En los años de mayor crisis
en Cuba, en la etapa del llamado Período Especial de mediados de los 90, la
economía nacional y familiar recibió duros golpes.
La situación que afrontó el pueblo cubano tuvo varios campos de batalla, por un lado el criminal bloqueo económico impuesto por EEUU se recrudeció con nuevas leyes, incentivando a su vez un período de gran escalada de acciones provocadoras y terroristas, organizadas y financiadas por el vecino imperialista, como expresión de su política hostil, subversiva e injerencista. Por otro lado, la población cubana sufrió una brusca reducción del nivel de vida por la pérdida del campo socialista, como principal socio comercial hasta el momento.
La dirección del gobierno
cubano convocó a concentrar todas las energías de la nación y comenzó un
proceso de reformas económicas, cuyo objetivo fundamental era defender las
conquistas alcanzadas y fortalecer el sistema político. La despenalización de
la tenencia de divisas, la estimulación y normalización del trabajo autónomo
(cuentapropismo, como se denomina en Cuba), las transformaciones estructurales
en el sector agropecuario y la inversión de capital extranjero fueron algunos
de los cambios puestos en marcha. El desarrollo del turismo fue otra de las
alternativas que se fortaleció para formar parte de la locomotora económica del
país. Sin embargo, los cambios también generaron otros impactos.
Independientemente de todos
los esfuerzos realizados, el Período Especial impactó en todos los sectores del
ámbito nacional. La educación también sufrió los embates en todos los aspectos,
incluso que perdiera muchos de sus efectivos, entre profesionales y técnicos,
que emigraron de sector, para formar parte de la plantilla de aquellos sectores
que comenzaban a gestionarse en divisas: siendo el turismo el principal.
Muchas fueron las medidas
adoptadas para la formación y retención profesional. Lo más importante era
alcanzar soluciones válidas que no conllevaran el cierre de escuelas ni dejar
desatendidos a cientos de miles de estudiantes de diversos niveles. Entre las
soluciones surgió la creación de diversos programas alternativos basados
en materiales audiovisuales, como
medio del proceso educativo de enseñanza–aprendizaje; aunque esta
alternativa se alzó con gran desventaja frente a la competencia desleal de
la creciente World Wide Web (la internet): una opción con no pocos obstáculos
impuestos por el bloqueo económico, con el objetivo de aislar a Cuba.
La iniciativa se fortaleció
con la experiencia alcanzada con las Cátedras
Universitarias del Adulto Mayor, un proyecto puesto en marcha en el 2000 por la
Dirección de Extensión Universitaria perteneciente al Sistema Nacional de
Educación.
Para cumplir los objetivos
pedagógicos, se formaron miles de profesores generales integrales y se dotó a
todas las aulas del Sistema Nacional de Educación con el material necesario
para el desarrollo de la actividad curricular, extracurricular e incluso para
el trabajo con la familia; incluyendo una importante inversión en zonas de
difícil acceso, muchas de ellas electrificadas con paneles solares y la
tecnología necesaria para la recepción de los canales nacionales de televisión.
Igualmente, en abril del 2004 y con la sugerencia de Fidel Castro, nació la
programación de dos canales nacionales con fines educativos: una programación
dividida en dos líneas de trabajo, bien identificadas y delimitadas por sus
objetivos y destinatarios: Programación Escolar y la Programación Educativa
para la población general.
La Revolución invirtió
millones de dólares en proporcionar a cada aula los equipos necesarios que
facilitarán la labor de instrucción en las diversas materias: televisores,
lectores de vídeos, un auxiliar de educación que pudiese operar el
equipamiento, diese las explicaciones más elementales al estudiantado y
mantuviese la disciplina en las aulas.
A pesar que las dificultades
económicas que ha afrontado Cuba, como consecuencias de un criminal bloqueo
impuesto para ahogar al pueblo cubano, la prensa capitalista, arreciando su
belicoso guion propagandístico contra la Isla, descargó todo tipo de críticas
contra la educación cubana por orden de los intereses hostiles imperialistas.
Sin embargo, Cuba no detuvo el proceso de enseñanza y siguió avanzando, incluso
alcanzando el reconocimiento de organismos internacionales competentes.
Esa dura faceta del Período
Especial le dio a Cuba la suficiente experiencia para seguir trabajando en
otros programas alternativos, como es el caso del "Yo sí puedo", que
nació a partir de una sugerencia que Fidel Castro, en el 2001, diera a la Doctora en Ciencias Pedagógicas Leonela Relys
Díaz, una de las protagonistas en la histórica campaña de alfabetización
en 1961.
Hoy, más
que nunca, los medios audiovisuales son pilares importantes en el sistema
educacional cubano y se refuerzan con la incorporación incrementada de las
nuevas tecnologías y comunicaciones, para incrementar la cultura y educación de
toda la sociedad.
Hoy en día, la pandemia de la COVID19 ha
puesto en jaque a los gobiernos de todos los países del mundo; aunque algunos,
muy a pesar de formar parte de los países llamados "potencias
económicas", se encontraron incapacitados de dar respuestas adecuadas en
sus diversos sectores de su vida doméstica: entre ellos, la educación. El impacto
psicológico de
perder familiares y permanecer confinados (junto a otros problemas sociales),
también se agrega la interrupción
de la educación.
Demos, por ejemplo, un
vistazo a la educación en el Estado español, donde existe un creciente abismo
entre la enseñanza pública, la concertada (gestionada por administración
privada con fondo público) y la privada.
Las alternativas creadas
para la atención educativa merman en detrimento del sector educativo (de
mayores recursos a menos), quedando en total desventaja la pública. Esta última
no sólo se ve afectada por los recortes al sector a todos los niveles
gubernamentales, sino también porque gran parte de sus educandos se encuentran
dentro de la amplia fracción poblacional de medios y bajos recursos y, en
muchos casos, sin acceso a las tecnologías actuales (dígase conectividad a
internet, ordenadores, etc.). Sin embargo, en este sector en desventaja, para
los estudiantes más afortunados en recursos, el "trabajo" instructivo
quedó rezagado a esporádicos y fugases encuentros virtuales de la labor
profesoral: en el mejor de los casos, la mayor carga de la enseñanza recayó en
los hombros de los padres, tutores, familiares y allegados.
Claro, hoy nos puede llamar mucho la
atención este tema por la evidente influencia de la COVID-19; pero en realidad
ha sido un flagelo que ha estado presente desde siempre y ajeno a la
preocupación de muchos. Según un informe de
UNICEF, de 2018, menciona que hay 127 millones de jóvenes y adolescentes analfabetos,
de 750 millones que hay en el mundo en ese año, como consecuencia alarmante del reparto no equitativo de los beneficios del “progreso” y
las ineficientes políticas de los gobiernos.
Pero de esta deficiencia de la educación
capitalista, ningún medio de este sistema político
levanta una tribuna para denunciarlo y forzar cambios en las políticas de los
gobiernos. Todo lo contrario, se mantienen equidistantes y esporádicamente
salen raquíticas pinceladas del tema, por lo que demuestra que esos ataques que
constantemente cometen contra Cuba, escondidos tras el camuflaje de la
"denuncia" a la "ineficiencia" cubana, fueron solo un gran
negocio propagandístico. El silencio a las deficiencias de la educación en el
capitalismo confirma, fehacientemente, el sadismo y la hipocresía de tales
ataques.
Hoy en día, Cuba sigue
realizando ingentes esfuerzos para fortalecer una de sus mayores conquistas. Bloqueada
y con grandes carencias, ha demostrado que tiene capacidad y experiencia para
mantener su sistema educativo con altos resultados, porque es el ser humano lo
más importante para el sistema político socialista. El capitalismo, con todo lo
que ha hurtado a países más pobres, muestra su incapacidad para resolver sus
dificultades, porque el capital es quien manda y su más alto principio es el
individualismo: generar desigualdades.
Al capitalismo no le
interesa ni educar ni instruir con igualdad y equidad a toda su sociedad; sino
usar a la educación como otro negocio lucrativo, facilitar el camino a la
formación profesional de élite a quienes tengan capital y mantener a la mayoría
social en la subcultura de la resignación a ser mano de obra explotada.
Los tiempos como estos, con
una pandemia azotando el mundo, demuestran quién realmente lucha por los
derechos de las personas.
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