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domingo, 2 de agosto de 2020

EDUCACIÓN Y CRISIS CON LA COVID-19


Por Gustavo de la Torre Morales

En los años de mayor crisis en Cuba, en la etapa del llamado Período Especial de mediados de los 90, la economía nacional y familiar recibió duros golpes.

La situación que afrontó el pueblo cubano tuvo varios campos de batalla, por un lado el criminal bloqueo económico impuesto por EEUU se recrudeció con nuevas leyes, incentivando a su vez un período de gran escalada de acciones provocadoras y terroristas, organizadas y financiadas por el vecino imperialista, como expresión de su política hostil, subversiva e injerencista. Por otro lado, la población cubana sufrió una brusca reducción del nivel de vida por la pérdida del campo socialista, como principal socio comercial hasta el momento.

La dirección del gobierno cubano convocó a concentrar todas las energías de la nación y comenzó un proceso de reformas económicas, cuyo objetivo fundamental era defender las conquistas alcanzadas y fortalecer el sistema político. La despenalización de la tenencia de divisas, la estimulación y normalización del trabajo autónomo (cuentapropismo, como se denomina en Cuba), las transformaciones estructurales en el sector agropecuario y la inversión de capital extranjero fueron algunos de los cambios puestos en marcha. El desarrollo del turismo fue otra de las alternativas que se fortaleció para formar parte de la locomotora económica del país. Sin embargo, los cambios también generaron otros impactos.

Independientemente de todos los esfuerzos realizados, el Período Especial impactó en todos los sectores del ámbito nacional. La educación también sufrió los embates en todos los aspectos, incluso que perdiera muchos de sus efectivos, entre profesionales y técnicos, que emigraron de sector, para formar parte de la plantilla de aquellos sectores que comenzaban a gestionarse en divisas: siendo el turismo el principal.

Muchas fueron las medidas adoptadas para la formación y retención profesional. Lo más importante era alcanzar soluciones válidas que no conllevaran el cierre de escuelas ni dejar desatendidos a cientos de miles de estudiantes de diversos niveles. Entre las soluciones surgió la creación de diversos programas alternativos basados en materiales audiovisuales, como medio del proceso educativo de enseñanza–aprendizaje; aunque esta alternativa se alzó con gran desventaja frente a la competencia desleal de la creciente World Wide Web (la internet): una opción con no pocos obstáculos impuestos por el bloqueo económico, con el objetivo de aislar a Cuba.

La iniciativa se fortaleció con la experiencia alcanzada con las Cátedras Universitarias del Adulto Mayor, un proyecto puesto en marcha en el 2000 por la Dirección de Extensión Universitaria perteneciente al Sistema Nacional de Educación.

Para cumplir los objetivos pedagógicos, se formaron miles de profesores generales integrales y se dotó a todas las aulas del Sistema Nacional de Educación con el material necesario para el desarrollo de la actividad curricular, extracurricular e incluso para el trabajo con la familia; incluyendo una importante inversión en zonas de difícil acceso, muchas de ellas electrificadas con paneles solares y la tecnología necesaria para la recepción de los canales nacionales de televisión. Igualmente, en abril del 2004 y con la sugerencia de Fidel Castro, nació la programación de dos canales nacionales con fines educativos: una programación dividida en dos líneas de trabajo, bien identificadas y delimitadas por sus objetivos y destinatarios: Programación Escolar y la Programación Educativa para la población general.

La Revolución invirtió millones de dólares en proporcionar a cada aula los equipos necesarios que facilitarán la labor de instrucción en las diversas materias: televisores, lectores de vídeos, un auxiliar de educación que pudiese operar el equipamiento, diese las explicaciones más elementales al estudiantado y mantuviese la disciplina en las aulas.

A pesar que las dificultades económicas que ha afrontado Cuba, como consecuencias de un criminal bloqueo impuesto para ahogar al pueblo cubano, la prensa capitalista, arreciando su belicoso guion propagandístico contra la Isla, descargó todo tipo de críticas contra la educación cubana por orden de los intereses hostiles imperialistas. Sin embargo, Cuba no detuvo el proceso de enseñanza y siguió avanzando, incluso alcanzando el reconocimiento de organismos internacionales competentes.

Esa dura faceta del Período Especial le dio a Cuba la suficiente experiencia para seguir trabajando en otros programas alternativos, como es el caso del "Yo sí puedo", que nació a partir de una sugerencia que Fidel Castro, en el 2001, diera a la Doctora en Ciencias Pedagógicas Leonela Relys Díaz, una de las protagonistas en la histórica campaña de alfabetización en 1961.

Hoy, más que nunca, los medios audiovisuales son pilares importantes en el sistema educacional cubano y se refuerzan con la incorporación incrementada de las nuevas tecnologías y comunicaciones, para incrementar la cultura y educación de toda la sociedad.

Hoy en día, la pandemia de la COVID19 ha puesto en jaque a los gobiernos de todos los países del mundo; aunque algunos, muy a pesar de formar parte de los países llamados "potencias económicas", se encontraron incapacitados de dar respuestas adecuadas en sus diversos sectores de su vida doméstica: entre ellos, la educación. El impacto psicológico de perder familiares y permanecer confinados (junto a otros problemas sociales), también se agrega la interrupción de la educación.

Demos, por ejemplo, un vistazo a la educación en el Estado español, donde existe un creciente abismo entre la enseñanza pública, la concertada (gestionada por administración privada con fondo público) y la privada.

Las alternativas creadas para la atención educativa merman en detrimento del sector educativo (de mayores recursos a menos), quedando en total desventaja la pública. Esta última no sólo se ve afectada por los recortes al sector a todos los niveles gubernamentales, sino también porque gran parte de sus educandos se encuentran dentro de la amplia fracción poblacional de medios y bajos recursos y, en muchos casos, sin acceso a las tecnologías actuales (dígase conectividad a internet, ordenadores, etc.). Sin embargo, en este sector en desventaja, para los estudiantes más afortunados en recursos, el "trabajo" instructivo quedó rezagado a esporádicos y fugases encuentros virtuales de la labor profesoral: en el mejor de los casos, la mayor carga de la enseñanza recayó en los hombros de los padres, tutores, familiares y allegados.

Claro, hoy nos puede llamar mucho la atención este tema por la evidente influencia de la COVID-19; pero en realidad ha sido un flagelo que ha estado presente desde siempre y ajeno a la preocupación de muchos. Según un informe de UNICEF, de 2018, menciona que hay 127 millones de jóvenes y adolescentes analfabetos, de 750 millones que hay en el mundo en ese año, como consecuencia alarmante del reparto no equitativo de los beneficios del “progreso” y las ineficientes políticas de los gobiernos.

Pero de esta deficiencia de la educación capitalista, ningún medio de este sistema político levanta una tribuna para denunciarlo y forzar cambios en las políticas de los gobiernos. Todo lo contrario, se mantienen equidistantes y esporádicamente salen raquíticas pinceladas del tema, por lo que demuestra que esos ataques que constantemente cometen contra Cuba, escondidos tras el camuflaje de la "denuncia" a la "ineficiencia" cubana, fueron solo un gran negocio propagandístico. El silencio a las deficiencias de la educación en el capitalismo confirma, fehacientemente, el sadismo y la hipocresía de tales ataques.

Hoy en día, Cuba sigue realizando ingentes esfuerzos para fortalecer una de sus mayores conquistas. Bloqueada y con grandes carencias, ha demostrado que tiene capacidad y experiencia para mantener su sistema educativo con altos resultados, porque es el ser humano lo más importante para el sistema político socialista. El capitalismo, con todo lo que ha hurtado a países más pobres, muestra su incapacidad para resolver sus dificultades, porque el capital es quien manda y su más alto principio es el individualismo: generar desigualdades.

Al capitalismo no le interesa ni educar ni instruir con igualdad y equidad a toda su sociedad; sino usar a la educación como otro negocio lucrativo, facilitar el camino a la formación profesional de élite a quienes tengan capital y mantener a la mayoría social en la subcultura de la resignación a ser mano de obra explotada.

Los tiempos como estos, con una pandemia azotando el mundo, demuestran quién realmente lucha por los derechos de las personas. Y no hemos hablado aquí sobre las capacidades del programa sanitario cubano (salvando vidas dentro del país y, a la vez, prestando ayuda solidaria en otros países necesitados), frente a las grandes desigualdades que se viven en el capitalismo (que ya lleva millones de muertes): aunque todo está relacionado.

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