Por Gustavo de la Torre Morales.
Es muy sabido que la política hacia Cuba, por parte de las administraciones
de EEUU y sus instrumentos de colonización, es de descalificación de la
Revolución cubana, de manipulación mediática, de desinformación sobre la
realidad interna del país y de la verdadera actuación de la mayoría de la
sociedad cubana en el desarrollo de su sistema político.
La Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que en su propio sitio
web declara ser un “órgano principal y autónomo de la Organización de los
Estados Americanos (OEA)”, y cuya función es ser el “encargado de la promoción
y protección de los derechos humanos en el continente americano”, en más
de una ocasión, ha lanzado mensajes, en los cuales enarbola defensas hacia
miembros de la llamada “disidencia” cubana (tan edulcorada por la prensa al
servicio del gran capital).
Es necesario esclarecer que esa “disidencia”, dentro
de Cuba llamada como contrarrevolución, no es más que grupúsculos financiados
desde EEUU y Europa para cumplir los objetivos propagandísticos anticubanos
dirigidos desde la CIA, y puestos en marcha desde los primeros años del triunfo
de la Revolución cubana.