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martes, 15 de noviembre de 2016

EE.UU: una sociedad desgarrada

Tomado de Pensando América
Raúl Zibechi  
Lo que muestra la campaña electoral es un cuerpo social desgarrado como consecuencia de una política que ha concentrado el poder y la renta en el 1% de la población. Tres décadas de políticas pergeñadas por los neoconservadores están en la base del cisma social, que se traduce en un empobrecimiento de las clases medias, el deterioro de los servicios sociales y de la calidad de vida del 80% de la población. En el plano internacional son treinta años de guerras de media y alta intensidad para mantener el estatus de superpotencia que, sin embargo, han acelerado la decadencia.
 
Los grandes imperios, como enseña la historia, no son derrotados por enemigos externos, sino por el desgaste interior que con el tiempo los conduce al descalabro y los deja inermes ante sus enemigos externos. Estados Unidos no solo sufre las consecuencias de la crisis financiera de 2008, sino de un proceso mucho más destructivo como lo es el persistente deterioro de sus instituciones, de la salud de la población, de la calidad de la educación, de la producción de bienes y servicios, que provocan relaciones crispadas y violentas en la sociedad.
 
El consumo de drogas duras se ha disparado entre las clases medias, con una fuerte incidencia en las ciudades industriales en decadencia. Las muertes por sobredosis de heroína en Estados Unidos se multiplicaron por cuatro desde 2002, al punto que mueren más personas por sobredosis que por accidentes de tránsito. El cambio más notable ha sido que los nuevos consumidores son, en su inmensa mayoría, blancos, a diferencia de lo que sucedía anteriormente. “Ahora no es como en los sesenta, cuando, al pensar en la adicción a la heroína, pensabas en el gueto, en negros pobres”, dicen los profesionales que redactaron el informe de la Escuela de Medicina Boonshoft, en Ohio.
 
Ahora el consumo de heroína afecta al cinturón industrial del país, donde han cerrado cientos de fábricas y barrios enteros que han quedado abandonados. Según datos oficiales, todos los sectores sociales registraron descensos en sus ingresos, de hasta el 17% entre los más pobres y del 10% en las clases medias, aunque el 1% más rico sigue concentrando la renta.

Pero el dato más estremecedor se relaciona con la salud de los estadounidenses. Un estudio de la Universidad de Princeton, en el que participó el nobel de economía Angus Deaton, asegura que la mortalidad de blancos de mediana edad, pertenecientes a la desaparecida clase media, se ha disparado en los últimos 20 años. Medio millón de personas de entre 45 y 54 años murieron por cirrosis, suicidios, alcohol y drogas, una situación inédita que nunca había afectado a grupos demográficos en países desarrollados, con la excepción de la epidemia de sida.
 
La tasa de mortalidad de la población blanca de ese tramo de edad viene descendiendo un 2% anual en los principales países desarrollados, pero en Estados Unidos crece medio punto cada año desde 1998. Las causas hay que buscarlas en el deterioro de la salud física y mental de ese grupo de población, que se hace visible en el aumento del dolor crónico que afecta a uno de cada tres blancos de clase media, lo que les imposibilita hacer las tareas diarias, caminar, subir escaleras o tener relaciones con amigos.
 
La embajadora india, Neelam Deo, directora del think tank Indian Council on Global Relations, escribe: “Estas elecciones demuestran también la caída absoluta de la confianza de la gente en el Gobierno, en las instituciones democráticas y en las corporaciones, porque las empresas fueron rescatadas, los grandes bancos fueron rescatados, pero las personas comunes perdieron sus hogares, después de haber sido engañados con hipotecas”.  La desconfianza, dice, abarca a los grandes medios. “Hay una caída más que nunca en la confianza en los medios de comunicación, que se profundizará aún más”, destaca Neelam. De acuerdo con el editorial de Global Times de China del 17 de octubre, los principales medios estadounidenses perdieron toda objetividad, ya que “han promocionado fuertemente los comentarios insultantes de Trump contra las mujeres, mientras que solo arañaron la superficie de los escándalos de correos electrónicos de Clinton”. El diario comunista asegura que “de los 100 principales diarios del país, 30 dan su apoyo a Clinton y ninguno a Trump. Pero en las dos elecciones anteriores, en 2012 y 2008, el apoyo a los candidatos demócratas y republicanos era de 41:35 y 65:25, respectivamente”.

viernes, 14 de agosto de 2015

Elecciones en Estados Unidos 2016 (II)

Tomado de La Tarde Se Mueve
Por Edmundo García

El 13 de julio publiqué la primera parte de esta serie sobre las elecciones en Estados Unidos 2016 , donde me enfoqué en las campañas de los políticos Republicanos y Demócratas de la Florida que se afilan los dientes por el asiento en el senado que dejaría Marco Rubio por su aspiración presidencial. En esta segunda parte quiero hablar del primer debate nacional entre los candidatos a la nominación Republicana, que tuvo lugar en Cleveland el pasado jueves 6 de agosto.
 
Como dijo el colega Eddie Levy en la edición de este martes 11 de nuestro programa La Tarde se Mueve, la verdadera ganadora del debate Republicano fue la aspirante presidencial Demócrata Hilary Clinton, pues la discusión mostró la ausencia de proyecto de los invitados, que además se desgastaron en cuestionamientos personales.

El show y sus resultados fueron bastante pobres y se redujo a 9 candidatos que trataban de destacar sobre el personaje número 10, el mediático y retorcido Donald Trump, quien para alarma del partido al otro día seguía en el primer lugar de las encuestas, sin que a los desorientados electores Republicanos les importara lo que dijo; ni las meteduras de pata, sobre todo al entrar en careo con la periodista Megyn Kelly de Fox News, el canal de televisión de la derecha Republicana, y repetir las ofensas a la emigración y las mujeres que le hemos escuchado en otras ocasiones.

Algunos analistas consideran que Trump es un aspirante con pies de barro, ya que el éxito que ha tenido no se corresponde con las escasas recaudaciones conseguidas. Eso da la razón a los que dicen que no es más que una figura mediática, que a la larga se desplomará.

El experimentado político y agudo analista Demócrata Raúl Martínez, ex alcalde de Hialeah, dijo en una reciente entrevista al canal Mundo Fox que la dirección del Partido Republicano no debe por el momento mostrar preferencias por ninguno de los aspirantes, pero cuando en vísperas de la Convención Nacional se decida por alguno, que seguramente no será Trump, quedará terminado el teatro del conocido magnate.

Desde el mismo comienzo del debate Trump dejó claro que si seguía en primer lugar y el partido Republicano no lo apoyaba, él no iba a trabajar por ningún otro candidato. A partir de estas palabras la prensa norteamericana no ha dejado de mencionar la posibilidad de que Trump se lance como independiente en un “tercer partido” (third party), lo que sería muy beneficioso para los Demócratas. Con el mencionado paso Trump arrastraría tras sí a sus simpatizantes Republicanos, restando votos a ese partido y beneficiando a sus rivales partidistas. Se trata de una situación parecida a las elecciones en que Bill Clinton se benefició de la captura de votos hecha por Ross Perot al lanzarse como independiente con aquel partido Reforma.

El debate desencantó a los seguidores de Jeb Bush, el preferido de la derecha cubanoamericana, que se derrumbó del segundo lugar (después de Trump) que había conservado hasta entonces. Personalmente había anticipado que Jeb Bush podría convertirse en puntero de la lista Republicana si arremetía frontalmente contra Trump en el debate, pero no lo hizo.

Contra lo que algunos esperaban el debate benefició un poco al senador Marco Rubio; a pesar de que cometió pifias enormes, como la de negar que haya considerado excepciones en su posición antiaborto; como en los casos de embarazos por violación e incesto, entre otras situaciones específicas. Tal fue su error que al siguiente día Rubio andaba recorriendo programas de alcance nacional como Meet the Press para negar lo que había dicho, asegurando que sí consideraba excepciones en su posición antiaborto.

Más allá de este problema, lo que muestra la rápida rectificación de Rubio es su gran temor a que se le tome como un conservador moderado, en un momento en que el Partido Republicano solo parece tener lugar para la extrema derecha vinculada al Tea Party. A propósito de esto Eddie Levy alertó en el citado programa del martes 11 de La Tarde se Mueve, del error que significaría que esa inclinación a un extremismo irreflexivo también tuviera lugar dentro del partido Demócrata, pues en algunos mítines de fin de semana del aspirante Bernie Sanders se vieron extremistas tratando de impedir que expusiera su programa.

No puedo dejar de mencionar que los tres participantes en el debate de los que pudiera haberse esperado críticas a la política del presidente Barack Obama hacia Cuba, me refiero a los senadores Ted Cruz y Marco Rubio, y al ex gobernador de Florida Jeb Bush, ninguno se atrevió a abrir la boca. A lo mejor es una muestra de un poco (no mucha) de cordura, ya que las encuestas dicen que la mayoría de los norteamericanos, y la mayoría de los cubanos residentes en los Estados Unidos, apoya el proceso de normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba.

miércoles, 15 de julio de 2015

Elecciones en Estados Unidos 2016 (I)

Casa Blanca
Tomado de La Tarde Se Mueve
Por Edmundo García.

Es mi propósito empezar una serie de artículos sobre el proceso electoral en Estados Unidos que permita a los lectores, a los oyentes de La Tarde se Mueve y también a mí, llegar a noviembre del 2016, en que se elegirá al próximo presidente norteamericano, con un conocimiento adecuado del proceso político que fue teniendo lugar durante todo este tiempo. Estos artículos tendrán la frecuencia que el interés temático vaya pautando y se turnarán con otros de actualidad, como hemos venido haciendo hasta ahora.
 
En el día de hoy quiero presentar de forma resumida algunas ideas e informaciones que compartimos con el copresentador de La Tarde se Mueve Eddie Levy en el programa correspondiente al pasado jueves 9 de julio. Eddie es un gran conocedor de la política norteamericana, específicamente de sus claves electorales, que ha seguido de cerca durante varias décadas.

En especial me referiré a tres temas: el supuesto o real “retiro” de Marco Rubio de su asiento en el Senado tras oficializar su campaña por la presidencia; el enfrentamiento en las primarias Demócratas de Florida por la posible vacante de Rubio entre Alan Grayson y Patrick Murphy; y el avance como rival de Hillary del senador por Vermont Bernie Sanders.

Algunas agencias de prensa han dado como un hecho indiscutible que al entrar en la carrera por La Casa Blanca Marco Rubio dejará de competir por el Senado. Esto es algo que no debe darse por supuesto, pues todo el mundo sabe a Rubio no se le ha perdido nada en la Casa Blanca y eso lo tienen en cuenta él y sus mentores. Una reciente encuesta manejada por CNN lo sitúa en un penúltimo lugar entre los aspirantes Republicanos con un 6%; cerca de Perry que está en el sótano con un 4%, y lejos de Jeb Bush que va en la delantera con el 19%.

Si Marco Rubio no muestra que tiene posibilidades presidenciables reales, si se le siguen descubriendo cositas y mentiritas, podría salirse de la carrera mucho antes de la Convención Republicana para tratar de conservar su asiento senatorial. Todo es posible. Cualquiera que sea la alternativa debe tenerse en cuenta que Rubio es ambicioso, oportunista y un demagogo que para algunos grupos puede ser convincente; pero que el propio The New York Times ha considerado como carente de popularidad tanto en Cuba como en Estados Unidos.

Por otra parte, si Jeb Bush resulta el candidato Republicano, y sus posibilidades son enormes, sería muy difícil que Rubio pudiera acompañarle como vicepresidente en la boleta ya que son del mismo estado de la Florida; algo que no se acostumbra en la política norteamericana.

Lo que sí ha de quedar claro es que Rubio no está obligado a dejar su escaño en el Senado; por muy deteriorada que esté su imagen. Se le considera un mentiroso que inventó una historia en su libro para no reconocer que sus padres llegaron a EEUU como indocumentados; como emigrantes económicos o en todo caso huyendo de la dictadura del golpista Fulgencio Batista. Un dato que le era incómodo teniendo en cuenta que tiene no pocos batistianos entre sus simpatizantes. También existen muchas dudas sobre su trabajo en la legislatura estatal de Tallahassee y su conexión con David Rivera, a quien persiguen los escándalos.

Entre los que pudieran ganar el escaño legislativo que ahora ocupa Rubio se encuentra el legislador  Demócrata Alan Grayson, que representa al distrito 9 de la Florida en el congreso. Grayson lanzó oficialmente su campaña el pasado 9 de julio. Nació en New York (13 de marzo de 1958), estudió en Harvard y enseñó en George Washington University. También ha trabajado en el campo de las leyes, la economía y la empresa, donde fundó y presidió la Corporación IDT de telecomunicaciones. Es conocido en los medios políticos por haber sido un crítico de la política de Bush y de los fraudes en contratos relacionados con la guerra en Iraq.

Es probable que Grayson tenga que enfrentar en primarias Demócratas en la Florida a Patrick Murphy; quien nació en Miami (30 de marzo de 1983) y se graduó de leyes en la universidad de la ciudad; es Representante del distrito 18 de la Florida en el congreso y lanzó oficialmente su campaña por el puesto en el Senado que dejaría Rubio en marzo. Murphy ha gozado del apoyo de Bill Clinton en su carrera política, y se considera un candidato muy serio para imponerse en las primarias Demócratas y llegar al Senado.

El abandono de la aspiración a la presidencia de los Estados Unidos y el intento de consolarse regresando a la legislatura, le daría a Rubio una imagen de perdedor que según nuestro colega Eddie Levy es algo que no gusta a los electores norteamericanos.

Hay que agregar que en las venideras elecciones generales un candidato presidencial Demócrata fuerte como Hillary Clinton podría arrastrar tras sí a los votantes, beneficiando a miembros del partido que compiten en otros niveles.

También es necesario decir, como les prometí al inicio de este artículo, que a Hillary Clinton le ha salido un competidor que está haciendo una campaña bastante exitosa; se trata del senador por Vermont  Bernie Sanders quien tiene en su record haberse opuesto a la guerra en Irak, la crítica a la subordinación de la política a los grandes intereses económicos y el cuestionamiento a los llamados tratados de libre comercio que no beneficien a los intereses de los productores norteamericanos. Sanders es considerado un político ideológicamente cercano a la socialdemocracia europea, con una proyección más progresista que la de Hillary Clinton.

Como quiera que sea desde hoy a noviembre de 2016 hay un gran camino, que espero Orecorramos juntos a través de esta serie de artículos que iniciamos.

martes, 23 de junio de 2015

La Casa Blanca está en venta

White-House-For-Sale
Tomado de Radio Reloj

Aunque falta más de un año para las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el dinero corre ya entre los aspirantes a candidatos.

Ya sean republicanos o demócratas, varios de los pretendientes se han buscado mecenas multimillonarios dispuestos a poner plata en las respectivas campañas.

De esa forma, Hillary Clinton es respaldada por la dueña de la cadena Wolmart, Alice Walton, y el empresario de San Francisco, Marc Benioff.

En la trinchera republicana, Marco Rubio está asociado al poderoso vendedor de autos Norman Braman y Ted Cruz tiene el apuntalamiento del financista Robert Mercer.

Pero en la carrera hacia la Casa Blanca no basta solo con el patrocinio de multimillonarios, sino que además los aspirantes han creado los llamados Super Comités de Acción Política, que bajo rimbombantes y patrióticos nombres, son maquinarias de recolección de fondos.

   Lo que vale la Casa Blanca

La característica más llamativa hoy de las elecciones en Estados Unidos es la frenética búsqueda de fondos para llegar al sillón del Despacho Oval de la Casa Blanca.

Ya se habla de que los dos contendientes que pujen por la presidencia recaudarán más de 4 mil millones de dólares, una cifra que duplicaría lo alcanzado en la anterior contienda por Mitt Romney y Barack Obama.

El asunto, que con cada nuevo ciclo electoral es una imparable bola de nieve, ha generado críticas e incluso algunas voces influyentes están pidiendo al Congreso que se pronuncie y ponga fin a esa escalada del dinero.

En la vida real, más allá de propuestas políticas y discursos bonitos y altisonantes, los candidatos se comportan como vulgares compradores y evidencian que desde hace muchos años la Casa Blanca está en venta.

lunes, 24 de septiembre de 2012

¿Es Estados Unidos una democracia?

Tomado de Tercera Información.

Por Vicenç Navarro.

Esta pregunta parece, a primera vista, una provocación, pero no lo es. En un momento como el actual con una extensa cobertura mediática de las elecciones a la Presidencia y al Congreso de EEUU, en la que aparece un debate vivo e intenso entre dos posturas distintas representadas por dos opciones claramente diferenciadas, el Partido Republicano y el Partido Demócrata, cuyos candidatos a la Presidencia del país han sido resultado de unas primarias, especialmente intensas en el caso del Partido Republicano, tal pregunta será interpretada por la sabiduría convencional que tales medios reproducen, como una “frivolidad” en el mejor de los casos, o como un indicador más del supuesto “antiamericanismo” que supuestamente caracteriza a las izquierdas europeas.

Puesto que tal acusación ya se ha hecho en más de una ocasión, me siento en la necesidad de aclarar que he vivido durante muchos años en EEUU y que me siento comprometido emotiva y políticamente con el bienestar de las clases populares de aquel país a las que he intentado servir durante mis años de trabajo en EEUU (desde las aulas de la academia hasta los despachos de la Casa Blanca), siendo mis críticas a las instituciones representativas de aquel país fruto de tal compromiso, pues comparto la percepción generalizada que tiene la mayoría de la población estadounidense de que tales instituciones representativas no representan en realidad sus intereses. El 85% (repito, el 85%) de la población estadounidense, por ejemplo, no considera que el Congreso de los EEUU represente sus intereses. Y cuando se les pide a quién creen que representa, la respuesta mayoritaría (el 82%) es la Corporate Class (los componentes de las élites empresariales de las grandes compañías o empresas del país).

La mayoría de la población lleva razón. Los debates de la vida política se hacen dentro de unos márgenes muy limitados definidos precisamente por tal Corporate Class, que es la que financia el proceso electoral y las campañas electorales de la gran mayoría de los políticos. Ni que decir tiene que existe diversidad en el abanico de propuestas hechas por los dos partidos mayoritarios –el Partido Republicano y el Partido Demócrata-, diversidad que es la que alimenta el debate político y mediático en el país. Pero tal diversidad está muy limitada debido a las fronteras ideológicas definidas por la Corporate Class. Existen miles de ejemplos de esta falta de diversidad. Por ejemplo, todas las ofertas de cambio en el sistema de sanidad, eminentemente privado (aunque financiado públicamente en un 48% de todo el gasto sanitario) no cuestionan el protagonismo de las compañías de seguro privadas en la gestión del sistema, y ello a pesar de que según las encuestas de opinión popular, una mayoría de ciudadanos en aquel país preferiría un sistema (como existe en Canadá) en que el papel de tales compañías sería muy inferior. En realidad, la aplicación del sistema canadiense en EEUU permitiría la extensión de la cobertura sanitaria a toda la población (medida deseada por la mayoría de la población) a un coste mucho menor que el actual de EEUU (que alcanza a ser un 16% del PIB). Tal posibilidad, sin embargo, ha sido descartada, incluso por el Presidente Obama. Las compañías de seguros privadas han financiado extensamente las campañas de todos los candidatos (tanto de los demócratas como de los republicanos) a la Presidencia de EEUU, impidiendo que tal alternativa sea incluso discutida. Y ello, repito, a pesar de su popularidad.

La baja calidad democrática de los sistemas mayoritarios. El sistema bilateral mayoritario, sin ningún sesgo de proporcionalidad, favorece esta captura de los partidos por los componentes de la Corporate Class. Es paradójico que EEUU, el prototipo del sistema electoral mayoritario sea tomado como ejemplo por algunas voces en España. El reciente artículo en El País “Una teoría de la clase política española” (14.09.12) proponiendo el sistema mayoritario muestra un claro desconocimiento de su autor, César Molinas, de la realidad política estadounidense, el sistema mayoritario “por excelencia”. En realidad las graves limitaciones que existen en la democracia española se basan precisamente en la escasa proporcionalidad de su sistema electoral. El protagonismo de la vida política y mediática del país por parte de dos opciones mayoritarias (favorecido por tal sistema electoral) en España ha empobrecido enormemente la vida política del país, facilitando, a su vez, su adaptación (cuando no coaptación) a los poderes financieros y económicos dominantes en España. No es extraño, por cierto, que los movimientos a favor de cambios profundos en sus sistemas democráticos –como el Occupy Wall Street y el 15M- hayan ocurrido en dos de los países con menor proporcionalidad en su sistema político (EEUU y España).

La privatización del sistema electoral. El otro problema de la democracia estadounidense es la privatización del sistema electoral. Las elecciones son financiadas predominantemente por fondos privados provenientes en su gran mayoría de las grandes empresas y de los grupos fácticos que donan su dinero con el objetivo (exitoso) de influenciar a aquellos que reciben el dinero. La gran mayoría de fondos que financian a los candidatos (incluyendo a Barack Obama en las últimas elecciones presidenciales y en las presentes) procedían y proceden de grandes empresas o asociaciones comerciales o profesionales.

Esta situación ha alcanzado su máxima dimensión con la aprobación por parte del Tribunal Supremo de EEUU, de una sentencia, en el caso Citizens United vs Federal Electoral Commission, permitiendo que las empresas pudieran dar tanto dinero como quisieran a los candidatos políticos a fin de influenciar las elecciones y/o las decisiones políticas. Estas empresas pueden, incluso, ser extranjeras. Hemos visto así como el Instituto Americano del Petróleo (IAP), el portavoz de las compañías petrolíferas, se ha gastado 7.3 millones de dólares para oponerse (exitosamente) a cualquier legislación federal que previniera el calentamiento ambiental, resultado de la utilización de petróleo. Uno de los dirigentes más activos ha sido Tofiq Al-Gabsani, el representante de las empresas petrolíferas basadas en Arabia Saudí, hoy uno de los mayores financiadores del candidato republicano Romney.

La participación activa del IAP en la financiación del Partido Republicano fue la causa de que el 86% de los nuevos miembros republicanos en las últimas elecciones al Congreso de EEUU firmaran un manifiesto, redactado por IAP, en el que se comprometían a oponerse a cualquier tipo de legislación que regulara el comportamiento de la industria petrolífera para prevenir el cambio climático. El IAP ha negado que el obvio cambio climático tenga nada que ver con la utilización del petróleo, financiando estudios de nula credibilidad científica que supuestamente muestran que tal cambio climático se deba a causas naturales (ver Lee Fang “How Citizens United unleashed millions in secretive spending by US and foreign firms”. The Nation. 27.08.12).

Otro ejemplo es la Asociación de la Industria Farmacéutica, que ha gastado 10 millones de dólares para evitar (exitosamente) que el gobierno federal sea el que defina el precio de los fármacos que éste compra, con lo cual el precio de tales fármacos los dicta la propia industria farmacéutica en lugar del gobierno federal. EEUU es el único país que no utiliza su enorme poder de compra de fármacos para dictar los precios de los productos farmacéuticos que compra. Tiene que comprarlos al precio marcado por la industria.

¿En qué se gasta el dinero? Esta cantidad de dinero se utiliza sobre todo para comprar tiempo televisivo y radiofónico, abierto al mejor pagador sin ninguna regulación en la distribución de tal espacio. Y el contenido de los anuncios políticos, cuyo número y tiempo de exposición depende del dinero del candidato político, tampoco tiene ningún tipo de regulación. Un anuncio puede mentir descaradamente –como lo hacen los candidatos Romney y Ryan- sobre sus adversarios políticos sin que haya ninguna capacidad de respuesta, excepto comprando otro anuncio que lo rebata. El que tiene menos fondos puede aparecer y rebatir menos. De ahí que el objetivo de Romney sea conseguir varias veces más dinero que el candidato Obama, hoy Presidente, pues está seguro (y lleva razón en sus predicciones) que con tal abundancia de fondos puede derrotarlo. Y estos fondos proceden, de nuevo, en su gran mayoría de la Corporate Class. Como ha reconocido nada menos que el Senador Republicano John McCain, candidato republicano a la presidencia de EEUU en 2008, “las elecciones en EEUU son un juego de poder en el que ambos partidos políticos –el Republicano y el Demócrata- compiten para permanecer en sus cargos, vendiendo el país al mejor postor” (citado en Bill Moyers, Money in Politics: where is the outrage?). ¿Es esto una democracia? Imagínense que esto ocurriera en Venezuela. El follón que se armaría en los medios sería enorme. Ocurre en EEUU, y tales medios dedican horas y horas a lo que llaman proceso democrático en aquel país, sin cuestionar, ni una sola vez, si es, en realidad, un proceso democrático.

***Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University.

viernes, 11 de mayo de 2012

Las dos caras de la moneda andan por las ramas.

Tomado de Granma.
Por Ramón Sánchez-Parodi Montoto (*)

Las elecciones del 2012 en Estados Unidos


Candidatos: Mitt Romney y Barack Obama
En su artículo del 2 de noviembre de 1889 a "La Nación" de Buenos Aires, donde enjuiciaba el Congreso Internacional de Washington, José Martí sentenciaba que sus opiniones surgían "después de ver con ojos judiciales, los antecedentes, causas y factores" de la convocatoria a dicha conferencia. Siguiendo ese postulado martiano, podemos señalar que en lo esencial, en el proceso eleccionario presidencial en Estados Unidos no hay diferencias sustanciales entre los candidatos de una y otra agrupaciones de los poderes fácticos (la elite) que encabezan la plutocracia (predominio de los ricos en el gobierno del país) norteamericana.

El actual proceso de elecciones presidenciales en Estados Unidos está signado por dos circunstancias que le confieren ribetes históricos: la más profunda crisis del mundo capitalista desde la II Guerra Mundial y la intervención prácticamente irrestricta del capital billonario de Estados Unidos en el financiamiento de las elecciones, que al privatizarlo le imprime un sello de competencia mediática a la mecánica electoral y lo convierte en el espectáculo electoral más costoso del mundo.

Los discursos y la retórica electoral de Obama y de Romney prefieren soslayar los fundamentos de la crisis, achacar los problemas del aumento de la pobreza y las desigualdades a la mala intención de elementos externos e internos y prometer la reinstauración del liderazgo universal de Estados Unidos, contradiciendo las evidencias del desarrollo histórico durante el último medio siglo.

El "demócrata" Obama se guía por una concepción filosófica ecléctica, pretende conciliar a todas las facciones y a todos los intereses, manteniendo el predominio del gran capital. Representa aquel sector del capitalismo norteamericano que considera posible llegar a soluciones mediante la intervención estatal, sobre la base de un eventual acuerdo "bipartidista" de los demócratas y republicanos, que mediante las elecciones se reparten el poder gubernamental en Estados Unidos.

El "republicano" Romney, por su parte, es el portavoz de otro poderoso sector que ofrece resolver los problemas del país incrementando el papel directo del capital privado, junto con la reducción o eliminación total del papel del gobierno federal. Es decir, privatizar y privatizar y que cada cual se las arregle como pueda. Por eso, el subconsciente lo traiciona cuando llegó a decir el 1ro. de febrero de este año que a él "no le preocupan los muy pobres". La fórmula de Romney es sencilla: dejar que el estado reparta las migajas a los pobres y que el gran capital tenga rienda suelta para operar.

En realidad, ni uno ni otro van a la raíz de los problemas; andan por las ramas.

En cuanto a los problemas financieros, se han agudizado las situaciones relativas a la deuda oficial de Estados Unidos, cuyo techo o límite fue incrementado en 400 mil millones de dólares mediante la Ley de Control del Presupuesto del 2011 aprobada por el Congreso el 31 de julio y firmada por Obama el 2 de agosto, después de una traumática confrontación entre el presidente Obama y los elementos republicanos que dominan la Cámara de Representantes. El acuerdo incluía la formación de un Supercomité de representantes y senadores por cada partido que debía encontrar formas de reducción del déficit presupuestario antes del 21 de noviembre del 2011. Al llegar ese día, el Supercomité anunció que no le era posible llegar a un acuerdo.

En tándem con la deuda oficial federal, marcha el persistente déficit de los gastos gubernamentales, en toda la cadena de gobierno. El ítem presupuestario de mayor trascendencia para la población, especialmente entre la llamada "clase media" y las que le siguen en menores ingresos, hasta llegar a los muy pobres que no le preocupan a Romney (en este último grupo se ubica aproximadamente uno de cada seis estadounidenses), se refiere a los programas gubernamentales de asistencia social: atención a la salud, educación pública, seguro contra el desempleo. Estos temas son los que dividen a los llamados "conservadores fiscales" de los moderados o liberales y constituyen uno de los más relevantes temas de la campaña electoral. En este aspecto se reflejan con fuerza los criterios de si la acción oficial sobre estos programas deben ser ampliados (posición de los moderados y liberales) o colocados bajo la atención de las entidades privadas, tal como demandan con insistencia los elementos conservadores, por ejemplo, los agrupados en el llamado Tea Party.

De máxima atención entre estos programas está el referido a la atención a la salud. Los republicanos y conservadores han centrado sus ataques contra la reforma de los programas de salud que Obama logró fuese aprobada por el Congreso, luego de un campal enfrentamiento y múltiples tran-sacciones con diferentes fuerzas, donde Obama aceptó ir reduciendo el alcance de la propuesta en cuanto a su universalidad (es decir, el garantizar la cobertura a toda la población, especialmente la de menores ingresos). La confrontación acerca de la reforma del sistema de salud (que los republicanos y conservadores han bautizado como "Obamacare") fue el detonante del surgimiento del movimiento Tea Party y de la soberana paliza política propinada al Partido Demócrata en las elecciones de mitad de mandato de noviembre del 2010.

Los analistas políticos norteamericanos consideran que la cuestión de la salud puede ser un elemento determinante en el resultado electoral final, sobre todo si el recurso de inconstitucionalidad presentado contra la ley que lo reformó y que hoy está siendo valorado por la Corte Suprema de Estados Unidos es sentenciado con lugar, ya que este resultado sería desastroso para las aspiraciones de reelección de Obama. No obstante, hay evidencias de que la Corte prefiere aplazar su decisión hasta después de las elecciones de noviembre, precisamente para evitar una actuación judicial con implicaciones directas fundamentales para el curso político del país.

En este panorama, tal como se demostró durante las primarias, la política impositiva (los impuestos) será muy llevada y traída en el debate electoral. Los campos están suficientemente delineados: los republicanos defienden el criterio de bajar la carga impositiva a las grandes empresas y a los más ricos para que esos recursos puedan ser empleados por el sector privado directamente en inversiones que reaviven la economía; los demócratas de Obama insisten en la idea de que hay que incrementar los impuestos a las corporaciones y a los ricos (junto con la reducción de gastos presupuestarios) para que esos fondos puedan ser empleados para reducir el déficit fiscal, el endeudamiento oficial y garantizar los programas de asistencia social.

Para Obama (que tiene que defender su actuación como presidente) es de vital importancia que durante los próximos seis meses no haya un repunte del desempleo, pero ello está realmente fuera de sus manos, ya que depende del comportamiento de la economía mundial. Por ahora, las acciones del gobierno de Obama indican que el principal esfuerzo para controlar la situación está concentrado en evitar, al menos hasta las elecciones, un desplome del euro.

El mayor peligro para las aspiraciones reeleccionistas de Obama en estos momentos reside en los resultados de las elecciones en Grecia y Francia, especialmente en el primero de ellos, porque la posibilidad de que un nuevo gobierno griego demande una renegociación de los términos de austeridad fijados en el acuerdo de rescate financiero, puede llevar al desmantelamiento de toda la estructura financiera creada para apuntalar el euro y repercutir en desacelerar la economía de Estados Unidos. Por su parte, Romney hará del de-sempleo uno de sus caballos de batalla contra Obama.

Romney también concentrará sus ataques contra Obama en responsabilizarlo con la lenta e insuficiente recuperación de la economía y, sobre todo, en acusar al actual presidente por malgastar el dinero federal en los programas de rescate a los bancos y algunas industrias. Aquí Obama tiene un elemento que tratará de usar en su favor: la oposición de Romney al plan, hasta cierto punto exitoso, de rescate de la industria automotriz, sector muy importante en Michigan, uno de la docena de estados que se disputan fieramente ambos candidatos.

Hay otro grupo de asuntos de carácter social y cultural muy enraizados en las concepciones de los conservadores fundamentalistas (el movimiento Tea Party, los evangélicos blancos, los católicos): la oposición al aborto y a la legalización de la unión entre homosexuales. Estos son temas muy complejos, ya que por una parte son defendidos por estos grupos ultraconservadores, pero por la otra pueden obligar a Romney a girar más hacia la derecha en esos temas y alienarse el favor de elementos más moderados, especialmente los no afiliados a ningún partido, que resultan decisivos en la elección.
El tema de la política hacia los inmigrantes tiene igual connotación, pero quizás de mayor peso electoral presidencial, ya que son temas de mucha sensibilidad en algunos estados con un alto porcentaje de población de origen latino, particularmente mexicano, tales como Nuevo México, Colorado, Arizona y Nevada, todos ellos del reducido grupo que pudieran ser ganados por uno u otro candidato y que, al final, pudieran ser decisivos en cuál de los dos llega o sobrepasa los 270 votos electorales.

Finalmente, en esta apretada síntesis, una breve referencia a los temas internacionales. Paradójicamente, esta es un área considerada por el equipo de campaña de Obama como uno de sus puntos más fuertes, ya que en las pasadas elecciones del 2008 fue su punto más débil. Se hace evidente que Obama está tratando de lograr un bajo nivel de agudización de los conflictos, al menos por el momento, pero con un discurso donde se resalta la decisión de mantener el liderazgo global de Estados Unidos, en consonancia con las bases enunciadas en su Estrategia de Seguridad Nacional dada a conocer en mayo del 2010. En esta área, Romney se encuentra a la riposta.

(*) Fue Jefe de la Oficina de Intereses de Cuba en Washington entre 1977 y 1989 y Viceministro de Relaciones Exteriores

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