
Por Iroel Sánchez.
Hace 49 años se constituía el Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
 Un momento en que Fidel analiza las mentiras de turno de los grandes 
medios de comunicación y el gobierno estadounidense contra Cuba y el uso
 de la emigración como arma propagandística contra la Revolución. 
Es el momento en que ante las campañas mediáticas, da a conocer la carta de despedida del Che. 
 Y también dice ideas
 de gran actualidad sobre el papel de la ideología revolucionaria: “La 
diversidad de situaciones inevitablemente trazará infinidad de 
interpretaciones. Quienes hagan las interpretaciones
 correctas podrán llamarse revolucionarios; quienes hagan las 
interpretaciones verdaderas y las apliquen de manera consecuente, 
triunfarán; quienes se equivoquen o no sean consecuentes con el 
pensamiento revolucionario, fracasarán, serán derrotados e incluso 
suplantados, porque el marxismo no es una propiedad privada que se 
inscriba en un registro; es una doctrina de los revolucionarios, escrita
 por un revolucionario, desarrollada por otros revolucionarios, para 
revolucionarios.”
Señores invitados;
Compañeros del Comité Central;
Compañeros de los comités provinciales, regionales y seccionales;
Compañeros secretarios de los núcleos de nuestro Partido:
Me veo obligado a 
comenzar por un tema que no tiene relación directa con el motivo que 
aquí nos reúne, pero que sí, por ser una cuestión de actualidad y de 
interés político, no debo dejar de referirme a él.
Es el resultado del 
planteamiento hecho el 28 de septiembre en relación con un hecho que 
venía sucediendo hacía tres años, y que era de una manera pérfida 
utilizado por el enemigo para hacer campaña contra nuestra Revolución, 
el caso de los individuos que cuando fueron suspendidos los vuelos entre
 Cuba y Miami se quedaron con un pie aquí y el otro allá.
A fin de desenmascarar 
definitivamente al imperialismo yanki en este aspecto, formulamos las 
declaraciones que ustedes conocen el día 28, y cuando con posterioridad 
dijeron que eran algo vagas y ambiguas, así como que no habían sido 
presentadas por canales diplomáticos, hicimos una segunda declaración 
muy clara y muy concreta para dejar definitivamente zanjada la cuestión.
 Y en el día de hoy ya los cables traen la noticia de la respuesta 
definitiva del gobierno de Estados Unidos a este respecto.
Y voy a leer las noticias que traen esos cables.
Esencialmente dice:
“El presidente Johnson 
—este es un cable de la AP— anunció hoy que procurará un entendimiento 
diplomático con Cuba para que puedan asilarse en Estados Unidos cubanos 
que quieran salir de su patria.”
Esto de entendimiento diplomático quiere decir un acuerdo por vía diplomática con relación a este problema.
Dice: “He pedido al 
Departamento de Estado que busque por conducto de la embajada de Suiza, 
encargada de los asuntos de Estados Unidos, la venia del gobierno de 
Cuba en una solicitud al presidente de la comisión de la Cruz Roja 
Internacional.”
Dice igualmente: “He dado
 instrucciones a los ministerios de Estado, Justicia, Salud, Educación y
 Asistencia Social, para que hagan los arreglos necesarios para quienes 
en Cuba buscan la libertad puedan entrar ordenadamente a Estados Unidos.
Y en otro cable, con más noticias, añade, que además declaró el señor Johnson:
“Una vez más esto revela 
un sello de fracaso sobre un régimen cuando muchos de sus ciudadanos 
eligen voluntariamente abandonar la tierra en que nacieron hacia un 
hogar de esperanza. El futuro alberga poca esperanza para cualquier 
gobierno cuando el presente no permite esperanzas para su pueblo.” Dijo 
que “los refugiados serán bienvenidos con el pensamiento de que otro día
 puedan regresar a su patria para encontrarla limpia del terror y libre 
del miedo”.
Es decir que, 
aparentemente no les quedó otra alternativa ni otra salida; y significa,
 en primer lugar, que hemos ganado una batalla por la libertad 
(APLAUSOS).
El señor Johnson no sería
 Johnson, ni sería presidente de Estados Unidos, ni sería yanki, si con 
ese proverbial fariseísmo no acompañara esta declaración, de todo este 
condimento relativo a las esperanzas que van a buscar los que marchan a 
Estados Unidos en busca de la libertad, y que nada puede ofrecer para el
 futuro, quienes para el presente solo ofrecen la perspectiva de tener 
que marcharse del país, a los ciudadanos de un país. Y también habla de 
la Cruz Roja, por tanto consideramos necesario que respondamos al señor 
Johnson sobre estos particulares que nada tienen que ver con el hecho en
 sí que nosotros planteábamos, y hacer algunas aclaraciones pertinentes 
en relación con todo esto.
En primer lugar todavía 
las agencias cablegráficas yankis, y muchos de los funcionarios de ese 
país, al igual que algunas agencias cablegráficas que no son yankis, 
pero que aparentemente a fuerza de oír repetir los argumentos, como es 
la Reuter y la France Press, se han hecho eco de la afirmación de que 
esto implicó un cambio en la política con relación a los que deseaban 
marcharse del país. Y esto es absolutamente falso. Desde el principio de
 la Revolución se tuvo sobre este particular una sola política; desde el
 principio de la Revolución hasta la Crisis de Octubre,
 estuvieron saliendo incesantemente de este país todos aquellos que lo 
deseaban y que habían recibido permiso de Estados Unidos.
Y cuando a raíz de la 
Crisis de Octubre ellos paralizaron los vuelos a Cuba, no hubo un cambio
 en la política del gobierno revolucionario, porque por las demás vías 
—es decir, por la vía de España y la vía de México—
 continuaban saliendo cerca de 300 personas mensuales, es decir, más de 3
 000 personas al año. No ha habido el menor cambio en la política sobre 
los que deseen marcharse en el país, lo que hemos hecho es desenmascarar
 la mala fe y la hipocresía del imperialismo yanki, único responsable de
 que las vías para salir normalmente se hubiesen paralizado, a fin de 
promover cierto tipo de salidas clandestinas y arriesgadas, con el único
 propósito de hacer propaganda.
El señor Johnson 
posiblemente ignore que en Estados Unidos cuando tuvo lugar la lucha por
 lo independencia para librarse del coloniaje inglés, miles y miles de 
norteamericanos abandonaron el país después de la independencia, y se 
marcharon al Canadá.
Y en todas las 
revoluciones, bien sea la Revolución Francesa, o la Revolución Rusa, o 
la Revolución Cubana, ese fenómeno de la marcha o de la emigración de 
las clases privilegiadas es un hecho absolutamente histórico. Mas si la 
marcha de un país, si la marcha de los hombres y mujeres que nacen en un
 país hacia otro país pudiera ser un índice de las características de un
 régimen social, el mejor ejemplo es el caso de Puerto Rico, isla de la 
cual se apoderó el imperialismo yanki, y que ha mantenido bajo un 
régimen de explotación colonial, a consecuencia de lo cual más de un 
millón de los hombres y mujeres nacidos en ese país se han visto en la 
necesidad de emigrar hacia Estados Unidos. ¡Y el señor Johnson se olvidó
 de Puerto Rico
 y del millón de portorriqueños que viven en Nueva York en las más duras
 condiciones de vida, en los barrios más pobres, y realizando los 
trabajos más humillantes!
Desde luego que esto de 
hablar de la Cruz Roja es un truquito del señor Johnson a fin de 
dramatizar la cuestión. Y en realidad, ¿quién ha dicho que para tramitar
 pasaportes y dar permiso para que aterricen unos aviones en Miami tiene
 que intervenir la Cruz Roja? ¿Qué tiene que ver la Cruz Roja con eso? 
No se trata de un terremoto, ni de una hecatombe, ni de una guerra, sino
 del simple trámite de autorizar la llegada a Estados Unidos, de 
autorizar el aterrizaje de los aviones, o la llegada de los barcos.
La Cruz Roja no hace 
ninguna falta en este caso. La Cruz Roja, en todo caso, podría 
intervenir para plantearle al gobierno de Estados Unidos que cese la 
criminal medida mediante la cual se prohíbe la exportación de 
medicamentos a Cuba. ¡Para eso sí haría falta la Cruz Roja 
Internacional! (APLAUSOS.)
En todo caso, la Cruz 
Roja podría hacer un mejor trabajo en Viet Nam del Sur (APLAUSOS), donde
 los soldados yankis asesinan a miles, asesinan y torturan por millares a
 los ciudadanos de ese pueblo. O en Viet Nam del Norte, donde los 
criminales bombardeos yankis no distinguen en nada absolutamente, y lo 
mismo bombardean ciudades, que aldeas, que escuelas, que hospitales.
La Cruz Roja podría tener
 algo que hacer en Santo Domingo, donde los soldados invasores cometen 
todo tipo de atropellos contra el pueblo, y tienen ocupadas las escuelas
 de los estudiantes (APLAUSOS).
Podría intervenir en los 
propios Estados Unidos, a fin de evitar las masacres de ciudadanos 
negros, como la que ocurrió en Los Angeles, en California, recientemente
 (APLAUSOS).
Pero para esta cuestión, 
señor Johnson, no hace falta la presencia de la Cruz Roja. A nosotros 
nos basta discutir con los representantes de la embajada suiza, que son a
 la vez los representantes de los intereses norteamericanos en Cuba, y 
podemos ponernos de acuerdo perfectamente bien con ellos acerca de 
cualquier trámite. No hace falta que intervenga nadie más. Nosotros 
aceptamos la seriedad y la responsabilidad de los funcionarios suizos. 
Ahora, ¡si el gobierno de Estados Unidos
 no tiene confianza, o no cree en la habilidad o la capacidad de los 
funcionarios de la embajada suiza, eso es cosa del gobierno de Estados 
Unidos! (APLAUSOS.)
Ahora bien: hablando muy 
seriamente sobre estas cuestiones de libertades, yo quisiera saber si el
 señor Johnson pudiera responder un par de preguntas, puesto que 
nosotros aquí hemos estado permitiendo que salga todo el que quiera 
salir del país desde el principio de la Revolución, puesto que nosotros 
no hemos negado permiso nunca a los que han querido salir para ir a 
visitar a sus familiares y regresar, y puesto que si bien hay cubanos 
que tienen familiares en Estados Unidos y desean ir a reunirse con 
ellos, también hay cubanos que tienen familiares en Estados Unidos y que
 no quieren abandonar el país (APLAUSOS), y ya que el señor Johnson, 
junto a la Estatua de la Libertad se tomó le molestia de “condimentar” 
su declaración con todas estas pamplinerías acerca de libertad, ¡yo le 
pregunto si Estados Unidos es capaz de permitir que puedan venir a 
visitar a sus familiares en Cuba aquellos que deseen venir a visitarlos y
 regresar a Estados Unidos! (APLAUSOS), si Estados Unidos es capaz de 
permitir que cubanos que no desean residir en Estados Unidos visiten a 
sus familiares en Estados Unidos y regresen después a Cuba; y si Estados
 Unidos, por último, está dispuesto a permitir que los ciudadanos 
norteamericanos puedan visitar a Cuba (APLAUSOS).
Porque a ese mismo 
gobierno que habla de que mal puede andar un país cuando se marchan de 
ese país ciudadanos, nosotros le podemos decir: peor puede andar un país
 cuando, a pesar de ser un país que tanto pregona y tanto presume de ser
 un país de libertades; mal puede andar un país que, a pesar de haber 
alcanzado los estándares de desarrollo económico que han alcanzado, 
tiene miedo permitir que los ciudadanos de ese país puedan visitar a 
este país tan detractado y tan calumniado del miedo y del terror —como 
llaman ellos (APLAUSOS).
Y, por lo tanto, aquí va 
el segundo emplazamiento al gobierno de Estados Unidos. Lo emplazamos a 
que permita también visitar a Cuba, a sus familiares en Cuba, a aquellos
 que tienen aquí familiares que no quieren irse para Estados Unidos; a 
que permita que esos familiares, residentes en Cuba y que no quieren 
abandonar a Cuba, puedan ir a Estados Unidos y regresar; y, por último, 
lo emplazamos a que permita que los estudiantes o cualquier ciudadano de
 Estados Unidos pueda venir libremente a Cuba, de la misma manera que 
nosotros permitimos que se marche, o que vaya y que regrese, cualquier 
ciudadano de este país (APLAUSOS); que permita que puedan visitar a Cuba
 los representantes de las organizaciones negras de Estados Unidos, o de
 las organizaciones de los defensores de los derechos civiles, para que 
vean cómo, con la desaparición de la explotación del hombre por el 
hombre, desapareció definitivamente la discriminación racial en nuestro 
país (APLAUSOS).
Y veamos si el señor 
Johnson, ante el mundo y ante el pueblo de Estados Unidos, tiene alguna 
respuesta —que no sea un galimatías— que darle a este emplazamiento.
Nosotros mantenemos 
nuestra posición, mantenemos nuestra declaración, y esperamos que 
soliciten la pertinente entrevista para el caso los señores funcionarios
 de la embajada suiza, cuando reciban las pertinentes instrucciones del 
gobierno de Estados Unidos. Pero esperamos para saber si el señor 
Johnson tiene manera de responder a este emplazamiento.
Y ya que se habla tanto, 
ya que se jactan tanto de hablar de libertades, que baste ya de hablar 
de falsas libertades, baste ya de hablar de libertades abstractas, que 
los hechos están demostrando que donde realmente se está creando un 
mundo de libertades no es allí, sino aquí (APLAUSOS); tan libre, que no 
queremos que nadie, ajeno a su voluntad, tenga necesariamente que vivir 
en esta sociedad. Porque nuestra sociedad socialista, nuestra sociedad 
comunista, deberá ser eminentemente una asociación verdaderamente libre 
de ciudadanos (APLAUSOS).
Y aunque es cierto que 
determinados ciudadanos, educados en aquellas ideas del pasado y en 
aquel sistema de vida pasado, prefieren marcharse a Estados Unidos, 
también es muy cierto que este país se ha convertido en el santuario de 
los revolucionarios de este continente (APLAUSOS). También es cierto que
 nosotros consideramos acreedores a la hospitalidad de este pueblo y de 
esta tierra, no solo a los que en ella nacieron, sino a todos los 
hombres y mujeres de nuestra misma lengua, de nuestra misma cultura, o 
aun cuando no de la misma lengua, de similares orígenes históricos y 
étnicos de similar historia de explotación. Y en este país tienen 
derecho a venir —y han hecho uso de ese derecho todos cuantos han 
querido— los perseguidos por las oligarquías sanguinarias e 
imperialistas; a este país han venido a residir permanentemente o 
transitoriamente muchos hombres y mujeres que nacieron en otros 
territorios hermanos de este continente; y en este país durante años han
 vivido y han trabajado muchos técnicos y muchos profesionales 
procedentes de distintos rincones de América.
Esta no es solo una 
tierra de cubanos, esta es una tierra de revolucionarios (APLAUSOS); y 
tienen derecho a considerarse como hermanos nuestros y acreedores a ella
 los revolucionarios del continente, incluso los revolucionarios 
norteamericanos (APLAUSOS). Porque algún dirigente, como el caso de 
Robert Williams, perseguido allí ferozmente, encontró albergue en esta 
tierra. Y al igual que él, podrán encontrar albergue los que persigan 
allí los reaccionarios y los explotadores. No importa que hablen inglés y
 hayan nacido en Estados Unidos. Esta es la patria de los 
revolucionarios de este continente, al igual que Estados Unidos es el 
albergue inevitable de todos los esbirros, de todos los malversadores, 
de todos los explotadores, de todos los reaccionarios de este continente
 (APLAUSOS), porque no hay ladrón, no hay explotador, no hay 
reaccionario, no hay criminal, que no tenga las puertas abiertas de 
Estados Unidos.
Y con esto quedan 
respondidas las palabras del señor Johnson bajo su desteñida Estatua de 
la Libertad, que no se sabe qué representa ya ese amasijo de piedra y de
 hipocresía, como no sea lo que hoy significa para el mundo el 
imperialismo yanki.
Nosotros vamos ahora a 
nuestras cuestiones, vamos a las cuestiones de nuestro Partido, porque 
creo que las noticias que de aquí salen, todas las que se refieren a 
nuestros éxitos sociales, a nuestros éxitos económicos y a nuestros 
éxitos políticos, son noticias muy malas para los imperialistas yankis.
Y naturalmente que todo 
lo que fortalezca e impulse la Revolución, todo lo que nos permita 
avanzar el máximo, es altamente preocupante para ellos, porque eso de 
que volverán, sí, algún día añorarán volver, arrepentidos, una buena 
parte de los que se marcharon. Pero cuando el señor Johnson habla de 
regresar aquí en plan de libertadores, podríamos decirle que esos son 
sueños de una noche de otoño (RISAS).
Todo el país ha recibido 
con júbilo y entusiasmo la noticia de la constitución de nuestro Comité 
Central. Los nombres de los compañeros que integran este Comité, así 
como su historia, son sobradamente conocidos. Si no todos son conocidos 
por todos, todos son conocidos por una parte considerable e importante 
del pueblo. Hemos procurado escoger a quienes en nuestro juicio 
representan, de la manera más cabal, la historia de nuestra Revolución, a
 quienes, tanto en la lucha por la Revolución, como en la lucha por la 
consolidación, defensa y desarrollo de la Revolución, han trabajado y 
han luchado tesonera e incansablemente.
No hay episodio heroico 
en la historia de nuestra patria en los últimos años que no esté ahí 
representado; no hay sacrificio, no hay combate, no hay proeza —lo mismo
 militar que civil— heroica o creadora que no esté representada; no hay 
sector revolucionario, social, que no esté representado. No hablo de 
organizaciones. Cuando hablo de sector hablo de obreros, hablo de 
jóvenes, hablo de campesinos, hablo de nuestras organizaciones de masa.
Hay hombres que fueron 
portadores durante muchos años de las ideas socialistas, como es el caso
 de quien fuera fundador del primer Partido Comunista, el compañero 
Fabio Grobart (APLAUSOS); casos como la compañera Elena Gil (APLAUSOS), 
cuya extraordinaria labor al frente de las escuelas por donde han pasado
 más de 40 000 campesinas de las montañas, donde se han formado miles de
 maestros, donde estudian hoy más de 50 000 jóvenes y niños, y que 
nosotros consideramos un trabajo verdaderamente ejemplar; o casos como 
el compañero Arteaga (APLAUSOS) que, además de su historial de lucha, 
durante siete años ha trabajado en el sector agrícola y ha llevado a 
cabo planes exitosos, en algunos casos extraordinariamente exitosos, 
como es el plan agrícola del Escambray (APLAUSOS); casos de compañeros 
como el teniente Tarrau (APLAUSOS), compañero sobre el cual tal vez 
muchos no hayan oído hablar, pero es el compañero a quien el Ministerio 
del Interior situó al frente de los planes de rehabilitación en Isla de 
Pinos (APLAUSOS) y donde ha llevado a cabo, con actitud ejemplar y 
abnegada, un brillantísimo trabajo del cual algún día tendrá que 
hablarse y escribirse mucho.
He mencionado casos de 
compañeros, algunos más conocidos, otros menos conocidos. Sería 
interminable la lista de los compañeros de las Fuerzas Armadas 
Revolucionarias (APLAUSOS) por su historia antes y después del triunfo, 
¡antes y después del triunfo!, como ejemplo de ejemplares 
revolucionarios, de incansables trabajadores, como ejemplo de superación
 en el estudio, en el desarrollo de la cultura, de los niveles 
culturales y de los niveles políticos, compañeros de una modestia 
extraordinaria, en cuyas manos ha estado fundamentalmente la defensa de 
la patria en estos siete años de peligros y de amenazas.
De los más conocidos no 
es necesario hablar. No quiere esto decir que estén aquí los únicos 
valores de la nación. No, muy lejos de eso. Cuenta nuestro país 
afortunadamente con incontables valores y sobre todo una promoción de 
compañeros nuevos, en pleno desarrollo, que algún día —sin duda de 
ninguna índole— llegarán a ostentar esa responsabilidad y ese honor.
Si nos preguntamos 
quienes faltan, indiscutiblemente que faltan. Sería imposible constituir
 un Comité Central con 100 compañeros revolucionarios sin que faltaran 
muchos compañeros. Lo importante no son los que faltan, esos vendrán 
detrás; lo que importa son los que están, y lo que representan los que 
están. Y nosotros sabemos que el Partido y el pueblo han acogido con 
satisfacción al Comité Central que se ha constituido (APLAUSOS).
Este Comité, reunido en el día de ayer, adoptó distintos acuerdos:
Primeramente, ratificar 
las medidas acordadas por la antigua Dirección Nacional, ratificar al 
Buró Político, al Secretariado y a las comisiones de trabajo, así como 
también al compañero electo para el cargo de Secretario de Organización 
(APLAUSOS). Pero, además, adoptó dos importantes acuerdos, que a su vez 
habían sido sugeridos por la antigua Dirección Nacional. Uno, lo que se 
refiere a nuestro órgano oficial, y es que en lugar de dos periódicos 
con caracteres políticos como se venían editando, concentrar los 
recursos humanos, concentrar los recursos en maquinaria y en papel para 
hacer un nuevo y único periódico de carácter político matutino, además 
del periódico “El Mundo” que no es un periódico propiamente de 
orientación política. Unir todos esos recursos y hacer un nuevo 
periódico que llevará el nombre de “Granma” (APLAUSOS), símbolo de 
nuestra concepción revolucionaria y de nuestro camino.
Y otro acuerdo aún más 
importante, en lo que se refiere al nombre de nuestro Partido. Primero 
fuimos ORI, en los primeros pasos de la unión de las fuerzas 
revolucionarias, con sus aspectos positivos y sus aspectos negativos; 
después fuimos Partido Unido de la Revolución Socialista, que significó 
un progreso extraordinario, un extraordinario avance en la creación de 
nuestro aparato político. Esfuerzo de tres años en que, de la cantera 
inagotable del pueblo, se extrajeron incontables valores surgidos de 
entre las filas de nuestros trabajadores, para llegar a ser hoy lo que 
somos en cantidad, pero sobre todo lo que somos en calidad. Pero Partido
 Unido de la Revolución Socialista de Cuba dice mucho, pero no dice 
todo; y Partido Unido da todavía la idea de algo que fue necesario unir,
 que recuerda todavía un poco los orígenes de cada cual. Y como 
entendemos que ya hemos llegado al grado tal en que de una vez por todas
 y para siempre ha de desaparecer todo tipo de matiz y todo tipo de 
origen que distinga a unos revolucionarios de otros, y hemos llegado ya 
al punto afortunado de la historia de nuestro proceso revolucionario en 
que podamos decir que solo hay un tipo de revolucionario, y puesto que 
es necesario que el nombre de nuestro Partido diga no lo que fuimos 
ayer, sino lo que somos hoy y lo que seremos mañana, ¿cuál es, a juicio 
de ustedes, el nombre que debe tener nuestro Partido? (APLAUSOS Y 
EXCLAMACIONES DE: “¡Comunista!”) ¿Cuál es, compañero? ¡Un compañero de 
aquí! (EXCLAMACIONES DE: “¡Comunista!”) ¡Los compañeros de acá! 
(EXCLAMACIONES DE: “¡Comunista!”) ¡Los compañeros de allá! 
(EXCLAMACIONES DE: “¡Comunista!”) ¡Los compañeros de allá! 
(EXCLAMACIONES DE: “¡Comunista!”) ¡Partido Comunista de Cuba! 
(EXCLAMACIONES DE: “¡Comunista, Comunista!”)
Pues ese es el nombre 
que, interpretando el desarrollo de nuestro Partido, de la conciencia 
revolucionaria de sus miembros y de los objetivos de nuestra Revolución,
 adoptó en el día de ayer nuestro primer Comité Central.
Y es muy correcto, como 
explicábamos ayer a los compañeros del Comité; la palabra comunista ha 
sido muy calumniada y muy detractada a lo largo de los siglos. 
Comunistas hubo a lo largo de la historia, hombres de ideas comunistas, 
hombres que concebían un modo de vivir distinto a la sociedad en que 
habían nacido, y los que pensaron de una manera comunista en otros 
tiempos fueron considerados, por ejemplo, comunistas utópicos, quienes 
hace 500 años, porque de una manera idealista aspiraban a un tipo de 
sociedad que no era posible en aquel entonces dado el ínfimo desarrollo 
de las fuerzas productivas con que contaba el hombre; dado que al 
comunismo de donde partió el hombre primitivo, para vivir en una forma 
de comunismo primitiva, no podrá volver el hombre sino mediante tal 
grado de desarrollo de sus fuerzas productivas y tal modo de utilización
 de esas fuerzas, modo social de utilización de esas fuerzas, que se 
puedan crear los bienes materiales y los servicios en cantidades más que
 suficientes para satisfacer las necesidades del hombre.
Y todos los explotadores,
 todos los privilegiados, odiaron siempre la palabra comunista como si 
fuera un crimen; anatematizaban la palabra comunista. Y por eso cuando 
Marx y Engels escribieron su Manifiesto Comunista
 que daba origen a una nueva teoría revolucionaria, a una interpretación
 científica de la sociedad humana y de la historia humana, ellos decían 
“un fantasma recorre a Europa, y es el fantasma del comunismo”, porque 
como un fantasma, con verdadero miedo, contemplaban las clases 
privilegiadas esas ideas.
Mas las clases 
privilegiadas en cualquier época de la historia contemplaron siempre con
 extraordinario miedo las ideas nuevas, y la sociedad romana se 
aterrorizó en su época también con las ideas cristianas cuando estas 
ideas surgieron al mundo, y fueron en un tiempo las ideas de los pobres y
 de los esclavos de aquellos tiempos. Y por odio a esas ideas nuevas, 
aquella sociedad lanzó a la hoguera y lanzó al circo a incontable número
 de seres humanos. Y así también, durante la Edad Media, en la época del
 feudalismo, las ideas nuevas fueron perseguidas y sus portadores 
calumniados y tratados de la peor forma.
Y las ideas nuevas que 
surgieron con la burguesía, en medio del feudalismo, lo mismo cuando 
aquellas ideas adoptaban posiciones políticas, que cuando adoptaban 
posiciones filosóficas, que cuando adoptaban posiciones religiosas, 
fueron cruelmente anatematizadas y perseguidas.
Siempre las clases 
reaccionarias se han valido de todos los medios para anatematizar y 
calumniar a las ideas nuevas. Y así, todo el papel y todos los medios de
 que disponen no les alcanzan para calumniar a las ideas comunistas, 
como si el afán de una sociedad en que el hombre no sea un explotador 
del hombre sino un verdadero hermano del hombre, como si el sueño de una
 sociedad en que todos los seres humanos sean realmente iguales de hecho
 y de derecho, no una simple cláusula constitucional como rezan las 
constituciones burguesas, donde dicen que todos los hombres nacen libres
 e iguales, como si se pudiera afirmar eso lo mismo del niño que nace en
 un barrio de indigentes, en una cuna pobre, que el niño que nace en una
 cuna de oro; como si se pudiera afirmar jamás que en una sociedad de 
explotadores y explotados, de ricos y de pobres, que todos los hombres 
nacen libres e iguales; como si todos esos hombres estuviesen llamados a
 tener en la vida la misma oportunidad.
El sueño secular del 
hombre —y posible hoy— de una sociedad sin explotadores ni explotados, 
ha concitado el odio y el rencor de todos los explotadores.
Los imperialistas, como 
si nos fuesen a ofender, o como si fuese una ofensa, hablan del gobierno
 comunista de Cuba, al igual que también la palabra “mambí” la emplearon
 contra nuestros libertadores como una ofensa, así también intentan 
emplear la palabra “comunista” como una ofensa, y la palabra “comunista”
 no es para nosotros una ofensa, sino una honra (APLAUSOS).
Y es la palabra que 
simboliza la aspiración de una gran parte de la humanidad, y por ella 
hoy trabajan concretamente cientos y cientos de millones de seres 
humanos. Y dentro de 100 años no habrá honra mayor, ni habrá nada más 
natural y lógico que llamarse comunistas (APLAUSOS).
Hacia una sociedad 
comunista nos encaminamos. Si no quieren los imperialistas caldo, pues 
les daremos tres tazas de caldo (APLAUSOS). De ahora en adelante, 
señores de la UPI, y de la AP, cuando nos llamen “comunistas” sepan que 
nos llaman de la manera más honrosa que puedan llamarnos (APLAUSOS).
Hay una ausencia en 
nuestro Comité Central, de quien posee todos los méritos y todas las 
virtudes necesarias en el grado más alto para pertenecer a él y que, sin
 embargo, no figura entre los miembros de nuestro Comité Central.
Alrededor de esto, el 
enemigo ha podido tejer mil conjeturas; el enemigo ha tratado de 
confundir y de sembrar la cizaña y la duda, y pacientemente, puesto que 
era necesario esperar, hemos esperado.
Y eso diferencia al 
revolucionario del contrarrevolucionario, al revolucionario del 
imperialista: que los revolucionarios sabemos esperar, sabemos tener 
paciencia, no nos desesperamos nunca, y los reaccionarios, los 
contrarrevolucionarios, los imperialistas, viven en perenne 
desesperación, viven en perenne angustia, en un perenne mentir, de la 
manera más ridícula, de la manera más infantil.
Cuando se leen las cosas 
que dicen algunos de esos funcionarios, algunos de esos senadores 
yankis, uno se pregunta: ¿Pero cómo es posible que este señor no esté en
 un establo en vez de pertenecer a lo que se llama un congreso? 
(APLAUSOS) Algunos de ellos dicen verdaderas barbaridades. Y tienen un 
tremendo hábito de mentir, no pueden vivir sin mentir. Viven 
angustiados.
Si el gobierno 
revolucionario declara una cosa —que es lo que ha estado haciendo 
siempre— como fue a la que me referí al principio, entonces ven cosas 
truculentas, terribles, ¡un plan detrás de todo eso!
¡Qué ridiculez! ¡Con qué 
miedo viven! Y uno se pregunta: ¿Lo creerán? ¿Lo creerán? ¿Creerán todo 
lo que dicen? O, ¿tendrán necesidad de creer todo lo que dicen? ¿O no 
pueden vivir sin creer todo lo que dicen? ¿O dicen todo lo que no creen?
Es difícil, sería 
cuestión de médicos y de psicólogos. ¿Qué tienen en el cerebro, qué 
angustia es esa que en todo ven una maniobra, un plan truculento, 
tenebroso, terrible? Y no saben que no hay mejor táctica, ni mejor 
estrategia que luchar con armas limpias, y que luchar con la verdad, 
porque esas son las únicas armas que inspiran confianza, son las únicas 
armas que inspiran fe, son las únicas armas que inspiran seguridad, 
dignidad, moral. Y son con esas armas con las que hemos ido venciendo y 
aplastando los revolucionarios a nuestros enemigos.
Mentira. ¿Quién ha 
escuchado nunca una mentira en boca de un revolucionario? Porque son 
armas que no benefician a ningún revolucionario, y ningún revolucionario
 serio tiene necesidad de acudir a una mentira nunca; su arma es la 
razón, la moral, la verdad, la capacidad de defender una idea, un 
propósito, una posición.
Y en fin, el espectáculo 
moral de nuestros adversarios es verdaderamente lamentable. Y así los 
agoreros, los intérpretes, los especialistas en las cuestiones de Cuba y
 las máquinas electrónicas, han estado trabajando incesantemente para 
desentrañar este misterio. Que si Ernesto Guevara
 (APLAUSOS) había sido purgado, que si Ernesto Guevara estaba enfermo, 
que si Ernesto Guevara había tenido discrepancias y cosas por el estilo.
Naturalmente que el 
pueblo tiene confianza, el pueblo tiene fe. Pero los enemigos se valen 
de estas cosas, sobre todo en el exterior, para calumniar: he ahí al 
régimen comunista tenebroso, terrible, los hombres se desaparecen, no 
dejan rastro, no dejan huellas, no hay una explicación; y nosotros 
dijimos en su oportunidad al pueblo, cuando el pueblo comenzó a notar 
esa ausencia, que oportunamente hablaríamos, algunas razones tendríamos 
para esperar.
Nos desenvolvemos en un 
medio rodeado por las fuerzas del imperialismo. No vive el mundo en 
condiciones normales; mientras las bombas criminales de los 
imperialistas yankis estén cayendo en un pueblo como Viet Nam no podemos
 decir que vivimos en condiciones normales (APLAUSOS); cuando más de 100
 000 soldados yankis desembarcan allí para tratar de aplastar el 
movimiento de liberación; cuando los soldados del imperialismo 
desembarcan en una república que tiene igualdad de derechos 
jurídicamente como todas las demás repúblicas del mundo, cual es el caso
 de Santo Domingo, para pisotear su soberanía (APLAUSOS), no vive el 
mundo en condiciones normales; cuando alrededor de nuestra patria los 
imperialistas entrenan mercenarios y organizan ataques vandálicos de la 
manera más impune, como el caso de Sierra Aránzazu; cuando los 
imperialistas amenazan con intervenir en cualquier país de la América 
Latina y del mundo, no se vive en condiciones normales. Y cuando 
luchábamos en la clandestinidad contra la tiranía batistiana, los 
revolucionarios que no vivíamos en condiciones de normalidad, teníamos 
que atenernos a las reglas de la lucha; de la misma manera, aunque el 
poder revolucionario existe en nuestro país, en lo que se refiere a las 
realidades del mundo, no vivimos en condiciones normales y tenemos que 
atenernos a las reglas de esa situación.
Y para explicar esto 
vamos a leer una carta aquí de puño y letra, transcripta a máquina, del 
compañero Ernesto Guevara (APLAUSOS), que por sí misma se explica. 
Pensaba yo si debía hacer la historia de nuestra amistad y de nuestro 
compañerismo, cómo comenzó y bajo qué condiciones comenzó y cómo se 
desarrolló. Mas no es necesario. Me voy a limitar a leer la carta.
Dice así: “Habana… No fue
 puesta la fecha, puesto que esta carta era para ser leída en el momento
 en que lo considerásemos más conveniente, pero ajustándonos a la 
estricta realidad, fue entregada el 1ro de abril de este año, hace 
exactamente seis meses y dos días. Y dice así:
Habana
Año de la Agricultura
“Fidel:
“Me recuerdo en esta hora
 de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de 
cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos.
“Un día pasaron 
preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad 
real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierta, que 
en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos 
compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.
“Hoy todo tiene un tono 
menos dramático, porque somos más maduros, pero el hecho se repite. 
Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución
 Cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu 
pueblo, que es ya mío.
“Hago formal renuncia de 
mis cargos en la Dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi 
grado de Comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a 
Cuba, solo lazos de otra clase que no se pueden romper como los 
nombramientos.
“Haciendo un recuento de 
mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación
 para consolidar el triunfo revolucionario. Mi única falta de alguna 
gravedad es no haber confiado más en ti desde los primeros momentos de 
la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus 
cualidades de conductor y de revolucionario. He vivido días magníficos y
 sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días 
luminosos y tristes de la Crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto
 un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte 
seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y
 apreciar los peligros y los principios.
“Otras tierras del mundo 
reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te
 está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de
 separarnos.
“Sépase que lo hago con 
una mezcla de alegría y dolor: aquí dejo lo más puro de mis esperanzas 
de constructor y lo más querido entre mis seres queridos… Y dejo un 
pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu.
 En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el 
espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más
 sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo dondequiera que 
esté: esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura.
“Digo una vez más que 
libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su 
ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último
 pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy 
las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo y que trataré de ser fiel 
hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he estado identificado
 siempre con la política exterior de nuestra Revolución, y lo sigo 
estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de 
ser revolucionario cubano, y como tal actuaré. Que no dejo a mis hijos y
 mi mujer nada material y no me apena: me alegra que así sea. Que no 
pido nada para ellos pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y 
educarse.
“Tendría muchas cosas que
 decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son innecesarias, las 
palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena 
emborronar cuartillas.
“Hasta la victoria siempre.
“¡Patria o Muerte!
“Te abraza con todo fervor revolucionario,
Che.” (APLAUSOS PROLONGADOS)
Los que hablan de los 
revolucionarios, los que consideran a los revolucionarios como hombres 
fríos, hombres insensibles, u hombres sin entrañas, tendrán en esta 
carta el ejemplo de todo el sentimiento, de toda la sensibilidad, de 
toda la pureza que se puede encerrar en el alma de un revolucionario.
Y nosotros podríamos 
contestar, todos nosotros: Compañero Guevara: ¡No es la responsabilidad 
lo que nos preocupa, nosotros estamos responsabilizados con la 
Revolución, y nosotros estamos responsabilizados con la ayuda al 
movimiento revolucionario en la medida de nuestras fuerzas! (APLAUSOS 
PROLONGADOS), y asumimos la responsabilidad y las consecuencias, y los 
riesgos. Durante siete años casi ha venido siendo así, y sabemos que 
mientras el imperialismo exista, y mientras haya pueblos explotados y 
colonializados, seguiremos corriendo esos riesgos y seguiremos asumiendo
 serenamente esa responsabilidad.
Y nosotros teníamos el 
deber de conformarnos, teníamos el deber de respetar ese sentimiento de 
ese compañero, esa libertad y ese derecho. ¡Y esa sí es libertad, no la 
de los que van a ponerse un grillete, sino la de los que van a empuñar 
un fusil contra los grilletes de la esclavitud! (APLAUSOS.)
¡Y esa es otra de las 
libertades, señor Johnson, que nuestra Revolución proclama! y si los que
 quieren marcharse para irse a vivir con los imperialistas, a los que a 
veces los imperialistas reclutan para ir a luchar a Viet Nam y al Congo 
pueden hacerlo, ¡sépase también que todos los ciudadanos de este país, 
cuando soliciten permiso, no para ir a luchar junto a los imperialistas,
 sino para luchar junto a los revolucionarios, esta Revolución no les 
negará el permiso! (APLAUSOS PROLONGADOS.)
Este país es libre, señor Johnson, ¡verdaderamente libre para todos!
Y no fue esta la única 
carta. Junto a esta carta, y para la ocasión en que se hiciese uso de 
esta carta, también quedaron en nuestras manos distintas cartas de 
saludo a distintos compañeros y, además —como dice aquí—, “a mis hijos”,
 “a mis padres”, y a otros compañeros; cartas escritas por él para sus 
hijos y para sus padres. Y estas cartas se las entregaremos a los 
compañeros y a los familiares, y les pediremos que las donen a la 
Revolución, porque nosotros consideramos que estos son documentos dignos
 de la historia.
Y entendemos que esto lo 
explica todo, y es lo que a nosotros nos corresponde explicar. Lo demás,
 que los enemigos se preocupen. Nosotros tenemos bastantes tareas, 
bastantes cosas que hacer en nuestro país y con relación al mundo; 
bastantes deberes que cumplir, y los cumpliremos.
Desarrollaremos nuestro 
camino, desarrollaremos nuestras ideas, desarrollaremos nuestros 
métodos, desarrollaremos nuestro sistema. Utilizaremos toda la 
experiencia que pueda sernos útil, y desarrollaremos experiencias 
nuevas.
Una nueva época surge por
 entero en la historia de nuestro país, una forma distinta de sociedad, 
un sistema distinto de gobierno; el gobierno de un partido, del partido 
de los trabajadores, integrado por los mejores trabajadores, formado con
 la participación plena de las masas, para poder decir con toda 
justificación y con toda razón que es la vanguardia de los trabajadores y
 que es la representación de los trabajadores en nuestra democracia 
obrera y revolucionaria. Y será mil veces más democrática que la 
democracia burguesa, porque marcharemos hacia formas administrativas y 
políticas que implicarán la constante participación, en los problemas de
 la sociedad, de las masas, a través de los organismos idóneos, a través
 del Partido, en todos los niveles. E iremos desarrollando esas formas 
nuevas como solo una revolución puede hacerlo, e iremos creando la 
conciencia y los hábitos de esas nuevas formas. Y no nos detendremos, no
 se detendrá nuestro pueblo hasta haber alcanzado sus objetivos finales.
y este paso significa 
mucho, significa uno de los pasos más trascendentales en la historia de 
nuestro país, significa el momento histórico en que las fuerzas 
unificadoras fueron superiores a las fuerzas que dispersaban y dividían,
 significa el momento histórico en que todo un pueblo revolucionario se 
unió estrechamente, en que el sentido del deber prevaleció sobre todo, 
en que el espíritu colectivo triunfó sobre todos los individualismos, en
 que los intereses de la patria prevalecieron ampliamente y 
definitivamente sobre todo interés individual o de grupos, significa 
haber alcanzado el grado más alto de unión y de organización con la más 
moderna, la más científica, a la vez que la más revolucionaria y humana 
de las concepciones políticas.
Y somos el primer país de
 este continente, a más de ser, en el criterio del gobierno imperialista
 de Estados Unidos, el único país independiente. Porque si la Cámara de 
Representantes proclama el derecho a intervenir en cualquier país para 
evitar el peligro de una revolución comunista, aquí hay una revolución 
comunista en el poder (APLAUSOS). Luego se nos considera el único país 
independiente. Y, claro, cuando los representantes de los monopolios 
lanzaron esa bofetada en el rostro de todas las repúblicas de América, 
emitiendo la declaración de no independencia, unos cuantos —y podría 
decirse mejor muchos— se han sonrojado de vergüenza, muchos se han 
escandalizado cuando Estados Unidos declara su derecho a intervenir 
unilateralmente.
Bueno es recordarles los 
acuerdos que tomaron contra Cuba, bueno es recordarles la complicidad 
con las fechorías que contra nuestra patria tramó el imperialismo. Y 
entonces nosotros fuimos los únicos, los que nos levantamos decididos a 
morir y dijimos que defendíamos no solo el derecho de Cuba, sino que 
defendíamos la independencia de los demás pueblos de América Latina 
(APLAUSOS).
Los que siembran vientos 
recogen tempestades, y los que sembraron intervencionismo contra Cuba, 
rompimientos colectivos contra Cuba, bloqueos contra Cuba, están 
recogiendo tempestades de intervencionismos y de amenazas contra ellos 
mismos. Y se asombran y se llenan de pánico y se reúnen los parlamentos y
 los partidos burgueses dan el grito en el cielo. Ahí tienen los frutos 
de la complicidad con los imperialistas, ahí tienen lo que es el 
imperialismo.
Y así, cada día que pase,
 los pueblos verán más nítidamente quién tiene la razón, quién en estos 
años históricos defendió la verdadera independencia, la verdadera 
libertad, la verdadera soberanía; y la defendió con su sangre, y la 
defendió frente al imperialismo y a todos sus cómplices.
Los propios imperialistas
 les están enseñando. El fantasma del comunismo era incesantemente 
agitado. Y en nombre de combatir a ese fantasma, los imperialistas 
yankis han declarado su derecho a desembarcar en cualquier país de este 
continente, menos en Cuba (APLAUSOS).
Y lo que nosotros hemos 
avanzado, pero sobre todo lo que nosotros avanzaremos en los años 
venideros, utilizando todas las posibilidades potenciales de nuestro 
país, utilizando las enormes fuerzas que hemos organizado y que hemos 
creado, utilizándolo de una manera organizada, eficaz: esa es la tarea 
de nuestro Partido.
Tomaremos enorme ventaja,
 marcharemos a paso vertiginoso hacia el futuro, con un partido que 
deberá dirigir, que deberá atender todos los frentes, porque todos los 
frentes deberán ser atendidos por nuestro Partido, todos los problemas 
deberán ser estudiados. Y para eso hemos creado las comisiones, y nuevas
 comisiones serán creadas. Y no habrá un solo problema que no sea objeto
 de estudio y de análisis profundo por parte del Partido, para que de 
cada análisis salga la orientación, la orientación correcta y la mejor 
orientación.
Y decía que labraremos 
nuestro camino hacia el comunismo y llegaremos al comunismo. Tan seguros
 estamos, como de que hemos llegado hasta aquí.
Y en medio de las 
dificultades de todo tipo de este minuto de la historia del mundo, 
frente a un enemigo cada vez más poderoso, frente al doloroso hecho de 
la división en las filas revolucionarias en el mundo, nuestra política 
será de más estrecha unión, nuestra política será la política de un 
pueblo pequeño, pero independiente y libre.
Nuestro Partido educará a
 las masas, nuestro Partido educará a sus militantes. Entiéndase bien: 
¡Nuestro Partido! ¡Ningún otro partido, sino nuestro Partido y su Comité
 Central! (APLAUSOS.)
Y la prerrogativa de 
educar y orientar a las masas revolucionarias es una prerrogativa 
irrenunciable de nuestro Partido, y seremos muy celosos defensores de 
ese derecho. Y en materia ideológica será el Partido quien diga lo que 
debe decir. ¡Y si nosotros no estamos de acuerdo y no queremos y no nos 
da la gana que las divergencias que dividan al campo socialista nos 
dividan a nosotros, nadie podrá imponernos semejante cosa! (APLAUSOS.)
Y todo material de tipo 
político, excepto que se trate de enemigos, solo podrá llegar al pueblo a
 través de nuestro Partido en el momento y en la oportunidad en que 
nuestro Partido lo determine (APLAUSOS).
Nosotros sabemos 
demasiado bien dónde está el enemigo, quién es el único y verdadero 
enemigo. Lo sabemos demasiado bien, lo sabemos de sobra. Contra ese 
enemigo hemos tenido que luchar en condiciones difíciles, para enfrentar
 a ese enemigo hemos necesitado la solidaridad y la ayuda de muchos, 
para derrotar la política agresiva de ese enemigo, para seguir 
enfrentándonos a ella, necesitamos recursos y necesitamos armas. Porque 
aquí, a miles de millas de distancia de cualquier otro país socialista, a
 miles de millas de distancia, sin que podamos depender en los momentos 
decisivos de otra cosa que de nuestras propias fuerzas y de nuestras 
propias armas, y como estamos conscientes de los riesgos que corremos 
hoy y de los riesgos que seguiremos corriendo, hemos de estar armados 
hasta los dientes y preparados hasta la saciedad (APLAUSOS).
Y podemos discrepar en 
cualquier punto de cualquier partido. Es imposible aspirar a que en la 
heterogeneidad de este mundo contemporáneo, en tan diversas 
circunstancias, constituido por países en las más disímiles situaciones y
 en los más desiguales niveles de desarrollo material, técnico y 
cultura, que podamos concebir el marxismo como algo así como una 
iglesia, como una doctrina religiosa, con su Roma, su Papa y su Concilio
 Ecuménico.
Esta es una doctrina 
revolucionaria y dialéctica, no una doctrina filosófica; es una guía 
para la acción revolucionaria, y no un dogma. Pretender enmarcar en 
especies de catecismos el marxismo, es antimarxista.
La diversidad de 
situaciones inevitablemente trazará infinidad de interpretaciones. 
Quienes hagan las interpretaciones correctas podrán llamarse 
revolucionarios; quienes hagan las interpretaciones verdaderas y las 
apliquen de manera consecuente, triunfarán; quienes se equivoquen o no 
sean consecuentes con el pensamiento revolucionario, fracasarán, serán 
derrotados e incluso suplantados, porque el marxismo no es una propiedad
 privada que se inscriba en un registro; es una doctrina de los 
revolucionarios, escrita por un revolucionario, desarrollada por otros 
revolucionarios, para revolucionarios.
Y nosotros habremos de 
caracterizarnos por nuestra confianza en nosotros mismos, por nuestra 
confianza en nuestra capacidad para seguir y desarrollar nuestro camino 
revolucionario. Y podremos discrepar en una cuestión, o en un punto, o 
en varios puntos con cualquier partido; las discrepancias cuando son 
honestas están llamadas a ser transitorias. Lo que nunca haremos es 
insultar con una mano y pedir con otra, y sabremos mantener cualquier 
discrepancia dentro de las normas de la decencia con cualquier partido, y
 sabremos ser amigos de quienes sepan ser amigos, y sabremos respetar a 
quienes nos sepan respetar.
Y estas pautas 
determinarán siempre nuestra libérrima conducta, y jamás le pediremos 
permiso a nadie para hacer nada, jamás le pediremos permiso a nadie para
 ir a ninguna parte, jamás le pediremos permiso a nadie para ser amigo 
de algún partido o de algún pueblo.
Sabemos la transitoriedad
 de los problemas. Y los problemas pasan, los pueblos perduran; los 
hombres pasan, los pueblos quedan; las direcciones pasan, las 
revoluciones persisten. Y nosotros vemos algo más que transitorias 
relaciones en las relaciones entre los partidos y entre los pueblos 
revolucionarios: vemos relaciones duraderas y relaciones definitivas.
Y de nuestra parte nunca 
saldrá nada tendiente a crear diferencia, algo más que entre los 
hombres, entre los pueblos. Y nos guiaremos por ese elemental principio,
 porque sabemos que es una posición correcta, que es un principio justo.
 Y nada nos apartará de la dedicación de todas nuestras energías a la 
lucha contra el enemigo de la humanidad, que es el imperialismo. Porque 
nosotros no podremos decir jamás que sean cómplices de los imperialistas
 a los que nos han ayudado a derrotar a los imperialistas (APLAUSOS).
Y aspiramos no solo a una
 sociedad comunista, sino a un mundo comunista en que todas las naciones
 tengan iguales derechos; aspiramos a un mundo comunista en que ninguna 
nación tenga derecho al veto, y aspiramos a que el mundo comunista del 
mañana no presente jamás el mismo cuadro de un mundo burgués desgarrado 
por querellas intestinas; aspiramos a una sociedad libre, de naciones 
libres, en que todos los pueblos —grandes y pequeños— tengan iguales 
derechos.
Defenderemos, como hemos 
defendido hasta hoy, nuestros puntos de vista y nuestras posiciones y 
nuestra línea, de manera consecuente con nuestros actos y con nuestros 
hechos. Y nada nos podrá apartar de ese camino.
No es fácil, en las 
complejidades de los problemas actuales y del mundo actual, mantener esa
 línea, mantener ese inflexible criterio, mantener esa inflexible 
independencia. ¡Pero nosotros la mantendremos! Esta Revolución no se 
importó de ninguna parte, es un producto genuino de este país, ¡nadie 
nos dijo cómo teníamos que hacerla, y la hemos hecho! (APLAUSOS); ¡nadie
 nos tendrá que decir cómo la seguiremos haciendo, y la seguiremos 
haciendo! ¡Hemos aprendido a escribir la historia, y la continuaremos 
escribiendo! Eso que no lo dude nadie.
Vivimos en un mundo 
complejo y un mundo peligroso. Los riesgos de ese mundo los correremos 
dignamente y serenamente. ¡Nuestra suerte será la suerte de los demás 
pueblos, y nuestra suerte será la suerte del mundo!
Les pido a todos los 
compañeros aquí presentes, a todos los representantes de nuestro 
Partido, a todos los secretarios de los núcleos en esta especie de 
amplísimo congreso, les pido a los que aquí representan la voluntad del 
Partido, del Partido que representa a los trabajadores, les pido la 
ratificación de los acuerdos de la Dirección Nacional (APLAUSOS), les 
pido la ratificación plena y unánime al Comité Central de nuestro 
Partido (APLAUSOS), les pido el pleno apoyo a la línea seguida por la 
dirección revolucionaria hasta aquí (APLAUSOS), y el pleno apoyo a la 
política proclamada hoy aquí (APLAUSOS).
¡Viva el Partido Comunista de Cuba! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”)
¡Viva su Comité Central! (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”)
¡Viva nuestra Revolución socialista y comunista! (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”)
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)
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