida de materias primas, embellecimiento de áreas públicas, escuelas, hospitales y otros. Además, son la columna de apoyo en la organización de los colegios en los procesos electorales (liderados por las Comisiones Nacionales y Provinciales Electorales, formado por organizaciones sociales). El principal motor de solidaridad nació de manera voluntaria en los CDR con las donaciones de sangre (las cuales ascienden a más de medio millón anualmente, superando la cota de donaciones por habitantes de los países desarrollados); así como en la participación en la evacuación de la población con mayores posibilidades de afectación durante el transcurso de temporales.
Los enemigos del proceso socialista de la Isla intentan minimizar o ridiculizar el importantísimo papel de los CDR, adjudicando el “título de chivatos” a quienes son miembros de esta organización y ayudan a detener a los malhechores que desean enriquecerse con los bienes del pueblo.
Tildando a los cederistas con semejante apelativo, por luchar contra la corrupción y la delincuencia o por mantener la tranquilidad ciudadana, es la bajeza a la cual se apegan quienes malversan bienes del pueblo o quienes hacen la labor de zapa a favor del enemigo imperial.
Los verdaderos chivatos fueron los que le aportaban valerosa información a la tiranía machadista o batistiana sobre la ubicación de los revolucionarios. Los CDR son el bastión y primer frente de lucha contra quienes intentan perjudicar a la Revolución y a sus logros sociales.
Canción de los CDR
De cara a cara con el porvenir,
qué meta puede hablar,
si no es la meta de vencer o morir.
qué meta puede hablar,
si no es la meta de vencer o morir.
En cada cuadra un comité,
en cada barrio revolución,
cuadra por barrio, barrio por pueblo,
país en lucha: revolución.
en cada barrio revolución,
cuadra por barrio, barrio por pueblo,
país en lucha: revolución.
Desde las cuadras crece mi país,
se desarrolla y se proyecta así,
qué importa el reto, la respuesta es:
en cada cuadra un comité,
en cada barrio revolución,
cuadra por barrio, barrio por pueblo,
país en lucha: revolución.
se desarrolla y se proyecta así,
qué importa el reto, la respuesta es:
en cada cuadra un comité,
en cada barrio revolución,
cuadra por barrio, barrio por pueblo,
país en lucha: revolución.
Desde que el sol rompió su molde,
y el enemigo su consuelo,
ya desde entonces la respuesta fue:
en cada cuadra un comité,
en cada barrio revolución,
cuadra por barrio, barrio por pueblo,
país en lucha: revolución.
y el enemigo su consuelo,
ya desde entonces la respuesta fue:
en cada cuadra un comité,
en cada barrio revolución,
cuadra por barrio, barrio por pueblo,
país en lucha: revolución.
Desde la sierra a la ciudad,
tanto en el monte como en el mar,
cuadra por barrio, barrio por pueblo
a la vanguardia va el Comité.
tanto en el monte como en el mar,
cuadra por barrio, barrio por pueblo
a la vanguardia va el Comité.
En el acto central por el aniversario 50 de la creación de los CDR, el indiscutible líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, dijo:
”... somos algo más que nosotros mismos, somos pueblo, somos una idea, somos una esperanza, un ejemplo”.
”... somos algo más que nosotros mismos, somos pueblo, somos una idea, somos una esperanza, un ejemplo”.
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