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Congresista Gabrielle Giffords |
Si es impactante los hechos ocurridos en Tucson, Estados Unidos, días atrás, en este mes de enero, donde perecieron varias personas (entre ellas una niña) y otras quedaron heridas gravemente a manos de un desquiciado; igualmente de impactante es encontrar que una de las víctimas del hecho, la congresista Gabrielle Giffords, está marcada en la web personal de Sarah Palin bajo una señal que semeja una mirilla telescópica, de las usadas en armas de precisión.
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Sarah Palin es aficionada a las armas |
La sociedad “perfectamente democrática” que erige el sistema imperialista, fundamenta su ideología en la supervivencia y el establecimiento del poderío de su “raza” y los dirige a creerse con la “responsabilidad” de sostener el control sobre el resto de los seres del planeta; y por supuesto, incluyendo a “esos” de adentro de su propia sociedad que se descarrilan en intereses distintos a los establecidos por los círculos de poder.
Dicha responsabilidad que menciono la ramifican en dos vías: la colectiva y la individual. La primera la desarrollan otorgándose el “derecho” a invadir otros pueblos, a imponer leyes y sanciones, crear guerras de exterminio, apoderándose del manejo de los recursos ajenos, a practicar el ultraje y la tortura sobre otros seres y a establecer los justificados y diversos mecanismos que conlleven a cumplir sus expectaciones e intereses, es decir: el fin justifica los medios.
La segunda vía la llevan dando carta blanca al trasiego de armas como un “derecho humano” a la seguridad personal; pero consabidamente se ha demostrado que ésta ha desembocado de manera cotidiana en mortales actos de tiroteos en escuelas, vejaciones y/o violaciones bajo amenazas, negocios ilícitos, etc: en pocas palabras asesinatos públicos.
Si hacemos un flash-back en la historia de la violencia con armas en los Estados Unidos podremos recordar los asesinatos de los presidentes Abraham Lincoln (1865), James Garfield (1881), William McKinley (1901) y John Fitzgerald Kennedy (1963); pero también está el intento de asesinato a Ronald Reagan (1981).
¿Malcom X (21 de febrero de 1965), Martin Luther King (4 de abril de 1968) o Robert F. Kennedy (1968) suenan de algo? ¿O quizás podría llamar nuevamente la atención el atentado realizado en Bath School (1927), el tiroteo en la Universidad de Texas (1966), los dos incidentes en Virginia Tech (2007) donde en uno de ellos hubo una matanza de 32 personas, la masacre del Instituto de Columbine del Condado de Jefferson, Colorado (20 de abril de 1999) con 15 muertes y una decena de lesionados, o las tres terroríficas semanas de asesinatos provocados por el tirador de Beltway?
En los Estados Unidos cerca de unos 30 mil ciudadanos se ven implicados en eventos con armas de fuego anualmente. En el 2008 perecieron asesinadas 14 180 personas, según informe del FBI. En el 66,9% de los casos de homicidios, en el 43,5% de los robos y en el 21,4% de las agresiones violentas, sus responsables utilizaron armas de fuego. (*)
Echar un vistazo a las estadísticas de los Estados Unidos demuestra la epidemia de violencia armada que se intenta vender como panacea de “democracia” y “sociedad idílica” para el resto del mundo. Cada año más 100 mil personas en Estados Unidos son víctimas de incidentes con armas de fuego.
Desde 1999 hasta 2004, más de 148 mil personas fallecieron a causa de armas de fuego en Estados Unidos, de ellos 14 mil 500 eran menores de edad, según las cifras oficiales del Centro Federal de Control de Enfermedades.
Con los hechos en Virginia Tech, la organización Brandy Campaign to Prevent Gun Violence utilizó información oficial para exponer que en un año murieron 29 mil 569 personas a causa de armas de fuego, lo que arroja un promedio de 81 personas por día o también se puede decir que es la muerte de una persona cada 18 minutos.
El 2007 se cobró la vida de 31 224 personas en homicidios, suicidios e incidentes accidentales con armas de fuego, equivaliendo a más de 85 personas cada día o también se puede decir que fueron más de tres muertes cada hora.
El rotativo USA Today publicó una noticia el 11 de marzo de 2009 sobre un hombre llamado Michael McLendon, de 28 años, quien asesinó a 10 personas, incluida su madre, en dos poblaciones rurales de Alabama antes de suicidarse. El 29 de marzo del mismo año, un hombre llamado Robert Stewart mató a ocho personas con un arma de fuego y dejó heridas a otras tres en una clínica en el estado de Carolina del Norte (
http://www.cnn.com/). El 3 de abril, el ciudadano vietnamita Jiverly Wong acabó con la vida de 13 personas y causó heridas a otras cuatro en un tiroteo ocurrido en un centro de servicios de inmigración en el centro de Binghamton, Nueva York (
http://www.nytimes.com/). En 2009, una serie de ataques contra la Policía de Estados Unidos conmocionó al país. El 21 de marzo, un joven desempleado de 26 años abrió fuego contra cuatro agentes que murieron a consecuencia de la agresión en Oakland (California), antes de ser alcanzado el propio agresor por un disparo de otro agente (
http://cbs5.com/local/shooting.officer.oakland.2.964784.html). El 4 de abril, Richard Poplawski asesinó con una pistola a tres agentes en Pittsburgh, Pennsylvania (
http://www.nytimes.com/). El 29 de noviembre, Maurice Clemmons, quien había cumplido una condena en la cárcel, fue el autor de los disparos que causaron la muerte a cuatro policías en el interior de una cafetería en Parkland, Washington (
http://www.nytimes.com/). (*)
Estas aisladas catástrofes mencionadas, en parte acontecidas por la “lícita naturalidad de derecho” de portar armas o por el negocio de la venta de las mismas en Estados Unidos, es menos fría que la realidad que en esa sociedad se vive; aunque la lista de hechos como estos es bien larga.
Pero este reflejo no es sólo un patrón para civiles, sino que también se le debe incorporar la frecuente violencia utilizada por los cuerpos policiales y represivos militares de ese país.
Según un informe del Departamento de Policía de Nueva York sobre el uso de armas de fuego, la policía de esta ciudad estadounidense disparó 588 balas en 2007, provocando la muerte de diez personas, y otras 354 en 2008, con 13 bajas (
http://gothamist.com/, 17 de noviembre de 2009). (*)
La ola de violencia que desata internamente la sociedad norteamericana es también previsible en sus “angelicales campañas de pacificación” por el resto del mundo, donde el abuso, la vejación y la tortura son un menú cotidiano. ¿Ya se han olvidado de las fotos que recorrieron el mundo desenmascarando las tétricas realidades vividas dentro de las cárceles secretas iraquíes, donde soldados norteamericanos aplicaban torturas, como las igualmente denunciadas en cárceles norteamericanas en Afganistán, o el espeluznante vídeo dado a la luz pública por Wikileaks, mostrando el ataque de dos helicópteros de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos el 12 de julio de 2007 en Bagdad, disparando indiscriminadamente sobre todo ser que se moviera, y que causó la muerte del fotógrafo de Reuters, Namir Noor-Eldeen, junto a otras personas?
Pero, ¿Cómo no engendrar una sociedad violenta si los propios gobiernos de los Estados Unidos la promocionan con su política exterior? Las fuerzas armadas de ese país han invadido países en todos los rincones del planeta, masacrando impunemente poblaciones, utilizando altas tecnologías (desde las bombas racimos hasta los bombarderos teledirigidos), exponiendo a las personas a componentes químicos (desde la bomba atómica hasta agentes bacteriológicos), imponiendo gobiernos criminales o complotando golpes de estados contra otros.
Tanto reclaman de imponer la paz que ya salvaguardan el terrorismo. Confeccionan listas llenas de supuestos terroristas y sin embargo refugian a Luis Posada Carriles, terrorista confeso de la voladura del avión de cubana en Barbados, en 1976, donde perecieron 73 personas; además de estar probadamente involucrado en los diversos atentados a objetivos económicos de Cuba, al expresidente cubano Fidel Castro Ruz y otras personas.
Esa cuestionada “democracia y libertad” excesivamente pregonada por los gobiernos norteamericanos se ve mostrada en hechos lamentables como los de Tucson.
Independientemente de que Sarah Palin puso en su PAC a Giffords bajo el signo de la mirilla; no fue la única que disimuladamente incitaba a un atentado contra la congresista. Jesse Kelly, exmarine, contrincante de Giffords por el escaño en el Congreso en el verano pasado, convocó a un mitin con el siguiente mensaje: “Demos en el blanco para la victoria en noviembre. Ayuda a sacar a Gabrielle Giffords del cargo. Dispara el cargador completo de una M16 automática con Jesse Kelly”.
Después de los hechos que casi le cuesta la vida a la senadora, Palin escribió:
“Mis sinceras condolencias ofrecidas a la familia de la representante Gabrielle Giffords y demás víctimas del trágico tiroteo de hoy en Arizona.
“En nombre de Todd y mi familia, rezamos por las víctimas y sus familiares, y por la paz y la justicia.”
Sin embargo, aun cuando no sea Palin la autora encubierta de estos hechos, imagino que tanto para la congresista Giffords como para los familiares de los demás fallecidos, es muy irónico recibir las condolencias de quién está detrás de la mirilla, marcando a la víctima.