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viernes, 27 de enero de 2012

¿Por qué silencian estos muertos por huelga de hambre en cárceles, mientras difaman de Cuba?


El pasado 3 de enero moría en una cárcel de Chicago (EEUU) una mujer que realizaba una huelga de hambre. En noviembre de 2011, tres presos varones morían en California también tras una huelga de hambre que movilizó a 12.000 prisioneros en 13 estados del país. Nada de esto fue noticia internacional, ni provocó protestas diplomáticas contra el Gobierno de EEUU.

El pasado 19 de enero, fallecía en Santiago de Cuba el recluso Wilman Villar Mendoza. Inmediatamente, los medios internacionales divulgaban la versión de la llamada “disidencia” cubana, vinculada al Gobierno de EEUU: el recluso habría fallecido por una huelga de hambre en protesta por haber sido encarcelado tras participar en una manifestación pacífica.

Esta información, repetida hasta la saciedad en los grandes medios, es absolutamente falsa. Wilman Villar Mendoza fue detenido en julio del pasado año por la agresión con lesiones a su esposa, tras una denuncia realizada por la madre de ésta. En el momento de la detención, Villar agredió con violencia a los agentes, y en noviembre fue condenado a 4 años de prisión por los delitos de desacato, atentado y resistencia.

Una vez condenado -siguiendo un patrón ya clásico en los últimos tiempos- entró en contacto con la “disidencia” cubana, con la intención de ser beneficiado por las medidas de gracia del Gobierno cubano a presos de este colectivo.

Villar fue atendido en el Hospital Clínico Quirúrgico “Doctor Juan Bruno Zayas” y falleció por las complicaciones de una neumonía severa. El Gobierno cubano asegura incluso que ni siquiera se encontraba en huelga de hambre.

En contraste con el silencio diplomático tras las citadas muertes por huelga de hambre en EEUU, las presiones diplomáticas contra Cuba tras la muerte de este preso no se han hecho esperar. El Gobierno español, por ejemplo, exigía al cubano “liberar a todos los presos políticos”. Debemos recordar que Amnistía Internacional reconoce como presos de conciencia solo a 3 personas en Cuba. Y lo hace en un comunicado publicado -por cierto- al calor de estos últimos acontecimientos, ya que la ONG no reconocía ningún preso de conciencia en la Isla desde la última excarcelación, en marzo de 2011. Organizaciones de la “disidencia” cubana financiadas por EEUU sostienen, por otro lado, que existen al menos 60 “presos políticos” en la Isla. Pero la propia agencia de noticias norteamericana Associated Press (AP), poco sospechosa de apoyar las versiones del Gobierno cubano, relataba que estas 60 personas están presas por delitos “violentos, aunque políticamente motivados, como sabotaje y secuestro de naves”. Estos son, al parecer, los “presos políticos” que reivindica el Gobierno español.

Si tomamos en consideración estos datos, los 3 presos de conciencia en Cuba son bastantes menos que los más de 100 en cárceles españolas, condenados solo por su filiación política al independentismo vasco, y que jamás participaron en acciones violentas.

También habría que recordar que en julio de 2011 fallecía en la cárcel de Teruel, en España, un preso tras cinco meses en huelga de hambre. Su muerte no produjo denuncias diplomáticas, y los escasos medios que informaron de ello lo hicieron de manera escueta y oficialista. El pasado 20 de diciembre fallecía, en el Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE), de Madrid, una inmigrante congoleña sin papeles, por una neumonía que no le fue diagnosticada porque dicho centro carecía de servicios médicos.

Por todos estos hechos, el Gobierno cubano no ha dirigido ninguna nota de protesta al Gobierno español. ¿No es hora de que comience a hacerlo?

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