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jueves, 6 de junio de 2019

¿Qué fuimos a buscar los cubanos a África?

La mayoría de estos niños jamás habían tenido en sus manos un juguete. Foto: Pastor Batista
Tomado de Granma
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Una mañana calurosa de octubre de 1983, un grupo de jóvenes se concentró frente al Comité Militar de Plaza de la Revolución, en la ciudad de La Habana. El motivo de la presencia de aquellos muchachos, la mayoría imberbes aún, era marchar a Angola como voluntarios.

Los aspirantes a combatientes internacionalistas habían comenzado a llegar al lugar desde las primeras horas de la madrugada. Chistes, anécdotas y comentarios matizaban la espera, mientras se narraban episodios de heroísmo y de combates, la mayoría fruto de la imaginación juvenil y de los deseos que les animaban de emular con la historia de sus padres y abuelos.
En las primeras horas de la mañana comenzaron a llegar los trabajadores y funcionarios del Comité Militar, asombrados comentaban sobre la presencia de tantos muchachos. Un oficial, funcionario de dicho Comité, saludó a los presentes y pidió que organizaran poco a poco una fila, la cual se fue conformando a lo largo de la acera.
Los ecos de la heroica defensa de Cangamba habían sido el detonante, no se sabía aún bien lo ocurrido, pero se narraban historias que superaban la leyenda de los 300 espartanos de las Termópilas.

CANGAMBA

Del 2 al 10 de agosto de 1983 fueron cercadas y atacadas las posiciones defendidas por combatientes internacionalistas cubanos y de las Fuerzas Populares de Liberación de Angola (Fapla) en el poblado de Cangamba.
En esa localidad de la provincia Moxico se encontraban desplegados la 32 Brigada de Infantería Ligera (BIL) de las Fapla y un grupo de asesores cubanos.
Por las Fapla, las fuerzas acantonadas en Cangamba alcanzaba la cifra de 818 efectivos, muchos de ellos con poca preparación combativa. La asesoría cubana ascendía a 82 combatientes internacionalistas. Una vez iniciados los combates el 2 de agosto de 1983, la jefatura cubana envió un refuerzo, lo que incrementó la presencia cubana a 184 efectivos. En total, los defensores de Cangamba contaban con 18 piezas de artillería y morteros de pequeño calibre y 36 instalaciones GRD-1P con pocas municiones.
Por la parte sudafricana, aunque no había fuerzas de infantería desplegadas en el terreno, había presencia de especialistas de artillería, inteligencia y apuntadores para la aviación, lo que puede estimarse en aproximadamente un batallón. También había pequeñas unidades del Batallón Búfalo, el cual contaba con experiencias de acciones conjuntas con la Unita, que contaba con más de 3 000 hombres.
Murieron en combate 18 cubanos y 27 resultaron heridos. Por su parte, las Fapla tuvieron 60 muertos y 177 heridos.  El 85 % de los refugios fueron dañados o destruidos. Se contabilizaron 401 coletas de granadas de mortero dispersas por la posición defendida, a las que se sumaron unos 1 300 fragmentos de proyectiles antitanque y de cohetes GRAD-1P. Se calcula que por lo menos deben haber hecho impacto no menos de 1 500 proyectiles de artillería en las posiciones defendidas por los cubanos.


UN POCO DE HISTORIA
Mientras esperaban los aspirantes a internacionalistas, se hablaba de Kifangondo, de la bravura demostrada por cubanos y angolanos, de la huida aparatosa del enemigo, que había proclamado días antes de la batalla «el desayuno en Caxito, el almuerzo en Cacuaco y la comida en Luanda», pero mordieron el polvo de la derrota.
Kifangondo, Cangamba y Cuito Cuanavale pasarían a la historia como «espacios entrañables en la sensibilidad patriótica de los cubanos», todavía faltaban unos años para la victoria de Cuito Cuanavale que cambiaría para siempre la historia de África, poniendo fin al oprobioso régimen del Apartheid, pero aquellos combates librados por los internacionalistas cubanos, soldados voluntarios de la tierra de Martí y de Fidel, llenaban de orgullo a las nuevas generaciones que soñaban con contribuir a «saldar la deuda con África».
Maestros, médicos, constructores, ingenieros, cientos de miles de cubanos, han cumplido misión internacionalista en África. El 23 de mayo de 1963, en un avión de Cubana de Aviación, 29 médicos, cuatro estomatólogos, 14 enfermeros y siete técnicos de la salud viajaron con destino a Argelia.
Se iniciaba así la primera misión internacionalista cubana en África en la historia de la Revolución, colaboración que no ha cesado en todos estos años y que ha contribuido a salvar miles de vidas, a alfabetizar, a construir, a sembrar, a defender con su sangre la independencia del continente, más de 34 000 técnicos de nivel medio y universitarios provenientes de África se han graduado en Cuba en las últimas décadas, actualmente cursan estudios otros miles de jóvenes.1

LAS MISIONES INTERNACIONALISTAS MILITARES

Un contingente militar cubano, integrado por 685 efectivos y sus medios, arribó a la nación africana entre el 21 y el 29 de octubre de 1963 en ayuda de la naciente República Argelina Democrática y Popular, posterior a la llegada del personal de la salud.
Cuba envió 746 combatientes, respondiendo a la solicitud de ayuda realizada por el Gobierno sirio con motivo del fracaso de la ofensiva desatada por Egipto y Siria, el 6 de octubre de 1973, para tratar de recuperar los territorios ocupados por Israel durante la Guerra de los seis días, en junio de 1967. Con los efectivos cubanos se conformó un Regimiento de Tanques, que después se integró en la 47 brigada de Tanques cubano-siria.
En Angola, la Operación Carlota abarcó desde agosto de 1975 hasta mayo de 1991, cuando regresó el último grupo de combatientes. Fue la respuesta del Gobierno cubano a la solicitud de ayuda del líder histórico del Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA) Agostinho Neto, ante la agresión perpetrada por el Régimen del apartheid sudafricano y sus aliados internos y externos, para impedir la independencia de la nación africana, derrotar al MPLA y ocupar el país.
En total, cumplieron misión en Angola 337 033 militares y unos 50 000 colaboradores civiles. Un contingente militar cubano se desplegó en la región de Punta Negra, República del Congo, con la misión de actuar como apoyo de las tropas que defendían Cabinda (Angola), de ser necesario.
«Los pueblos de Angola y Cuba son hermanos en todos los aspectos y por tal motivo siempre estaremos uno al lado del otro (...). En los tiempos buenos, en los tiempos malos, y para siempre. ¡Nos llevaremos solamente la amistad indestructible de este gran pueblo, y los restos de nuestros muertos!»2.
Codificada como Operación Baraguá, comenzó en enero de 1978 la misión internacionalista militar en Etiopía, cuando llegaron a ese país las primeras tropas cubanas, para enfrentar la agresión de las fuerzas armadas de Somalia, iniciada en julio de 1977. La misión se prolongó hasta septiembre de 1989 y en ella participaron 41 730 militares cubanos.
En todas estas misiones intervinieron 385 908 combatientes cubanos, y de ellos cayeron, cumpliendo con su deber internacionalista, un total de 2 398.
Nada nos llevamos de África, saqueada una y otra vez por las potencias coloniales, estuvimos allí a solicitud de su pueblo, cumpliendo lo que consideramos un deber sagrado. Los miles de combatientes que pelearon en África no actuaban en busca de gloria personal ni de riqueza alguna, no les movía otro deseo que el ser útiles, cumplir con la Revolución, estar a la altura del tiempo que les tocó vivir.


LA GLORIA QUE SE HA VIVIDO
Es difícil comprender hoy, a la vista de los años transcurridos, en los nuevos tiempos que corren, cómo jóvenes en plena y vital juventud pudieron estar dispuestos a darlo todo, hasta la vida por personas que vivían a miles de kilómetros de distancia, abandonar la seguridad del hogar, enfrentar la añoranza, las enfermedades, la fatiga y la muerte.
¿Qué hizo posible tales actos de desprendimiento? Esos jóvenes que hoy ya peinan canas no habían estado en la Sierra Maestra ni en Playa Girón, ni habían vivido los días de la Crisis de Octubre, de la Campaña de Alfabetización. Esos jóvenes que hacían aquella fila en el Comité Militar de Plaza de la Revolución y en otros cientos de Comités Militares en todo el país en aquellos días de 1983 y durante muchos de aquellos años, no eran fanáticos ni adoctrinados corderos, eran muchachos y muchachas nacidos con la Revolución y los movía la convicción más profunda de que era un deber; estaban orgullosos de los que combatían y daban su vida en tierras africanas y no querían quedarse atrás. No podían quedarse atrás.
Ese día estuve allí, entre ellos, les vi llorar, y lloré, por no ser admitidos, por ser rechazados. No podían seleccionar a todos como es lógico y nada nos consolaba, ni la promesa de otras misiones, ni el llamado a cumplir el deber diario en nuestra tierra. Queríamos ir a encontrarnos con la historia.

1 Agencia Cubana de Noticias.
2  General de Ejército Raúl Castro Ruz, discurso, 10 de diciembre de 1977.
FUENTE: CUBA DEFENSA

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