Hace dos años conocí a Abdul Gany, periodista de Afganistán. Al conocernos, una de sus primeras preguntas fue sobre Guantánamo. Para las personas de su país, Guantánamo es el nombre de la base militar que alberga una cárcel donde están presos varios hombres de su nación que no tuvieron ningún juicio justo, acusados presuntamente de terrorismo.
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martes, 20 de febrero de 2018
miércoles, 22 de febrero de 2017
V SEMINARIO INTERNACIONAL DE PAZ Y POR LA ABOLICION DE LAS BASES MILITARES EXTRANJERAS
ULTIMO LLAMADO
El Consejo Mundial por la Paz, el Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos y el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, con el cro-auspicio de la Organización de Solidaridad con los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL), del Centro Martin Luther King Jr. y del Centro de Reflexión Oscar Arnulfo Romero, convocan a las organizaciones y luchadores por la paz, antibelicistas y personalidades comprometidas con la idea de que un Mundo mejor es posible, a participar en el V Seminario Internacional de Paz y por la Abolición de las Bases Militares Extranjeras que tendrá lugar en Guantánamo, Cuba, del 4 al 6 de mayo del 2017.
La presencia de Bases Militares Extranjeras del imperialismo estadounidense y de sus aliados de la OTAN en numerosos países del mundo, en su inmensa mayoría en contra de la voluntad de sus pueblos, constituye una clara amenaza a la Paz y a la estabilidad mundial y representa una flagrante injerencia en los asuntos internos al tiempo que lesiona la independencia y la soberanía de las naciones donde se encuentran instaladas.
Como en las cuatro ediciones anteriores, este Seminario Internacional se desarrollará en la Provincia que tiene usurpados117 kilómetros cuadrados de su territorio por la ocupación ilegal del mismo por una base naval estadounidense devenida en centro de tortura y de las más horrendas violaciones a los derechos humanos de los presuntos terroristas que allí se encuentran desde hace más de una década.
Este V Seminario Internacional se desarrollará, además, en el contexto del proceso de normalización de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, entre cuyos ejes fundamentales se encuentran la demanda cubana por el cese del bloqueo económico, comercial y financiero que por más de medio siglo los Estados Unidos han impuesto contra Cuba y la devolución del ilegal territorio ocupado en Guantánamo en contra de la legítima voluntad del pueblo cubano.
Asimismo, el V Seminario se realizará en momentos en que se implementa una ofensiva del imperialismo y las oligarquías latinoamericanas contra varios de los procesos políticos y sociales progresistas del Continente, como en Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador que, utilizando todas las artimañas e infamias políticas y mediáticas, pretenden revertir los avances logrados por esos Gobiernos en defensa de las clases más oprimidas y desarticular, además, el proceso de integración que se desarrolla en la Región.
Al respecto, el V Seminario refrendará una vez más, la vigencia de la Proclama de América Latina y El Caribe como Zona de Paz aprobada por todos los Jefes de Estado y de Gobierno de la Región reunidos en La Habana en enero del 2014.
Los interesados en asistir al V Seminario podrán dirigir sus comunicaciones a Silvio Platero Yrola, Presidente del MovPaz a las direcciones de correo electrónico: presidmp@enet.cu , movpaz@enet.cu y movpazri@enet.cu
Asimismo, los participantes que así lo deseen dispondrán de 10 minutos para las presentaciones de ponencias e intervenciones en cuyo caso se solicita que los textos puedan ser remitidos con suficiente antelación al Movpaz a los efectos de la traducción al idioma correspondiente.
La Agencia de Viajes AMISTUR CUBA S.A del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP) será la encargada de garantizar los alojamientos, transportación, y la logística general del evento.
Se adjunta el Programa del V Seminario y las ofertas del paquete turístico ofrecido por AMISTUR para los participantes en el Seminario.
Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos
Enero 2017
PROGRAMA DEL V SEMINARIO DE PAZ Y POR LA ABOLICIÓN DE LAS BASES MILITARES EXTRANJERAS.
GUANTÁNAMO
SESIONES DEL EVENTO DEL 4-6 DE MAYO 2017
(Paquete terrestre del 2 al 9 de mayo de 2017)
Martes 2 de Mayo
Llegada de los delegados (Transfer Apto- Hotel por cuenta del cliente)
16:00 hrs Alojamiento en el Hotel Tulipán
Cena por su cuenta
Miércoles3 de Mayo
7:00 hrs Desayuno
8:00 hrs Salida de los ómnibus con destino a Camagüey
11:30 hrs Arribo a Cienfuegos. Recorrido panorámico.
12:00 hrs Almuerzo en tránsito en Cienfuegos
20:00 hrs Alojamiento en Hotel Camagüey
Cena en el hotel
Jueves 4 de Mayo
6:00 hrs Salida para Guantánamo.
10:00 hrs Llegada, alojamiento y acreditación de los delegados que asistirán al evento.
12:30 hrs Almuerzo en Hotel Guantánamo.
14:00 hrs Sesión inaugural del Seminario en el Teatro de la Universidad de Ciencias Médicas de Guantánamo.
– Bienvenida y saludo del Presidente del Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos, Cro. Silvio Platero Yrola.
– Palabras de la Presidenta del Consejo Mundial por la Paz, Cra. Socorro Gomes
– Saludo y breve caracterización del Territorio a cargo de la Doctora Nancy
Acosta Hernández.
16:00 hrs Receso
16:15 hrs Inicio del trabajo en Plenaria.
– Presentación de ponencias e intervenciones especiales por los participantes.
18:00 hrs Fin de las sesiones de trabajo.
19: 00 hrs Cena en el Hotel Guantánamo
20:30 hrs Visita a un CDR y encuentro con cederistas en el Reparto Villa Toa
Viernes 5 de Mayo
8:30 hrs Continuación del trabajo en plenaria.
– Presentación del documental “Todo Guantánamo es nuestro” del realizador Hernando Calvo Ospina.
– Presentación de ponencias e intervenciones especiales por los participantes.
10:45 hrs Receso.
11:00 hrs Continuación del trabajo en plenaria.
13:00 hrs Almuerzo en Hotel Guantánamo
15:00 hrs Continuación del trabajo en Plenaria
18:00 hrs Fin de las sesiones de trabajo
19:00 hrs Cena en el Hotel Guantánamo
20:30hrs “Concierto por la Paz”, en la Plaza 24 de Febrero en el centro de la ciudad de Guantánamo.
Sábado 6 de Mayo
Desayuno
8.30 hrs Ofrenda floral a Mariana Grajales en la Plaza de la Revolución que lleva su nombre.
9:00 hrs Sesión plenaria en la Casa de la cultura Rubén López Sabariego, para aprobar la Declaración Final del V Seminario Internacional de Paz y por la Abolición de las Bases Militares Extranjeras.
10:00 hrs Presentación del Libro “Base Naval en Guantánamo. Estados Unidos versus Cuba” de colectivo de autores cubanos.
11.00 hrs Presentación de la Compañía “La Colmenita” de Guantánamo.
13.00hrs Almuerzo en Hotel Guantánamo.
15.00 hrs Salida para Caimanera, territorio cubano aledaño a la ilegal base de EE.UU. Recibimiento por autoridades en el Hotel Caimanera.
17:30 hrs Acto popular de lectura de la Declaración Final del evento ante el pueblo de Caimanera en el Parque de la localidad.
18:30 hrs Retorno a la Ciudad de Guantánamo.
20:00 hrs Cena en el Hotel Guantánamo
21:00 hrs “Noche Guantanamera” en el centro de la ciudad con el pueblo.
Domingo 7de Mayo
6:30hrs Regreso a las provincias Occidentales (Toma del desayuno empaquetado)
13:00 hrs Almuerzo en tránsito en Camagüey
20:00 hrs Alojamiento en Hotel Santa Clara Libre
Cena en el Hotel
Lunes 8 de Mayo
7:00 hrs Desayuno
8:00 hrs Salida hacia La Habana
13:00 hrs Almuerzo en La Habana
16:00 hrs Alojamiento en Hotel Tulipán
Cena por su cuenta
Martes 9 de mayo
8:00 hrs Desayuno
12:00 hrs Check Out del hotel (Transfer Hotel- Aeropuerto por cuenta del cliente)
Fin de los servicios con Amistur
“V SEMINARIO DE PAZ Y POR LA ABOLICIÓN DE LAS BASES MILITARES EXTRANJERAS”
Paquete Terrestre
2 al 9 de mayo de 2017
(Sesiones del evento del 4 al 6 de mayo 2017)
Servicios incluidos en el Paquete Terrestre
Alojamiento: Hoteles Guantánamo y Martí durante el Evento.
Hoteles Camagüey en la ida y Santa Clara Libre al regreso
Transportación: Uso del ómnibus para todo el programa pactado por Amistur según programa
Otros servicios: Guía de Amistur y atención directa permanente.
No incluido: Almuerzos y cenas que no estén mencionados en el programa. Visitas a instituciones cubanas que deban ser pagadas en divisa y no aparezcan en el itinerario. Impuesto de aeropuerto (25.00 CUC).
Llamadas, propinas, bebidas, gastos personales.
Precio del Paquete Terrestre por persona en CUC:
Con alojamiento en Hotel Guantánamo
Precio por pax/ Tipo de habitación 200 pax
H.SGL 688.00
H.DBL 642.00
Con Alojamiento en Hotel Martí
Precio por pax/ Tipo de habitación 200 pax
H.SGL 735.00
H.DBL 688.00
Notas aclaratorias:
1- Los pagos del paquete de servicios que se contrate serán pagados en efectivo (CUC) el día de acreditación del evento (4 de mayo, 14:00 hrs en la mesa de Cobros de Amistur). Es necesario que se lleve el monto total a pagar debidamente cambiado en CUC.
2- El paquete terrestre que se presenta no incluye el pago de la acreditación del evento ($50.00 cuc), el cual deberá ser abonado directamente al Comité Organizador del Movimiento Cubano por la Paz en el acto de la acreditación.
3- Todo servicio diferente al programa del paquete que se presenta será analizado puntualmente.
4- Los precios de servicios individuales (alojamiento, transfer, vuelos) serán analizados puntualmente.
Para estos trámites, AMISTUR podrá ser consultada en su e-mail:
eventas@amistur.cu / amistur@amistur.cu o en su página Web:
http://www.amistur.cu a la Srta. Yania Marrero, Especialista de Ventas.
domingo, 19 de febrero de 2017
Situación actual de la base naval de Guantánamo
El actual mandatario estadounidense
durante su campaña presidencial aseguró que no planea cerrar la base de
Guantánamo y propuso a Cuba a cubrir todos los gastos de la prisión.
El cierre de la Cárcel de Guantánamo
fue una batalla perdida para el expresidente, Barack Obama. Fue promesa
electoral en su primera candidatura cuando era senador. Luego de ganar las
elecciones de 2008 frente a John McCain, no cumplió con lo prometido debido a
que en el Congreso estadounidense hay mayoría republicana que se opone al
proyecto de cierre. En febrero de este año, intentó nuevamente llevar a cabo el
cierre argumentando que Guantánamo es contraproductivo para la lucha contra el
terrorismo y también se refirió a que el país dejaría de gastar la suma de 85
millones de dólares anuales. “Se trata de cerrar un capítulo de nuestra
historia”, puntualizó.
El cierre de la cárcel de
Guantánamo
Durante la campaña presidencial del año 2008, el
expresidente de Estados Unidos, Barack Obama se comprometió a cerrar prisión
militar en la Base Naval de Guantánamo, Cuba.
Durante una alocución en 2016,
Obama indicó que "durante
muchos años, ha sido claro que la prisión de Guantánamo no colabora con nuestra
seguridad nacional sino que la socava (...) La primera vez que me postulé
a la presidencia reconocí que la instalación debía ser cerrada. No era solo una
opinión mía ni de la ultraizquierda, mi predecesor, el presidente George
W. Bush, dijo que él quería cerrarla".
En su último
discurso sobre el Estado de la Unión, en enero de 2016, el jefe de Estado
reiteró su promesa de trabajar en el cierre de Guantánamo, y señaló el
lugar como una cárcel "cara e innecesaria".
El cierre de
la prisión de alta seguridad también era una de las exigencias de Cuba en el
marco del deshielo entre Washington y La Habana.
La
oposición del Congreso
El cierre de
la prisión dependería de convencer a la mayoría republicana del Congreso, que
se opuso desde el principio a la medida propuesta por Obama, y además prohibió
el traslado de reos de Guantánamo a cárceles de máxima seguridad en
EE.UU.
Entre los
obstáculos destacan: la dificultad en la transferencia de prisioneros de la
base, así como, interrogantes sobre la legalidad de los acuerdos con la
fiscalía y una oposición fuerte en un Congreso dominado por los republicanos a
cualquier cosa que pueda ayudar a Obama a cumplir su promesa.
El Plan de
Obama
En febrero de
2016 el Gobierno del expresidente Obamapresentó un plan para cerrar el
centro penitenciario, en el cual se contemplaba, en primer lugar, el traslado
de los 35 detenidos que han sido autorizados a viajar a sus países de origen o
a otras naciones.
Los otros
tres puntos se refieren a los 56 prisioneros remanentes e incluyen: acelerar
las revisiones periódicas de los motivos de su detención, "continuar
usando todas las herramientas legales para lidiar con los prisioneros que
siguen bajo detenciones de ley de guerra" y "trabajar con el Congreso
para encontrar una locación segura en los Estados Unidos" para
ellos.
Durante el
2015 el Pentágono comenzó a estudiar los lugares para reubicar a los detenidos
dentro de Estados Unidos, incluídas instalaciones federales en Colorado,
Carolina del Sur y Kansas, así como otras seis ubicaciones en bases
militares.
La prisión
de Guantánamo
La prisión de
Guantánamo está ubicada en la Base Naval de Estados Unidos en una ciudad
ocupada ilegalmente en el sudeste de Cuba. La prisión llegó a tener 800
detenidos, pero en la actualidad tiene 80, la menor cantidad desde que fue
abierta en 2001 tras los ataques del 11 de septiembre en Nueva York y
Washington.
El cierre de
la prisión de Guantánamo y la devolución de la Bahía de Guantánamo a Cuba son
dos de los temas más controversiales para la total normalización de las
relaciones Cuba-EE.UU.
Trump no
planea cerrar Guantánamo
Durante su
campaña presidencial el actual mandatario de EE.UU., Donald Trump afirmó
que planea mantener abierta la base la presión pero haciendo también una
reducción en los costos.
También
propuso contraer un acuerdo con Cuba para que se queden con la base y la isla
recompense a EE.UU. con los gastos, porque para Trump se les está
pagando un alquiler.
Trump resaltó
que EEUU está gastando aproximadamente 40 millones de dólares al mes en el
mantenimiento de la cárcel, mientras que los gastos podrían disminuirse hasta
cinco o tres millones.
lunes, 7 de noviembre de 2016
Informe detalla errores e incompetencia en las detenciones de presos de Guantánamo
Imagen de archivo de la cárcel de Guantánamo EFE |
Por Spencer Ackerman.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti.
Un respetado grupo de investigación en Afganistán ha acusado a Estados Unidos de grave incompetencia por la larga detención de ocho afganos en la cárcel de Guantánamo.
La organización sin ánimo de lucro Afghanistan Analysts Network señala que "los múltiples y evidentes errores" no solo han hecho daño a los ocho detenidos, sino que han alimentado involuntariamente la insurgencia en Afganistán, la cual Estados Unidos no ha sido capaz de eliminar en 15 años de guerra. Este último informe debilita también la confianza en las afirmaciones estadounidenses de que los detenidos en Guantánamo son "lo peor de lo peor" en la guerra contra el terrorismo.
La situación de los ocho detenidos afganos, así como un estudio de las amplias detenciones que llevó a cabo Estados Unidos al inicio de la guerra, vincula dos asuntos a los que el próximo presidente de Estados Unidos se tendrá que enfrentar de manera inmediata: el futuro de la guerra de Afganistán, la más larga de la historia de Estados Unidos, y el futuro de Guantánamo. Ambos han desafiado la voluntad de cierre que Barack Obama ha buscado o al menos declarado.
"Para Afganistán, las detenciones masivas y arbitrarias a principios de la intervención liderada por Estados Unidos fueron un factor escencial que empujó a muchos afganos a la insurgencia", señala la organización.
Kate Clark, autora del informe, titulado Kafka en Cuba, afirma que el legado de las redadas y el continuo funcionamiento de Guantánamo como centro de detención siguen impulsando el conflicto. "Las detenciones arbitrarias han dejado repercusiones en la población afgana, y siguen siendo utilizadas por los talibanes. ", explica Clark a The Guardian.
Seis de los ocho detenidos estudiados en el informe de la organización llegaron a Guantánamo en 2002 y 2003, al comienzo de sus operaciones como centro de detención. Los otros dos llegaron en 2007. Cinco de ellos aún permanecen en Guantánamo. Los otros tres fueron trasladados a Emiratos Árabes Unidos en 2015 y 2016 como parte de la última iniciativa de Obama por reducir el número de presos en Guantánamo, que actualmente está en 60.
Los afganos, que antes eran mayoría en la prisión –220 del 781 hombres allí retenidos–, han sido prácticamente todos liberados.
Ninguno de los ocho hombres del informe fueron "acusados de llevar a cabo un particular ataque", sino que fueron acusados de tener turbias conexiones con grupos terroristas, insurgentes o sus financiadores. Tampoco los talibanes insistieron en la liberación de ninguno de ellos en el polémico intercambio de presos de 2014 por el sargento Bowe Bergdahl, del ejército estadounidense, un hecho que hace cuestionar su supuesta importancia en la insurgencia afgana.
"Prácticamente cualquiera podía ser detenido"
El grupo defiende que en el núcleo de las detenciones estadounidenses está la ignorancia. Estados Unidos confió durante los primeros años de la guerra en aliados afganos que llevaron a cabo redadas masivas, muchas de las cuales tenían el objetivo de saldar viejas cuentas. "Prácticamente cualquiera podía ser detenido", escribe la organización. En parte del país, tribus enteras fueron víctimas de sus rivales apoyados por Estados Unidos, un "vínculo claro", apunta Clark, al auge del periodo insurgente talibán.
Se dijo que los detenidos eran miembros de "múltiples organizaciones", incluyendo algunas con objetivos incompatibles o diferente composición tribal. De entrada, "tales acusaciones no tienen sentido", declara la organización. Sugiere además que Estados Unidos tuvo que crear casos contra ellos "de forma retroactiva" para ocultar el error original de su detención después de que el Tribunal Supremo diese en 2004 a los presos de Guantánamo el derecho a impugnar su detención.
"Se proponen una serie de asociaciones sin sentido como prueba de delito; el detenido que conocía a X, quien a su vez conocía a Y, quien conocía a Z y este a Bin Laden. En el caso de los ocho detenidos, se confió a menudo en informes brutos de inteligencia y rumores", documentos que pretendían resumir un interrogatorio e incluso torturas.
"Hay una sensación del ejército estadounidense jugándosela por intentar justificar esas detenciones", señala Clark.
La torpeza militar y de inteligencia ha sido agravada por una estructura legal estadounidense muy servicial a las peticiones militares y sin preocuparse por no sobrepasar los límites judiciales . Por consiguiente, los jueces estadounidenses aceptaron al pie de la letra dudosas afirmaciones fácticas. Tres de los casos llevaron a Estados Unidos a afirmar que "la organización misionera quietista Jamat al Tabligh es una tapadera de al Qaeda", revela la organización.
Por ejemplo, Wali Mohammed, uno de los ocho detenidos estudiados por la organización, descubrió en una audiencia no judicial sobre Guantánamo en 2005 que "había admitido que hacía negocios con los talibanes". Él contestó, según la transcripción: "No dije que había hecho negocios con los talibanes. Dije que había hecho negocios con el Banco de Afganistán".
El 26 de septiembre, la junta de libertad de Guantánamo decretó que la detención de Mohammed "ya no era necesaria".
En la misma línea, autoridades del ejército de Estados Unidos liberaron a importantes figuras talibanes de Guantánamo mientras continuaban deteniendo a hombres que, probablemente, eran inocentes. Al menos dos altos miembros talibanes, Abdul Qayer Zaker y Abdul Rauf Khadem, regresaron a Afganistán en 2007 y volvieron a la insurgencia. Otro preso, Shahzada, liberado en 2003 y asesinado en batalla, se cree que es el responsable de varias masacres de civiles.
Una portavoz del Pentágono, la teniente coronel Valerie Henderson, ha afirmado: "somos conscientes del informe, pero rechazamos el ofrecimiento a comentarlo".
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viernes, 4 de noviembre de 2016
LA ENMIENDA PLATT Y LA ILEGALIDAD DE LA ESTACIÓN NAVAL EN GUANTÁNAMO

Por Ernesto Limia Díaz.
Hacia
fines del siglo XIX Estados Unidos ya aventajaba en manufacturas a Gran Bretaña
—hasta 1885 la mayor potencia industrial del mundo. La inmigración duplicó su
población; pero lo producido: 16 124 003 000 dólares —entre manufacturas y
agricultura— sobrepasaba la demanda interna. Un 10% requería salir al mercado
mundial y el sector expansionista determinó convertir el descomunal crecimiento
en influencia global. Una gran dificultad se interponía: el ejército tenía solo
25 000 hombres, decimocuarto del mundo, y la Armada era menor que la de Italia
pese a que en desarrollo industrial la superaba 13 veces. Una ley del Congreso
había inaugurado la construcción de cruceros de acero para abrir las puertas a
su comercio; mas con la navegación a vapor la logística de la Armada demandaba
bases y estaciones carboneras en aguas extranjeras. Henry C. Lodge definió el
curso de acción con una frase que se hizo célebre: «El comercio sigue a la
bandera» (Lens, 2003: 6).
Desde la conquista
de California (1848) y la compra de Alaska (1868), Estados Unidos era una
potencia del Pacífico y anhelaba expandirse a ultramar. Intocable en el
Hemisferio Occidental, contemplado en la Doctrina Monroe como su radio de
acción, invocó el interés nacional para lanzarse a la más vasta arena mundial
con China como meta, donde Rusia, Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña y
Japón se disputaban los espacios de influencia. Un obstáculo se interponía: sus
Escuadras del Pacífico y el Atlántico distaban mucho entre sí; para auxiliarse
tenían que bordear toda Suramérica hasta el estrecho de Magallanes. Los
círculos militares se plantearon entonces una interrogante esencial: ¿dónde dar
el primer golpe?
Hacia el otoño de
1897 ya tenían la respuesta: el capitán de navío Albert T. Mahan, teórico que
sentó las bases ideológicas de la nueva concepción geopolítica, fue encargado
de hacerla pública: el «destino manifiesto» exigía bases en el océano Pacífico,
el control del istmo de Centroamérica y, para garantizar su protección, el
dominio del mar Caribe. El estrecho de Maisí o Paso de los Vientos, en el
extremo este de la bahía de Guantánamo, era la llave del área, y por su
posición, fuerza y recursos Cuba resultaba clave para controlarlo.
España, en posesión
de Cuba, Puerto Rico y el archipiélago de Filipinas (antesala de China) era
todo lo que Estados Unidos necesitaba para levantar su imperio y la teoría
expuesta por Mahan en más de cien artículos y un libro —publicitado hasta
convertirlo en best seller— constituyó el pitazo de salida. Cuatro meses
después aprovecharon la voladura del Maine para intervenir en
la guerra de independencia cubana, cuando la victoria mambisa era cuestión de
tiempo y la esperanza de constituir un Estado nacional se iba a concretar. Por
su ubicación geográfica y riquezas, durante nueve décadas distintas
administraciones se habían mantenido a la espera —activa— de una coyuntura
favorable, y dadas las pretensiones globales de fines del siglo XIX este curso
tenía connotación especial.
La simpatía
despertada por la gesta cubana en la opinión pública estadounidense y la
determinación del Ejército Libertador, que libró una guerra sin cuartel contra
tropas coloniales a las que las balas mambisas nunca dieron tregua,
entorpecieron los designios de quienes clamaban por la anexión. El Gobierno de
Estados Unidos se vio obligado a justificar la intervención alegando razones
humanitarias; encubrir el interés expansionista bajo el disfraz de un acto justiciero,
dotó de contenido moral a la declaración de guerra contra España.
Con aliento a
azufre, el 11 de abril de 1898 William McKinley solicitó al Congreso intervenir
en la guerra. No habló de reconocer la beligerancia ni mencionó que el objetivo
fuese contribuir a la independencia, como anunciaban los periódicos norteños.
El abogado Horatio S. Rubens, excolaborador de Martí y asesor legal de la
República en Armas, visitó en Washington a Henry M. Teller, senador por
Colorado —un estado productor de azúcar de remolacha al que la anexión de un
competidor como Cuba podría perjudicar—; Teller le prometió introducir en el
debate congresional una cláusula que definiera los límites de la intervención:
«Los Estados Unidos renuncian a toda intención o disposición de ejercer
soberanía, jurisdicción o control sobre la Isla, salvo para la pacificación de
la misma, y declaran su determinación, cuando eso se haya logrado, de dejar el
gobierno y control de la Isla a su pueblo» (Rubens, 1956: 294).
Una Resolución
Conjunta aprobó la petición de McKinley el 19 de abril; en su cuerpo se incluyó
la enmienda presentada por Teller, duro golpe al sector expansionista que no
perdió de vista cómo la anexión de Cuba se convertía en un acto violatorio de
las leyes federales. Dos meses después, el 5.º Cuerpo de Ejército de Estados
Unidos arribó a las costas orientales. Desde ese minuto comenzaron las
operaciones con la decisiva cooperación de las fuerzas mambisas al mando del
general Calixto García. Pese a ello, William R. Shafter no incluyó a Calixto en
la firma de la capitulación de Santiago de Cuba, ni permitió que los
combatientes insurrectos entraran a la ciudad después de rendida. En Washington
el secretario de Estado, John M. Hay, definió la victoria con una frase que se
hizo célebre: «Ha sido una espléndida pequeña guerra» (Morison, Commager y
Leuchtenburg, 1988: 599).
El
10 de diciembre de 1898 se cerró en París el trato con que culminaba la primera
guerra imperialista de los tiempos modernos: a espaldas de nuestro pueblo,
España renunció a todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba, que sería
ocupada por Estados Unidos con carácter temporal. La paz dejó en un limbo legal
la independencia cubana, supeditada a las leyes norteamericanas.
Entretanto, la
prensa estadounidense desarrollaba la más intensa campaña, para generar un clima
que justificara extender la ocupación de Cuba hasta popularizar el interés
anexionista, empero, la creciente frustración de los cubanos, sobre todo tras
la anexión de Hawai, generó gran preocupación en Washington; de hecho, algunos
de los mandos del ejército interventor exageraban el estado de descontento,
para evitar la reducción de sus tropas. A McKinley no le quedó otra salida que
tratar de aplacar los ánimos; aunque la manera en que lo hizo en su mensaje
anual al Congreso, el 5 de diciembre de 1899, puso de manifiesto que su
administración ganaba tiempo:
La nueva Cuba, que
tendrá que renacer de las cenizas del pasado, tiene por necesidad que estar
unida a nosotros por vínculos de singular intimidad y energía, (…) que bien
sean orgánicos o bien convencionales, han de responder al hecho de que los
destinos de la Isla están ligados con los de nuestro propio país de una manera
justa, a la par que irrevocable. Cómo y cuándo se resolverá definitivamente el
problema es cosa que se verá en lo futuro, cuando los sucesos hayan ya llegado
a su debida madurez (Rodríguez: 1900: 419).
Desde el otoño una
comisión del Congreso estudiaba el proyecto de un canal en Nicaragua y el
Departamento de Estado inició gestiones en Londres para renegociar el Tratado
de Clayton-Bulwer, de 1850, por el que ambas naciones renunciaron a la
exclusividad de una empresa de ese tipo en el río San Juan y prometieron no
invadir Centroamérica; entretanto, hombres de negocio afiliados al Partido
Republicano exploraban las intenciones de venta de la compañía francesa que
poseía los derechos del canal de Panamá. En este contexto, el Departamento de
Marina le remitió al secretario de Guerra, Elihu Root, el plan de protección al
canal del Istmo, que incluía preservar la posesión de Puerto Rico y garantizar
la defensa de Cuba. En el documento se especificaba que, para ejercer el
control del Paso de los Vientos, en el mar Caribe, necesitaban una estación
carbonera en Corinaso Point, a la entrada de la bahía de Guantánamo.
El 25 de julio de
1900, la Gaceta Oficial de La Habana convocó a una Convención
para redactar y adoptar una Constitución y, como parte de ella, acordar con
Estados Unidos el alcance de las relaciones bilaterales, una clara violación de
las prácticas internacionales. Fue tal el descontento, que se habló de no
concurrir a las urnas. Los periódicos de acento cubano atribuyeron la que
denominaron «cláusula sospechosa» a la perfidia de Wood y a designios de
McKinley; sin embargo, se llegó a la conclusión de que no era esencial, pues
«[…] la Constituyente haría en ese aspecto lo que patrióticamente se le
antojare» (Márquez, 1941: 71, t. II).
Luego de instaurada
la Convención, el 11 de enero de 1901 Elihu Root consultó al Departamento de
Estado la conveniencia de incorporarle a la Constitución de Cuba cuatro
disposiciones que contemplaran: 1) el derecho de Estados Unidos a intervenir en
la Isla cuando lo estimare necesario; 2) prohibirle al Gobierno cubano celebrar
tratados con otro país sin la autorización estadounidense; 3) preservar la facultad
de adquirir títulos de tierras para establecer estaciones navales; 4) mantener
todos los actos del Gobierno militar y todos los derechos adquiridos por
Estados Unidos durante la intervención.
Parecía concluida
la obra legislativa de la Convención, el 21 de febrero de 1901, fecha en que se
refrendó en la Asamblea la letra de la Constitución, cuando llegó el informe de
Root con estas disposiciones. Los delegados advirtieron que el asunto era más grave
de lo que suponían; pero conservaron cierta esperanza en que el Congreso se
pronunciara contra los planes de la Casa Blanca.
El 26 de febrero
Oliver H. Platt, presidente del Subcomité de Asuntos Cubanos del Senado,
introdujo la iniciativa como enmienda al proyecto de «Ley concediendo créditos
para el Ejército en el año fiscal que termina el 30 de junio de 1902», al
considerar poco probable que la bancada demócrata retardara su votación y se
expusiera a las críticas por no prestar auxilio al cuerpo armado de la nación.
Sorprendidos, muchos de los senadores se preguntaron si la moción no modificaba
la Enmienda Teller; pero las simpatías hacia Cuba habían disminuido, como
consecuencia de la feroz campaña mediática de descrédito que presentaba al
cubano como un pueblo ingrato.
Otro hecho tuvo
gran trascendencia. En sincronía con la presentación de la Enmienda Platt en el
Capitolio, Wood en La Habana ofreció declaraciones a la prensa estadounidense.
Concluida la conferencia, un cable que habla por sí solo acaparó la atención en
Washington:
El general Máximo
Gómez visitó al general Wood esta mañana y le aseguró que las noticias de
intranquilidad y descontento por la continuación de la intervención de los
Estados Unidos son falsas, y que se han interpretado mal sus declaraciones dándoles
el sentido de que él aprueba una inmediata retirada de las tropas de los
Estados Unidos para dar a Cuba la independencia absoluta. Si se retiraran
ahora, él teme derramamiento de sangre fuera de toda duda. A los 60 días los
cubanos estarían peleando entre sí. El general Gómez agregó: “Si se retiraran
los americanos hoy, yo me iría con ellos”.
El general Gómez no
hizo objeción a señalar relaciones futuras entre los Estados Unidos y Cuba,
como lo recomiendan los Estados Unidos (Rubens, 1956: 378).
Cuando llegaron a
La Habana los periódicos con esta noticia, se levantó un clamor general.
Indignado, Gómez impugnó la maniobra. Cuando fue emplazado, Wood se escudó
diciendo que los periodistas habían interpretado mal la información que brindó.
Horatio S. Rubens, testigo excepcional del momento, lo puso en duda: “[…] pero
es el caso que, a pesar de pertenecer esos corresponsales a periódicos de ideas
contrarias, habían tomado la información de una fuente común y todos coincidían
en los mismos puntos” (Rubens, 1956: 378).
La medida generó el
golpe de efecto esperado y, en la sesión del 27 de febrero, tras un debate en
el que varios senadores denunciaron la Enmienda Platt como un ultimátumlegislativo de
franco carácter injerencista, se impuso tal como fue presentada: 43 votos
contra 20. Paradójicamente, ese día en La Habana la comisión que redactaría las
bases de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos dictaminó como inaceptables
algunas de las cláusulas del informe de Root; pero ya caminaban rumbo a la
Cámara de Representantes, en la que fueron ratificadas el 1.º de marzo 159
votos contra 134.
Aunque el 2 de
marzo, en manifestación de protesta más de 15 000 personas marcharon por La
Habana hasta la sede del Gobierno interventor, la historia no iba a cambiar su
curso: ese día McKinley sancionó la Enmienda. En virtud de este engendro, el presidente
de Estados Unidos fue facultado para mantener la ocupación hasta tanto no se
estableciera en Cuba un Gobierno bajo una Constitución, en la cual, como parte
de ella o en una ordenanza agregada, se definieran las relaciones con Estados
Unidos. Vale la pena ilustrar las tres cláusulas en las que se centró la
polémica por parte de los cubanos:
3.—Que el Gobierno
de Cuba consiente que los Estados Unidos pueden ejercitar el derecho de
intervenir para la conservación de la independencia cubana, el mantenimiento de
un Gobierno adecuado para la protección de vidas, propiedad y libertad
individual y para cumplir las obligaciones […] impuestas a los Estados Unidos
por el Tratado de París […].
6.—Que la Isla de
Pinos será omitida de los límites de Cuba propuestos por la Constitución,
dejándose para un futuro arreglo por Tratado la propiedad de la misma.
7.—Que para poner
en condiciones a los Estados Unidos de mantener la independencia de Cuba […]
así como para su propia defensa, el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a los
Estados Unidos las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en
ciertos puntos determinados que se convendrán con el presidente de los Estados
Unidos. […] (Roig, 1973: 23-24).
Fue grande la
indignación de los cubanos, en especial contra el tema de las estaciones
navales —al grito de «nada de carboneras». Wood inició entonces la más
corruptora arremetida de todo su mandato, acudiendo al chantaje económico como
recurso político.
El debate se
polarizó: de un lado los independentistas, que se rehusaban a admitir un
régimen incompatible con la soberanía nacional; del otro, los más acaudalados
hacendados y hombres de negocio —la mayoría españoles e inversionistas
estadounidenses—, los antiguos autonomistas y la clase media vinculada al mundo
empresarial yanqui, entre la que se encontraban no pocos altos oficiales del
Ejército Libertador. En el medio, un segmento del independentismo que se sentía
impotente ante las estratagemas de Estados Unidos para prolongar la
intervención por tiempo indefinido, cuya cifra no despreciable a la postre iba
a inclinar la balanza.
Quedaba solo el
recurso de la guerra y nada se podía por la fuerza contra Estados Unidos —fue
la idea que defendió el bando que apostó al protectorado y de la cual se hizo
eco la mayoría de la prensa, en una campaña reforzada con entrevistas a los
partidarios de la Enmienda Platt, porque —según decían— era el único modo de
salir de la crisis económica y de preservar la paz social, discurso que alcanzó
mayor resonancia entre las clases alta y media de la burguesía cubana cuando se
convirtió en la posición oficial del Círculo de Hacendados y Agricultores y de
la Sociedad Económica de Amigos del País. Sobre la nación desangrada,
arruinada, inerme y sola, comenzó a formarse un estado favorable a ceder,
impulsado también por prestigiosas personalidades de la guerra: desde Santiago
de Cuba el general Joaquín Castillo Duany, muy vinculado al capital norteño,
aconsejó a Juan Gualberto Gómez doblegarse; para colmo de males Manuel
Sanguily, paladín del ideal independentista, hizo un infortunado giro táctico:
«La independencia con algunas restricciones es preferible al régimen militar»
(Martínez, 1929, 287: vol. II).
Cinco delegados
viajaron a Washington y el 25 de abril se reunieron con Elihu Root. Un delegado
observó que la Enmienda Platt aludía al supuesto derecho de Estados Unidos a
intervenir en Cuba y solo deseaba la aquiescencia de los futuros gobiernos
cubanos al ejercicio de ese derecho, que ellos ignoraban: «Pues bien, ¿al
interpretar así el texto no equivocamos la verdadera idea de la cláusula?»
—preguntó. Root respondió impertérrito: «Para mí, el supuesto es indiscutible.
Hace tres cuartos de siglo que proclamó mi país ese derecho a la faz de los dos
mundos; y prohíbe a otras potencias, en ultramar, no ya la intervención armada
sino la sencillamente amistosa en los negocios de Cuba» (Márquez, 1941: 222, t.
II).
En contestación a
otra interrogante acerca de por qué solicitaban el consentimiento si Estados
Unidos se creía con derecho y tenía la fuerza para hacerlo, Root precisó: para
facilitar «la realización de sus anunciados propósitos con respecto a las demás
naciones». El delegado objetó que de nada valdría ese consentimiento si Estados
Unidos no tuviera suficiente fuerza para imponer su voluntad, ya que, por
desgracia, en las cuestiones internacionales era la fuerza la ultima
ratio.
Root ahondó entonces con la más cínica sinceridad:
La fuerza es la
última razón; pero la fuerza no informa, no inspira el Derecho Internacional.
Si algunos derechos no se hicieran respetables por su propia eficacia
¿existirían Suiza, Bélgica y Holanda? El derecho es la fuerza de los débiles
porque, de otro modo, los grandes poderes, dominando con sus armas, resultarían
los más cruentos enemigos de la especie humana. El pequeño Estado que se
atrinchera detrás de un derecho universalmente reconocido, impone sus
consecuencias a los grandes imperios. Señores, los Estados Unidos, a pesar de
ser fuertes […] buscan en la plenitud del derecho la fuerza moral
incontrastable […] si por desgracia se hiciera indispensable alguna vez nuestra
intervención, los Estados Unidos no quieren que nadie la discuta (Márquez,
1941: 223-224, t. II).
Sobre las carboneras,
remató: «¡Esencialísimas […]! Los Estados Unidos indagan sin descanso en el más
allá de sus responsabilidades y desean obtener posiciones que sirvan a la
defensa estratégica de ambas repúblicas» (Márquez, 1941: 224-225, t. II).
En su breve estancia
de 72 horas en Washington, McKinley recibió tres veces a los comisionados; en
una de ellas, incluso, les ofreció un banquete en la Casa Blanca en el que
participaron varios senadores vinculados al tema, pero siempre esquivó hablar
sobre la Enmienda Platt y condicionó evaluar la concesión de tarifas
preferenciales para los productos cubanos a que se constituyera la República.
Tranquilos,
resignados, excepto el general Rafael Portuondo, quien mantenía una actitud
grave, arribaron el 6 de mayo a La Habana. Al día siguiente, presentaron el
informe a la Asamblea y, a partir de ese instante, un aciago debate mantenido a
espaldas del pueblo con el pretexto de no generar alarmar, terminó el 12 de
junio de 1901 con la aprobación —16 votos contra 11— de la Enmienda Platt y su
deshonrosa adición como apéndice a la Constitución de la República.
La Enmienda Platt
llevaba en su cuerpo el espíritu la Doctrina Monroe y sentó el precedente de la
intervención de Estados Unidos en América Latina, con el supuesto consentimiento
de las naciones intervenidas, procedimiento que puso en práctica una y otra vez
a todo lo largo del siglo XX. No hay más fiel descripción del efecto que
provocó en nuestro pueblo este apéndice y su alcance en la región, que la del
inolvidable Raúl Roa, el Canciller de la Dignidad:
Su texto contiene
un preámbulo y ocho artículos, y aún hoy, cuando ni para papel higiénico sirve
por las ronchas que levanta, su lectura incita a la mentada de madre. […]. Esta
humillante y férrea camisa de fuerza constituía, como se ha dicho, el
sustitutivo de la anexión y la garrocha del ulterior salto predatorio del
imperialismo yanqui en el Mar Caribe y en el sur del continente. Corolario de
la Doctrina Monroe, la Enmienda Platt le imprimiría fuerza internacional a este
instrumento de hegemonía norteamericana en América (Roa, 1970: 286-287).
Una sucesión de
hechos bajo control del Gobierno de Estados Unidos llevó al 20 de mayo de 1902,
cuando la entrada en vigor de la Enmienda Platt, que había sido impuesta
mediante la coacción a un país ocupado militarmente, no solo mermó sino mutiló
todos los atributos de soberanía de la República que nació aquel infortunado
día. En diciembre, durante su mensaje anual al Congreso, Theodore Roosevelt,
quien asumió la presidencia tras el asesinato de McKinley por un anarquista,
abundó al respecto:
Cuba queda a
nuestras puertas y cualquier acontecimiento que le ocasione beneficios o
perjuicios, también nos afecta a nosotros. Tanto lo ha comprendido así nuestro
pueblo, que en la Enmienda Platt hemos establecido la base, de una manera
definitiva, por la que en lo sucesivo Cuba tiene que mantener con nosotros
relaciones políticas mucho más estrechas que con ninguna otra nación […]
(Roosevelt, 1910: 621, t. 2).
Instaurada la
República, asumió su presidencia Tomás Estrada Palma. Un tratado suscrito el 24
de febrero de 1903, a fin de poner en ejecución el artículo VII del apéndice de
la Constitución —con lo cual el convenio adquirió una validez incompatible con
el Derecho Internacional—, dejó la bahía de Guantánamo al servicio de la
proyección imperial estadounidense, al arrendar a su Departamento de Marina una
extensión de tierra y agua de la estratégica rada «por el tiempo que las
necesitaren», precepto empleado para disfrazar la cesión territorial mediante
la perpetuación del arrendamiento —cuya naturaleza es temporal—, cuando la
práctica jurídica de potencias como Alemania, Gran Bretaña, Francia y el
imperio Austro-Húngaro, e incluso de Estados Unidos, fijaba un término de 99
años.
A las 12:00 horas
del 10 de diciembre de 1903, en Playa del Este, bajo el impresionante estruendo
de 21 salvas de Artillería, a manera de botín de guerra el contralmirante
Albert S. Baker recibió 591 662 caballerías de tierra de la bahía de
Guantánamo, incluidos sus 24 cayos, mientras una banda de música interpretaba The
Star-Spangled Banner y
dos infantes de Marina izaban su pabellón. Sobre el suelo anegado en sangre de
una nación que por 30 años ofreció la vida de sus hijos en prenda a la
libertad, se consumaba un anhelo que se remonta al siglo xviii, cuando Benjamin
Franklin, padre fundador y firmante de la declaración de independencia de
Estados Unidos, unió al destino del futuro coloso norteño la idea de la
ocupación de la Isla.
Ciento doce años después, Cuba
reclama su derecho a ofrecer todo el cielo de Guantánamo a la bandera de la
estrella solitaria, para “[…] que el Sol con su lumbre / la ilumine a
ella sola — ¡A ella sola!— / ¡En el llano, en el mar y en la cumbre!
(Byrne, 1901: 175).
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