Tomado de RT Actualidad.
El silencio de la jungla
se rompe con el ruido de los helicópteros. Las actividades tradicionales de la
población, tales como la caza y la pesca, ahora se ven obstruidas por la nueva
situación.
"La verdad, esto es un problema. Porque esto
cambia el panorama y la misma seguridad de nosotros. En ciertas zonas las
comunidades no pueden circular libremente, porque te ponen límite de no cruzar.
Entonces, eso para nosotros es un problema grave", explica Norvin Goff
Salinas, presidente de MASTA (organización indígena del pueblo misquito).
El descontento con la presencia
estadounidense en el país llegó a su cenit
en mayo pasado, después de una redada contra el
narcotráfico. El operativo, que
contó con la asistencia de un grupo de efectivos norteamericanos, dejó un saldo
de 4 civiles muertos, entre ellos mujeres.
Meses después, algunos activistas hondureños
dieron la voz de alarma afirmando que, próximamente, Washington planea abrir
otra base militar en Honduras que podría convertirse en la mayor en toda
América Latina.
"Los EE.UU. tienen previsto (aunque no se ha
hecho público) instalar una enorme base, en la plataforma marítima
precisamente. Nosotros hemos denunciado que esta base (que nadie dice nada, que
todo está en silencio), también amenaza a los pueblos hermanos. EE.UU., hay que
recordar, siempre ha usado a Honduras como una plataforma para invadir a otros
pueblos hermanos, como sucedió en los 80 contra Nicaragua. Esta vez podría ser
Venezuela", expresa Berta Cáceres Flores, coordinadora general del Consejo
Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH).
La primera instalación militar norteamericana en
territorio hondureño se desplegó en los años 80 en Palmerola y la segunda se
erigió en Mosquitia en 2010 bajo el propósito de frenar el narcotráfico. Las
autoridades hondureñas ya se han apresurado a desmentir la información sobre la
apertura de una nueva base en su territorio y califican de meras especulaciones
estos rumores.
Cabe recordar que en una entrevista
exclusiva a RT el presidente de Honduras, Porfirio
Lobo, afirmó que no sabía
"absolutamente nada" de la posible instalación de una nueva base
militar estadounidense en el norte de su país.
Entre tanto, esta cuestión preocupa a numerosos
analistas políticos de diferentes países. Muchos de ellos creen además que los
intereses de Washington en Centroamérica van más allá de las cuestiones
meramente del ámbito de la seguridad.
"Las
bases militares de EE.UU. son la
representación viva del monopolio neocolonial que sigue ejerciendo EE.UU. en
aún una buena parte de América Latina. La necesidad de
estas bases y en general la necesidad del reforzamiento del control político,
económico, militar de EE.UU. sobre determinados gobiernos de esta región, como
es el caso de Honduras, hoy es aún más importante para EE.UU. En primer lugar,
porque se siguen fortaleciendo estructuras supernacionales de integración de la
región, alternativas al dominio de EE.UU., como es el ALBA o UNASUR", dice el periodista José Manzaneda.
Una situación complicada que no siempre se puede
apreciar a primera vista, sobre todo por aquellos habitantes que viven lejos de
estas bases militares. Algunos, ante el desconocimiento del grueso de la
situación, miran con buenos ojos este tipo de cooperación con los
estadounidenses.
"Para nosotros es bienvenida la base militar
norteamericana aquí, en Honduras. Para nosotros son bien llegados acá",
dijo una hondureña, mientras otro ciudadano comentó: "No le veo ningún punto
ni a favor ni en contra. Siempre hay posibilidad de que podamos estar bien
defendidos por parte de Estados Unidos".
La presencia militar norteamericana en Honduras
sigue siendo un tema controvertido. Mientras que unos abogan por la necesidad
de intensificar la colaboración con los Estados Unidos, otros consideran que
sus bases amenazan la idiosincrasia de los pueblos indígenas, y además podrían
provocar la desestabilización de toda la región.
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