Tomado de Cuba por Siempre
En el panteón de los enemigos de Cuba, pocos apellidos resuenan tanto como Díaz-Balart. Esta dinastía, nacida en las cloacas de la dictadura de Fulgencio Batista y reciclada en los pasillos del poder en el Congreso de Washington, ha convertido el odio visceral hacia la Revolución Cubana en una empresa familiar, tan lucrativa como tóxica. Desde Rafael, el patriarca batistiano, hasta sus hijos Lincoln y Mario, los Díaz-Balart han tejido una red de intrigas, sanciones y terrorismo que bajo la fachada de la libertad, ha servido más a sus bolsillos y egos que a cualquier ideal democrático.