Tomado de
Granma.
Por Jorge Lezcano Pérez *
Mientras
existan en el hombre ansias de progreso, de superación, de perfeccio-namiento,
tendrán una tarea los Comités de Defensa de la Revolución, esa
concepción estratégica de Fidel, formulada el 9 de febrero de 1974,
en la III Asamblea de Balance de los CDR es suficientemente
definitoria para el análisis de la conducta renovadora que debe
asumir hoy y siempre la organización cederista.
Según lo acordado en el VI Congreso del Partido Comunista de
Cuba, los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido
y la Revolución, están dirigidos a "actualizar el modelo económico
cubano, con el objetivo de garantizar la continuidad e
irreversibilidad del Socialismo, el desarrollo económico del país y
la elevación del nivel de vida de la población, conjugados con la
necesaria formación de valores éticos y políticos de nuestros
ciudadanos".
De esta formulación se desprende que el reto que enfrenta nuestro
pueblo y sus instituciones es el de perfeccionar el sistema
político, equivalente a decir el modelo de democracia.
Todas estas definiciones dejan bien claro para los CDR y para
todas las instituciones del país que la prioridad máxima de sus
acciones tienen que estar dirigidas, con los métodos y funciones de
cada cual, a garantizar la participación directa del pueblo, desde
la comunidad, en la toma de decisiones estatales y administrativas,
como genuina participación del pueblo en el ejercicio de gobierno.
Tal análisis no sería viable ni objetivo si no acudiéramos
primeramente a las raíces que hicieron posible el surgimiento de la
organización y su posterior desarrollo, convirtiéndose en un
verdadero aporte de la Revolución, a la experiencia cada vez más
rica de la humanidad. Ello nos permitirá no solo validar la
afirmación de Fidel expresada el 10 de febrero de 1975, en el Pleno
Nacional de los CDR:
"(... ) mientras existan necesidades
de la Revolución harán falta los Comités de Defensa de la
Revolución", sino también afirmar que, ante todo, de lo que se
trata es de encontrar los métodos, las ideas, el mensaje que
posibilite la incorporación consciente de las masas cederistas en
todas sus acciones.
Una mirada hacia los orígenes nos muestra elementos que hoy
mantienen su total vigencia, tales como:
· El principio básico de la Revolución de apoyarse siempre en las
masas.
· La confianza de Fidel, Raúl y el Partido en el pueblo y su
sabiduría para interpretar sus aspiraciones.
· Necesidad en una Revolución como la nuestra, de encontrar las
vías originales y autónomas para defenderse.
· Agrupar a la inmensa mayoría del pueblo, más de ocho millones
de personas a partir de los 14 años de edad.
· El papel que juegan en la preparación del pueblo para la
defensa, y en situaciones excepcionales como huracanes, epidemias u
otras.
· Instrumento idóneo para enfrentar desde la comunidad las
ilegalidades, actividades delictivas y de corrupción.
· Desempeñar un rol insustituible en la preparación política e
ideológica y en la educación solidaria y antimperialista de nuestro
pueblo.
· Capacidad inagotable para contribuir al fortalecimiento de la
democracia socialista y a la vinculación del pueblo con sus órganos
representativos.
· La estructura de base a nivel de cuadra que ninguna otra
institución posee, que le permite ser la organización por excelencia
de la comunidad, agrupar a todos los sectores de la sociedad y poder
relacionarse y trabajar con la familia.
Si analizamos de conjunto cuántos de estos conceptos están
vigentes en el contexto actual, ello permitiría a los Comités de
Defensa de la Revolución colocarse a la altura del llamado del
Partido para perfeccionar el Modelo Económico del país y, por ende,
el Socialismo cubano.
La guía de cómo hacerlo ya la había definido Fidel en fecha tan
temprana como el año 1961, en el discurso por el primer Aniversario
de la organización: :
"(... ) Que en el barrio vean al Comité de
Defensa, todos los ciudadanos, como una organización que es amiga,
como una organización revolucionaria, como una organización que está
dispuesta a ayudar: aunque está dispuesta a actuar con toda la
energía que sea necesaria cuando se lo ordena la Revolución".
La orientación es clara y precisa, de lo que se trata es
identificar el cómo hacerla viable, cómo aplicarla en la práctica.
Ello requerirá, por tanto, creatividad e iniciativa para
convertir al CDR en el principal sostén de la familia como célula
fundamental de la sociedad, estimulándola, contribuyendo a su
unidad, y convirtiéndose en su vehículo idóneo para que pueda
manifestarse libre y conscientemente a favor de la defensa de la
Revolución desde la cuadra, la comunidad, y el barrio. O sea,
demostrando la plena e indestructible identidad Familia–Revolución,
mediante acciones prácticas y cotidianas.
En esta dirección se inscribirán acciones que interesen y
movilicen a niños, adolescentes y jóvenes, adultos y ancianos. Hay
que tener en cuenta que no se trata de organizar actividades para
ellos sino organizadas por ellos. Sin límites en las ideas ni en los
ámbitos: culturales, deportivos, recreativos, sociales, ambientales,
etc.
Hay que trabajar para hacer realidad el CDR solidario, el que
apoya a las personas más desvalidas de la sociedad; el CDR que
promueve la cooperación entre todos los vecinos y familias, el que
siembra ética y valores con palabras pero con ejemplos y acciones
también.
Hay que lograr que en todas las cuadras, niños y jóvenes estudien
permanentemente la vida y obra de José Martí, no solo para conocerlo
mejor sino para que conviertan sus pensamientos en acciones que
hagan bien a sus familias y a sus semejantes. Haciéndolo como un
disfrute y no como una tarea escolar.
Debe lograrse que los cederistas en cada cuadra cuiden su
entorno, de la higiene que beneficia a todos, que no permitan que
los menos conscientes dañen la salud de sus vecinos; lo que siempre
ocurre cuando se violan las normas de convivencia social.
Hay que lograr que el CDR sienta orgullo por su escuela, que
todos reconozcan que si se ha convertido en el principal centro
cultural de la comunidad, en buena medida ha sido por las acciones
realizadas por la organización cederista. ¿A quién puede intereresar
más que el proceso docente educativo de la escuela del barrio,
transcurra de manera óptima, que a los padres cederistas? Por tanto,
vincularse a la escuela no se puede concebir como una tarea, para
cumplir una orientación de arriba, sino como interés propio.
Si el delito y la corrupción han sido identificados por Fidel
como un peligro real que puede hacer fracasar la Revolución, los CDR
tienen que ser capaces de transmitir esa imagen sin falsas posturas
ni formalidades. En esa dirección cobra vida la idea de un "traje"
para cada CDR, la labor preventiva por encima de la punitiva, el
hablar con franqueza y honestidad con cada familia.
Lograr alcanzar todos estos propósitos es traer el CDR a la
actualidad, es revitalizarlo y fortalecerlo.
En el enfrentamiento al delito hay que abrirle un amplio espacio
al combate de las ideas. En el CDR debe debatirse, hasta que quede
claro para todos, que la "multa" en el comercio, el pagar por un
servicio estatal gratis, el robo de los recursos del Estado, nos
hace mucho daño, aunque de inmediato no parezca que hemos perdido
algo propio.
Se trata de que en cada uno de esos hechos delictivos nos roban
un pedazo de ética, de moral, de unidad; un pedazo de convicción del
porqué luchamos por el Socialismo. Y la historia ha demostrado que
cuando se pierde el sistema político, se pierden todas las demás
conquistas. Algo parecido, quizás mucho más grave, ocurre con el
fenómeno de la corrupción.
La corrupción es como una epidemia, empieza por un individuo y
termina contagiando a miles. Mucho más allá de la grave afectación
económica que causa al Estado, que quiere decir al pueblo (menos
recursos para la salud, educación, transporte, vivienda, etc.), la
corrupción desmoviliza la voluntad de trabajadores y pueblo, hace
perder la confianza en las estructuras gubernamentales; es la
filosofía de sálvese quien pueda: nada que ver con la sociedad que
queremos para nosotros y para nuestros hijos.
Lograr el rechazo del barrio, la cuadra, la familia, la
comunidad, a tan peligrosa práctica es tarea primordial del CDR hoy.
Si el sistema político cubano es sostenido por los órganos del
Poder Popular que se afianza en la democracia participativa que
debemos perfeccionar sistemáticamente, es obligación cederista
contribuir a desatar la potencialidad existente en el Consejo
Popular, cuyo órgano el CDR integra, pues desde este se promueve la
participación popular para que las masas identifiquen los problemas
que les afectan y participen en su solución; allí se controlan los
recursos económicos ubicados en la comunidad y a los funcionarios
que los administran. Por tanto, resulta obvio, que perfeccionar su
papel en el Consejo Popular es un gran reto que en la actualidad
tendrán que enfrentar los Comités de Defensa para continuar
avanzando hacia el futuro.
No menos importante es que los CDR revitalicen, con acciones
novedosas y creativas, su vinculación con el delegado del Poder
Popular en cada circunscripción.
Junto a él hay que combatir el mal del burocratismo que corroe
nuestras instituciones estatales y administrativas. Burocratismo que
desmoviliza a las masas, que paraliza la creatividad de los cuadros
para solucionar los problemas y necesidades del pueblo.
Si la democracia nuestra está basada fundamentalmente en la
participación del pueblo en la toma de decisiones estatales y
administrativas, si el delegado es el líder natural de la comunidad
y el funcionario político-estatal elegido democráticamente por la
población para que gestione la solución de sus problemas, hay que
apoyarle de forma permanente para que el pueblo, de manera real y
efectiva, directamente y mediante él, gobierne, controle y fiscalice
al Estado y a las instituciones administrativas.
En la medida en que el vínculo CDR-delegado sea más estable y
eficiente, ello contribuirá al fortalecimiento de la democracia y a
la unidad del pueblo.
Ubicar a los CDR en el contexto actual y proyectarlos hacia el futuro requiere de un pensamiento científico y de una vinculación
permanente con el pueblo, y también de un cambio total de pensar y
actuar.
(*) Fue Coordinador Nacional de los CDR