| Con comunidades indígenas frecuentemente como líderes, varios países latinoamericanos han dado pasos significativos hacia el reconocimiento de los derechos de la naturaleza y en la búsqueda de economías sustentables que frenen la precipitación hacia un desastre ambiental, sostiene Noam Chomsky. En la imagen, el también colaborador de esta casa editorial durante una visita a la UACM, en septiembre de 2009. Foto Carlos Ramos Mamahua | 
Por David Brooks, Corresponsal de La Jornada.
Buscar la verdad, el papel de los medios progresistas.
“Antes que nada, quisiera decir que es un privilegio y un placer 
poder sumarme, aun si es a distancia, a la celebración del 30 
aniversario de La Jornada y sus notables logros a lo largo de 
estos años, una ilustración inspiradora de lo que puede ser un medio 
libre e independiente”:  
Noam Chomsky.
Nueva York, 18 de septiembre.
La era digital no cambia en lo esencial la misión del periodismo 
comprometido e independiente, sobre todo en momentos en que se requiere 
de una ciudadanía consciente y comprometida para responder a los 
sistemas del poder que llevan al mundo al borde de un desastre 
apocalíptico, comentó Noam Chomsky en entrevista con La Jornada.
A pesar del sombrío panorama que pinta la coyuntura actual, Chomsky señala que algunos 
rayos de luzesperanzadores para el mundo provienen de los cambios históricos en América Latina.
Chomsky, el intelectual vivo más citado en el planeta y uno de los 10
 más citados en la historia, es un feroz crítico del modelo neoliberal, 
de las políticas imperiales de Estados Unidos y de las de Israel contra 
el pueblo palestino, así como del uso y abuso de la comunicación y los 
medios.
En el ámbito académico, Chomsky no sólo es considerado el padre de la
 lingüística moderna, sino que el profesor emérito del Instituto 
Tecnológico de Massachusetts también se ha destacado por sus 
aportaciones a la filosofía y las ciencias sociales.
Profundamente convencido de que decir la verdad ante el poder es 
obligación moral, Chomsky desnuda al emperador todos los días y aún es, a
 sus 85 años de edad, uno de los pocos intelectuales confiables y 
respetados por las nuevas generaciones, a pesar de que está virtualmente
 vetado por los medios masivos tradicionales en este país y otros. Por 
tanto, es un hombre peligroso para el poder, y por eso sigue siendo una 
voz vital para el presente y el futuro.
Chomsky, colaborador de La Jornada durante varios años, 
ofreció sus reflexiones sobre aspectos de la coyuntura en una entrevista
 con motivo del aniversario de este periódico.
–¿Cómo percibe lo que algunos llaman 
cambios revolucionariosen el panorama de los medios al surgir el mundo digital, el cual, según argumentan algunos, prometió
democratizarel periodismo y abrir una era de comunicación e información masiva? ¿Algo ha cambiado?
–Claro que hay cambios, pero creo que lo fundamental permanece igual.
 Internet indudablemente ofrece una oportunidad de acceso a una rica 
variedad de información y análisis, como la producción de este tipo de 
material, con mayor facilidad que antes. También ofrece oportunidades 
para la diversión, la distracción, la formación de cultos, el 
pensamiento descuidado, navegar sin propósito claro y mucho más. Una 
buena biblioteca puede ofrecer una oportunidad para que alguien se 
vuelva un biólogo creativo o un lector sensitivo de gran literatura, o 
para perder el tiempo. Depende de cómo uno escoge usar lo que está 
disponible. Los resultados [de la nueva era digital] son mixtos.
“Para organizadores y activistas, Internet ha sido una herramienta 
indispensable. Pero aquí se requiere también una nota de cautela. Uno de
 los observadores más astutos e informados del tumulto en el mundo 
árabe, Patrick Cockburn, escribe que durante los levantamientos de la primavera árabe,
 ‘miembros de la intelectualidad [frecuentemente] parecían vivir y 
pensar dentro de la cámara de ecos de Internet. Pocos expresaron ideas 
prácticas sobre cómo ir hacia delante’ o, podríamos agregar, prestaron 
suficiente atención a las realidades políticas, de clase o militares. 
Los resultados ahí están a la vista, y esas lecciones se pueden 
generalizar.
–¿Cuál debería ser el papel de los medios progresistas en este contexto?
–Todos permanecemos dependientes de los reportajes directos de 
periodistas valientes y honestos, los que hacen su labor con integridad.
 Ninguna tecnología va a cambiar eso. El papel de los medios 
progresistas es el mismo de siempre: intentar buscar la verdad en 
asuntos de importancia, romper el torrente de propaganda y engaño que 
está enraizado en los sistemas de poder y ofrecer los medios para que la
 gente pueda avanzar en las luchas por la libertad, la justicia y hasta 
la sobrevivencia frente a las amenazas ominosas.
–Usted persiste en abordar los efectos devastadores de las 
políticas del gobierno de Estados Unidos y del mundo empresarial, las 
cuales se manifiestan en guerras e injusticias sociales y económicas, y 
más recientemente advirtió que esto está llegando a un punto en el que 
estamos poniendo en riesgo la sobrevivencia misma de la civilización. 
Para aquellos que observan Estados Unidos y América Latina en este 
momento, ¿cuáles son los desafíos más básicos que se enfrentan hoy día? 
¿Dónde percibe el potencial más grande para una respuesta ante esos 
desafíos?
–Las amenazas son muy reales. La amenaza de destrucción por guerra 
nuclear está siempre presente, y el historial es atemorizante. Lo mismo 
es cierto, tal vez aún con más prominencia, acerca de la amenaza de una 
catástrofe ambiental. Por primera vez en la historia humana estamos 
frente a las posibilidades de destruir las condiciones de una 
sobrevivencia decente, y los sistemas de poder nos están llevando a ese 
precipicio.
“Sin embargo, hay señales alentadoras, en gran medida desde América 
Latina, ya que lo que ha ocurrido en años recientes tiene un significado
 verdaderamente histórico. Por primera vez en 500 años, países de 
América Latina han dado pasos muy serios hacia la integración y la 
independencia del poder imperial extranjero (en el pasado siglo, 
principalmente Estados Unidos).
“Los cambios, que son espectaculares, se revelan de varias maneras. 
No hace mucho, América Latina era el ‘traspatio’ de Washington. Los 
países hacían lo que se les ordenaba, o, si se salían de esa línea, eran
 sometidos a golpes militares, terror asesino y destrucción. Pero ahora,
 en conferencias hemisféricas, Estados Unidos y Canadá están 
virtualmente aislados.
“Un estudio reciente de los programas de rendición extraordinaria
 de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), una de las formas más 
salvajes y cobardes de tortura, encontró que colaboró gran parte del 
mundo, incluida Europa, pero había una excepción: América Latina. Esto 
es doblemente notable: primero, por la subordinación histórica de la 
región a Washington, y segundo, porque durante ese periodo [de 
subordinación] la región era uno de los centros de tortura del mundo.
“Por otro lado, según el Tratado de Tlatelolco, América Latina es una
 de las pocas regiones del mundo con una zona libre de armas nucleares.
“En otro rubro, con comunidades indígenas frecuentemente como 
líderes, varios países latinoamericanos han dado pasos significativos 
hacia reconocer los derechos de la naturaleza y buscar economías 
sustentables que frenen la precipitación hacia un desastre ambiental.
“Todo esto es dramático y prometedor, aunque no sin fallas y problemas serios.
Los retos que enfrentamos hoy son inmensos. El más grande potencial [para una respuesta] es una ciudadanía activa y comprometida. No hay mucho tiempo que perder
–¿Qué lo hace reír hoy día?
–En la cultura judía en que crecí, hay un concepto de 
risa a través de lágrimas. Lamentablemente, el mundo ofrece muchas oportunidades para esta práctica.
Pero hay muchos rayos de luz, y amplias razones para esperar que un mundo mejor es posible, como el Foro Social Mundial y sus ramas nos recuerdan continuamente. Y no es accidental que sus raíces son latinoamericanas.
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